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Spielberg on Spielberg: La Guerra de los Mundos (War of the Worlds, 2005)

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"No hice War of the Worlds para un público familiar. Esta es una película apocalíptica muy intensa sobre el fin de todo."
Entre los pioneros de la ciencia ficción literaria ocupa un lugar de excepción Herbert George Wells (1866-1946). El célebre escritor y ensayista inglés creó obras maestras del género como The Invisible Man, The Time Machine, The Island of Doctor Moreau y la que nos ocupa en el presente capítulo: The War of the Worlds. Wells estaba muy versado en ciencias pues había estudiado biología y zoología. Aportó sus conocimientos a las novelas que escribía y lo combinó con una fuerte carga social derivada de su compromiso político con los valores de la izquierda socialista. El clima político que se vivía en su época influyó notablemente en la producción literaria reservando siempre una deriva de crítica social en los argumentos que concebía. Le indignaba el afán colonialista de su país y la política altiva y autoritaria que ejercía Londres sobre sus posesiones. La ciencia ficción le sirvió como contexto para crear pequeñas metáforas bajo las cuales se hacía visible el fuerte compromiso social que le caracterizaba. Con esta propuesta, Wells también se convirtió en un escritor de éxito y sus obras siguen siendo reivindicadas por innumerables generaciones posteriores que lo veneran al mismo nivel que uno de sus coetáneos: Jules Verne. La búsqueda del éxito no era su objetivo inicial pero, en cualquier caso, consiguió dar con una fórmula que le permitía crear denuncia social bajo un envoltorio atractivo que seducía a los lectores a base de tramas audaces. The War of the Worlds fue publicada en 1898 y rompió esquemas al plantear, en sus páginas, la llegada de una civilización marciana a la Tierra con intenciones claramente hostiles. Hace más de un siglo, un argumento de estas características apenas había sido tratado y espíritu innovador estaba fuera de toda duda.

Convertida la novela en un clásico, décadas después fue la protagonista de un hecho mediático importante cuando Orson Welles realizó una lectura dramatizada de la misma en la CBS Radio. Bajo la dirección de Welles, el guionista Howard Koch adaptó el relato convirtiéndolo en una especie de noticiario para una emisión que se difundió el 30 de octubre de 1938. El trabajo actoral de Welles y sus colegas del Mercury Theatre resultó tan creíble que llegó a generar el pánico en muchos de los oyentes. La reacción fue tal que incluso se llegaron a bloquear las centralitas de emergencias en algunas ciudades. Eso se produjo porque una buena parte de los oyentes no escuchó el mensaje inicial del programa donde se hacía constar la naturaleza ficticia de la emisión. La novela de H.G. Wells seguía dando que hablar y el propio autor pudo llegar a conocer al genio que había orquestado ese noticiario en que se informaba de una invasión alienígena. Desgraciadamente, el novelista ya no pudo ver la gran producción fílmica que se estrenó en 1953. Aunque varios productores tentaron a Orson Welles para que la dirigiera a lo largo de la década de los 40, éste consiguió salirse con la suya e inició una carrera autoral que revolucionaría la forma de hacer cine del momento. Finalmente, Cecil B. De Mille convenció a la Paramount después de aprobar el material que el productor George Pal había presentado. El guión había sido escrito por Barré Lyndon y trasladaba la acción a la época presente en el sur de California. Byron Haskin dirigió una cinta que se ha convertido en pieza icónica del cine de ciencia ficción de los 50, caracterizado siempre por la retórica grandilocuente y las referencias veladas al conflicto latente con la Unión Soviética, utilizando a los alienígenas como chivo expiatorio.

Después de esta introducción, saltamos en el tiempo y nos colocamos en 2002, poco después del estreno de Minority Report.Steven Spielberg y Tom Cruise querían volver a trabajar juntos y empezaron a hablar sobre posibles proyectos. Mientras el director se puso a trabajar en Atrápame si Puedes, Cruise sondeó varias posibilidades y acabó seleccionando tres opciones que trasladó al cineasta. Así lo recuerda el actor:
"Minority Report fue un sueño hecho realidad para mí, trabajar con Steven fue increíble. Crecí viendo sus películas, estudiándolas. A veces le tomo el pelo y le digo que conozco sus películas mejor que él. Terminamos Minority y dijimos... ¿Ahora qué vamos a hacer juntos?. Miramos varias posibilidades pero una de ellas nos activó a los dos, era La Guerra de los Mundos."

Spielberg vio en el material la posibilidad de utilizarlo como metáfora de la experiencia traumática sufrida con el 11-S. Deseaba hacerlo desde un punto de vista fuertemente dramático y comprometido. Quería volver a las tramas oscuras y decidió que esta nueva War of the Worlds tendría un sello personal.
"La Guerra de los Mundos toca una fibra sensible porque realmente va más allá de la ciencia ficción. Hice que reflejara muchos de nuestros temores después del 11-S pero también explica que como seres humanos nos unimos para ayudarnos a sobrevivir, especialmente cuando tenemos un enemigo común. El cine de ciencia ficción de los 50 respondía al temor de un ataque de la URSS, era una metáfora de ello. Yo hice la película porque pensaba que el momento para esta historia había llegado de nuevo."
Tras asegurar la alianza entre DreamWorks y Paramount para la distribución, Spielberg también celebró el regreso de Colin Wilson y, en especial, de su gran amiga Kathleen Kennedy a las labores de producción. Ambos tenían entre manos un proyecto sobre la reacción del estado de Israel a la masacre en los Juegos Olímpicos de Munich pero Spielberg decidió retrasarlo para dar salida previa a War of the Worlds. En un principio, director y protagonista hablaron con JJ Abrams para que escribiera el guión pero éste no pudo ocuparse al estar inmerso en la creación de Lost. Fue entonces cuando entró Josh Friedman quien escribió un borrador que no dejó satisfecho a ninguno de los implicados. Ante tal situación, Spielberg contactó con uno de sus colaboradores habituales, David Koepp, y le transmitió la idea de que esta adaptación debía ser diferente y alejarse del esquema habitual en películas como Independence Day (1996).Koepp propuso un enfoque más limitado e íntimo apostando por plasmar la historia a través de los ojos de alguien que es víctima de los hechos y no está involucrado en la respuesta a los mismos.

Kathleen Kennedy, Spielberg y Janusz Kaminski en el set de War of the Worlds.

Spielberg, Cruise y Koepp se reunieron varias veces, durante el mes de enero de 2004, y esbozaron algunos de los principios básicos del film. Cruise quería hacer de padre en la película, le gustaba la idea de interpretar a un obrero de Jersey, donde había vivido durante su infancia y adolescencia. Koepp continuó desarrollando el personaje a partir de este principio. El guionista preparó, además, una serie de aspectos que no debían manifestarse para dar originalidad al film: no aparecerían lugares emblemáticos destruidos en la película; no se vería la destrucción de Manhattan; no habría planos de generales entorno a un mapa; no se verían equipos de televisión filmando el desastre y siendo destruidos. Se trataba de no repetir clichés del género para buscar una historia en primera persona, tal y como H.G. Wells planteó en su novela. El autor no trató de explicar todo lo que pasaba en el mundo sino que se quedó con la experiencia de su protagonista. Buscó expresar qué le sucedía y lo que sentía desde su punto de vista. Teniendo en cuenta este planteamiento, Koepp propuso lo siguiente: 
"Y si cogiéramos los personajes que Tom hizo al inicio de su carrera y viéramos qué había sido de ellos veinte años después cuando las cosas no habían salido como esperaba. Se me ocurrió plantearlo como un personaje salido de una canción de Bruce Springsteen. Se casó muy rápido y fracasó en la relación, odia su trabajo y se queda estancado en esta vida sin salida que le hace sentirse triste. Se me ocurrió que sería un enfoque distinto y además nos permitiría rodar en entornos interesantes. Quería darle un toque de la América industrial y obrera, así que lo convertí en trabajador del muelle para poder rodar en esos lugares industriales que hacen de contraste entre nuestro primitivismo tecnológico y el increíble avance técnico de los invasores."
Tom Cruise añade lo siguiente:
"Es el fin del mundo tal como lo conocemos y ¿qué va a hacer? Ese es el reto para un hombre que sólo ha pensado en sí mismo y ahora tiene que convertirse en ese amigo, en ese padre que nunca ha sido para poder sobrevivir. Esta es la historia sobre si lo conseguirán. La gran ciencia ficción tiene personajes tremendos. Hablo de obras de ciencia ficción clásicas que aún importan porque tocan temas universales, humanos."
Spielberg coincidía con el planteamiento pero añadió algo más:
"Le dije a Tom que quería hacer una película donde no es el héroe sino que huye. La prioridad es cómo salva a sus hijos. A él le encantaba la idea de no tener que ponerse el casco militar e ir a la guerra. La única guerra que libraría sería la de mantener a su familia a salvo. Nos centraríamos en todo aquello que les afecta desde su posición aun siendo conscientes que el conflicto se está librando en todo el mundo. En este sentido, cuando los protagonistas se paran ante una vía del tren y el ferrocarril aparece ardiendo a toda velocidad, vemos una muestra gráfica de la hecatombe general."  
"En la vida real, Tom es un padre increíble así que para él dar ese salto, interpretar a un padre imperfecto, fue muy interesante." 
Por tanto, nos situábamos ante una historia íntima en el marco de un apocalipsis global. Este enfoque más limitado de la acción debía incorporar elementos contundentes y fuertemente dramáticos mientras veríamos como los alienígenas diezman a la población civil de una forma aterrorizadora. El propio Spielberg afirmó: "Es la primera vez que me lanzo con los ojos abiertos a una película de horror sci-fi."


La película arranca con las palabras de un narrador (Morgan Freeman) que nos introduce en la vigilancia a la que es sometida la Tierra por parte de una civilización alienígena que espera paciente mientras traza planes de conquista. La historia se centra entonces en Ray Ferrier, un obrero que trabaja en los muelles de Bayonne (New Jersey). Se trata de un hombre inmaduro e irresponsable, divorciado desde hace años y padre de dos hijos a los que ve con poca asiduidad. De camino a Boston para visitar a sus padres, la ex-esposa, embarazada de su nuevo marido, le trae a los dos vástagos para que se ocupe de ellos durante unos días. El adolescente Robbie y la pizpireta Rachel, de diez años, irrumpen en la casa trastocando el mundo desorganizado que Ray se ha construido. La tensión que se despliega ante la incapacidad de Ray para hacerse cargo de sus hijos y empatizar con ellos se ve sepultada por la llegada de una extraña tormenta que presagia algo mucho peor. Cuando la amenaza se hace patente, Ray iniciará una huida desesperada en la que deberá derribar todas las barreras emocionales que le separan de sus hijos para poder sobrevivir.

Para dar vida a Rachel, Spielberg pensó inmediatamente en Dakota Fanning. La jovencita ya había aparecido en la serie Taken, producida por el director. Creía fervientemente que Dakota era la mejor actriz juvenil del momento. No había nadie de su edad que fuera mejor y que demostrara tanta intuición sobre la naturaleza humana. Ella piensa con el corazón de un adulto y su personaje, en ocasiones, es más sensato que su propio padre. Eso favorecía una interacción interesante. 

Para el papel de Robbie, se decantó por Justin Chatwin. Encontrarle fue todo un reto para el equipo de casting que dirigía Debra Zane aunque, finalmente, Chatwin dio la apariencia y personalidad del adolescente americano rebelde que Spielberg buscaba. Chatwin, además, demostró un talento especial que le permitió dar con la textura del personaje de forma rápida. En el papel de Mary Ann, ex-esposa de Ferrier, Spielberg contrató a la australiana Miranda Otto. Necesitaba a alguien que personificara bien el abismo que existía entre ella y Ray, a todos los niveles. La intrahistoria era que se habían casado demasiado jóvenes y después la evolución de ambos había sido tan dispar que había acabado en divorcio. Nunca ven las cosas del mismo modo aunque hay una distancia dulce entre ellos. Ese contraste era relevante. Otto estaba embarazada en la realidad pero para la película eso no fue un impedimento ya que necesitaban que su estado de gestación fuera más avanzado del que tenía en ese momento.


Esta era una película de pocos personajes principales, más bien era la crónica de una huida con mucha variedad de situaciones. No obstante, uno de los que se cruzan en el camino de Ray exigía a un actor capaz de ofrecer un fuerte contrapunto dramático. Ese era el caso de Harlan Ogilvy, un hombre hiper-traumatizado y fuertemente trastornado que ejemplifica el pánico más mordaz hasta el punto de tomar decisiones claramente encaminadas a la auto-destrucción. Para darle vida, el director consiguió los servicios de Tim Robbins quien fue todo un lujo para la producción en un papel breve pero altamente relevante debido a la situación que provoca. Ferrier deberá cruzar una línea que nunca creyó posible. Pero, una vez más, se demuestra que la colaboración entre personas, ante una situación de catástrofe, no siempre se conduce por los cauces normales y, en ocasiones, la mayor amenaza es la que representan nuestros propios congéneres, como bien defiende Robert Kirkman en The Walking Dead.

En la pre-producción de la película, Steven Spielberg utilizó, por primera vez, la presentación animada de storyboards con la técnica de previsualización. Fue su amigo George Lucas el que le convenció de esta posibilidad y puso al equipo de Industrial Light & Magic, dirigido por Dan Gregoire, a su disposición. En este tipo de producciones, Spielberg solía trabajar con storyboards clásicos y decidía la configuración de escenas sobre el terreno. Sin embargo, esta nueva técnica le permitió ahorrar tiempo diseñando gran parte de las secuencias antes de llegar al set. El director explicaba lo siguiente acerca de esta tecnología: "Ojalá lo hubiera tenido para Encuentros en la Tercera Fase, donde todos dependían de mi imaginación."

En esta etapa de preparación, en la que volvió a contar con Rick Carter como diseñador de producción, decidió que los vehículos alienígenas volverían a tener tres patas tal como imaginó H.G. Wells. Aunque los alienígenas son los pilotos debían ser máquinas aterradoras y mostrar en todo momento un gran poder destructivo combinado con la capacidad para capturar y "exprimir" a los humanos que caían bajo su control. Dennis Muren se encargó de los equipos de efectos visuales junto a Randal Dutra y confirió a los tripods un movimiento muy fluido y ágil. Los vehículos incorporaban extensiones retráctiles capaces de atrapar a los humanos en una ceremonia de máximo sadismo.


Otra aportación directa del director sobre el guión de David Koepp fue incorporar el hecho que los tripods llevaban ocultos miles de años bajo la corteza terrestre. Los relámpagos iniciales trasladaban a los alienígenas en cápsulas que perforaban las zonas de impacto hasta que se ponían a los mandos de esas criaturas infernales. Esta idea de que la invasión había sido planificada, largo tiempo atrás, fue una brillante aportación a un texto clásico de ciencia ficción aunque no sabemos si habría agradado a H.G. Wells.

El rodaje se extendió durante 72 días entre el 8 de noviembre de 2004 y el 7 de marzo de 2005. La filmación fue una de las más extensas de la filmografía reciente de Spielberg debido al gran número de exteriores necesarios. Se rodó en varias localizaciones de New Jersey (Bayonne, Howell, Newark), New York (Brooklyn, Staten Island, Cold Spring, Beacon, Athens), Virginia (Lexington, Brownsburg) y Connecticut. Los interiores no tuvieron sede fija y se repartieron entre Universal Studios, Warner Brothers, Sony Pictures y 20th Century Fox. Ante un rodaje de esta complejidad, el trabajo de Janusz Kaminski fue importante a la hora de iluminar, de forma mortecina, espacios de muy diversa índole. Querían que la imagen agreste fuera una constante para transmitir al público una sensación opresiva, incluso en los grandes escenarios naturales. Esta neutralización sólo se rompía a base de contrastes de luz fuerte en momentos especialmente dramáticos como los que ocurren en el sótano de Ogilvy. En ese lugar, el espíritu protector de Ray hacia su hija llega al paroxismo cuando tiene que pararle los pies a Harlan. Esa liberación, en un contexto de amenaza permanente, fue una de las pocas concesiones a la luz tenue que se permitieron Spielberg y Kaminski. Porque hay que tener en cuenta que incluso en la conclusión, cuando Ray y Rachel consiguen llegar a Boston y reconectar con Mary Ann y Robbie, la oscuridad se mantiene en la secuencia, no recibimos un impacto visual vivo. Al contrario, la humanidad ha sufrido una catástrofe global nunca vista que se ha llevado a millones de personas y, a pesar de haber conseguido eliminar la amenaza, serán necesarios grandes esfuerzos para reconstruir lo perdido. De igual forma, hay varios momentos que indican una planificación excelsa. Un ejemplo de ello se produce cuando Ferrier y sus hijos huyen en coche a través de una autopista casi bloqueada. Podemos acceder al interior de la cabina desde fuera gracias a la combinación del trabajo en set y a la post-producción en sala de montaje. De igual forma, toda la secuencia del sótano expresa un trabajo magistral de cámara.


John Williams, por su parte, se enfrentó a un nuevo reto en su extensa colaboración con Spielberg.La Guerra de los Mundos fue la primera película que hacían juntos en la que el compositor no pudo ver el film terminado antes de empezar su trabajo. El apretado calendario de rodaje y post-producción provocó que solo pudiera echarle un vistazo a seis de los doce rollos de metraje. Sin embargo, con esto ya se hizo una idea de lo que necesitaba.
"Las otras películas de Steven sobre alienígenas presentaban a seres amables y acogedores. Para él, hacer La Guerra de los Mundos es un gran cambio. Y para mí es una oportunidad musical diferente y un papel distinto para la orquesta. Hay momentos en que la orquesta suena como una película clásica de monstruos pero es una pincelada, una referencia al género. En la secuencia en que los cuerpos se evaporan utilizo voces femeninas que generan un crescendo dramático, algo que la desintegración por sí sola no puede transmitir. La música contribuye a dar una sensación de sufrimiento. Ocurre lo mismo en la secuencia del río cuando las máquinas empiezan a sacar gente del agua. La percusión actúa pero también las voces femeninas emulando un eco. Todo ello permite humanizar la experiencia. En cambio, decidí utilizar voces masculinas en la entrada de los alienígenas en el sótano. Esto contribuía a acentuar el miedo y el horror."
"Otra contribución diferente fue el uso del sintetizador al inicio y final de la película, acompañando la narración de Morgan Freeman. Esta es una banda sonora muy orquestral pero el sintetizador me iba bien para acompañar al milagro de la vida, auténtico responsable de la defenestración alienígena." 
"La orquesta puede contribuir al ritmo trepidante, puede dar un impulso, una cadencia que algunas veces sentimos y otras no. Pero siempre está allí, la sentimos y cuando hay opción de ir más allá lo hacemos."
Spielberg pudo cumplir varios objetivos con esta película. Por un lado, volvía al relato oscuro después de una doble incursión en temas más optimistas. Además, se libraba de su etiqueta condescendiente con los alienígenas al ponerse al frente de un film en que los villanos son los seres del mundo exterior. Más allá de la retórica post 11-S que hemos comentado anteriormente, ésta era una oportunidad para continuar evolucionando como cineasta al plantear una historia que deja pocas concesiones al "buenismo" y presenta personajes con contrastes y un auténtico panorama de debacle sobre la caída de la civilización tal como la conocemos. A diferencia de Minority Report, la complejidad aquí no se derivaba de la trama sino de los personajes. Es una historia íntima en un contexto de hecatombe global pero el punto de vista siempre está circunscrito a las contradicciones, equivocaciones y aciertos de un padre en su intento de preservar la vida de unos hijos a los que nunca había prestado la suficiente atención. Ante un panorama de emergencia, los verdaderos sentimientos afloran pero Robbie y Rachel no tienen al lado al Capitán América sino a un padre con muchos defectos que debe luchar contra sí mismo y contra el peligro que constantemente les acecha. Este mayor contraste en el marco de una trama oscura y profundamente dramática, es lo que convierte a War of the Worlds en una de las películas más interesantes de la filmografía reciente de Spielberg.


El mensaje de protección biológica, impreso en las páginas concebidas por H.G. Wells, se mantiene inalterable en esta propuesta. El monólogo inicial y final del narrador de lujo, Morgan Freeman, recupera la esencia misma del clásico literario y asienta firmemente la posición filosófica de partida: en la naturaleza existen las claves para nuestra supervivencia y ésta puede ser nuestra mejor arma, para bien o para mal. Entraríamos también en el darwinismo ideológico que Wells había aprovechado en varias ocasiones. Esta es la lectura principal que, obviamente, admite también una interpretación religiosa que no se censura, sino que se admite para que cada uno pueda atribuir la responsabilidad según su conciencia. Por consiguiente, hay un respeto al material que convive con sabias aportaciones de actualización. Todo ello convierte al film en una obra digna. 

Tom Cruise afirmaba lo siguiente al fin del rodaje: 
"Me gusta pasar tiempo con Steven. Simplemente me gusta estar con él. Nos reímos, creamos juntos y es divertido. Me encanta eso de él. Como actor es divertido ser parte de ello y como a alguien que le encanta el cine, verle crear a ese nivel es un espectáculo. Siente el cine dentro y tiene una visión conceptual prodigiosa que le permite trabajar con suma rapidez y hacerlo mucho mejor que la gran mayoría de directores."

Spielberg, ya atareado en la pre-producción de Munich, afirmó:
"La ciencia ficción no es en absoluto algo subconsciente; para mí es como unas vacaciones. Unas vacaciones alejado de todas las normas de la lógica de la narración; unas vacaciones lejos de las ciencias físicas. Te permite dejar todas las normas y volar."
"Gran parte de La Guerra de los Mundos trata de nuestra respuesta al terrorismo. En realidad trata de la mentalidad de la turba, ese tipo de miedo colectivo es un animal peligroso. ¿Qué haremos cuando seamos una sociedad que se convierte en una turba que escapa de la vida colectiva, posiblemente a expensas de la vida de otros? ¿Cómo lidiar con la idea del terrorismo que todavía es bastante extraña para la psique estadounidense porque estamos acostumbrados a vivir en una especie de burbuja de seguridad y comodidad?"
"Los océanos ya no parecen tan vastos. El ordenador y el teléfono móvil han reducido nuestro mundo al tamaño de breves sonidos y toda esta información hace que nos sintamos más vulnerables que en cualquier momento anterior. Creo que La Guerra de los Mundos se alimenta de nuestros miedos y nuestra vulnerabilidad."
"Me gustó poder contar con Gene Barry y Ann Robinson, los protagonistas de la versión de los años 50 producida por George Pal. Ellos hacen un cameo en la película como los padres de Mary Ann. Me pareció que con ellos en el film encontramos esa conexión con un texto compartido y homenajeamos a los partícipes de un clásico de la ciencia ficción. Había trabajado con Gene en televisión, al principio de mi carrera, y me hizo un gran regalo cuando consiguió que Ann Robinson aceptara participar. Nunca olvidaré ese día de rodaje." 

War of the Worlds se estrenó el 29 de junio de 2005. Sobre un presupuesto de 132 millones de dólares recaudó casi 600 convirtiéndose en uno de los grandes éxitos del año. Obtuvo tres nominaciones a los Oscar, en categorías técnicas, aunque perdió frente al King Kong de Peter Jackson.  

Cabe destacar que el escenario que se encuentra Ferrier tras la caída de un avión comercial en el exterior de la casa de su ex-mujer, se mantiene inalterado como una más de las atracciones del tour de Universal Studios. Podéis ver fotos, tomadas en la ubicación, dentro del siguiente artículo: Universal Studios (II). En esta secuencia podemos ver otro de los ecos que recuerdan al 11-S así como una muestra de lo que está sucediendo en diversos lugares del mundo, a través de grabaciones que están en posesión de un equipo de televisión.



Precedida por:

La Terminal (The Terminal, 2004)

Continúa en:

Munich (2005)

Alegato en favor de Spectre

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Durante más de seis décadas, la saga Bond ha ido evolucionando y reinventándose a sí misma. Ninguna otra franquicia cinematográfica lleva tanto tiempo seduciendo y entreteniendo al público como la que amparan EON Productions y Danjaq LLC gestionando el legado de Albert R. Broccoli sobre la obra literaria de Ian Fleming. Este registro, por sí mismo, ya es digno de alabanza. Sin embargo, no se había conocido un movimiento tan audaz hasta la etapa de Daniel Craig al frente del personaje. Con la excelente Casino Royale (2006) se hizo evidente que producción, guión, dirección e interpretación se habían conjurado para dotar al nuevo ciclo de un carácter rompedor. Fue una apuesta para recuperar la esencia del personaje, tal como lo concibió Fleming, dejando los gadgets high-tech y los villanos megalómanos en el fondo del armario. Bond volvería a ser el "son of a bitch, bloody killer" de sus inicios novelescos, dentro de un contexto moderno y más realista. Se trataría de explorar facetas diversas de 007, desde la base literaria, manteniendo el canon de entretenimiento y acción.

No todo en esta nueva etapa ha resultado acertado puesto que Quantum of Solace (2008) significó un bajón espectacular respecto a su antecesora. Afortunadamente, fue posible reconducir el camino inicialmente trazado gracias a Skyfall (2012), probablemente el mejor título de la saga. El enorme éxito global de la película también se debió a la incorporación de dos piezas fundamentales: el excelente guionista norteamericano John Logan y, especialmente, el fichaje del ganador del Oscar, Sam Mendes, para la dirección. La asociación entre Mendes y Craig, que ya habían trabajado juntos en Camino a la Perdición (Road to Perdition, 2003), fue algo de lo que se benefició la película. La insistencia del actor fue el factor desequilibrante a la hora de convencer al atareado director para dejar en espera algunos de sus nuevos proyectos teatrales y regresar tras las cámaras con Spectre, convirtiéndose en el primer realizador que dirige dos films Bond consecutivos desde que John Glen hiciera lo propio en los 80.

Volviendo a 2006, es interesante recordar las palabras del propio Sam Mendes cuando le preguntaron qué le parecía la entrada de Daniel Craig en la franquicia. El director declaró que la elección era un error y que Craig no debía aceptar la propuesta. Viéndolo desde la perspectiva actual, estas palabras generan una gran perplejidad que desaparece por completo cuando profundizamos en el contexto de esas declaraciones. Mendes conocía la calidad interpretativa del actor tras haber trabajado con él y consideraba que la deriva que estaba caracterizando a la saga no encajaba con sus prestaciones. No podemos olvidar que Muere otro Día (Die Another Day, 2002), protagonizada por Pierce Brosnan, había sido un festival de superficialidad tecnológica, caracterizada por una grave falta de entidad en los personajes y situaciones. El éxito de taquilla de la misma hacía creer al observador externo que la franquicia iba a continuar por esos derroteros de irrealidad casi patológica que ya se habían apreciado durante la etapa de Roger Moore. Como cualquier cineasta británico que se precie, Sam Mendes era un seguidor más de la saga pero consideraba que su ligereza y falta de solidez argumental siempre le mantendrían alejado en el caso de recibir una oferta de Eon Productions. Este mismo argumento era el que aplicaba en relación a Daniel Craig, actor al que ponía muy por encima de Brosnan en cuanto a capacidad interpretativa. Por tanto, creyó que era una mala decisión del actor el hecho de comprometerse con algo que no estaba a su altura. Sin embargo, con el estreno de Casino Royale, el público vio que la saga había cambiado radicalmente. Bond volvía a sus orígenes literalmente y construía una identidad sólida en el marco de un proyecto capaz de entretener desde planteamientos argumentales más exigentes. Este nuevo rumbo sorprendió a Mendes quien comprendió la razón por la que Craig se había implicado. Después de la apuesta fallida por Marc Forster en Quantum of Solace, Michael G. Wilson y Barbara Broccoli fueron a buscarle para que retomara el rumbo iniciado con Casino Royale. Para Mendes, el trabajo de Martin Campbell, Craig y los guionistas había sido mayúsculo en el film de 2006 y sobre esa base aceptó entrar en el mundo de 007.
"Sin Casino Royale, nunca habría aceptado entrar en la saga. Para mí, los films de 007 eran un magnífico divertimento pero no encajaban conmigo desde el punto de vista creativo. No obstante, el trabajo de Martin Campbell y Paul Haggis, plasmado por Daniel, cambió el rumbo de la franquicia y, en este contexto, sí que podía aportar algo y sentirme cómodo al mismo tiempo."
CIERTOS SPOILERS TRAS EL SALTO 

El éxito crítico y comercial de Skyfall fue extraordinario. La British Academy of Film and Television Arts (BAFTA) la premió como mejor película británica de 2012 y los dos Oscar obtenidos la situaron como la cinta más laureada de la franquicia. Con este logro grandioso resultaba difícil presentar un nuevo título pero Mendes aceptó el reto con la intención de no repetirse. Aunque la fórmula de Skyfall había pegado fuerte, el público no podía recibir una película que replicara sus constantes. Durante más de dos años, Mendes y Craig exprimieron a los guionistas para crear una propuesta audaz que mantuviera el tono. Querían insistir en la vertiente realista a través de una trama que siguiera implicando personalmente a Bond, aunque de forma distinta. De alguna manera, deseaban extender la trama serielizada que había caracterizado al periplo de Craig como James Bond. Por primera vez, la franquicia había huido de lo procedimental para crear algo parecido a una antología que ahora podía tener su capítulo conclusivo. John Logan presentó un primer borrador en esta línea que fue complementado por los habituales Neal Purvis & Robert Wade. Sin embargo, a poco de empezar el rodaje, Mendes quiso darle una última vuelta de tuerca y contrató a Jez Butterworth para que acabara de pulir algunos flecos.


Con la recuperación de los derechos sobre la organización criminal que había estado presente en casi todas las películas 007 de los sesenta, Spectre es una película que plantea una historia conducida y dirigida por el propio Bond. No hay órdenes ni pistas marcadas. 007 está solo al mando de su propia investigación y es él quien arrastra a la cúpula del MI-6 tras sus pasos. El críptico mensaje que la antigua M (Judi Dench) le deja como testamento, pone a Bond tras la pista de una organización en la sombra que estaba detrás de los casos más importantes en los que éste había participado: los fondos para el terrorismo de Le Chiffre y la traición de Vesper Lynd, los planes siniestros de Dominic Greene para Quantum, e incluso la venganza de Raoul Silva contra M. Todos ellos, incluso la perversa organización Quantum, eran subsidiarios de alguien más poderoso que no dudaba en financiar operaciones y dotar de recursos a varios subalternos cuya finalidad principal era desestabilizar el orden mundial, en determinados lugares, sobre la base de la extorsión y la intimidación. Con unos intercambios monetarios cada vez más corrompidos, la fuerza de Spectra seguía creciendo mientras dejaba que las caras visibles fueran también las figuras más prescindibles. Como si se tratara de una partida de ajedrez, la organización extendía sus tentáculos sobre el tablero sustituyendo una pieza caída por otra.

No obstante, Bond llega finalmente al centro de esta corporación fantasma, de este gobierno mundial oculto, cuyo poder e influencia resulta una amenaza para la estabilidad política y financiera del mundo. Spectra actúa sin ser vista, destruye y obtiene beneficios mientras las autoridades creen haber neutralizado la amenaza. Y, paradójicamente, su líder está conectado con el pasado de Bond y parece haber disfrutado causando dolor y decepción a 007 a través de las muertes de Vesper y M.

Desde este punto de vista, la película Spectre es un acierto total. Manteniendo las pautas de acción y entretenimiento, es capaz de tejer una trama poderosa en la que Bond actúa por libre mientras en Whitehall se libra una batalla de poder en la que el flamante director del Servicio de Seguridad Conjunto, Max Denbigh (Andrew Scott), realiza los pasos pertinentes para acabar con el factor humano en el campo del espionaje y la inteligencia. Los drones, los robots espía, los super-ordenadores capaces de procesar millones de datos, la asepsia informática en definitiva, están a punto de recibir la bendición del Gobierno para sustituir el anacronismo que los doble cero y su licencia para matar suponen. La subjetividad, la iniciativa individual que compromete a Whitehall, con sus acciones temerarias quiere dejarse atrás para confiar en un sistema apoyado sobre el "Big Data". Pero... ¿Quién facilita la mayor parte de los datos?, ¿Quién prescinde de barreras éticas para obtener informaciones y vulnerar la privacidad y los derechos de las personas?, ¿Quién está dispuesto a caminar por ese terreno cenagoso?... Otra vez volvemos al hombre en la sombra, el que reparte anillos a sus sicarios y no se siente condicionado por ninguna reglamentación en sus operaciones habituales.


Tratándose de un film de la franquicia Bond, la película plantea una interesante reflexión. ¿Estamos dispuestos a que nuestros derechos sean pisoteados en beneficio de una sensación de seguridad?, ¿La inestabilidad política y bélica no resulta siempre un acicate para recortar libertades?, ¿Por qué los actos de terrorismo global siempre acaban rescatando los planes gubernamentales más polémicos que nunca saldrían a la luz en un marco de estabilidad internacional?

Además de este interesante planteamiento de carácter político, Spectre es también un gran film de acción en el que Daniel Craig continúa brillando como un excelente 007. La película incorpora acertadas notas de humor, dentro de un marco elegante y serio, para diferenciarse de Skyfall. El contrapeso dramático funciona bien y, dentro de este esquema, Craig se siente enormemente cómodo para desarrollar el personaje. A su dureza habitual, añade cada vez más ironía y no cabe duda que tiene una credibilidad como Bond que hace palidecer a algunos de sus antecesores. No sabemos si continuará en la saga con una película más (el que estas líneas escribe espera que vuelva) pero si finalmente ésta ha sido su última participación, la saga cierra un capítulo caracterizado por una clara unidad formal y de contenido. Algo que ha sucedido por primera vez en la historia de la longeva franquicia. Durante estos últimos años nos hemos olvidado de esas estúpidas conclusiones en las que Bond desaparecía con la chica de turno provocando la vergüenza o la perplejidad de sus superiores. También hemos visto a 007 manteniendo relaciones realistas con las mujeres e implicándose contundentemente en la lucha contra sus enemigos. Hemos contemplado al mejor 007 en el cuerpo a cuerpo y a alguien capaz de expresar emociones internas, que le implican de verdad, sin por ello caer en la vulnerabilidad de Brosnan. El Bond de Craig ha sido intimidante, un asesino creíble cuya fidelidad inquebrantable con la corona se afianza en cada una de sus acciones. Ha sido una apisonadora que, poco a poco, ha sabido disfrutar más de su trabajo hasta crear un clima que inspira confianza entre los que le rodean y no solamente lealtad de página de guión. Pero insisto, la propuesta cierra un ciclo aunque admite el regreso. En cualquier caso, a día de hoy, espero que si entra un nuevo actor en los próximos años se mantenga el tono que ha marcado la etapa reciente.


El mayor problema de Spectre es inevitable y estructural: ha venido después de Skyfall. El listón tan alto de su predecesora hacía imposible que el siguiente proyecto pudiera igualarla. En este sentido, la nueva apuesta de Mendes trata de englobar tantas situaciones de impacto que a veces sufre por ello. El enfrentamiento entre el nuevo M (Ralph Fiennes) y Denbigh es de alto nivel, al igual que las trazas que llevan a Bond hacia Spectra. Pero la presencia de Oberhauser (Christoph Waltz) es algo más reducida de lo necesario y resulta más amenazante por lo realizado anteriormente que por los actos propios de este film. En este sentido, Denbigh transmite, por momentos, una sensación de peligro más acusada que su socio criminal. Sin embargo, no es un elemento que deba ser juzgado con dureza porque el resto compensa la flaqueza. Las presencias de Q (Ben Whishaw) y Moneypenny (Naomie Harris) son acertadas y muestran la clara evolución de los tiempos. También es interesante la Lucia Sciarra que Monica Bellucci compone en un breve lapso de tiempo. No importa el minutaje cuando la presencia es importante en la trama y eso es lo que sucede en este caso. Interesante también la conexión entre Mr. White (Jesper Christensen) y Madeleine Swann, interpretada por una solvente Léa Seydoux. Una mujer Bond, no una chica. Alguien con las ideas claras que en ocasiones recuerda la forma en que Vesper Lynd conquistó a James desde la inteligencia y la profundidad.

Esta es una película que incorpora, además, referencias veladas al mejor Bond de Connery a través de secuencias como la del enfrentamiento en el tren (recuerda a Connery y Robert Shaw en Desde Rusia con Amor). Y la presencia final del Aston Martin DB5, con matrícula original de Goldfinger, es un guiño para encandilar a los más bondianos desde la elegancia y la distinción. También subyacen situaciones que recuerdan a buenos momentos de Al Servicio Secreto de su Majestad (On Her Majesty's Secret Service, 1969), sobretodo en lo concerniente a los escenarios nevados y a la clínica en la que trabaja Madeleine. De igual forma, el entendimiento y compatibilidad entre Bond y Swann es altísimo y recuerda a la conexión que se establecía entre Tracy De Vicenzo y 007 en la película de 1969. Y no olvidemos que tanto Madeleine como Tracy son hijas de hombres cuya trayectoria es más que oscura.


El plano secuencia que abre el film, durante el desfile del día de los muertos en Mexico D.F., es un hito técnico en la franquicia y una excelente aportación de Mendes. Empezar con esa secuencia inicial marca un alto nivel y nos introduce en un tema clave de la película: los muertos viven. Esta sentencia es más cierta que nunca para Bond ya que tendrá un cara a cara con alguien a quien creía sepultado bajo las nieves alpinas.

Spectre es una de los mejores películas de la saga y creo fervientemente que supera algunas flaquezas lógicas para generar un espectáculo capaz de seducir a aquellos que estén dispuestos a dejar al margen las advertencias de ciertos sectores de la crítica. Algunos creen que pueden seguir marcando opinión mientras defienden un ideal desfasado y enterrado. Ojalá ese Bond anticuado que tanto pregonan no vuelva jamás.

Josh Brolin, el actor recuperado

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Josh Brolin, estrella juvenil gracias a su papel de adolescente con sudadera gris y pañuelo rojo en la cabeza en la emblemática Los Goonies (The Goonies, 1985), vuelve a estar en cabeza de los actores más solicitados de estos últimos años, siendo uno de los intérpretes más sólidos del panorama cinematográfico actual.

Su último papel estrenado en España, el del agente de la CIA de dudosa moral en el thriller Sicario (2015), es una demostración más del enorme talento que posee el actor de rudo aspecto, eclipsado durante años por los éxitos de su padre, el también actor James Brolin. 

El redescubrimiento de Josh se debió a los hermanos Coen, en 2007, que contaron con él para interpretar al inolvidable Llewelyn Moss en No es País para Viejos (No Country for Old Men) cuando ya contaba 40 años, edad un poco peligrosa para descubrir nuevos talentos en el exigente mundo de Hollywood. Pero a él, la suerte le cambió a partir de ese momento. Entre 1985 y 2007 había intervenido fundamentalmente en series poco relevantes y telefilms, exceptuando su participación en El Hombre sin Sombra (Hollow Man, 2000), de Paul Verhoeven, Melinda & Melinda (2004), de Woody Allen, y el segmento Planet Terror del proyecto Grindhouse, de Robert Rodriguez & Quentin Tarantino.

Su aspecto de cowboy moderno y rostro rudo, propio de los hombres criados en Texas (al igual que le sucede a su compañero y amigo Matthew McConaughey), le ha valido para granjearse la confianza de los directores y del público en general. El éxito, pues, podría decirse que le ha vuelto a llegar merecidamente en un momento en que su madurez personal y la elección de buenos proyectos solo le podía conducir a brillar de nuevo como el profesional que siempre había sido.

Brolin, ensombrecido por la trayectoria de su propio padre, abandonó el mundo de la interpretación en su juventud para dedicarse a la Bolsa, profesión que le sirvió para poder interpretar uno de sus mejores papeles hasta el momento en Wall Street 2: El Dinero Nunca Duerme (Wall Street 2: Money Never Sleeps, 2010), aunque ya hacía unos años que participaba en películas muy consistentes también de argumento, como En el Valle de Elah (In the Valley of Elah, 2007), American Gangster (2007), W (2008, donde hace una estupenda interpretación de George W. Bush), Mi Nombre es Harvey Milk (Milk, 2008), con la que logró su única nominación al Oscar, Conocerás al Hombre de tus Sueños (You Will Meet a Tall Dark Stranger, 2010), y Valor de Ley (True Grit, 2010), otra vez bajo las órdenes de los Coen.

El año 2013 podría decirse que fue uno de los peores de Brolin en su trayectoria profesional impecable hasta el momento (desde que se le redescubrió) ya que, las tres películas que protagonizó ese año, fueron un auténtico fracaso. Así pues, Old Boy, Una Vida en Tres Días (Labor Day) y Gangster Squad: Brigada de Élite (Gangster Squad), no obtuvieron la respuesta esperada de crítica y de público, juntándose con otros problemas personales a los que tuvo que enfrentarse, como su divorcio de Diane Lane (madre de sus dos hijos) y su detención en Nochevieja por pasearse en estado de embriaguez por las calles. 

Superado este bache, Brolin vuelve a brillar este año gracias a Everest (estrenada en el Festival de Cannes) y Sicario. En febrero de 2016 se estrena ¡Ave César! (Hail Caesar!), su tercera colaboración con los hermanos Coen. Una comedia centrada en los últimos años de la edad dorada de Hollywood donde forma parte de un elenco en el que destacan George Clooney, Ralph Fiennes, Tilda Swinton, Channing Tatum, Scarlett Johansson, Jonah Hill y Frances McDormand.

El éxito, como decíamos, ha podido llegarle un poco tarde pero no lo suficiente como para que no pueda seguir demostrando, proyecto tras proyecto, que su versatilidad está fuera de toda duda. Su tesón, su buen hacer y su carismática personalidad le han ayudado a no tirar la toalla y a seguir intentándolo. Tres décadas después de debutar siendo adolescente, le ha llegado la hora de ser respetado en serio. Como está inscrito en una insignia de su madre que siempre lleva consigo, “Todo lleva su tiempo”. 

A él, sin ninguna duda, su tiempo de brillar como estrella del cine le ha llegado por fin.

Star Wars. Manual de Supervivencia

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¡Sorpresa! La galaxia está sumida en el caos. El estreno de una nueva entrega de Star Wars ha creado inquietud en gran parte de la población que desconoce quién es Darth Vader o para qué sirve la Fuerza.  
Mientras, los «waries», ajenos a este hecho, se frotan las manos con la esperanza de que esta nueva entrega aporte luz y oscuridad por igual a su amada saga.  
Pero lo que todos ellos ignoran es que dos cinéfilos se han unido en secreto para elaborar un manual de supervivencia con toda aquella información imprescindible para que puedan enfrentarse a estos tiempos tan adversos…

Las películas

I     II     III     IV     V     VI

El Manual de Supervivencia




Star Wars. Manual de Supervivencia (Diciembre 2015) es un proyecto realizado por Francesc Marí de LASDAOALPLAY? y Néstor Company de EL CINE DE HOLLYWOOD.

Personificando a Darth Vader

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La genial puesta en escena de la figura de Darth Vader en las tres primeras entregas de Star Wars (Episodios IV, V y VI), corrió a manos de 4 actores distintos. 

Contrariamente a lo que pueda parecer, el actor que aparece bajo la máscara del famoso villano durante escasos minutos en una de las escenas finales de El Retorno del Jedi (Return of the Jedi, 1983), no era quien lo interpretaba desde el principio ya que, para dar vida al discípulo de Darth Sidious (o Sheev Palpatine), se necesitó de 4 personas con 4 trayectorias diferentes, cada una de las cuales dirigida para formar al villano en las cuatro vertientes principales que requiere cualquier personaje: movimiento, voz, rostro y expresión corporal.

El esgrimista olímpico Bob Anderson se encargó del movimiento ya que interpretó a Vader en los combates que hacía con el sable láser. Nacido en Hampshire en 1922, este deportista británico amplió su carrera profesional mucho más allá de su experiencia con el deporte. Formó parte de la Armada Inglesa antes de la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndose posteriormente en profesor de esgrima dadas las altas cualidades que reunía en esta especialidad deportiva. Como esgrimista, representó al Reino Unido en los Juegos Olímpicos de 1952 y en los Campeonatos Mundiales de 1950 y 1953.


Su periplo por Hollywood empezó gracias a que confiaron en él para que fuera asesor de esgrima del actor Errol Flynn en las conocidas películas El Señor de Balantry (The Master of Ballantrae, 1953) y Espadas Cruzadas (Il Maestro de Don Giovanni, 1954). Posteriormente, trabajó también como doble de acción en las películas Los Cañones de Navarone (The Guns of Navarone, 1961) y Desde Rusia con Amor (From Russia with Love, 1963). Paralelamente, fue maestro de esgrima profesional y coreógrafo de escenas de lucha de varias películas, siendo la de la trilogía inicial de Star Wars la más conocida incursión en el mundo del cine que realizó.

En Return of the Jedi fue el encargado, como decíamos al principio, de ponerse bajo la máscara de Vader en el famoso duelo con su hijo, Luke Skywalker. El propio Mark Hamill, en una entrevista en 1983, quiso reconocerle el mérito de su participación diciendo: Bob Anderson fue quien realmente hizo las peleas de Vader. Se supone que sería un secreto para siempre pero al final le dije a George Lucas que no me parecía justo que no se le reconociera”.Anderson realizó también todas las coreografías de peleas de otra trilogía emblemática: El Señor de los Anillos (The Lord of the Rings, 2001-2003), de Peter Jackson. Para ello, estudió a fondo los libros de Tolkien y pensó en cada uno de los personajes antes de decidir cómo debía luchar cada uno según su personalidad.

Retirado ya como profesor de esgrima, Anderson emigró a Canadá, donde fue nombrado Director Técnico de la Asociación de Esgrima. Murió en 2012 en el Reino Unido.

El segundo actor que hizo de Darth Vader fue James Earl Jones, encargado de dotarle de una voz grave, fuerte y amenazante. El emblemático actor, nacido en Mississippi en 1931, reúne en su extensa carrera interpretaciones muy diversas: Conan, el Bárbaro (Conan the Barbarian, 1982), El Príncipe de Zamunda (Coming to America, 1988), Campo de Sueños (Field of Dreams, 1989), La Caza del Octubre Rojo (The Hunt for Red October, 1990), Juego de Patriotas (Patriot Games, 1992), El Rey León (The Lion King, 1994) y Peligro Inminente (Clear and Present Danger, 1994), entre otras. Además, es uno de los intérpretes vivos con mayor prestigio en los escenarios teatrales. Asimismo, también ha trabajado como actor de doblaje en numerosas ocasiones, tanto para personajes de dibujos animados como en videojuegos o en anuncios televisivos. Su participación en la saga de Star Wars se concentra en los episodios clásicos y, también, en la conclusión de La Venganza de los Sith (Revenge of the Sith, 2005).


De pequeño desarrolló un tartamudeo grave, por lo que se negaba a hablar en voz alta. Fue a los 13 años y gracias a un profesor, que descubrió que tenía un don especial para recitar poesía (debido al tono pausado de lectura que requiere dicho género literario). Dicho profesor le insistió en que leyera cada día una poesía en clase para que fuera cogiendo confianza en su propia voz y fuera corrigiendo el problema del habla. No deja de ser meritorio que dos de sus papeles más famosos hayan sido por prestar su voz a famosos personajes: el primero, a Darth Vader y, el segundo, a Mufasa en El Rey León. En 2011 obtuvo un Oscar Honorífico, junto a Dick Smith y Oprah Winfrey.

El tercer actor que se necesitó fue para ponerle rostro a Darth Vader, responsabilidad que recayó sobre Sebastian Shaw, nacido en el Reino Unido en 1905. Actor, director, novelista, dramaturgo y poeta, durante sus 65 años de carrera ejemplar interpretó decenas de obras de teatro y participó en más de cuarenta producciones televisivas y cinematográficas. Debutó como actor en un teatro londinense a la temprana edad de 8 años. Estudió en prestigiosas escuelas de interpretación inglesas y debutó como actor profesional en Broadway en 1929, interpretando a uno de los dos asesinos de la obra La Soga (Rope). Su primera interpretación en el cine fue en la película Caste, en 1930, cosechando buenas críticas y fama. Se unió a la Royal Shakespeare Company en 1966, donde trabajó durante diez años e interpretó alguno de sus papeles más aclamados.


Fue en 1982 cuando le escogieron para el pequeño, aunque crucial, papel de Darth Vader en El Retorno del Jedi. Aparece junto a su hijo Luke, cuando éste le quita la máscara al estar ya muy malherido. El hecho de escoger a Shaw se debió a que el descubrimiento de la cara se convertiría en un momento de máximo clímax emocional. Por consiguiente, debía ser interpretada por un actor de lo más experimentado. Se cuenta que cuando Shaw llegó a los estudios de grabación, se encontró con su amigo Ian McDiarmid (Emperador Palpatine), el cual le preguntó qué hacía allí. Shaw le respondió: “No sé, creo que tiene algo que ver con la ciencia ficción”.

La participación de Shaw en el rodaje fue tratada como un secreto para todos, excepto para algunos miembros del reparto y del equipo técnico y le obligaron por contrato a no hablar con nadie de ningún secreto de la película, incluyendo a la familia. 

La escena en la que Luke le quita la máscara (dirigida por Richard Marquand), se rodó solamente en un día y en muy pocas tomas, sin modificar para nada el diálogo original. La escena dura dos minutos y siete segundos y consta solamente de 24 palabras de diálogo para Shaw pero, por ello, el actor recibió más correos de seguidores y peticiones de autógrafos que por ninguno de los otros papeles de su extensa carrera. Siempre expresó que había disfrutado con la experiencia y se sorprendió gratamente cuando hicieron una figura de acción de él. Murió en diciembre de 1994 en el Reino Unido, a la edad de 89 años.

David Prowse fue el cuarto actor que formó parte de la “biografía” de Darth Vader, siendo el encargado de prestarle el cuerpo en la trilogía clásica. Nacido en 1935 en el Reino Unido, Prowse fue en sus inicios campeón de halterofília. Fue precisamente por su constitución atlética (dos metros de altura y 118 kg de peso) por lo que George Lucas lo escogió para recrear físicamente a Vader, aunque prescindió de su voz al grabar encima de la suya la de James Earl Jones.Prowse confesó que no supo de este cambio hasta el mismo estreno de la primera película rodada de la saga.


Lucas dijo que para Vader se necesitaba una voz “oscura, grave” y que Prowse no la poseía asegurando que, desde el principio, ya se tenía en cuenta que no se contaría con su voz sino con la de Jones. Estas palabras se refieren a que George Lucas y el realizador Richard Marquand “castigaron” a Prowse al insinuar éste en un periódico londinense de la época que él era el padre de Luke, algo que no se le perdonó y que pagó con el anonimato a partir de entonces.

La propia Carrie Fisher contribuyó a desacreditar la voz de Prowse al explicar en una entrevista en 2004 que, en el rodaje, todos apodaban al actor Darth Farmer, ya que tenía un poco intimidante acento de granjero del oeste de Inglaterra.

En las escenas finales de lucha con sable láser entre él y Luke, al no ser el actor muy hábil con la espada, se hizo necesario contar con alguien que supiera de esgrima, por lo cual fue contratado Anderson finalmente para esas secuencias (Prowse rompía constantemente las varillas que se interponían en los sables de luz).

El anonimato con el que lo castigaron dio su resultado, ya que Prowse no aparece nunca visible en ninguna de las tres películas que protagonizó, siendo sustituido en la voz y en el rostro, como ya hemos contado.

Aparte de esta interpretación, el actor ya era conocido en Inglaterra en el momento de ser contratado por Lucas. Participó en la campaña The Green Man, que enseñaba a los niños a cruzar las calles con seguridad, campaña que se mantuvo desde 1971 hasta 1990. Este trabajo le valió la Orden del Imperio Británico en el año 2000, como reconocimiento a su esfuerzo lúdico-formativo de cara a los más pequeños. 

Trabajó también como guardaespaldas en La Naranja Mecánica (A Clockwork Orange, 1971) e interpretó el papel de Frankenstein en tres ocasiones: Casino Royale (1967), The Horror of Frankenstein (1970) y Frankenstein and the Monster from Hell (1974). También entrenó a Christopher Reeve para su papel en la primera película de Superman, en 1978.

Paralelamente a su carrera cinematográfica, su carrera deportiva fue coronada en varias ocasiones con el éxito, ya que fue muchas veces campeón de halterofilia en Inglaterra y representó a su país en los Juegos de la Commonwealth, en 1962, celebrados en Australia.

Actualmente, Prowse posee un gimnasio en Londres (en el que ha centrado estos últimos años su trabajo) y realiza numerosas obras benéficas para niños y enfermos de cáncer.

Estos días vuelve a ser noticia ya que los mallorquines Marcos Cabotá y Toni Bestard han realizado el documental presentado en el Festival de San Sebastián de este año: I Am Your Father (estrenado en Canal+Xtra el pasado 19 de noviembre, un día antes de su estreno en salas) como homenaje a Prowse. El actor viajó a España,“orgulloso de colaborar en el proyecto” donde, tras una larga sesión de maquillaje y la preparación de su diálogo, se volvió a poner otra vez bajo la estela de Darth Vader para rodar “su” escena perdida en El Retorno de Jedi.

De esta manera, los autores del documental han hecho posible que sea reconocido, finalmente, como uno de los actores que llevaron a la gran pantalla al temible, pero fantástico e irrepetible, Darth Vader, el Caballero Jedi que sucumbió al Lado Oscuro de la Fuerza.

Frank Sinatra y sus deseos hacia Franco

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Corría el año 1964. España estaba políticamente en el momento cumbre de la dictadura franquista y había censura por doquier. Ideas, expresiones, opiniones, simpatías… todo estaba fuertemente vigilado por un sistema político basado en la coartación del pueblo y el control absoluto impuesto a través de la fuerza represiva y el miedo.

Aún así, desde hacía algunos años, España se había erigido por sus múltiples paisajes naturales en plató de grandes superproducciones que vieron en el país escenarios ideales para sus proyectos a bajo precio. De esta manera, el país abrió las puertas de par en par a las distintas productoras (sobre todo, norteamericanas) que vieron en tierras españolas un filón muy rentable a la hora de llevar sus proyectos a buen término. Además del bajo costo, se les otorgaban todo tipo de facilidades (casi de un modo servil) y la mano de obra era muchísimo más barata que la del país de origen de la producción.

Como ejemplo de ello, tenemos a Orgullo y Pasión (The Pride and the Passion, 1957), El Cid (1961), Lawrence de Arabia (Lawrence of Arabia, 1962), 55 Días en Pekín (55 Days at Pekin, 1963), Doctor Zhivago (1965), Campanadas a Medianoche (Falstaff-Chimes at Midnight, 1965)…entre otras muchas. También se rodaron, en esa época, más de 500 películas hispano-italianas, conocidas como los “spaghetti western”: Por un Puñado de Dólares (Per un Pugno di Dollari, 1964), La Muerte tenía un Precio (Per qualche dollaro in più, 1965) y El Bueno, el Feo y el Malo (Il Buono, il Brutto, il Cattivo, 1966) fueron las tres cintas más emblemáticas y brillantes.

En 1964, la productora 20th Century Fox escogió Málaga para rodar gran parte de la película El Coronel Von Ryan (Von Ryan’s Express), película de corte bélico ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Sus protagonistas, además de Frank Sinatra, fueron Trevor Howard, James Brolin, Brad Dexter y Sergio Fantoni. En el principal papel femenino, la productora contrató a una joven promesa italiana, su nombre era Raffaella Carrá...

El actor y cantante estadounidense ya había visitado el país en cuatro ocasiones anteriores, dejando un recuerdo no muy agradable debido a su carácter rudo y, hasta a veces, hostil. Pero sería en esta quinta vez cuando, de manera más escandalosa que nunca para la época, dejaría una huella difícil de superar ya que, las autoridades del momento, se vieron obligadas a multar y a expulsar al actor del país y prohibirle su vuelta, siendo Sinatra por aquel entonces una de las estrellas más conocidas e importantes de los Estados Unidos. Tras este altercado, Sinatra prometió que jamás volvería al país (al que consideró como nefasto) e, incluso, le deseó pronta muerte al caudillo. Pero vayamos a los hechos…

Sinatra se hospedaba, al igual que casi todos los miembros del rodaje, en Torremolinos, concretamente en el hotel Pez Espada. El 16 de septiembre aterrizó en el aeropuerto de Málaga, con su avión privado, dispuesto a cumplir con un rodaje más en tierras extranjeras.

Como tantas otras veces ocurre cuando se presenta una gran estrella a cualquier país, los medios de comunicación de la localidad quisieron entrevistar a "La Voz" para hablar sobre el rodaje e impresiones particulares sobre el mismo. Así pues, la noche del 17 de septiembre, Sinatra fue citado en el mismo hotel donde se alojaba por el periodista madrileño Juan Francisco Avellaneda, que trabajaba para el diario Pueblo

Durante el transcurso de la entrevista, se les acercó una joven actriz desconocida llamada Ondina Canibano, que insistió en hacerse una foto junto a la gran estrella. Pero Sinatra rechazó hacerse esta foto ya que estaba haciendo una entrevista. La joven, ante la negativa, insistió cada vez más para que los fotografiaran juntos y contó, para sorpresa del actor, con la ayuda del propio periodista y el fotógrafo que lo acompañaba.

Sinatra vio en todo ello un ardid entre la prensa del país y la chica para poder vender la fotografía a la prensa sensacionalista, la cual daría la noticia como si se tratara de uno más de los escandalosos romances a los que parecía estar abonado. Recordemos que, en aquellas fechas, Sinatra estaba separado de la actriz Ava Gardner y eran muy comentadas sus fiestas escandalosas, llenas de sexo, drogas y alcohol que solía celebrar con su grupo de amigos, los conocidos como The Rat Pack(Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford, Joey Bishop y algunos miembros importantes de la mafia, con la que siempre estuvo relacionado).

Era tal la insistencia por parte de la chica, del periodista y del fotógrafo que Sinatra, finalmente, perdió los nervios, agarró fuertemente a la joven y le dijo a sus guardaespaldas que los echaran a todos del hotel, no sin antes provocar una escena digna de una película, ya que hubo gritos, forcejeos, insultos y hasta agresión ya que la chica le tiró el contenido del vaso que llevaba en la mano a la cara (aunque, fuentes de la época, dijeron que le había tirado directamente el vaso, pudiéndole provocar serias lesiones en el rostro).

La escena, que atrajo a un buen número de curiosos, fue calmada por el representante del actor, quien le aconsejó que se retirara a su habitación y dejara a aquellas personas. Al cabo de un rato, llegaron los miembros de los cuerpos de seguridad, que le pidieron a Sinatra que los acompañara a la comisaría, algo a lo que él se opuso. Gracias a las gestiones que realizó el equipo de producción de la película, se acordó con el comisario de Málaga que, en cuanto Sinatra hubiera acabado de rodar las escenas que debía hacer los dos días siguientes, se personaría él mismo en las dependencias policiales para prestar su declaración sobre los hechos.

De esta manera, el 19 de septiembre, a las cuatro de la tarde, el actor, su representante y su abogado se personaron en la comisaría, donde se le impuso una multa de 25.000 pesetas (una gran suma de dinero en aquellos días) y se le “pidió” que abandonase el país de manera inmediata.

Recorte de prensa donde se informa que Frank Sinatra llega a la comisaría de Málaga. 

Las palabras de despedida de Sinatra para las tierras españolas mientras se dirigía al aeropuerto (y tras el revuelo que ocasionó el altercado en el hotel) fueron unas rotundas: “prometo no regresar nunca más a este jodido país porque odio a los sucios bastardos fascistas gobernados por el dictador Franco”. 

Frank completó sus escenas en Italia y Los Angeles. Finalizado el rodaje, Sinatra volvió a protagonizar otra anécdota que mostraba el "cordial" aprecio que sentía por el dictador y cuál era su conclusión acerca de todo lo que había sucedido en tierras españolas (todas las fuentes de la época lo afirmaron y, lo que es más importante, ninguna lo desmintió): nada más llegar a los Estados Unidos (y aprovechando que, en España, se estaban celebrando los “25 años de paz” después del fin de la Guerra Civil española), Sinatra envió un telegrama dirigido al mismísimo Franco, que decía lo siguiente: “Felicidades en el veinticinco aniversario de su benevolente régimen. Muérase”.

Tal deseo le hizo tener que esperar hasta 1986 (once años después de la muerte del dictador) para volver a España a realizar un concierto en el estadio Santiago Bernabéu y a visitar la Barcelona Olímpica en 1992.

Efectivamente, cumplió con su promesa.
Recorte de prensa de La Vanguardia informando del escándalo de Frank Sinatra en Málaga.

Lenguaje cinematográfico: tipos de planos

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Iniciamos una serie de artículos en los que repasaremos los principales tipos de planos, encuadres y movimientos de cámara. Lo haremos con vídeos que ejemplifican cada tipología. Incorporamos películas de épocas diversas que son el reflejo de la personalidad de directores muy variopintos. En muchas de las secuencias conviven planos y encuadres diferentes, pero reseñamos, en cada caso, el que más llama la atención a la hora de transmitir el mensaje que el director pretende poner en pantalla. Esta no es una clase anodina de lenguaje cinematográfico. No encontraréis la definición canónica de cada plano o encuadre. Por el contrario, es una invitación a descubrir los diferentes recursos mediante ejemplos de películas reconocibles. La idea es que las personas interesadas obtengan un distendido vistazo sobre un tema que puede resultar farragoso según como se presente. 


GRAN PLANO GENERAL

Para ilustrar este plano aportamos el inicio de Rob Roy (1995), dirigida por Michael Caton-Jones. En concreto, el gran plano general se extiende entre el segundo 0:08 y el minuto 1:15 del vídeo. En él vemos al grupo liderado por Rob Roy McGregor (Liam Neeson) explorando el terreno de regreso a casa en las Tierras Altas de Escocia a principios del siglo XVIII. Tras una pequeña introducción textual, vemos un panorama amplio, que nos sitúa ante la magnificencia de los escenarios que veremos a lo largo de la película. Los personajes no pueden ser reconocidos debido a la lejanía, aunque apreciamos muy pronto que son miembros de un clan escocés de la época gracias alkilt que utilizan. A medida que va avanzando, el gran plano general se va convirtiendo en un plano de aproximación mientras el actor Eric Stoltz se acerca a la posición de la cámara. Sin embargo, hasta el 1:15 puede considerarse aún como un gran plano general. Este plano es una declaración de principios del director y una forma de colocarnos ante el contexto geográfico y temporal que define a la película.



PLANO GENERAL

En cuanto al plano general, cambiamos completamente de registro. El fragmento elegido pertenece a Fiebre del Sábado Noche (Saturday Night Fever, 1977), de John Badham. Para mostrar el reinado absoluto de Tony Manero en la discoteca Odisea 2001 del barrio de Bay Ridge (Brooklyn, NY), era necesario colocarlo en una posición en que su dominio del baile le hiciera ser jaleado por el resto de los presentes. Y qué mejor que ilustrarlo con fragmentos en los que el plano general, con un Travolta de cuerpo entero bailando atléticamente, provoca el entusiasmo de una muchedumbre atónita. Al ritmo del “You Should Be Dancing” de los Bee Gees, Travolta interpretó una secuencia que aparece en todos los grandes resúmenes del cine del siglo XX, nos guste más o menos. Hay varios planos generales a lo largo de la secuencia pero el más largo, con algún corte pero constante, se produce entre el minuto 1:12 y el 1:40. También hay primeros planos y plano americano pero el general es el que me parece más destacable en este caso porque permite ver a Travolta en plena exhibición, moviéndose por toda la pista, mientras, en los flancos, la multitud aplaude y ensalza sus piruetas.



PLANO AMERICANO

Viajamos al Hollywood clásico para ilustrar el plano americano. Concretamente, nos centramos en una extraordinaria película del gran John Ford:El Hombre Tranquilo (The Quiet Man, 1952).Sean Thornton (John Wayne) y Mary Kate Danaher (Maureen O’Hara) juegan al gato y al ratón durante casi toda la película debido a su particular cortejo en una sociedad muy tradicional como era la irlandesa de los años veinte. Hay un momento culminante en esta relación que se produce cuando Thornton descubre a Kate en su cottage. El inmortal beso fue recreado por Steven Spielberg en E.T. pero lo que hemos decidido seleccionar es el plano americano que se observa entre el minuto 1:28 y el 1:54. Hay también un plano general y sucesivos primeros planos pero ese enfoque que mantiene Ford durante unos segundos ilustra el choque entre dos personalidades indomables, a la par que tormentosas, pero destinadas a estar juntas.


PLANO MEDIO

Avanzamos unos pocos años para asistir a otro duelo interpretativo: Elizabeth Taylor y Paul Newman en La Gata sobre el Tejado de Zinc (Cat on a Hot Tin Roof, 1958). En esta gloriosa producción dirigida por Richard Brooks sobre una maravillosa obra de Tennessee Williams, hay innumerables momentos icónicos ilustrados por el espectacular technicolor de la época. Sin embargo, en una de las secuencias de diálogo entre Maggie y Brick Pollitt, se produce un gran espectáculo del plano medio. Entre los reproches que uno y otro se intercambian y que ilustran constantemente la complejidad de su relación, Brooks diseña planos medios largos y cortos que se combinan entre uno y otro intérprete. La labor de montaje complementa la maravillosa forma de enfocar a los personajes con proximidad, pero sin excesos. Es cierto que también podemos observar primeros planos y algún plano americano pero, a mi entender, lo que más destaca es la configuración de una serie de planos medios que pueden aunar en una misma toma a ambos personajes para que observemos las reacciones de uno y otro esquivando el plano contra plano, que solo se ejecuta en algunos momentos del vídeo. Destaco tres fragmentos: entre el segundo 0:43 y el minuto 2:00 hay una combinación de planos medios entre Taylor y Newman que se entrelazan a partir de cámaras diferentes, aunque siendo siempre visibles ambos. Entre el minuto 3:00 y el 3:54 hay un gran plano medio de ambos, en continuidad. Y finalmente, entre el 4:06 y 4:28, hay una nueva combinación de planos medios entre ambos actores que demuestra un gran dominio de la técnica cinematográfica por parte del director. La traslación de este intercambio de opiniones entre personajes se podría haber realizado de una forma más rutinaria, pero Brooks va más lejos y nos acerca al lenguaje teatral del cual procede el texto original. Y nos deja ver a los actores interactuando conjuntamente, sin imposturas. Me parece una muestra representativa del mejor arte audiovisual además de ser lo que más necesitaba el público ante dos estrellas que, por primera vez, se veían las caras en la pantalla.



PRIMER PLANO

Saltamos ahora a los ochenta y a uno de los personajes más famosos de la historia del cine: Indiana Jones.Steven Spielberg dirigió Indiana Jones y el Templo Maldito (Indiana Jones and the Temple of Doom, 1984) y, aunque años después, renegó de la película por considerar que no estaba a la altura de su predecesora (Raiders of the Lost Ark) me parece una película reivindicable que aporta muchas cosas interesantes. En concreto, en esta ocasión, he decidido incluirla para ilustrar el primer plano. Tras una cena absolutamente demencial en un palacio indio, Indiana (Harrison Ford) tienta a Willie Scott (Kate Capshaw) con un jugoso surtido de frutas. Spielberg aprovecha la situación para sacar partido del juego de seducción que se establece entre ambos combinando primeros planos amplios y convencionales en el fragmento que ocurre entre el minuto 1:16 y el 2:03. Podemos ver primeros planos más convencionales y muy breves entre el minuto 5:28 y el 5:29 y el 5:32 y el 5:33 a cargo del personaje de Tapón (Short Round, en la versión original). Los primeros planos permiten al director dar más contraste a la interpretación de los actores y trasladar ese espíritu pícaro, de una forma más clara, al espectador. Por otra parte, en otras secuencias de la película realiza primeros planos al villano Mola Ram que nos dan una mayor idea de su crueldad y obsesión ancestral.



PRIMERÍSIMO PRIMER PLANO

Aunque ya se había utilizado anteriormente, siempre se dice que quien mayor partido sacó de ellos fue Sergio Leone en sus espléndidos spaghetti westerns. El visionado de Hasta que llegó su hora (C’Era una Volta il West, 1968) impacta perpetuamente por el lenguaje visual de Leone, su dominio de la técnica, y el poderoso uso que hace de los primerísimos primeros planos para ilustrar la determinación de los personajes y la naturalidad-impulsividad de los mismos. Concretamente, en el duelo final entre los personajes interpretados por Henry Fonda y Charles Bronson asistimos a un auténtico festival de primerísimos primeros planos. Quiero destacar dos: el que se produce entre el minuto 4:33 y el 4:41 (centrado en Bronson) y el que se da entre el minuto 8:36 y el 8:40 (muerte de Fonda). Estos planos en el cine de Leone buscan captar la mirada y su expresión para reflejar la tensión del momento y convertir al espectador en un asistente al duelo, como si fuese un tercer personaje en pantalla. Esta visceralidad de Leone es lo que le caracterizó en oposición al mayor clasicismo de los directores americanos a la hora de rodar westerns (Ford, Hawks, Hathaway, Sturges, etcétera).

Lenguaje cinematográfico: tipos de encuadres

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Continuamos con la serie de artículos en los que repasamos los principales tipos de planos, encuadres y movimientos de cámara. Lo haremos con vídeos que ejemplifican cada tipología. Incorporamos películas de épocas diversas que son el reflejo de la personalidad de directores muy variopintos. En muchas de las secuencias conviven planos y encuadres diferentes, pero reseñamos, en cada caso, el que más llama la atención a la hora de transmitir el mensaje que el director pretende poner en pantalla. Esta no es una clase anodina de lenguaje cinematográfico. No encontraréis la definición canónica de cada plano o encuadre. Por el contrario, es una invitación a descubrir los diferentes recursos mediante ejemplos de películas reconocibles. La idea es que las personas interesadas obtengan un distendido vistazo sobre un tema que puede resultar farragoso según como se presente.

ENCUADRE FRONTAL O NEUTRO

Abrimos el apartado de encuadres con el neutro o frontal, presente en la mayor parte del metraje de las películas. No obstante, a la hora de elegir nos detuvimos bastante porque queríamos un fragmento que tuviera un fuerte impacto dramático. Y lo tenemos gracias al maestro Hitchcock en la conclusión de Psicosis (Psycho, 1960). Cuando Norman Bates es finalmente detenido tiene lugar la visualización efectiva de su doble personalidad ante el público. Con la voz en off de su difunta madre y la expresión psicópata de Anthony Perkins nos damos cuenta de hasta qué punto está perturbado y traumatizado el personaje. Hitchcock utiliza un ángulo frontal que se centra en Perkins y se va acercando a él a partir del segundo 0:25. Al principio, nos traslada la sensación que es una víctima del trauma que le azota pero, entre el minuto 1:19 y el 1:30, éste muestra su naturaleza psicopática y eleva la mirada hacia el público, en sentido figurado, mientras una transparencia combina su cara con la del cadáver de su madre en un momento sumamente aterrador. Se trata de un encuadre fenomenalmente aprovechado y una conclusión espectacular para un clásico inmortal del terror.



PICADO y CONTRAPICADO

En esta serie de artículos solo repetimos una película para ilustrar los ejemplos. Se trata de la magistral cinta de Orson Welles, Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941). La mejor opera prima de la historia ha inspirado conferencias sobre técnica cinematográfica a lo largo de la historia y su fuerza se mantiene inalterable. Al localizar el picado que buscábamos, nos dimos cuenta que en la misma secuencia también había un sensacional contrapicado. Así pues, incorporamos un único vídeo para ejemplificar ambos casos, dada la importancia del film en cuestión.

En el vídeo hay diversos picados pero el más definitorio es el que se encuentra entre el minuto 2:06 y el 2:30. En cuanto al contrapicado, éste se materializa, de forma importante, entre el minuto 0:50 y el 1:00, además del 1:05 a 1:10. Al final del vídeo vuelve a reproducirse para resaltar la fuerza del personaje sobre el resto.

Charles Foster Kane se dirige a la multitud que le escucha en un gran auditorio mientras defiende su candidatura para el puesto de gobernador de Nueva York. El contrapicado refuerza su aura de poder, autoridad y trascendencia, su capacidad para influir en la gente desde una posición ventajosa. Esta aura presuntamente indestructible motivará especialmente a sus adversarios para hacerle frente. Porque todo en Kane es excesivo, destila poder por los cuatro costados y es una amenaza constante a la libertad y a los valores democráticos. Para ilustrar todo ello, Welles utiliza el picado para mostrar que sobre él se extiende la amenaza del fracaso, personalizada en el intérprete que le observa desde arriba y preparará su descabalgamiento. Por consiguiente, tenemos, en una misma secuencia, el reflejo de la victoria y la derrota en la carrera de Kane, un personaje constantemente obstinado en progresar destruyendo a quien se le ponga por delante. Pero, a la vez, es un gigante con los pies de barro, fácilmente atacable por su propia actuación como persona. Guiado por unos demonios internos que le atormentan desde niño, Kane tratará de dejar su huella en la historia y quizá lo consiga. Aunque deberá asumir las consecuencias en sus propias carnes.



INCLINADO O ABERRANTE

La secuencia del interrogatorio a Thor (Chris Hemsworth), en la película homónima dirigida por Kenneth Branagh en 2011, incorpora este encuadre aberrante que se define por la ligera inclinación de la cámara, alterando el eje horizontal y vertical. Lo sorprendente es que este encuadre se mantiene durante casi toda la secuencia, combinando primeros planos con medios y generales. También varían los grados de inclinación de la cámara durante la secuencia aunque el inicio ya muestra las intenciones del director cuando vemos el interior decantado de la instalación de SHIELD. Con esta propuesta, Branagh quiere mostrar la situación de desorientación que siente el semidiós ante lo que le está ocurriendo. Ha sido desposeído de sus poderes, afronta el exilio en un planeta extraño, y finalmente recibe las peores noticias por parte de un hermano que busca su caída. Es una utilización fantástica de la técnica para trasladar la sensación de que el protagonista se encuentra fuera de lugar y sin motivaciones. Este lenguaje audiovisual ayuda a reforzar el objetivo. A pesar de la formación teatral clasicista de Branagh, su trayectoria como director está repleta de inventiva e innovación a nivel visual. Aceptar la propuesta para dirigir Thor y además hacerlo con tanto atrevimiento dice mucho de él.



Precedido por:

Lenguaje cinematográfico: tipos de planos

Star Wars medley con Jimmy Fallon & Co.

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En el mundo cinéfilo, hoy es el Día D. Mientras nos preparamos para la experiencia de El Despertar de la Fuerza, podemos deleitarnos con otra propuesta original y divertida que Jimmy Fallon ha creado para el Tonight Show de la NBC, que él mismo presenta desde febrero de 2014.

Aprovechando su enorme complicidad con The Roots, la banda del programa, ha organizado una curiosa interpretación a capella de varios temas de Star Wars. Entre los colaboradores de este gran mosaico podemos ver también a los actores de The Force Awakens, prestándose una vez más para lo que haga falta.


 

Lenguaje cinematográfico: movimiento

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Continuamos con la serie de artículos en los que repasamos los principales tipos de planos, encuadres y movimientos de cámara. Lo haremos con vídeos que ejemplifican cada tipología. Incorporamos películas de épocas diversas que son el reflejo de la personalidad de directores muy variopintos. En muchas de las secuencias conviven planos y encuadres diferentes, pero reseñamos, en cada caso, el que más llama la atención a la hora de transmitir el mensaje que el director pretende poner en pantalla. Esta no es una clase anodina de lenguaje cinematográfico. No encontraréis la definición canónica de cada plano o encuadre. Por el contrario, es una invitación a descubrir los diferentes recursos mediante ejemplos de películas reconocibles. La idea es que las personas interesadas obtengan un distendido vistazo sobre un tema que puede resultar farragoso según como se presente. En esta ocasión, nos centramos en las tres tipologías de movimiento tradicionales. No incluimos los planos con grúa, la filmación con vehículos a motor, la cámara en mano y la gran revolución que supuso la llegada de la steadycam. Este es un viaje a la base del movimiento cinematográfico, expresado a partir de ejemplos del cine contemporáneo. 


PANORÁMICA


Aportamos dos ejemplos diferenciados. Por una parte, adjuntamos la secuencia del ataque de los “cadillac del cielo” al campo de prisioneros donde está recluido Jim Graham (un joven Christian Bale) en la siempre reivindicable El Imperio del Sol (Empire of the Sun, 1987), de Steven Spielberg. Jim siente fascinación por los aviones de combate y, después de cuatro años de dura reclusión, ver cómo llega el fin a esos días por parte de sus veneradas máquinas del aire desata su imprudente ilusión. Sube a uno de los edificios del campo porque quiere admirarlos en toda su extensión a pesar del riesgo que todo ello supone. Spielberg se centra en esta fascinación imprudente por parte de un chico que sufre síndrome de estrés post-traumático. Y utiliza el panorámico para dar acompañamiento a las pasadas que realizan los cazas durante el bombardeo al campo japonés. La que me parece más interesante es la que se produce entre el minuto 1:00 y el 1:04. Tiene una fuerza extraordinaria y recuerda a las películas épicas de David Lean que Spielberg tanto admira.



Añadimos también una panorámica más de conjunto, sin actores en primer o segundo plano. Simplemente una mirada a un escenario exterior. Y para ello recurrimos al inicio de Jungla de Cristal: La Venganza (Die Hard: With a Vengeance, 1995), dirigida por John McTiernan. La ciudad de Nueva York se despierta y moviliza ante el amanecer de un nuevo día que acabará poniendo a la urbe patas arriba debido a la amenaza terrorista que representa Simon Gruber (Jeremy Irons). Se trata de una panorámica breve a través de la cual podemos ver como la ciudad inicia su actividad. El punto de vista se sitúa en el sur de Manhattan, enfocando especialmente el puente de Brooklyn. Ocurre entre el segundo inicial y el 0:07.



TRÁVELING

Dos ejemplos para el travelling. El primero lo podemos ver en Casino (1995), de Martin Scorsese. Ocurre al inicio de la película. La cámara espera a que Robert De Niro se acerque y empieza a seguirle hasta el coche. La utilización de este encuadre nos acerca a una estética y a una época mientras la voz en off del propio personaje nos explica su filosofía de vida. Es un travelling breve y poco conocido que se muestra entre el segundo 0:08 y el 0:18.



El segundo ejemplo es más dinámico y pertenece a Noches de Sol (White Nights, 1985), de Taylor Hackford. El bailarín de claqué Raymond Greenwood (Gregory Hines), exiliado en la URSS, no puede contenerse ante el ritmo de un estilo musical que llevaba tiempo sin escuchar. En este caso, el director utiliza el travelling dentro de una secuencia de mucho movimiento y utiliza una cámara que no va sobre raíles, sino que se mueve con ruedas y dispone de más libertad. Empieza con cámara fija observando los pasos del bailarín y le va acompañando en su movimiento haciendo travelling primero hacia la derecha y después hacia la izquierda en el fragmento que se sitúa entre el minuto 1:42 y el 1:54. 




ZOOM

Resulta difícil encontrar planos con zoom, en el cine más reciente, debido a las múltiples opciones de movimiento. No obstante, cuando hay dudas sobre estas cuestiones vale la pena recurrir a Quentin Tarantino, siempre dispuesto a recuperar técnicas y modos de narración de sus predecesores. Tenemos un ejemplo en Django Desencadenado (Django Unchained, 2012). Cuando King Schultz (Christoph Waltz) y Django (Jamie Foxx) tienen su primer contacto con el esclavista Calvin Candie (Leonardo DiCaprio), Tarantino decidió que presentaría al terrateniente con un fuerte impacto. Por tanto, inicialmente le vemos de espalda hablando y, cuando se gira, la cámara ejecuta un zoom potente con el cual vemos por primera vez la cara del aburguesado y cruel antagonista de la película. Un impacto por todo lo alto ver a DiCaprio en un papel de estas características. El director es consciente de ello y lo exprime para sorprender al espectador desde el primer momento en que éste aparece en pantalla. El zoom se encuentra en el segundo 0:34.

Jessica Jones (Netflix & Marvel Studios)

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La asociación entre Marvel Studios y Netflix continúa desplegando piezas de un gran tablero. Tras la aclamada Daredevil, hemos podido disfrutar de una nueva apuesta exitosa: Jessica Jones. El máximo responsable de la división televisiva de Marvel Studios, Jeph Loeb, trazó en su momento un esquema para explorar una galería de personajes cuyo acomodo sería mucho más factible a través de las posibilidades que ofrece la ficción serializada y, en concreto, una cadena como Netflix. Una plataforma de programas bajo demanda, a través de internet, permite emitir contenidos que sobrepasan las estrictas calificaciones morales de la televisión en abierto. Así pues, los personajes de moralidad ambigua pueden expresarse con la rotundidad requerida y conectar con las intenciones y motivaciones que varios comic book authors imaginaron cuando guionizaron y dibujaron sus aventuras en las viñetas.

Esta interesante sección del Marvel Cinematic Universe ha encontrado su espacio y su público. Es perfectamente compatible con los productos de gran formato de Marvel Studios pero le añade una dosis de contundencia y visceralidad que hace más completa la oferta general de la compañía que dirige Kevin Feige.

La idea que Jeph Loeb tenía para el proyecto conjunto con Netflix era la de bajar a la rutina diaria en las calles de Nueva York. Las grandes amenazas y conspiraciones que golpean al mundo tienen a los Vengadores para hacerles frente. Sin embargo, existe otra realidad que convive con esta última y es aquella en que la justicia en las calles es asumida por otros héroes casi anónimos, repletos de matices y cuyas trayectorias erráticas les mantienen en muchas ocasiones al borde del caos emocional. Estos héroes callejeros están muy alejados de los peligros planetarios, su lucha es de menor escala pero no por ello menos importante puesto que su conexión con el alma de la ciudad y sus habitantes es mucho más cercana. Se trata de gente que va a tratar de ayudar desde un perfil bajo, con escaso reconocimiento y muy poco eco mediático comparado con la repercusión que consiguenIron Man, Capitán América y otros con sus hazañas. Se trata de héroes a su pesar, personas que no desean sobresalir para no ser idolatrados o criticados, individuos que no quieren exponerse al ojo público porque ya tienen suficiente sobrellevando sus demonios internos. 

La apuesta de explicar sus andanzas en el formato televisivo permite también subir varios peldaños en cuanto a realismo, violencia y sexualidad. Se trata de un contenido hiper-adulto, para los cánones del subgénero de superhéroes, y ofrece una faceta diferente que la audiencia valora muy positivamente. Al mismo tiempo, la forma como se están materializando estos proyectos homenajea y sublima el trabajo de grandes creadores en el mundo del cómic.

Es en este sentido que Jeph Loeb decidió apostar por un personaje creado por Brian Michael Bendis y Michael Gaydos en 2001. Jessica Jones abría una nueva línea que conectaba con la trayectoria de otros personajes de la profunda galería de Marvel. En el intento de presentar a superhéroes, de características muy contrastadas a lo visto ahora, que pudieran irse conectando hasta crear una serie coral, la presencia de Jessica Jones podía ser poco menos que imprescindible. 

Como es preceptivo, Jessica es la víctima de una tragedia familiar y de otros sucesos complementarios que le confirieron grandes habilidades. Pero lo interesante, en este caso, resulta ser la forma cómo Jessica encara ese destino, viviendo una existencia errática presidida por una poco disimulada adicción al alcohol. Es presa de un trastorno por estrés post-traumático pero, lejos de las terapias, su cura se encuentra en las calles tratando de ayudar en la búsqueda de personas desaparecidas a través de una destartalada agencia de detectives. Su existencia grotesca no está carente de lazos afectivos pero ella siempre se las ingenia para dañar a los que tiene cerca. Su individualismo y comportamiento auto-destructivo son un gran aliciente para desarrollar tramas argumentales. La puesta en escena no se ahorra nada ya que materializa en imagen el caótico devenir del personaje y refleja su día a día sin tapujos.

Para dicha tarea, Loeb volvió a demostrar buen ojo al proponer a Melissa Rosenberg como showrunner. No era fácil defender su contratación tras haber sido una de las grandes responsables de la saga Crepúsculo (Twilight). Pero eso no nubló la decisión de Loeb quien confió en las dotes demostradas por Rosenberg cuando estuvo al frente de las mejores temporadas de Dexter. El trabajo de Rosenberg con Jessica Jones ha sido mayúsculo puesto que ha podido recuperar el contenido exigente y adulto en un proyecto que permitía ir muy lejos en cuanto a atrevimiento y realismo. Tanto su elección de actores como la dirección argumental ha sido espléndida y el resultado es evidente: se trata de una las mejores series de 2015 y reafirma y consolida la apuesta conjunta de Marvel y Netflix en beneficio de una ficción televisiva de calidad.

Krysten Ritter no se había enfrentado a un reto semejante hasta ahora. Tras realizar incursiones en diferentes series (especialmente Breaking Bad) y películas, afrontaba un desafío protagónico al encarnar a un personaje con fuertes tintes dramáticos e importantes conflictos internos. Ha superado el reto y se consolida como una actriz a tener muy en cuenta en el futuro. Apoyada por un reparto convincente formado por Rachael Taylor, Mike Colter (gran elección como Luke Cage), Carrie-Anne Moss, Will Traval, Eka Darville y Erin Moriarty, encuentra su mejor baza en el enfrentamiento con un villano de altura, interpretado por el siempre excelente David Tennant. 


Tennant interpreta a un villano importante en la trayectoria comiquera de Jessica Jones pero en la serie consigue elevarlo y darle una inusitada trascendencia gracias a su extraordinario carisma y a la turbadora presencia que siempre imprime a sus personajes. Kilgrave es un villano investido de un poder aterrador y el uso que hace del mismo le reserva grandes momentos a nivel dramático que se van diseminando a lo largo de la temporada. Su presentación en escena se hace esperar y prepara a la audiencia para algo potente. La suya es también una historia trágica pero, a diferencia de Jessica, ha decidido canalizar su venganza a través del uso indiscriminado de su habilidad para la manipulación mental. Vive una existencia repleta de lujos consciente de que nadie puede pararle y maneja a las personas como títeres, sin vestigio alguno de moralidad ni limitaciones. Kilgrave es en sí mismo un ejemplo de imprudencia y sadismo, de deseos satisfechos a cualquier precio. Dentro de este plan maestro, Jessica es el trofeo máximo en su macabra galería de conquistas.

Marvel's Jessica Jones mantiene el fuerte apego a los escenarios urbanos que ya aprovechó espléndidamente Daredevil. Es particularmente gratificante ver una ficción ambientada en Manhattan que no recurre a localizaciones parecidas sino que rueda en las mismas calles y bajo el mismo entorno en el que está ubicada argumentalmente. La utilización de Nueva York como set de rodaje le imprime un rigor y una fuerza que nunca puede obtenerse filmando en Toronto, Montréal o Vancouver. Los responsables de la serie son perfectamente conscientes de ello y lo aprovechan al máximo con planos extraordinarios en azoteas o balcones que vislumbran los rascacielos de la ciudad en segundo término. Todo ello da carácter urbano a la ficción y dota de credibilidad a los entornos. En este marco de jungla urbana, las vicisitudes de Jessica cobran vida con mucha fuerza porque la rugosidad y funcionalismo del entorno otorgan fuerza dramática. El apego a la realidad mordaz de la urbe es uno de los factores más decisivos en la caracterización de estos proyectos. Ha valido la pena el esfuerzo y la negociación con las autoridades municipales porque las series han salido beneficiadas de ello. Los directores de capítulos han sacado inusitada partida de lugares tan contrastados como Union Square, Upper West Side, Central Park y la Bethesda Fountain, o Brooklyn y sus barrios de lofts post-industriales.

En conclusión, una ficción plenamente conseguida, bien insertada dentro del MCU pero con discurso propio, y que nos emplaza a seguir atentos a los nuevos proyectos que aguardan su momento. El próximo año tendremos una segunda temporada de Daredevil, con grandes incorporaciones al reparto, y el estreno de Luke Cage con un más que creíble Mike Colter al frente de un papel con el que ha conseguido empatizar.

El Despertar de la Fuerza (Star Wars: The Force Awakens)

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"Star Wars fue una gran confluencia de grandeza, aderezada por una serie de elementos trabajando juntos de forma espectacular. Tenía un nivel de realidad que no estaba asociado con los argumentos de fantasía y ciencia ficción del momento. Y tenía un gran corazón. Había una sensación de calidez en la película que le daba un sentido palpable de esperanza."
JJ Abrams 

A lo largo de la historia del cine se han producido muchos regresos. Como en cualquier expresión artística que se precie, el retorno a unas determinadas constantes o características escénicas, pictóricas, musicales etcétera, se ha considerado como la reconquista de un patrimonio heredado. El acto de volver a ello es un homenaje y, a la vez, un intento de aprovechar su fuerza para complementarlo con nuevas ideas. La cultura vive, en buena parte, de la miscelánea y aunque dichos movimientos susciten en ocasiones críticas muy feroces, es un hecho comprobado que el ser humano, de forma periódica y nunca unánime, tiende a rebuscar en su pasado para ilustrar su presente.

El componente emotivo y sentimental juega un rol importante en los retornos. Entrando ya en el mundo del cine, es obvio hacer constar que hay determinados tipos de regresos, algunos más exitosos que otros. Concretemos aún más y acerquémonos al tema en cuestión. La saga Star Wars no es cualquier retorno. Su rotunda inserción en la cultura popular, gracias a un poder de atracción mediático extraordinario, la convierte en símbolo y referente del espectáculo cinematográfico para varias generaciones de espectadores. Star Wars es un mito de la cultura popular y esa privilegiada posición es también un boomerang que puede traer consigo reacciones negativas. La trilogía original es un icono reverenciado que buena parte del público siente como propio porque le recuerda las grandes emociones sentidas en su momento. Por consiguiente, es difícil estar a la altura de un recuerdo tan grande y potente.

George Lucas, a quien se le debe gratitud eterna por haber ideado y puesto en marcha un proyecto en el que nadie creía a mediados de los setenta, fue el primero en fracasar cuando presentó las precuelas a la obra original, estrenadas entre 1999 y 2005. La carencia de emoción, la sensación de nostalgia mal aprovechada, la frialdad de los escenarios e interpretaciones y, sobretodo, la falta de corazón y entusiasmo que desprendían dichas películas provocó una decepción importante en buena parte de la audiencia.

Con la compra de derechos y el ingreso de Lucasfilm en el conglomerado Disney, llegaron nuevos liderazgos. La idea de la nueva responsable ejecutiva, Kathleen Kennedy, fue la de recuperar el entusiasmo perdido y poner el futuro de la saga en las mejores manos posibles. La incorporación de JJ Abrams aseguraba una buena dosis de talento puesto que es uno de los mejores creadores del Hollywood actual. De alguna manera, su carrera anterior estaba repleta de pasos que le conducían hasta este momento. Y además, su condición de fan incondicional de la saga le otorgaba un doble componente: respeto por la franquicia e ilusión por continuarla.

Por otra parte, la vuelta de Lawrence Kasdan, responsable de los mejores guiones de la trilogía original, permitía recuperar los mejores elementos, perdidos en las precuelas, y erigir una nueva película sobre la base de factores de éxito plenamente identificables: energía, calidez y emoción. Era necesario crear un film que rezumara corazón y alma. Debía regresar el espíritu de gran espectáculo, olvidando las tramas políticas prescindibles para centrarse en las emociones de los personajes. Abrams y Kasdan sintonizaron plenamente en la faceta creativa y decidieron identificar todo aquello que había funcionado en su momento para ponerlo en liza, de forma actualizada, y crear una nueva película con base sólida. Las precuelas demostraron que Star Wars no admitía la experimentación ni las veleidades biológicas ("midiclorianos").

La posibilidad de recuperar al trío protagonista original, en una historia que acontece treinta y dos años después de El Retorno del Jedi, también posibilitaba ahondar en esa dimensión emocional y nostálgica. Por una parte, podemos ver qué ha sido de ellos y cómo han evolucionado. Y, en segundo lugar, aportan una base de apoyo para que los nuevos protagonistas crezcan en un marco de cohesión argumental con la trilogía clásica.

Bajo estos preceptos, El Despertar de la Fuerza se convierte en un auténtico drama de personajes y mantiene el canon establecido en cuanto a la lucha maniquea entre el bien y el mal, añadiendo varios matices en la contienda. JJ Abrams es claramente mejor director que George Lucas, domina más el lenguaje cinematográfico y rueda con mayor soltura y habilidad que su predecesor. Eso permite que la saga evolucione, desde el punto de vista técnico, mientras mantiene un ritmo constante en la narración. Además, es infinitamente mejor en la dirección de actores y consigue lo mejor de ellos porque mantiene una gran comunicación, está abierto a las sugerencias, y crea un clima de cercanía en el set de rodaje. El talante silencioso de Lucas y su escaso interés por los actores queda más al descubierto que nunca cuando vemos cómo los personajes de El Despertar de la Fuerza tienen una entidad superior a lo visto en las precuelas. Hablar de George Lucas en este sentido no puede ser considerado como algo nuevo puesto que él mismo ha declarado, en innumerables ocasiones, que odia dirigir. Siempre se ha sentido mucho más cómodo produciendo, aportando ideas y editando en la sala de montaje.

Así es como Abrams y Kasdan reescribieron el borrador inicial de Michael Arndt para dejar atrás la torpeza de las precuelas e insuflar nueva energía y vigor a la saga. El resultado es una película que tiene un ritmo y una garra irrefutable. Mezcla con acierto aventura, emoción, épica, desarrollo de personajes y acertadas notas de humor. Recupera el tempo de Star Wars: Una Nueva Esperanza y resitúa algunas de sus constantes para crear una película homenaje que, al mismo tiempo, presenta nuevos caminos que Rian Johnson y Colin Trevorrow desarrollarán en los siguientes episodios. En mi opinión, no se trata de un remake ni un refrito como tal. Yo lo veo como una recuperación del glorioso pasado que busca reconectar con el público y hacer brotar el entusiasmo que inevitablemente surge de las referencias al original. Al poner en juego elementos familiares, en una nueva fórmula, Abrams consigue que la saga vuelva a gravitar sobre el fervor y la emoción, dejando atrás la frialdad y la distancia respecto al material. Y eso no es falta de audacia ni mucho menos porque cuando alguien se pone al frente de un proyecto así el valor no debe ser algo que escasee. El reto era monumental pero afortunadamante el resultado ha respondido a las expectativas y a la ilusión generada.

SPOILERS A PARTIR DE ESTE MOMENTO
Lo primero que hay que reivindicar en positivo de El Despertar de la Fuerza es la presencia de escenarios naturales. Hay que recordar que las precuelas abusaron de los entornos digitales hasta el punto que La Venganza de los Sith se rodó íntegramente en estudio. La idea de recuperar el espíritu de la trilogía original incluyó volver a la realidad física, a los grandes espacios exteriores y a los decorados construidos. El equipo de JJ Abrams nos ha devuelto a los entornos palpables en localizaciones repartidas entre Abu Dhabi, Inglaterra, Islandia e Irlanda. En paralelo a la presencia importante de escenarios exteriores, se ha reducido la aportación del CGI y se ha equilibrado a lo necesario, regresando los personajes con maquillaje prostético y proponiendo de nuevo efectos especiales prácticos en múltiples secuencias. Solo hace falta ver cómo impactan mucho más algunas explosiones y disparos en que los stormtroopers salen disparados con sistemas de cable que les empujan, dando una mayor sensación de realismo. Bajo este planteamiento, cuando llega el momento de los personajes y escenarios digitales, éstos brillan más porque no hay saturación.

Por otra parte, los efectos visuales y sonoros son de un nivel extraordinario y presenciarlo en las salas adecuadas refuerza esta sensación. Una proyección en el Phenomena de Barcelona te ofrece unos matices que no puedes captar en el resto de salas y allí es donde eres más consciente del enorme trabajo realizado por los expertos. Desgraciadamente, han creado una película que, a nivel técnico, solo podrá disfrutarse, tal y como ha sido concebida, en un 15% de las salas existentes.

Más allá del indudable impacto que produce la película en su proyección y que nos devuelve la sensación vertiginosa que desprende el Halcón Milenario con sus maniobras, El Despertar de la Fuerza no habría destacado sin la gran propuesta de personajes. El mayor reconocimiento, entre el nuevo elenco, se lo lleva Daisy Ridley con su interpretación de Rey. Tenemos a un personaje femenino fuerte y decidido, un reflejo audaz inspirado por los nuevos tiempos. La película avanza como un torbellino en su introducción pero cuando aparece Rey escarbando en los restos de un destructor imperial, la película se detiene por momentos y se centra en ella para crear la mejor presentación de un personaje en la saga galáctica. Ella trabaja diariamente por muy poco mientras espera paciente la llegada de aquellos que la dejaron en su momento.

Con una serie de escenas que ilustran su devenir diario, Rey nos llega. Se generan sensaciones de empatía casi inmediatas. Jakku fue antaño el escenario de una gran batalla entre el Imperio y la Alianza Rebelde. Y ese es el único recurso que aporta un páramo desértico donde sus habitantes malviven esquilmando piezas mecánicas dejadas por los restos de naves y vehículos. Sin embargo, Rey desprende mucho más y sabemos que sus esperanzas e ilusiones conectarán con algo mucho más grande. La película nos ofrece importantes retazos de algo que se desarrollará, con más vehemencia, en el futuro y ha dado lugar a toda clase de teorías. Su conexión con la Fuerza es enormemente potente y no podemos descartar que ya hubiera recibido entrenamiento de niña. El título del episodio hace referencia a ella pero no exclusivamente, este es un concepto dual porque la Fuerza está despertando en ambos lados del espectro. En su caso, cuando toca el sable de Luke se desata una visión que mezcla pasado y presente. Todo hace pensar que se trata de una Skywalker o de alguien muy importante entre los nuevos Jedi, que fue ocultada en Jakku por su propia seguridad. En la visión hay reminiscencias que evocan a Darth Vader para luego oir palabras pronunciadas por los mísmísimos Yoda y Obi-Wan Kenobi. Las palabras de este último son especialmente trascendentes: "Rey, estás dando tus primeros pasos".  Además, la vemos presenciando lo que podría ser la masacre de la Academia Jedi perpetrada por Kylo y el resto de los caballeros de la orden Ren. Y también vemos un Luke encapuchado transmitiendo algún tipo de orden a R2-D2 mientras se encuentran ante una hoguera en la que presumiblemente habrán quemado los cadáveres. Esta secuencia que, debido a la fuerza de la película, puede pasar bastante desapercibida en un primer visionado, incorpora varias claves e infunde un tono oscuro que estando bien presente en este film se verá mucho más remarcado en las próximas entregas, una vez que el planteamiento de origen ha sido propuesto. Los ancestros de Rey han conectado con ella y, a partir de ese momento, su lucha se verá reforzada por un poderoso aliado que nunca la abandonará: la Fuerza.

En el otro lado del abanico, tenemos a Kylo Ren. El linaje Skywaker siente la Fuerza de forma muy intensa pero esa también es su maldición. El miedo y el odio se han saltado un generación para cebarse con Ben Solo, el hijo de Han y Leia. Esta quiebra emocional que Luke no consiguió apaciguar con el entrenamiento fue visualizada por alguien que, desde las sombras, logró seducirle como Palpatine hizo con Anakin. El esfuerzo de sus padres y su tío no logró reconducirle y ahora es el más destacado miembro de los caballeros Ren, sucesores de la Orden Sith en cuanto al conocimiento del Lado Oscuro de la Fuerza. No obstante, hay que valorar intensamente al personaje de Kylo y la interpretación de Adam Driver. Nunca habíamos tenido a alguien como él en la saga. Se trata de una persona que sufre intensamente y tiene miedo de caer en el lado luminoso. Hasta ahora, habíamos visto el caso inverso puesto que la redención de Darth Vader ocurría casi al final de su trayectoria. En este ocasión, tenemos a un ser oscuro que no está completamente formado y que suscita las dudas de su mentor por ello. Esa falta de preparación nubla su carácter y no puede controlarse a pesar del gran poder que atesora. Disponer de uno de los mejores actores jóvenes de la actualidad es un patrimonio para la película porque es capaz de nivelar la amenaza que suscita cuando lleva la máscara, que le acerca a su abuelo, para componer un personaje que refleja fragilidad ante la resistencia que opone Rey a su tortura. También demuestra cuán fuerte puede ser su sufrimiento mostrando un cierto desmoronamiento, ante su padre, hasta que comete un acto con el que cree haber dado el paso definitivo hacia la oscuridad. Kylo afirma su deseo de finalizar el trabajo iniciado por Vader puesto que atribuye la defenestración de su abuelo al hecho de haber sucumbido a la luz para volver a ser Anakin Skywalker. Ese hecho es el que atemoriza a Kylo puesto que, para él, sólo existe el camino del Lado Oscuro pero no ha purgado completamente sus sentimientos y eso acrecienta su malestar. Estamos, por consiguiente, ante un villano con numerosos matices que expresa un conflicto interno y externo. Su incorporación al relato otorga profundidad y sentido dramático a la saga.

Como contrapeso a la contienda épica entre dos grandes protagonistas antagónicos, era necesaria la presencia de otros personajes que ofrecieran una visión más distendida del relato y aportaran dinamismo a la faceta aventurera de la película. John Boyega, al frente del personaje de Finn, consigue ese propósito. Se nos presenta como un soldado de asalto de la Primera Orden que tiene dudas existenciales a la hora de cumplir con su misión. Algo no ha ido bien en su adiestramiento asimilatorio o es que quizá ha sentido un impulso que va más allá de habitual; eso lo veremos más adelante. Después de su interesante aparición, Finn se convierte en un motor para la acción, un chico valiente que decide cambiar sus prioridades y engancha a la audiencia desde la frescura y el humor.

Oscar Isaac, con su Poe Dameron, se inserta también en la dimensión de aventura y suyos son los momentos más clásicos de space opera, en la cabina de mandos de un nuevo modelo de X-Wing, demostrando una increíble habilidad para el pilotaje. Poe tiene todos los valores que se le presuponen a un héroe de acción y, a buen seguro, continuará siendo fundamental en las batallas que se librarán en el futuro.

En cuanto a los intérpretes históricos cabe destacar especialmente al que más tiempo aparece en pantalla: Harrison Ford. Estamos ante la mejor interpretación de Ford en la saga. Responde a la evolución del personaje gracias a su carisma arollador y mantiene su esencia sin esfuerzo aparente. Su entrada en escena en el Halcón Milenario, junto a su inseparable Chewbacca, responde a la expectación generada y arranca la nostalgia cuando recuerda a Luke y los acontecimientos del pasado, evocando cómo era de escéptico ante hechos que no creía posibles. Arrastra un peso importante y se nota que, además de la edad, la tragedia familiar ha hecho mella en él. Cuando coincide con Leia, la nostalgia se hace aún más potente y JJ Abrams trabaja bien los diálogos conjuntos para apelar a la máxima sensibilidad del fan de la saga. Carrie Fisher responde bien al reto y aporta una dignidad y elegancia que honran su trabajo. Es muy emotivo ver que la química entre ambos actores se mantiene inalterable.

La casi total ausencia de Luke en pantalla no implica que esté al margen de lo que sucede. El guión concebido por Abrams y Kasdan optó por convertir la desaparición de Luke Skywalker en el centro de la narración. Esta decisión refuerza su aura y relevancia al estar en el foco de atención de las diferentes partes implicadas. Él es una amenaza rotunda a las intenciones de la Primera Orden y una esperanza para la Resistencia. El mito del último Jedi se refuerza con todo ello. Además, sabemos que se dedicó al entrenamiento de una nueva generación de aprendices, entre ellos su sobrino Ben Solo. Sin embargo, el fracaso con Ben, su caída al Lado Oscuro, y las acciones posteriores de éste causaron tal dolor en Luke que decidió apartarse mientras continuaba buscando el primer templo de la orden. Allí, al amparo de la esencia de la Fuerza, purgaría su culpa y se aseguraría de no volver a interferir en los grandes conflictos.

Abrams y Kasdan mantuvieron largas conversaciones con el director y guionista del próximo episodio, Rian Johnson, y decidieron qué elementos iban a salir en el primer film y qué acontecimientos se descubrirían más adelante. Esta es una trilogía y la narración debe diseminarse para formar una trama global. Por lo visto en El Despertar de la Fuerza, la presencia de Luke asegura grandes momentos. Él es el corazón espiritual de la saga, el protagonista que forma el núcleo central de la franquicia y, a buen seguro, su presencia será el gran aliciente de la próxima película. La secuencia final, con Rey llegando a una remota isla de un distante planeta a bordo del Halcón Milenario, abre un encuentro que consiguió emocionarme profundamente. La joven sube los peldaños de una larga escalera, quizá el símbolo de lo que deberá afrontar para completar su entrenamiento. Accede a un antiguo templo en el que ve utensilios recién usados por alguien. Y finalmente, llega a una cima en la que ve una figura encapuchada de espaldas a ella. La figura se gira hacia ella y aparece Luke. La puesta en escena es sencilla pero inconmensurable. Cuando retira la capucha, vemos a un Luke casi mitológico, con un aspecto que le asemeja a los Dioses del Olimpo o al mismo Rey Arturo. Es él, ha vuelto, su edad es avanzada pero mantiene un porte poderoso y destila una sensación de sabiduría enorme así como un gran pesar. Su mirada a Rey parece decirlo todo, aunque habrá que verlo. Rey le ofrece su sable láser, profundamente conmovida, y un plano aéreo cierra espléndidamente el film. Es en este momento que nos damos cuenta de la larga espera que deberemos afrontar hasta conocer lo que sucederá.

Otro gran acierto de la película es la incorporación del nuevo droide, el magnífico BB-8. Creado por el especialista en efectos, Neal Scanlan, y operado de forma remota por los técnicos en el set, BB-8 se convierte en el símbolo droide de la nueva etapa gracias a su diseño amigable e inmediata simpatía. Los diseñadores de producción, Rick Carter y Darren Gilford, recibieron el encargo de mostrar una evolución en los escenarios que mantuviera la esencia anterior. También vemos cómo el vestuario y los uniformes, creados por Michael Kaplan, han progresado desde una base plenamente reconocible. En el caso de BB-8, se nos presenta la evolución del astrodroide, con más capacidad de movimiento, agilidad y un armazón más reducido que mejora su capacidad de infiltración.

Como decía antes, la nueva película ha racionalizado el CGI en cuanto a escenarios y personajes. No obstante, en el cine fantástico actual existe la necesidad de plantear personajes digitales que aporten mayores matices de interpretación respecto a las limitaciones de la caracterización prostética. La diferencia, en este caso, es que se ha acotado ese aspecto para que sólo dos personajes importantes sean producto delCGI.Maz Kanata, que debe su voz y sus gestos a Lupita Nyong'o, es un personaje interesante en la trama y aporta una coyuntura decisiva en la trayectoria de Rey. Se trata de un ser muy longevo que ha vivido innumerables vicisitudes y que ha conocido el significado de la Fuerza. Su participación es más importante de lo que parece al principio e incluso existe la posibilidad de que, a solas con Han Solo, hayan hablado sobre quién pueda ser realmente Rey. Seguro que volveremos a saber de este influyente personaje.

El segundo gran personaje creado digitalmente es el Líder Supremo Snoke.Andy Serkis, el mejor especialista del mundo en captura de imagen, recrea sus gestos y le aporta voz. Sobre Snoke hay muchas más preguntas que respuestas. Su presencia en la película se realiza siempre a través del holograma, lo cual le da unas dimensiones mayores que las reales. En la puesta en escena es inevitable recordar la primera aparición del Emperador en El Imperio Contraataca, también holográfica y engrandecida. Las teorías sobre Snoke son numerosas, se dice que incluso podría ser Darth Plagueis el Sabio, un Sith con tanto poder que era capaz de crear vida. Pero más allá de la especulación, debemos quedarnos con el hecho de que es un personaje sumamente amenazante, con numerosas heridas de combate y una apariencia envejecida que impide vislumbrar su procedencia. Con Snoke, el Lado Oscuro permanece y se hace más fuerte. En sus palabras, deja caer siempre la sensación de dominio y crudeza pero también alberga preocupación ante un posible alzamiento de nuevos Jedi, cuya punta de lanza sería su nuevo objeto de deseo: Rey. Su presencia y ascendencia sobre Kylo Ren augura momentos cumbre.

Como cualquier película de gran formato, El Despertar de la Fuerza tiene algunos elementos que no son tan logrados pero ninguno de ellos es lo suficientemente fuerte para comprometer el resultado y la sensación global. JJ Abrams ha devuelto la magia y la épica a la saga devolviéndole el alma perdida. El ritmo vuelve a ser constante y la sensación de espectáculo regresa por la puerta grande. Como no podría ser de otra forma, el maestro Williams colabora especialmente en el anhelo emotivo y nostálgico con un grandísimo trabajo musical. La película consigue recuperar la energía y encauza el rumbo futuro de la franquicia. La Fuerza está en buenas manos.

John Williams, Kathleen Kennedy, Lawrence Kasdan y JJ Abrams.

Las películas más taquilleras de 2015

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El año pasado, por estas fechas, valoráramos unas cifras de taquilla en Estados Unidos considerablemente inferiores a las de anteriores ejercicios. Sin embargo, todos los analistas y los responsables de los estudios eran conscientes que se trataba de una situación puntual porque 2015 tenía un asombroso ramillete de nuevos estrenos que harían retumbar la taquilla y quizá conseguir cifras históricas.

Los resultados no sólo se han cumplido sino que han rebasado las estimaciones más optimistas, situando a 2015 como un año de éxito superlativo en taquilla. Y todo ello es sumamente importante si tenemos en cuenta el contexto en el que nos encontramos desde hace años, con una pérdida progresiva de espectadores y la sensación, por parte de mucha gente, de que la experiencia de ver películas en la sala grande es prescindible. Lo ocurrido durante este año es una andanada contra esta tendencia reciente y aunque no soluciona el problema sí que empieza a parchearlo. 

La potencia de los estrenos presentados ha generado un nivel de expectación enorme y ha atraído al público a las salas rompiendo varios registros. En cuanto a la taquilla norteamericana, se ha conseguido superar, por primera vez, la barrera de los 11 Billones de dólares de recaudación. En concreto han sido 11.259 millones de dólares, ingresados durante los últimos 365 días. Una auténtica brutalidad que supera en un 7,4% lo obtenido en 2014. Respecto a un ejercicio aún más flojo como fue el de 2011, el aumento es del 9,3%. Y todo ello no puede ser atribuido, en parte, a la inflación puesto que la venta de entradas ha subido un 5,2% respecto al ejercicio anterior, superando la media registrada en los últimos 35 años.

Las películas de este 2015 contenían un nivel de expectación e interés muy relevante y ese ha sido el factor principal que ha reactivado la taquilla. En el global mundial, hasta cinco películas han superado los 1000 millones. Sólo en Estados Unidos, hasta 10 películas han pasado de los 200 millones de dólares, algo inaudito en los últimos años. Y si comparamos la tabla de este año y la anterior vemos como, en algunas posiciones, los films han obtenido casi el doble de ganancias que su par en el ejercicio previo. En el box-office americano vemos nueve de las diez películas que han rebasado los 200 millones. La décima es American Sniperque, al haber sido estrenada a finales de 2014, no puede formar parte de esta tabla pero sus ingresos sí que se suman al global anual. La película de Clint Eastwood fue un enorme éxito comercial y obtuvo 350 millones al fin de su exhibición cinematográfica doméstica. El 99,6% de esta cifra corresponde a lo conseguido entre enero y febrero de 2015.

Star Wars: The Force Awakens ha dinamitado la taquilla en las dos últimas semanas del año y ha colaborado decisivamente en la consecución de las cifras globales pero hay que hacer constar que la dinámica, a principios de diciembre, ya mostraba datos que superaban a los logrados en 2014. La nueva entrega de la saga galáctica ha ampliado extraordinariamente esa tendencia. Lo único que le ha impedido liderar la taquilla estadounidense y mundial ha sido la falta de tiempo. En Estados Unidos sólo le ha faltado un día para superar a Jurassic World y, en el global mundial, su estreno en China el 9 de enero y la consolidación de su trayectoria en otros mercados augura un título que puede acercarse a las totales mundiales logrados por Titanic en 1997-98 y Avatar en 2009-2010. 

Estos son sólo algunos de los récords que El Despertar de la Fuerza ya ha conseguido hasta el 31 de diciembre:

- Mayor estreno mundial en taquilla.
- Mayor recaudación en la primera semana.
- Mejor primer día de estreno en taquilla.
- Mayor recaudación de la historia en un único día.
- Mayor porcentaje de ocupación en salas en un estreno mundial.
- Película más taquillera de la historia en el día de Navidad.
- Película más rápida en llegar a los 100, 200, 300, 400, 500 y 600 millones de dólares de recaudación (en 12 días de exhibición).
- Película más taquillera de la historia en los primeros diez días de exhibición.
- Líder de taquilla en más de 40 países.

Con  más de 1331 millones de recaudación, hasta el 31 de diciembre, aún es difícil ver cual será la cifra definitiva teniendo en cuenta que hay un elevado número de público que realiza más de un visionado. Las fiestas navideñas han permitido que familias enteras compraran entradas para acudir juntas pero, al llegar a enero, el número de salas se va a rebajar y la desaceleración se hará más fuerte. No obstante, el trabajo ya está hecho. El éxito para Lucasfilm y Disney es descomunal y su presupuesto de 200 millones de dólares ya forma parte del recuerdo. La corporación de Burbank empieza a amortizar la inversión realizada en la compra de los derechos a George Lucas. 

Pero el 2015 ha contado con otros grandes blockbusters. Jurassic World se ha revelado como un éxito aplastante así como Furious 7, Avengers: Age of Ultron, la conclusión de The Hunger Games, The Martian y la habitual aportación del cine de animación con Minions e Inside Out, entre otras. Spectre también ha supuesto un éxito. Sus responsables eran conscientes que superar lo logrado por Skyfall (2012) era imposible. Por consiguiente, ha habido satisfacción al comprobar que la nueva entrega se ha erigido como la segunda más exitosa de la franquicia y ha asegurado la pervivencia de una apuesta temática que se ha consolidado durante la etapa de Daniel Craig como 007.

Analizaremos más profundamente los datos en el próximo artículo dedicado a los rendimientos de los estudios.

Los 10 films más taquilleros en el global mundial durante 2015

Jurassic World (Universal) 1669 millones de dólares

Furious 7 (Universal) 1515 m.

Avengers: Age of Ultron (Disney) 1405 m.

Star Wars: The Force Awakens (Disney) 1331.2 m.

Minions (Universal) 1157,3 m.

Inside Out (Disney) 856.1 m.

Spectre (Sony) 851 m.

Mission Impossible: Rogue Nation (Paramount) 682.3 m.

The Hunger Games: Mockingjay Part 2 (Lionsgate) 621.8 m.

The Martian (20th Century Fox) 595.7 m.


Los 10 films más taquilleros en Estados Unidos a lo largo de 2015

Jurassic World (Universal) 652.2 millones de dólares

Star Wars: The Force Awakens (Disney) 651.9 m.

- Avengers: Age of Ultron (Disney) 459 m.

Inside Out (Disney) 356.4 m.

Furious 7 (Universal) 353 m.

Minions (Universal) 336 m.

The Hunger Games: Mockingjay Part 2 (Lionsgate) 269,5 m.

The Martian (20th Century Fox) 225.3 m.

- Cinderella (Disney) 201.1 m.

Spectre (Sony) 197.1 m.


Fuente: Box Office Mojo

La taquilla de 2015 otorga el triunfo a Universal y Disney

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En un año que ha establecido nuevos récords de recaudación, hemos asistido a un duelo en la cumbre entre Universal Pictures y Disney que se ha acabado decantando a favor de la primera. El estreno de Star Wars: The Force Awakens ha sido muy tardío y no ha permitido a Disney contabilizar el total económico que la convertirá en una de las tres películas más taquilleras de la historia a nivel mundial.

Universal no había conseguido ser líder del box-office americano en los últimos quince años. De las seis grandes majors, era la única que aún no lo había logrado en el presente siglo. Con relación a sus competidoras, su trayectoria en los últimos años había sido bastante errática. La mejora experimentada durante 2015 se debe a la consecución de todo aquello que pretende cualquier estudio: el éxito prolongado y repartido de las apuestas principales. 

Hasta siete películas de la compañía han sobrepasado la cifra de 100 millones de recaudación en las salas americanas. Y de ellas, tres han obtenido más de 300, incluyendo el buque insignia de Universal en 2015: Jurassic World. El regreso triunfal en taquilla de la franquicia creada por Steven Spielberg en 1993, ha supuesto el éxito que Universal necesitaba para relanzar su posición en la industria. Estamos ante un producto de máximo entretenimiento que ha logrado conectar con el gran público recuperando el espíritu de la original y de ahí el triunfo que muchos analistas no creían posible al considerar que la saga jurásica ya no tenía nada que aportar a nivel comercial. A los 652 millones de dólares generados por la película que ha dirigido Colin Trevorrow, le han seguido los 353 de Furious 7 (una franquicia que nunca le falla a Universal) y los 336 de Minions, un divertimento infantil de animación que ha competido en la taquilla con Inside Out a lo largo de todo el verano. No obstante, para imponerse en la gran carrera hay que rodear a los grandes éxitos de otras películas que refuercen la base. Ese ha sido el caso de Pitch Perfect 2 (184 millones), capaz de atraer al público juvenil; Fifty Shades of Grey (166 millones), que generó un impacto en el box-office invernal atrayendo a público femenino de todas las edades; Straight Outta Compton (161 m.), que tocó temas sensibles para las comunidades afroamericanas de las grandes ciudades y, finalmente, Trainwreck (110 m.), cuya irreverencia y descaro atrajo al público juvenil y adulto por su distancia respecto a la comedia ligera actual. 

La acumulación de grandes franquicias bajo el paraguas de Disney, asegura y refuerza la posición de privilegio del estudio en el presente inmediato y el futuro cercano. Ninguna otra distribuidora tiene un schedule tan asentado, gracias a la estabilidad que aportan los títulos de Marvel Studios, Pixar, y Star Wars, además de las producciones de sus filiales y el cine de animación tradicional de la casa. La adquisición de Marvel Studios catapultó a Disney a la segunda posición de taquilla en los últimos años y Star Wars le habría dado el liderato en 2015 de haberse estrenado una semana antes. Aunque esa posición tampoco debe preocupar en exceso a Alan Horn y Bob Iger puesto que, en este caso, lo que va a importar es el rendimiento final de la primera entrega de la nueva trilogía. Además del colosal éxito de Star Wars: The Force Awakens, Disney ha sacado tajada de Avengers: Age of Ultron, Inside Out, Cinderella, Ant-Man y The Good Dinosaur. Estos éxitos han sido lo suficientemente potentes como para tapar el fiasco cosechado por Tomorrowland.

A notable distancia de las dos primeras, se sitúa el valor seguro que representa Warner. El estudio de Burbank es el más regular de los seis grandes y ha sido líder de taquilla, en seis ocasiones, durante el presente siglo. Su apuesta por todo tipo de géneros y la acertada combinación de blockbusters y películas con más matiz le otorgan una posición que va más allá de las modas. Sin embargo, ha decidido entrar más a fondo en su idea de aprovechar la galería de superhéroes DC y este año verán la luz las dos primeras apuestas en este sentido. Marvel les lleva mucha ventaja en cuanto a trayectoria consolidada pero Warner va a intentar hacer lo posible para sacar tajada de los icónicos personajes que aglutina. American Sniper, San Andreas, Mad Max: Fury Road y la sorprendente Creed han sido sus caballos ganadores de este año. Viendo lo  que tiene en la recámara para 2016 no resulta atrevido afirmar que si el público responde, Warner Brothers puede situarse en lo más alto dentro de un año.

20th Century Fox ha quedado cerca de Warner Brothers y debe su posición al éxito de The Martian y a su apuesta de animación de este año: Home. También han contribuido las irreverentes y sorprendentes Kingsman y Spy, al igual que la esperada buena acogida en Estados Unidos (no tanto en el resto del mundo) de Peanuts Movie. Su propuesta superheroica de 2015 ha sido un sonoro fracaso ya que Fantastic Four ha sido un desastre total pero en el próximo ejercicio tienen asegurada la mejora con Deadpool, que puede cautivar al seguidor más hardcore, y X-Men: Apocalypse para el gran público.

Sony / Columbia continúa manteniendo su protagonismo secundario de los últimos dos años. Spectre y Hotel Transylvania 2 la mantienen a flote. En el caso de Spectre, la taquilla mundial obtenida la convierte en poco más que imprescindible para la distribuidora de Culver City. Para el próximo año, tienen un calendario de estrenos interesantes que pueden darle mejores resultados y tapar las heridas provocadas por los fracasos de Chappie y Aloha. También han sufrido algún que otro fiasco injusto como, por ejemplo, The Walk. Robert Zemeckis ha creado una película vitalista y técnicamente brillante que merecía mucha mejor suerte.

El mayor descalabro de 2015, y ya van unos cuantos, lo ejemplifica Paramount Pictures. El histórico estudio fundado en 1914 por Adolph Zukor y Jesse L. Lasky mantiene una trayectoria tremendamente irregular en el siglo XXI. Aunque fue líder de taquilla en 2011, se ha colocado en el vagón de cola de las grandes majors durante los últimos quince años. De no ser por el éxito de Mission Impossible: Rogue Nation y The SpongeBob Movie: Sponge Out of Water, el estudio de Melrose Avenue podría haber quedado, por primera vez en su historia, fuera de las 7 primeras posiciones. Sus dirigentes y ejecutivos están trabajando en un plan para reflotar la división cinematográfica aunque sus resultados no se visualizarán completamente en 2016. En una época en que las grandes sagas y franquicias dominan el panorama comercial, no es fácil mantenerse pero, a buen seguro, este laureado estudio hollywoodiense seguirá ostentando una buena posición en el futuro.

Lionsgate ha estado ocupando la sexta posición durante la mayor parte del año. Sólo ha sido sobrepasada por Paramount en los últimos días de diciembre. Lionsgate está acostumbrada a ocupar puestos de privilegio, en los últimos años, a costa de Fox y Paramount. La conclusión de The Hunger Games y la saga Divergent mantiene a los de Santa Monica en las grandes ligas pero, de cara al próximo año, la consolidación del puesto es más que dudosa. En cualquier caso, la distribuidora fundada en 1997 es, sin lugar a dudas, la número uno entre las pequeñas majors y ese es un éxito que debe satisfacer a sus directivos.


Los 10 estudios con más recaudación en Estados Unidos durante 2015


Universal Pictures 2.444,9 millones de dólares (21,3% del total de recaudación)

Walt Disney Productions 2.280,2 m.d. (19,8%)

Warner Brothers 1.603 m.d. (14%)

20th Century Fox 1.422 m.d. (12,3%)

 Sony Pictures / Columbia  965 m.d. (8,4%)

Paramount Pictures 674,7 m.d. (5,9%)

 Lionsgate 673,8 m.d. (5,9%)

New Line 337,4 m.d. (2,9%)

The Weinstein Company 301,4 m.d. (2,6%)

Focus Features 117,6 m.d. (1%)


Fuente: Box Office Mojo

El inicio de Duel (1971)

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Empieza un nuevo día para David Mann (Dennis Weaver). Como en tantas ocasiones, le espera un largo viaje de negocios que le hará recorrer las carreteras del sur de California. Le preocupa la discusión mantenida con su esposa la noche antes y con ese resquemor emprende camino para hacer las rutinarias visitas a sus clientes. Sin embargo, esa inicial preocupación y la sensación que ese insulso viaje le impide solucionar sus problemas personales pasará de largo ante algo que nunca podría esperar. Un vetusto camión que circula a velocidad anormalmente baja, emitiendo grandes emisiones de humo, le hará descubrir lo que representa luchar por la supervivencia.

Steven Spielberg debutó en la dirección de largometrajes con El Diablo sobre Ruedas (Duel, 1971). Fue untelefilm de bajo presupuesto de la Universal, cuyo éxito en la pequeña pantalla posibilitó su estreno cinematográfico. No obstante, su visionado indica al espectador que tras la cámara no se encontraba un director convencional sino un genio en ciernes. El inicio de la película ya es toda una declaración de intenciones. Se trata de una secuencia sin diálogo que se inicia con un fundido en negro donde escuchamos pasos que se acercan, una puerta que se abre y el encendido del motor. Se abre el escenario y la cámara viaja pegada al coche del protagonista desde el mismo momento que sale de su garaje hasta que empieza a circular por las carreteras interiores del estado. Esa conducción muestra, con sencillez, los contrastes entre ciudad, área periurbana y carreteras secundarias. El sonido diegético experimenta una progresión decreciente, manteniéndose solamente el ruido del motor y la radio mientras la soledad de la carretera campea en el horizonte. Una espléndida metáfora de la soledad y la deshumanización, algo que presidirá el argumento hasta su conclusión.

Hoy recordamos una localización cinematográfica residencial puesto que la casa del protagonista está ubicada en el 10414 de Bloomfield Street, dentro del barrio angelino de Toluca Lake. Concretamente, este barrio acomodado se encuentra en el valle de San Fernando, detrás de las colinas de Hollywood. Limita con el vecino municipio de Burbank y también con North Hollywood y Universal City.

Durante los más de cuarenta años transcurridos, las casas han experimentado cambios lógicos pero la estructura de la calle se mantiene. Resulta interesante recorrer ese trayecto inicial, a través de Google Street View, y recrear el inicio del oscuro camino que le espera a David Mann.





Spielberg on Spielberg: Munich (2005)

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"Esta película es una oración por la paz. Era algo que siempre tuve en mente mientras la filmaba."

Juegos Olímpicos de 1972 en Munich. En la madrugada del cinco de septiembre, ocho miembros del grupo terrorista palestino Septiembre Negro se introducen en la Villa Olímpica vestidos con indumentaria deportiva. Los atletas tenían prohibido salir de noche y los accesos estaban cerrados. Se dio el caso de que en el momento de saltar la valla de acceso, los terroristas recibieron la ayuda de atletas canadienses que habían decidido pasar la noche fuera. Sin embargo, no eran deportistas díscolos que volvían a sus habitaciones sino individuos con una misión completamente diferente. Estaban bien entrenados y habían recibido ayuda logística, en la propia Alemania, por parte de grupos neo-nazis. Algunos de ellos ya habían estado en la Villa Olímpica días antes y contaban con llaves duplicadas de varios apartamentos donde se alojaba la delegación israelí. Su objetivo era convertirlos en rehenes y pedir a cambio la liberación de 234 presos palestinos, cautivos en Israel, además de dos extremistas alemanes de la Rote Armee Fraktion (RAF), también conocida como Baader-Meinhof.

Los terroristas estaban bien aprovisionados y disponían de todo tipo de armas para amedrentar a unos deportistas que, en su mayoría, estaban en pleno sueño. Tenían llaves de dos apartamentos que ocupaban cinco miembros del equipo de lucha y halterofilia, cuatro árbitros y dos entrenadores. Yossef Gutfreund, uno de los árbitros del apartamento 1, se despertó cuando oyó el ruido de la puerta abriéndose y trató de contenerlos utilizando su gran peso para bloquear la entrada. Advirtió a los demás antes de que su resistencia fuera vencida por los asaltantes y eso permitió que uno de sus compañeros escapara a través de una ventana. Otros se añadieron al forcejeo como fue el caso del entrenador Moshe Weinberg, quien recibió un disparo que le perforó la mejilla. Los terroristas forzaron a Weinberg para que les abriera el apartamento 2 pero éste los guió hasta el número 3, donde estaban los miembros del equipo de lucha. Esta estrategia, que buscaba utilizar la fuerza de los atletas, no sirvió de nada ante individuos fuertemente armados. Mientras eran trasladados hacia el apartamento 1, Weinberg volvió a atacarles y, en la confusión del momento, otro deportista logró huir utilizando una puerta adyacente que conducía al parking. Weinberg hirió a dos de los terroristas antes de ser abatido por los disparos. En esa refriega colaboró también el levantador de peso Yossef Romano, que igualmente fue herido de muerte.

A partir de entonces, empezó la cadena de acontecimientos que condujo a la masacre final. Mientras los asaltantes retenían a nueve rehenes en el apartamento 1, los ocupantes del resto del edificio empezaron a dar la alarma y muy pronto el complejo quedó sitiado por la policía alemana. Israel se negó a ceder a las demandas de los terroristas y las autoridades alemanas rechazaron el envío de fuerzas especiales desde Tel Aviv. No obstante, la gestión de la crisis por parte del canciller alemán, Willy Brandt, y el Ministro del Interior, Hans-Dietrich Genscher, tuvo muchas más sombras que luces. Mientras los asaltantes demostraban su determinación lanzando el cadáver de Weinberg desde el balcón del apartamento, las autoridades bávaras perdían tiempo ofreciendo dinero a los miembros de Septiembre Negro y proponiendo intercambios de rehenes. La respuesta siempre fue la misma: el dinero no significaba nada para ellos. Tras el fracaso de un torpe intento de asalto, los terroristas demandaron que se les facilitara la huida hacia El Cairo.


Las autoridades dispusieron dos helicópteros para trasladarlos al aeropuerto de Fürstenfeldbruck, una instalación de la OTAN donde tenían pensada una emboscada. Para llegar a los helicópteros debían caminar unos 200 metros por el parking y allí pensaron en atacarlos. Pero el líder del comando, Luttif Afif alias "Issa", comprobó el recorrido primero con la delegación negociadora (entre ellos Genscher). El ruido provocado por los policías, escondidos tras los coches, le alertó y exigió un autocar para recorrer esa distancia. Mientras viajaban en helicóptero hacia Fürstenfeldbruck, las autoridades alemanas colocaron a una serie de soldados en lugares clave y dispusieron un avión en cuya cabina habría policías escondidos. Pero los soldados  no tenían experiencia real como francotiradores y sus armas tampoco eran las más idóneas. Los agentes del Mossad, desplazados al lugar de los hechos, sólo podían actuar como observadores y su presencia incluso incomodaba a Genscher y los suyos.

La idea era que cuando los líderes terroristas exploraran el avión antes de que entraran los demás, los agentes debían reducirlos mientras los tiradores acabarían con los que se hubieran quedado en los helicópteros junto a los rehenes. Sin embargo, los cálculos iniciales preveían máximo cuatro terroristas. Cuando entraron en el autobús se comprobó que el comando estaba formado por el doble de efectivos. Mientras tanto, en una decisión polémica y errática, los policías que esperaban dentro del avión decidieron abandonar la misión sin consultarlo con sus superiores. Las autoridades alemanas quedaron sobrepasadas en la gestión de la crisis y todo hacía prever un final trágico.

La masacre se inició hacia las once de la noche, cuando Issa y Yussuf Nazzal comprobaron que la cabina de mando del avión estaba completamente vacía. Mientras corrían de nuevo hacia los helicópteros, donde el resto de los secuestradores retenía a los israelíes y a los pilotos, uno de los tiradores vio la oportunidad de actuar. Pero la luz era muy tenue y el tiro que debía ser para Issa acabó hiriendo a Nazzal. Las autoridades dieron orden de abrir fuego y se desató el desastre. Dos de los terroristas fueron abatidos pero el resto se parapetó detrás de los helicópteros y devolvió el fuego mientras trataban de destruir los focos de iluminación, Uno de los policías germanos, estacionado en la torre de control, fue alcanzado por los disparos y murió. Los pilotos pudieron huir pero los rehenes estaban atados en sus asientos y siguieron estando en el centro del peligro.

Mientras las fuerzas de choque especializadas no llegaban, atrapadas en un funesto atasco de tráfico, los terroristas que habían sobrevivido se hicieron fuertes. Sin embargo, pasadas las doce de la noche llegaron los furgones. Issa y los suyos comprendieron que ya no les quedaba salida y decidieron cortar por lo sano. Uno de ellos abrió fuego contra los cuatro rehenes de uno de los helicópteros y después lanzó una granada dentro. Se produjo una brutal explosión que los medios de comunicación pudieron ver desde fuera de la instalación. Issa fue abatido poco después en un intercambio de disparos y también cayó otro de los secuestradores por disparo de francotirador. Aunque todo resultó muy confuso a partir de ese momento, se cree que uno de los terroristas disparó a los cinco israelíes del segundo helicóptero antes de caer al suelo por las heridas recibidas. La policía consiguió reducir y capturar a tres de ellos poco después. Nazzal se mantuvo huido durante más de media hora hasta que fue abatido en un parking adyacente al aeropuerto.

La operación fue un rotundo fracaso y se zanjó con los once israelíes muertos en menos de veinticuatro horas. La policía abatió a cinco terroristas y capturó a los tres restantes pero el precio fue demasiado alto teniendo en cuenta que también resultó muerto un agente alemán. La falta de transparencia de las autoridades germanas fue patente durante y después de la crisis. Los países occidentales fueron más conscientes que nunca del hecho que debían dotarse de unidades antiterroristas especializadas, dotadas del armamento adecuado y preparadas para las nuevas amenazas que representaba la violencia extremista. En cuanto a los tres miembros supervivientes del comando, fueron liberados a finales de octubre como respuesta al secuestro de un vuelo comercial de Lufthansa.


La Primera Ministra israelí, Golda Meir, se reunió con su Consejo de Seguridad y decidieron poner en marcha una respuesta contundente que se tradujo en las operaciones "Spring of Youth" y "Wrath of God". En ellas se pretendía actuar sobre los cerebros y financiadores de la operación y no sólo sobre los responsables materiales que aún seguían con vida. Estos planes no han sido desclasificados en su totalidad pero hay hechos irrefutables y sobre ellos investigó a fondo el periodista canadiense George Jonas. En 1984, publicó el libro titulado "Vengeance: The True Story of an Israeli Counter-Terrorist Team", donde realizó una potente crónica que tuvo impacto a nivel mundial. Entre los lectores que encontraron en el libro de Jonas un interés sentimental se encontraba un joven llamado Barry Mendel, norteamericano de origen judío como Spielberg.Mendel utilizó la base de Vengeance para iniciar su propia investigación personal sobre lo ocurrido ese fatídico día. A finales de los noventa, empezó a producir películas y se afianzó en la industria con varios proyectos de Wes Anderson y M. Night Shyamalan, entre ellos El Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999) y El Protegido (Unbreakable, 2000). Con el éxito cosechado, decidió que era el momento de convertir en realidad su ansiado proyecto sobre Munich.

Mendel había producido El Sexto Sentido en asociación con la compañía de Frank Marshall y Kathleen Kennedy. Con ellos habló de la investigación que había realizado, durante ocho años, sobre los hechos acaecidos en 1972 y les propuso que le ayudaran a hacer de ello una película importante. Kennedy aceptó la propuesta sabiendo que trataría de convencer a su amigo y socio Spielberg para que la dirigiera. El realizador animó a Mendel y le sugirió que trabajara con guionistas experimentados. Había que darle lenguaje cinematográfico a un material eminentemente periodístico. Tras los atentados del 11-S, el director experimentó una fuerte conmoción que afectó, de igual manera, a gran parte del mundo creativo norteamericano. No le interesaba tratar sobre acontecimientos recientes pero sí sobre hechos del pasado que se caracterizaran por las diferentes reacciones vividas al fenomeno intrínseco del terrorismo. En La Guerra de los Mundos (War of the Worlds), había trabajado sobre el tema de la reacción emocional utilizando la metáfora de una invasión alienígena. Ahora quería complementar ese ensayo de conmoción con una historia basada en hechos reales que pudiera llegar al público desde la misma óptica sensible que había aflorado con los atentados de Nueva York. 

Mendel trabajó durante un año y medio con el guionista Eric Roth (autor de los libretos de Forrest Gump, El Dilema y Alí, entre otros) pero los resultados no eran lo satisfactorios que se esperaban. Spielberg y Kennedy decidieron apostar por otro escritor y fueron hábiles al lograr el concurso del brillante dramaturgo Tony Kushner, autor de éxito gracias a su multipremiada obra Angels in America.Kennedy le convenció al explicarle que iban a tratar sobre las consecuencias de la masacre. Allí podía haber muchos más matices puesto que se descubría la oscura historia de los asesinatos dirigidos. Eso le interesó de forma inmediata. En cuanto  a la faceta corporativa, cabe reseñar que, desde la creación de DreamWorks, Spielberg no había vuelto a trabajar con su alma mater, Universal Pictures. Ocho años después, se daba esa posibilidad porque Barry Mendel tenía un acuerdo previo de distribución con ellos.

Cuando Kushner empezó a contribuir, Spielberg sintió que trabajaba con alguien que entendía en profundidad la complejidad del tema tratado. Sabía que escribiría un guión con el que se sentiría cómodo.
"Tony tiene una opinión clara de lo que ocurrió en el 72. Y tiene tantos conocimientos, lo lee todo. Es uno de los autores más documentados con los que he trabajado. Disfruté mucho escuchándole y aprendiendo de él. Me recomendó muchas fuentes de información que no conocía al empezar este proyecto. Tony me introdujo a muchos autores y filósofos, gente de todo el espectro político y cultural. Tengo mucha preparación como judío y como alguien muy interesado en esa región; creía saber mucho del tema. Pero él me sumergió en la política y en los métodos de ambos bandos, no sólo de uno."
Por otra parte, el libro de George Jonas era una buena base para los hechos concretos porque ha sido atacado pero nunca desacreditado. La respuesta de Israel fue totalmente secreta, se sabe que existió y que se asesinó a personas determinadas pero se desonoce la naturaleza de los comandos y su composición porque esos documentos no han sido desclasificados. Allí había campo de acción para que un guionista de la talla de Tony Kushner pudiera crear personajes importantes que condujeran la trama por cauces de brillantez. Entorno a ellos, se crearía un contexto de hechos consumados: la propia masacre de Munich, la decisión de Golda Meir de perseguir a los responsables materiales e intelectuales y los asesinatos acaecidos y plenamente comprobables.


Sobre esta base y con un libreto que interrelaciona sabiamente realidad y ficción, Spielberg estaba preparado para crear un drama convincente y sólido.
"Esto no es un documental. Es una trama basada en algo que ocurrió históricamente. No intentamos mostrarlo todo y tampoco queremos una descripción precisa de lo ocurrido porque en el libro de Jonas no está todo tan claro. Lo que sí que debía preocuparnos es que fuera una película equilibrada y con matices, que no presentara una visión maniquea del conflicto. En la escala de grises es donde debíamos situarnos."
La acción de Septiembre Negro en Munich abre el film y en ella el director demuestra su maestría a la hora de recrear el hecho histórico con rotundidad e impacto. Prácticamente asistimos a un noticiario, a una crónica periodística en vivo, contada a través de escenas recreadas e imágenes reales del momento. No obstante, los hechos no terminan de explicarse en el prólogo porque esta es una película que va más allá del biopic o la crónica lineal de acontecimientos. Cuando Spielberg se pone al frente de un proyecto, transforma lo que podrían ser narraciones rutinarias en tramas con personalidad propia. Debido a ello, esa crónica mordaz de acontecimientos se reparte por el resto del metraje y se convierte en expresión de la turbación que sufre el protagonista, Avner, al ponerse al mando de un grupo que va a cometer nuevas atrocidades para responder a la barbarie inicial. Nadie puede salir indemne de ello y aquí es donde encontramos el toque de Spielberg para explicarlo.

Por otra parte, la secuencia en la que vemos como Golda Meir se reúne con sus asesores de seguridad refleja la responsabilidad, a veces funesta, del gobernante. Al mismo tiempo, se constata el peso moral que afronta la persona cuando debe tomar una decisión de este tipo. Por muchos informes y consejos que se reciban, la palabra definitiva ante cualquier decisión ejecutiva recae en el Primer Ministro o Presidente, con toda la gravedad que eso conlleva. Para ocupar esos cargos hay que tener una personalidad especial e incluso una moderada inconsciencia. Es la peor faceta de un puesto como éste y hace más que evidente la absoluta necesidad de limitar los mandatos. No se pueden dirigir los destinos de un país durante un periodo indefinido, no es saludable para nadie.

La respuesta a la masacre de Munich no se reconoció oficialmente pero existió debido a los resortes que cualquier Estado de referencia pone en liza en estos casos. Los servicios de seguridad seleccionaron a once objetivos según sus informes de inteligencia. Algunos formaban parte de redes terroristas, otros eran líderes políticos e intelectuales. La idea era demostrar al mundo que Israel no iba a dejar impune la acción de Munich. Se ideó una operación que era el puro ojo por ojo, donde un comité de diez personas decidieron qué once palestinos debían morir. Una acción de respuesta proporcional pero que debería hacernos reflexionar sobre el uso de la violencia que siempre ha caracterizado a la humanidad. Una violencia que se reconduce, se hace más taimada, pero sigue formando parte de nuestra esencia primaria.

Golda Meir era consciente que la operación de respuesta podía minar la confianza exterior y aumentar, más aún, el odio hacia Israel pero asumió toda la responsabilidad sin fisuras. Sabiendo que iban a colaborar en la escalada de la violencia, tuvo que ponerla en marcha porque la mayoría de sus compatriotas no habrían aceptado la inacción ante lo sucedido durante los Juegos Olímpicos. El círculo vicioso de la violencia y el odio siempre se retroalimenta.


En la configuración del comando israelí, Tony Kushner creó un grupo de cinco personajes muy diverso y realista. En ningún momento, se nos presenta un equipo de hombres armados sin matices personales. Son personas de carne y hueso que deben hacer frente a un reto que progresivamente les va erosionando. No son sociópatas sino personas con ideales que sufren y tienen dudas. Sin embargo, marcan distancias con el enlace de la misión, el misterioso Ephraim. Un auténtico hombre en la sombra que es el representante del Mossad y alguien que da las órdenes y espera resultados. Spielberg consiguió el concurso del australiano Geoffrey Rush, ganador del Oscar por Shine (1996), quien nos traslada siempre la visión gubernamental y desapasionada de los hechos. Exige consecuencias y no acepta dudas ni remilgos porque su posición se basa en el conocimiento de que forman parte de un marco político muy complejo, en el que Israel debe moverse con autoridad para no ser devorado. No caben otras consideraciones porque los operativos de acción van cambiando mientras él sigue los acontecimientos desde las bambalinas.

Para dar vida al protagonista, Spielberg eligió a otro australiano: Eric Bana. El director le eligió tras ver con sus hijos Hulk (2003). Vio en él calidez y fuerza, incluso un ápice de miedo en su mirada. Eso humaniza, en todo momento, a Avner, un judío nacido en Alemania y criado en Israel. El personaje debe cometer actos terribles pero esa humanidad que atesora ayudaría al publico a identificarse con su sufrimiento. Bana, por su parte, declaraba lo siguiente:
"Avner no sabe por qué le han elegido y desconoce qué conocimientos puede aportar al equipo, solamente sabe que le han escogido para liderar el grupo y eso le da miedo. Resulta interesante para la película que el público sepa las razones por las que han elegido a los demás pero no a él." 
El nor-irlandés Ciarán Hinds interpreta a Carl, un judío alemán experto en ocultación de pruebas. Tras cada asesinato, limpia las escenas del crimen y aporta información falsa a los primeros polícías y reporteros que llegan al lugar de los hechos. Su labor es evitar que puedan ser rastreados. Sin embargo, Carl tiene la necesidad moral de saber si están haciendo lo correcto. Quiere hacer su trabajo de un forma muy meticulosa y clarificar bien el objetivo para que no haya daños colaterales.


El alemán Hans Zischler da vida al judio danés llamado también Hans. Su especialidad es la falisificación de documentos. Eso permite al comando moverse por las fronteras sin impedimento. Su inicial imperturbabilidad se irá resquebrajando a medida que los lazos entre el grupo se hagan más intensos y los retos sean mayores.

Daniel Craig había impresionado a Spielberg con sus interpretaciones en Camino a la Perdición (Road to Perdition, 2002) y Layer Cake (2004). Con el surafricano Steve vio que tenía un personaje que Craig podía hacer suyo. Steve es el que tiene el carácter más visceral y explosivo del grupo. Su función es la de ser el conductor en las escapadas del comando, además de colaborar con Avner en las tareas más físicas. Al principio está muy motivado y demuestra que su estilo de vida es desenfrenado. Actúa de forma impetuosa y se sorprende cuando la turbulencia emocional que va sientiendo, a medida que avanza la misión, consigue afectarle. Acaba demostrando, pues, la misma vulnerabilidad que el resto.

El belga Robert completa el grupo. Él es el experto en explosivos pero no es un operativo entrenado. Es sencillamente una persona comprometida con la causa judía que está dispuesto a luchar por ella. Spielberg consiguió que el actor y director francés, Mathieu Kassovitz, aceptara encarnarlo. El cineasta galo se expresaba de la siguiente forma:
"Es una historia brillante sobre odio y venganza. No hay gloria ni grandes resultados, es pura destrucción. La película tenía vida, cada día surgía algo nuevo. Steven estaba cada día más inspirado, aportando nuevas ideas a la película. Fue espléndido verle trabajar y contemplar cómo es capaz de hacerlo todo tan magnificamente, con una rapidez y naturalidad pasmosa. Fue increible ver cómo una persona puede llevar el cine tan dentro de sí."


Se configuró un grupo muy ecléctico, que es capaz de complementarse en la pantalla sacando rendimiento de sus fuertes contrastes. Los cinco actores, con sus dispares estilos, acentos y apariencias, consiguen dar una imagen de realismo y naturalidad, además de ser creibles en sus diferentes pareceres. Desde la tranquilidad pasmosa de Hans a la explosividad de Steve, tenemos una amalagama de emociones contrapuestas ante la cámara. Son como un quinteto musical que muchas veces comparte dudas aunque, a pesar de todo, están comprometidos con la unidad del equipo.

La película tiene grandísimos momentos que Spielberg reproduce variando su técnica hacia el cine hiper-realista de los setenta. Junto a Janusz Kaminski creó una expresión visual dura y contundente, de tonos agrestes y alejada de artificiosidades. Por su parte, Rick Carter generó y caracterizó un entorno áspero en los interiores y tosco en los exteriores mientras Joanna Johnston realizó un viaje a los 70 para volver con los clásicos pantalones de pernera ancha, camisas estrechas, etcétera.
"Verdaderamente intenté darle un estilo de Hollywood de principios de los setenta, un estilo cinema verité, con objetivos zoom y herramientas que utilizábamos para hacer esas películas. Una de mis preferidas es Chacal (The Day of the Jackal)." 
Los sucesivos atentados están rodados de una forma brillante y desgarradora. Cada uno fue perpetrado de diferentes formas y eso ofrece una posibilidad al director para expresar su dominio de la planificación en espacios cerrados y abiertos. El asesinato de Wael Zwaiter en Roma es sólo la antesala a la brillante puesta en escena en el caso de Mahmoud Hamshari. El macabro compás de espera en las calles de París y la dificultad que se les presenta cuando la hija pequeña del objetivo vuelve a hacer aparición, nos sitúa ante la enorme gravedad y repercusión de este tipo de actos. En Chipre, se ahonda en la dimensión humana cuando el propio Avner se ve obligado a charlar con el próximo hombre marcado, Hussein Al Bashir, desde los balcones de un hotel. Posteriormente, parece que el artefacto explosivo de Robert, adosado a la cama del objetivo, no acaba de funcionar. Sin embargo, cuando llega la detonación el impacto es cruento y tremendamente realista. Hay también oportunidad para crear brillantes secuencias de acción como la que se desarrolla durante el ataque a una instalación de la Organización para la Liberación de Palestina en Beirut. Las fuerzas de seguridad israelíes dirigen una operación a la que se incorporan Avner y Steve. 


Así pues, resulta fascinante comprobar como la película combina diferentes tipos de narración, manteniendo siempre la coherencia y la unidad formal. Además, se nos presenta también la figura del informador poderoso. El francés Mathieu Amalric interpreta a Louis, cuya aura siniestra oculta una enorme influencia dentro del submundo terrorista. Lo suyo es sacar enorme beneficio en el tráfico de información pero también veremos cómo puede llegar a reaccionar si, en algún momento, el trato no le satisface o se siente traicionado. Vemos un ejemplo de ello cuando el comando llega a Atenas y se encuentra compartiendo piso franco con miembros de la OLP. Lo que sucede en ese momento y el día después, nos traslada la terrible sensación de lo que representa estar metido en algo tan ilícito. A pesar de lo que creíamos, Louis no está al frente del negocio sino que el liderazgo lo lleva aún su padre, un veterano del contra-espionaje que decidió utilizar su agenda para negocios más prósperos. La cínica honradez de este personaje, interpretado por Michael Lonsdale, redondea la visión que teníamos acerca del papel del informante y aunque lo humaniza no pierde la sensación de peligro latente. Trabajar con esta gente exige convivir con el balanceo constante entre la fiabilidad y la engaño. Un ejemplo de ello es que la información de Louis les conduce hasta el paradero de la asesina a sueldo responsable de la muerte de Carl. Sin embargo, poco después, la operación final para eliminar al cerebro principal del atentado en Munich, Ali Hassan Salameh, fracasa porque los palestinos habían sido advertidos de su llegada.

La misión tiene costes importantes y varios miembros del comando acaban siendo eliminados en respuesta a los actos perpetrados. El peso de la responsabilidad hace mella en Avner quien finaliza el trabajo aquejado de estrés post-traumático. Se reúne con su familia en Brooklyn y trata de empezar allí una nueva vida. Sin embargo, los demonios le persiguen y esto se visualiza en imágenes cuando Spielberg recupera los acontecimientos finales de Munich. El pasado y el presente vuelven a mezclarse hábilmente para expresar la turbulencia emocional que sufre el protagonista de forma irreversible.

La secuencia final ante el East River, y con Manhattan al fondo, es absolutamente decisiva en la configuración del mensaje del film. Ephraim contacta con Avner para asegurarle que nunca le harán daño ni a él ni a su familia a pesar de no estar de acuerdo con su exilio voluntario. Mantienen la confianza en él pero han querido asustarle un poco para que no revele los secretos de la misión. Sin embargo, Ephraim quiere ir más allá y le pide a Avner que regrese a Israel. La conversación deriva hacia lo que ha supuesto la misión y la carencia de resultados palpables. Para un operativo decente como Avner, todo aquello en lo que ha estado implicado no tiene sentido porque tras eliminar a siete hombres, han aparecido otros nuevos quizá peores. Descubrir que has estado formando parte de un juego de equilibrios macabro entre israelíes y palestinos no es agradable y manifiesta la ingenuidad e inocencia que aún se mantiene entre aquellas personas que, por patriotismo, están dispuesta a llevar a cabo actos de suprema crueldad a las órdenes de gente cuyo nivel de cinismo ha llegado al paroxismo. Ephraim representa este último concepto, él es un miembro activo del círculo vicioso de muerte y venganza, eternamente cubierto por la opacidad. Su discurso es el de acción-reacción en beneficio de una supuesta seguridad. La paz es imposible bajo estos términos pero también es cierto que, sin operaciones de respuesta, el panorama subsiguiente podría haber sido incluso peor. Avner no compra este discurso porque se sigue moviendo en el terreno de la dignidad y la justicia, algo muy alejado del pragmatismo gélido que impera entre las personas que están al mando. Este choque se pone de manifiesto en una conversación que termina con la simbólica negativa de Ephraim a la hospitalidad recibida. Mientras el protagonista abandona la escena, vemos una panorámica en la que se divisan las torres del World Trade Center a lo lejos. Una poderosa referencia al hecho de que el fenómeno terrorista representa una amenaza global que los Estados Unidos acabarían sufriendo en su propio territorio de la forma más cruenta posible. Spielberg conecta, en el último plano, con la motivación originaria que guió su interés por rodar la película.

La película trata de ejemplificar varias aristas de una historia desconocida de venganza. En mi opinión, ostenta la virtud de trasladarnos a un entorno tétrico y mordaz, ejemplo de un conflicto virtualmente irresoluble. Y lo hace desde una profundidad emocional que se palpa en cada instante. El objetivo es despertar conciencias y avivar el debate. Esta es la labor principal del cine político.
"No estoy atacando a Israel con esta película, nada más lejos de la verdad. Es un tema muy duro y hemos decidido abordarlo honesta y mordazmente. Esta película trata de ahondar en la política que Israel comparte con el resto del mundo y de entender por qué un país cree que su mejor defensa, contra cierto tipo de violencia, es responder con violencia. Como cineastas tratamos de entenderlo con empatía. A través de la empatía se puede entender qué motiva a la gente."
"Esta película no defiende la no respuesta. Al contrario, lo que muestra es que una respuesta, aunque sea la adecuada, te enfrenta a asuntos muy complicados. Para responder al terrorismo hoy en día es importante llevar a cabo un proceso muy concienzudo. Para no paralizarnos, para poder actuar pero también para poder asegurar que los resultados son los que realmente buscamos. Me refiero a los resultados no intencionados que son probablemente los peores y los que nos van a atormentar."
"Esta película no trata de responder a la pregunta de si debe haber asesinatos dirigidos. Lo que hago con la película es destacar algunos dilemas y algunos temas que se deben debatir. No intento dar respuestas. La película, aparte de ser un drama humano que explora la experiencia de estos hombres, espero que provoque ese debate." 

Munich se rodó entre el 29 de junio y el 29 de septiembre de 2005, con la intención de estrenarla antes de fin de año y entrar en la temporada de premios. Michael Kahn y los equipos de postproducción trabajaron a fondo para tener lista la cinta de cara a su estreno el 23 de diciembre. Sobre un presupuesto de 70 millones de dólares, recaudó 130 a nivel mundial. Varias localizaciones húngaras sirvieron para ilustrar Munich y Londres.Malta, por su parte, albergó las secuencias en Chipre, Israel, Atenas y Roma. Tras el rodaje en París, el equipo de desplazó a Nueva York para ubicar las secuencias finales, concretamente en Brooklyn y Queens.

La partitura musical compuesta por John Williams recupera trazos étnicos para ilustrar la historia con ritmos muy sentidos, haciendo un uso muy grande de la sección de cuerda para remarcar la dignidad ante la tragedia. Además, contó con la cantante Lisbeth Scott para poner voz a algunos de los temas y resaltar así el tono emocional de una partitura que enaltece los sentimientos desde la más rotunda elegancia. En un año en el que fue especialmente demandado, Williams demostró su capacidad de adaptación ante retos muy diversos: Star Wars Revenge of the Sith, Memoirs of a Geisha, War of the Worlds y Munich. 

Fue nominada a cinco premios Oscar, entre ellos película y dirección, pero su mayoritaria aclamación entre la crítica no quedó retribuida en la gala donde no obtuvo estatuillas. De forma genérica, se considera una de las películas más potentes de la filmografía reciente del director. Estoy de acuerdo con esta apreciación aunque quiero destacar que tanto Lincoln como El Puente de los Espías me parecen ejercicios brillantes de estilo y películas de referencia absoluta.




Precedido por:

La Guerra de los Mundos (War of the Worlds, 2005)

Continúa en:

Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal (Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull, 2008)

Primer salón del cine y las series en La Farga de L'Hospitalet

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Los cinéfilos y seriéfilos siempre nos quejamos, y con razón, de la escasez crónica de convenciones y eventos en nuestro ámbito cercano. Sentimos envidia sana de las grandes convenciones cinematográficas que se organizan en Estados Unidos y Reino Unido. Resulta cuando menos curioso que un sector económico tan importante no haya podido generar, hasta ahora, un evento para los fans que trate de trasladar el esquema referencial que todos tenemos en mente. No obstante, ese vacío está empezando a llenarse con la puesta en marcha de un acontecimiento con personalidad propia: el Primer Salón del Cine y las Series, organizado por CinemaWorld y La Farga de L'Hospitalet. Deseamos mucha suerte a los impulsores de esta iniciativa y nos hacemos eco de ella para dar a conocer un salón que se celebrará durante los días 29, 30 y 31 de enero en La Farga Centro de Actividades (Hospitalet de Llobregat, Barcelona).

A continuación, la nota de prensa oficial:

Llega el primer Salón del Cine y las Series, organizado por Cinemaworld y La Farga de L'Hospitalet y que se celebrará los próximos días 29, 30 y 31 de enero de 2016 en La Farga Centro de Actividades. 

Este evento debe ser el punto de encuentro de todos los aficionados al cine y las series, de todas las edades, tanto desde el punto de vista cultural, ocio y lúdico, así como lugar de promoción para productoras y distribuidoras y nuevos proyectos. Hasta el momento el Salón del Cine y las Series contará con la presencia de 60 expositores entre empresas y asociaciones relacionadas con el sector: tiendas especializadas, escuelas de cine, distribuidoras, plataformas online de cine y series, empresas tecnológicas, entidades sin ánimo de lucro, entre otros. 

Otro de los atractivos del Salón del Cine y las Series serán las numerosas exposiciones temáticas que podremos ver en los 8.500m2 de recinto. Destacan las que giran alrededor del mundo Star Wars, Indiana Jones (en colaboración con el Museo Arqueológico de Catalunya) y James Bond. También cabe destacar la muestra "Papel, tinta y acción", exposición de revistas de cine desde 1910, y la que nos presentará Fotogramas:"Luz, modernidad y rebeldía". 

El Salón del Cine y las Series cuenta con numerosas actividades previstas entre conferencias, charlas y espacios de participación como el de realidad virtual que nos ofrecerá experiencias interactivas para el público. Una de las apuestas de la organización es que el certamen se convierta en un marco para luchar contra la piratería y que también sea plataforma de crowdfunding para nuevos proyectos. En este sentido habrá hasta 15 proyectos audiovisuales buscando micromecenazgo, aparte de que 1€ del precio de la entrada será destinado a estas propuestas. 

En el apartado de los concursos encontraremos el de Canon (en el que se podrá ganar una cámara Canon XC80), de carteles de cine, cosplay y el concurso de la escuela Plató de Cine. Como atractivo del salón todos los visitantes podrán pasar por el photocall de la popular serie Juego de Tronos e incluso sentarse en el trono. 

El Salón del Cine y las Series nos presenta una veintena de conferencias, charlas y mesas redondas. Cabe destacar la charla sobre J.J. Abrams a cargo del crítico Toni de la Torre, sobre música y cine por Rubén Gimeno, director de la Orquestra Simfònica del Vallés, de series como Twin Peaks, Fargo, ciencia ficción de los años 70 y 80, entre otras y mesas redondas con actores, directores y guionistas. Con el Salón del Cine y las Series se podrá disfrutar durante tres días, en La Farga de L'Hospitalet, de todo aquello que rodea el séptimo arte, sin olvidar un sector tan al alza como son las series.

Más info en cinemaworld.es



Polémica racial en las nominaciones a los Oscar

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El cineasta Spike Lee junto a Cheryl Boone Isaacs, Presidenta de la Academia.

Vivimos el momento álgido de la polémica racial surgida tras el anuncio de las nominaciones a los Oscar, cuya gala se celebrará el próximo 28 de febrero en el Dolby Theatre de Hollywood. La ausencia de intérpretes negros entre los nominados a las principales categorías, por segundo año consecutivo, ha generado una respuesta por parte de importantes figuras como Spike Lee, Jada Pinkett Smith, Will Smith, Viola Davis, David Oyelowo, Lupita Nyong'o y Don Cheadle, entre otros.

Resulta difícil explicar las causas de lo sucedido porque desconocemos las dinámicas internas de la AMPAS. Sin embargo, no hay que poner en duda que la actual Presidenta de la Academia, la afroamericana Cheryl Boone Isaacs, trabaja desde que ascendió al cargo, hace dos años y medio, en la revisión de los procesos de ingreso. En su declaración oficial, tras el anuncio de las nominaciones, se lamenta de la falta de inclusión. Admite que deben mejorar en la diversificación de los académicos de una forma más efectiva y rápida. También recuerda que la Academia se ha enfrentado antes a grandes retos y ahora el mandato recibido es el de fomentar la inclusión a todos los niveles: género, raza, nacionalidad y orientación sexual. Hay que responder a las necesidades que plantea la sociedad del siglo XXI y muestra su determinación inequívoca para liderar el cambio en las estructuras de la Academy of Motion Pictures Arts and Sciences. Al mismo tiempo, pide respeto para los nominados de este año porque la calidad de su trabajo ha sido altísima y merecen reconocimiento.

El primer miembro de la comunidad cinematográfica afroamericana que manifestó su posición fue Spike Lee, dos veces nominado a los premios y galardonado con el Oscar honorífico el pasado mes de noviembre. Lee anunció su voluntad de no asistir a la gala como muestra de desacuerdo. Desde ese instante, pareció flotar en el ambiente la palabra boicot. No obstante, el propio director afirmó días después que únicamente se trataba de una decisión individual de protesta. Obviamente, el mensaje se ha ido expandiendo y con el paso de los días han brotado una serie de reacciones que van en esa misma línea. 

El matrimonio formado por Jada Pinkett y Will Smith declaró que tampoco asistiría a la gala. Afirman que se sienten muy implicados con la comunidad de Hollywood pero que no se sentirían cómodos en la gala de este año. Will Smith, dos veces nominado, amplió el espectro y declaró que la diversidad es lo que hace grande a Estados Unidos y a la industria cinematográfica. Ese es un valor por el que vale la pena luchar.

Los británicos David Oyelowo e Idris Elba también se han unido a la queja. El primero recuerda la escasez de nominaciones obtenidas por Selma en la pasada edición, cuando se obvió a Ava du Vernay en la dirección y a él mismo en la categoría de mejor actor. Elba, por su parte, ha añadido que esta falta de diversidad en los premios también se da al otro lado del Atlántico. Otros que se han solidarizado con la protesta son Lupita Nyong’o (ganadora en 2014) y Don Cheadle (nominado en una ocasión). 

Por otro lado, George Clooney, ganador de dos Oscar, ha hecho pública su postura. Opina que hace diez años la Academia y los premios Oscar estaban mejor en este tema y que ha sido en el periodo más reciente cuando se ha apreciado una involución. Cree que quizá otros acontecimientos sociales (disturbios raciales en estados del sur y recientemente en Chicago) hayan podido tener un efecto sobre la dinámica de votación en los dos últimos años y defiende la necesidad de redoblar esfuerzos para dar más oportunidades a otras comunidades raciales en la industria hollywoodiense.

Viola Davis, dos veces nominada, ha anunciado su solidaridad con la protesta aunque, en su caso, no asistirá a la gala porque estará disfrutando de vacaciones. A su entender, la falta de nominaciones responde a la menor presencia de intérpretes de color en las películas del último año y reivindica un mayor espacio en la industria y un cambio de mentalidad general. Sin embargo, se la podría contradecir afirmando que sí había opciones importantes para nominar este año. Aquí están algunas de las posibilidades: Samuel L. Jackson en The Hateful Eight, Idris Elba en Beasts of no Nation, Will Smith en Concussion, Michael B. Jordan en Creed, y alguna nominación más para el film Straight Outta Compton. 

En mi opinión, estoy bastante en sintonía con las palabras de George Clooney. Nadie puede negar que, desde el año 2001, se había apreciado una mayor consideración hacia la comunidad negra con un incremento en las nominaciones respecto a lo registrado en décadas anteriores. En solo doce años (2001-2013) ganaron la estatuilla Denzel Washington, Halle Berry, Jamie Foxx, Morgan Freeman, Forest Whitaker, Jennifer Hudson, Mo'nique, Octavia Spencer y Lupita Nyong'o. Además, Steve McQueen obtuvo el Oscar como productor de 12 Años de Esclavitud, convirtiéndose en la primera persona de color que obtenía el galardón a la mejor película. 

Hablemos ahora de nominaciones. En doce años se habían registrado, solamente en las categorías de interpretación, hasta 29 candidaturas. Naturalmente, hay que seguir mejorando los procedimientos para que haya más posibilidades de nominación pero el balance hasta 2014 era bastante positivo. Lo ocurrido en los dos últimos años ha representado una ruptura de la dinámica pero al mismo tiempo sirve como toque de atención para mejorar los mecanismos internos de la Academia, además de su composición y diversificación. De igual forma, todo esto no debe ser óbice para reconocer el brillante trabajo de todos aquellos que han sido nominados en las dos últimas ediciones. La polémica se centra en dar mayores oportunidades a gente diversa. En  ningún momento se pone en duda la calidad del trabajo de los que han sido finalmente elegidos. 

De todas formas, se ha puesto en marcha un plan de choque. Las primeras medidas han llegado esta misma semana con la incorporación a la junta directiva de tres nuevos miembros que no forman parte del perfil habitual. Cheryl Boone Isaacs ha decidido adelantar la aplicación del plan A2020, que busca lograr una mayor inclusión entre la membresía de la Academia. El organismo rector de la AMPAS pasará a tener 54 representantes y se afianza el objetivo de doblar el número de mujeres y personas de comunidades diversas para el año 2020. Además, cambia el estatus de permanencia de los miembros. A partir de ahora, y de forma retroactiva, la pertenencia e ingreso en la Academia estará circunscrita a un periodo de diez años. Este plazo será ampliable a diez años más siempre y cuando la persona siga estando activa en la industria del cine. Solo se podrá conseguir el estatus de votante permanente si se encadenan tres periodos de diez años en activo o si se recibe una nominación al Oscar. Los asociados que no cumplan con la exigencia pasarán a ser miembros eméritos, sin posibilidad de voto.

En cuanto al proceso de ingreso, la Academia inicia una campaña global e inclusiva para identificar a posibles nuevos asociados que representen la diversidad patente en el mundo del cine. Este nuevo sistema tratará de equilibrar el sistema endogámico tradicional en el que dos miembros actuales son suficientes para avalar la candidatura de un nuevo afiliado.

En cualquier caso, solo en un país de fuertes convicciones democráticas y espíritu de libertad real se pueden abrir este tipo de discusiones, encaminadas a mejorar los procedimientos y principios éticos. En otras naciones occidentales, no existe el mismo nivel de escrutinio público ni tampoco la voluntad de esclarecer a fondo los temas polémicos. Tengamos esto en cuenta al emitir juicios.

Steve Jobs (2015): dos opiniones contrapuestas

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La decepción de una appleadicta
Por Soraya Sayah
Coleccionista de productos Apple y conocedora de la biografía de Steve Jobs. 


Estoy escribiendo estas palabras en un macbook air. He visto la película, si se le puede llamar así, proyectada mediante un AppleTv. Todo parte del legado de Steve Jobs, pero no he visto reflejada la historia del creador en más de unas pocas escenas que se pueden contar con los dedos de una mano. Quizás tenia muchas expectativas ya que el libro logró captar mi atención e involucrarme para saber más de la vida y lucha de un visionario como era Steve Jobs. Tenia toda la esperanza depositada en que en los minutos siguientes me quitasen el mal sabor de boca que me dejó el anterior largometraje biográfico, pero no ha sido capaz. 

La lectura del libro de Walter Isaacson me transportó a un mundo dónde la pasión por los detalles, la búsqueda de la perfección y la pulcritud a toda costa eran hechos esenciales para describir el día a día de Steve, sintiéndose incomprendido en una familia y un entorno que no estaban en absoluto preparados para una visión transgresora de aquello que la humanidad necesitaba, aquello que aún no había sido creado, aquello que ni tan siquiera sabían que podía existir. 

El protagonismo que tiene Lisa debería ser compartido con otros acontecimientos como por ejemplo la soledad del genio, una juventud desenfrenada que caracterizó sus creaciones, la relación con su familia adoptiva y profundizar el sentimiento hacia su familia biológica o, sobre todo, los inicios de Apple con Steve Wozniak.

La división temporal marcada por presentaciones de productos nos transmite la sensación de estar viendo un documental, sin detalle en aquello que sucede entre cada etapa, eliminando momentos trascendentales para una compresión fidedigna de lo que ocurrió. 

Ha habido un par de momentos que han valido la pena, dos diálogos exactamente. Uno de ellos llevado a cabo junto a Scully justo antes de NeXT, y el diálogo previo a la presentación del iMac. He echado de menos trazas de visionario que eran necesarias y que el director no ha sabido introducir. El hecho de utilizar al personaje de la secretaria para que el espectador sepa discernir aquello que está bien de lo que está mal me ha parecido un recurso muy pobre. 

La parte estrella de la película, a mi parecer, han sido unos acertados planos en momentos clave con fondos blancos y negros tan característicos de Apple, jugando con las luces y el paso del tiempo. 

Como experimento he decidido ver la película con alguien que no sabía nada de la vida de Steve Jobs, desconocía por completo los entresijos de su trayectoria. Al finalizar el film le he preguntado quién era Jobs y su respuesta ha sido: "un pobre hombre".



Episodios vitales de un visionario
Por Néstor Company
Editor y redactor de El Cine de Hollywood.


La genialidad se empareja, en algunas ocasiones, con la egolatría. Este fue el caso de Steve Jobs (1955-2011), co-fundador de Apple Computer, y uno de los personajes más influyentes del panorama reciente a nivel mundial. Su carácter indomable y fuerte determinación le convirtieron en un auténtico visionario. Siempre parecía adivinar cómo podría evolucionar la informática de consumo y puso a todos sus empleados a trabajar en esa dirección, preservando siempre la exclusividad de sus productos para crear algo único e incompatible con otras plataformas. Ese sería su sello: personalizar la experiencia, aprender de los errores, y volver siempre a la carga con mejores y más eficientes soportes.

Jobs construyó su empresa desde la más absoluta modestia pero su éxito progresivo evidenció un carácter dominante y absorbente. Trabajar para él suponía entregarse más allá de lo admisible y soportar toda clase de improperios. En la búsqueda constante del éxito, Jobs no se detenía ante nada. No era ingeniero ni programador, pero se aseguraba de contar con algunos de los mejores creadores del momento y les exprimía hasta límites insospechados.

No obstante, ¿qué se escondía tras ese carácter egocéntrico y abusivo? Se han realizado varios estudios y películas sobre Jobs. En ellos se ha intentado trazar una narración lineal de los acontecimientos de su vida, al estilo del biopic tradicional. Ante la propuesta de una nueva película, auspiciada por Universal Pictures, el excepcional guionista Aaron Sorkin decidió romper la dinámica tradicional y construir el argumento en base a tres momentos cumbre en la vida de Jobs. Se trata de tres presentaciones de producto que nos conducen a lo sucedido entre bastidores. Al mismo tiempo, son la excusa para construir la personalidad y mostrar la evolución de Jobs. Los diálogos son el motor narrativo del film y eso lo distancia de las propuestas anteriores, mucho menos ambiciosas, que trataban de explicar la historia acumulando situaciones y sin entrar a fondo en las relaciones personales que Jobs estableció con sus colaboradores más próximos. 

Desde la presentación del Macintosh en 1984, con un Jobs convencido de la idoneidad de un producto que debía enterrar a los anteriores, pasamos a su aventura con el NeXT, el primer modelo de una nueva compañía que ha creado tras ser despedido de Apple por falta de confianza de la junta directiva. El contraste es enorme porque en el primer momento le vemos en la cúspide, con el máximo convencimiento y firmemente apoyado por el Presidente de la compañía. Estamos ante la gran oportunidad de su carrera, cuando su sensación de omnipotencia le hace creerse capaz de todo, incluso de mostrarse cruel e irreflexivo al no reconocer algo indudable: la paternidad de su hija Lisa. Sin embargo, el inicio de su resquebrajamiento emocional tiene lugar gracias a esa niña. En eso profundiza ese segundo “episodio”, situado en 1988. Jobs debe volver a construirse a sí mismo y superar la amargura tras haber sido expulsado de la compañía que fundó. Asistimos a su progresiva maduración personal y a una cierta atenuación de su comportamiento ególatra. Deja traslucir su resentimiento a cuentagotas y espera volver a la gran escena mediática con un ordenador específicamente dotado para el uso en universidades. El sonoro fracaso de esta iniciativa nos lleva hasta la conclusión.

El tercer “capítulo” de esta atrevida fórmula tiene lugar en 1998. Jobs ha regresado por la puerta grande a Apple y presenta el primer producto de una nueva etapa: el iMac. Aunque continúa manteniendo su dinámica de confrontación, parece haberse atemperado y se muestra más conciliador con respecto a su círculo familiar. Está dispuesto a tender nuevos lazos de confianza con su hija mientras que, al mismo tiempo, se siente preparado para superar las lacras del pasado. Steve Jobs es ahora un hombre decidido a construir un sólido presente, tanto a nivel personal como empresarial.

La película se construye a través de densos y poderosos diálogos. Apuesta por expresar la genialidad de Jobs equilibrándolo con muchas de sus contradicciones, veleidades y comportamientos abusivos. Cuando la película concluye, podemos trazar el retrato del personaje desde el realismo y la rigurosidad. Nadie lo diría, a priori, con el esquema planteado. No obstante, las buenas artes de Aaron Sorkin en el guión y Danny Boyle en la dirección, lo hacen posible gracias a un sabio uso de la narrativa y el lenguaje cinematográfico. Michael Fassbender traslada esa visión a la pantalla y logra expresar las diferentes aristas que exige el papel mientras despliega su impresionante talento. Le acompañan intérpretes como Kate Winslet y Jeff Daniels, quienes subliman la propuesta con su enorme talla interpretativa. En definitiva, una propuesta de primer nivel para ilustrar la trayectoria de un visionario que colaboró activamente en el cambio tecnológico que hemos contemplado en las últimas décadas y que disfrutamos cada día.

Los Odiosos Ocho (The Hateful Eight, 2015). Por Carles Martinez Agenjo

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Hasta que llegó su madurez (con spoilers)

Imaginemos que en 1840, tras el fin de la I Guerra Carlista, coincidieran bajo el techo de una cabaña perdida por los Pirineos un joven liberal, ferviente defensor del reinado de Isabel II, y otro de postura absolutista, todavía con el rencor de la derrota en mente y el deseo aún latente de que España regrese al Antiguo Régimen. Fuera de la cabaña, en plena naturaleza, una fortísima ventisca les dificulta salir a mear siquiera. Por si esto no fuera suficiente, de repente, penetran en la vivienda 6 individuos más que encierran, detrás de sus teces enrojecidas por el frío, un terrible secreto que no tardará en salir a la luz.

Aunque sea por un instante, cambiemos a España por Estados Unidos y a los Pirineos por las gélidas montañas de Wyoming. Sustituyamos al liberal por un ex soldado unionista, fiel seguidor de Abraham Lincoln, y al carlista por un confederado, lamentable defensor del esclavismo negro. O mejor aún, remplacémosles por un militante de la CUP y otro de las juventudes del PP tras las elecciones autonómicas de 2015. O por un pro-Gauche y un pro-Le Pen. Liberales contra carlistas, unionistas frente a confederados: izquierda vs. derecha.

Una cosa queda clara. La octava película de Quentin Tarantino se inmiscuye en terreno político. Como parábola, sin embargo, no puede ser más esquemática. Lo evidencia su premisa y lo refuerza el educado Oswaldo Mobray (interpretado por Tim Roth) en una divertida secuencia de la película en la que este personaje de supuesta procedencia inglesa, consciente de la tensión que se respira en el pequeño ambiente, plantea un juego simbólico para mantener izada la bandera blanca: la cabaña queda físicamente dividida entre el Norte y el Sur de EEUU, a excepción del bar, que se convierte en punto neutral. En cualquier caso, la película es mucho más que otro juego de referencias y orgías gore típicamente tarantiniano. Salvando las distancias, Los odiosos ocho se erige como lo haría el célebre grupo artístico Equipo Crónica con la realidad sociopolítica del tardofranquismo y la Transición:se trata de una obra posmoderna de estética “cool” que, por epidérmica que pueda parecer, encierra en realidad una poderosa reflexión crítica ante determinada situación sociopolítica.

El (todavía) énfant terrible de Hollywood ha universalizado un relato sobre bandos condenados al conflicto, sobre un pasado y unas heridas que, pese a ser eminentemente americanos, afectan tanto a autóctonos como a forasteros. Lo consigue gracias a una película que vuelve a versar sobre el racismo y que, una vez más, fija la mirada tanto en la historia del cine como en su propia filmografía.



Un estimulante desplazamiento lateral

El resultado, digámoslo ya, es otra joya, marca de la casa, que repite grandes jugadas anteriores, pero también aporta frescura mediante un guión y unos personajes que nada tienen de previsibles y que oscilan a lo largo de una escala de grises que empezaba a echarse de menos en sus últimas producciones, a excepción del complejo mayordomo esclavista de Candyland que interpretó Samuel L. Jackson en la sintética Django desencadenado (2013) y el detective-nazi-convertido-en-cazarecompensas-sin-escrúpulos que dibujó un icónico Christoph Waltz en la irregular Malditos Bastardos (2009). Sin embargo, con Los odiosos ocho, Tarantino no ha subido un nuevo escalón. Su cine sigue donde estaba, pero al igual que Nicholas Winding Refn con la milimétrica Drive(2011), el director de Pulp Fiction (1994) ha realizado un desplazamiento lateral, lo que se traduce en un perfeccionamiento de sus formas. En esta nueva película, Tarantino:

-    Invita a la investigación: su obsesión cinéfaga vuelve a reciclar imágenes y gestos de segunda (y tercera) mano, un hecho que empuja nuevamente al espectador a enfrascarse en una intrincada arqueología visual.

-   Contiene una mayor riqueza de arquetipos: el repertorio de ejemplos que amplían, subvierten y entremezclan los modelos que subyacen debajo de los personajes se antoja, una vez más, inagotable. El sheriff, el verdugo y su prisionera, el desertor, la banda… Todos ellos vienen precedidos en esta ocasión por una forma anquilosada de ver el mundo que reduce la sociedad a 3 focos de atención. Por un lado, existe el “yo”: el juez Ruth (autoparódico Kurt Russell), la masculinidad americana y su forma de ver un mundo convulso en el que no te puedes fiar de nadie. Por otro lado, están “these”, ese grupo de personajes enigmáticos que se irán quitando la máscara poco a poco, y “that”, Daisy Domergue (soberbia Jennifer Jason Leigh), una mujer maltratada no sólo por su obvia vinculación al lado oscuro de la ley, sino por haber roto una lanza a favor de la feminidad en una época gobernada por penes erectos, como bien ejemplifica Samuel L. Jackson en uno de los monólogos más despiadados de los últimos años. Y finalmente, “this”: una etiqueta grabada con sangre sobre las personas de color que, sin embargo, el personaje del Mayor Marquis (encarnado por Jackson) consigue sortear con endiablada astucia sin necesidad de emprender el ya conocido camino de la épica y los ideales, demostrando que puede ser tan canalla como el peor de los racistas sureños.

-       Regala diálogos de granito: las conversaciones siguen dejando huella en una película que nada tiene que envidiar a David Mamet, dado que, por primera vez desde Jackie Brown (1997), logra anteponer el clasicismo de la progresión de la intriga al volcán descontrolado al que nos tiene acostumbrados: un regalo para el buen cinéfilo y una bofetada para el fan más infantil.

-     Es otra experiencia anacrónica: Roadshow Version es la proyección de la película en el formato pensado originariamente por el propio Tarantino (70 mm y Ultrapanavision). Desgraciadamente, el target español únicamente podrá visionarlo en la sala Phenomena Experience de Barcelona. Ésta concede la oportunidad de disfrutar de la siniestra apertura musical del galardonado Ennio Morricone, la detención de la proyección a la mitad para aprovisionarnos de palomitas y estirar las piernas y, una vez acomodados de nuevo, la sorprendente aparición en off de un breve narrador de espíritu brechtiano que nos distancia del relato anunciando un tremendo giro de guión. Del mismo modo que en las sesiones Grindhouse –aquel homenaje a la serie Z y a los programas dobles que supuso la proyección conjunta de Planet Terrory Death Proof (Robert Rodriguez & Quentin Tarantino, 2007)–,el director de Tennesse certifica que la cinefilia es una materia que trasciende los límites de la pantalla.




La paciencia tenía un precio

Desde el fracaso de la mentada Jackie Brown (1997), Tarantino tomó un rumbo específico con una serie de películas que, pese a lo estimulantes que resultan en algunos de sus pasajes, siempre avanzaban en una misma dirección: la del viaje vertiginoso de locura, venganza, caricaturas y excesos.

Afortunadamente, su nueva película elige un camino distinto, gracias a la inclusión de una nueva referencia que trasciende todas las otras. Se trata de la estructura de las “whodunits” o novelas de intriga con asesino enmascarado. Concretamente, 10 negritos de Agatha Christie, un material que permite al autor desenvolverse en un guión mucho más progresivo que los anteriores y desplegar una intriga que, tras cocerse a fuego lentísimo, desemboca en un clímax donde –¡sorpresa!– los secretos y las pasiones estallan sin que el director pierda el equilibrio ni por un instante. Sin que el niño acabe destrozando los juguetes con los que suele crear genuinos universos. En otras palabras, Los odiosos ocho (2015) se antoja, por su desarrollo en un espacio cerrado y el espíritu de buddy moviehawksiana que palpita bajo el desenlace, una película más cercana al gran debut –ese tour de force llamado Reservoir Dogs(1992)– que no al orgiástico clímax de su penúltima película, Django Desencadenado (2013), en la que –a mi gusto– Tarantino perdió algo más que el control de la situación.

En este sentido, otro de los grandes aciertos de Los odiosos ocho es su encomiable estatismo. A diferencia del díptico Kill Bill (2003-04) –aquella oda casi vanguardista al movimiento cuya protagonista se alimentaba de los retazos de cine que encontraba a su paso, como si de un parásito cinematográfico se tratara–Tarantino apela ahora a la quietud. El crucifijo de madera helado en mitad de la nada que aparece en el primer plano-secuencia, la puerta de entrada de la cabaña que debe cerrarse con clavos cada vez que se abre, los picados enfáticos del cineasta… es motivo suficiente para derribar la frontera invisible que existe entre los personajes y desestabilizar sus roles hasta mezclarlos entre sí.


Otro interesante plano-secuencia es el que cierra la película. En él, dos contrincantes con discrepancias políticas (Jackson y Walton Goggins) se convierten en socios por necesidad. Ensangrentados y cansados, ejecutan la ardua misión que debía llevar a cabo el fallecido juez Ruth: ahorcar a su prisionera. La cámara recorre el escorzo de la pierna de la delincuente, que cuelga del techo, hasta detenerse en su cartuchera: perfecta síntesis de la inutilidad que simboliza a otra estrella apagada en el firmamento del salvaje oeste.

Justo en frente, Jackson y Gogginscontemplan satisfechos una situación en la que Tarantino es el verdadero juez y verdugo de una película de laboratorio que termina como lo haría el mejor Hitchcock. La falsa carta de Abraham Lincoln es un delicioso macguffinque pone en evidencia la absurda brutalidad de un mundo infectado por la mentira y la falta de ideales. Un mundo, sin embargo, que nada tiene que ver ya con la visión romántica de aquellos western crepusculares de Sam Peckinpah y George Roy Hill. Un mundo donde las palabras “venganza” y “épica” han perdido todo su significado. Un mundo, en definitiva, donde Tarantino ha sido capaz de utilizar la violencia con otros ojos: los del genio capaz de reinventarse a sí mismo a través del calado político, la madurez estilística y la paciencia narrativaAunque sólo sea por esta vez.
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