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Star Wars. Episodio VI: El Retorno del Jedi (Richard Marquand, 1983). Por Francesc Marí

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“Luke Skywalker ha regresado a Tatooine, su planeta de origen, para intentar rescatar a su amigo Han Solo de las garras del malvado Jabba, el Hutt. Pero Luke ignora que el Imperio Galáctico ha comenzado en secreto la construcción de una nueva estación espacial armada, más poderosa que la temida Estrella de la Muerte. Una vez terminada, esta arma suprema significará la aniquilación del pequeño grupo de rebeldes que lucha para restaurar la libertad en la galaxia….”.

Como no podía ser de otra forma, el rodaje de El Retorno del Jedi empezó con problemas. El primero de ellos fue la elección del director. Tras las multas recibidas por parte de los sindicatos, George Lucas decidió abandonarlos definitivamente, pasando a ser completamente independiente. Sin embargo, las duras leyes sindicales, le impidieron contratar a ninguno de los que más sonaban para dirigirla, como Steven Spielberg o David Lynch, incluso él mismo. Así que eligió a un desconocido director británico, Richard Marquand, para que se hiciera cargo de El Retorno del Jedi.
Por otro lado, si bien todos los actores querían seguir en la película, había uno que era reticente a seguir en su papel, y este no era otro que Harrison Ford, que hacía poco había protagonizado En Busca del Arca Perdida dando vida a Indiana Jones, y parecía no querer monopolizar los personajes de Lucasfilm. Pero tras muchos tira y aflojas, que ya se habían producido durante la producción de El Imperio Contraataca, Harrison Ford accedió a seguir con el papel de Han Solo, a pesar de lo que él mismo afirmaba:

“Pensé que Han Solo debía morir. Pensé que se sacrificaría por los otros personajes, que él no tiene ni madre ni padre, no tiene futuro, no tiene responsabilidades en ese momento, así que dejaremos que se sacrifique”.

Opinión que era secundada por Lawrence Kasdan:

“Creía que debía pasar al comienzo del último acto para que uno se empezara a preocupar por alguien. Debíamos sacrificar a algún personaje”.

Pero Lucas fue tajante, ninguno de los protagonistas no tenía, ni debía morir, ya que no era lo propio en una película de este estilo. Con Harrison Ford confirmado, y la segura presencia del resto del reparto, el rodaje de El Retorno del Jedi empezó el 11 de enero de 1982 en los habituales estudios Elstree de Londres, donde se rodaron los interiores con la presencia de personajes como Jabba. Sin embargo, para evitarse los problemas generados por los rodajes en localizaciones exóticas, como el Sáhara y Noruega, Lucas optó por rodar las escenas desérticas en Arizona, y situar la acción en la luna de Endor, cuyas escenas se rodarían muy cerca de su casa, en los bosques de secuoyas de California, en concreto en Crescent City.

Hay dos curiosidades alrededor de la producción de esta película. La primera de ellas fue el deseo de abaratar el proyecto, para conseguirlo el título de la producción fue Blue Harvest (Horror Beyond Your Imagination), de este modo el coste que se le duplicaba por ser Star Wars, era más rentable, hasta que Harrison Ford, Carrie Fisher y Mark Hamill aparecían en el plató. La segunda, que es más un rumor que otra cosa, procede de unas declaraciones de Irvin Keshner, director de El Imperio Contraataca, que afirmó que Richard Marquand fue más un asistente de Lucas que el director realmente, ya que controló todas las etapas de la producción.

Esta película, en su edición en DVD, contiene uno de los elementos controvertidos de la saga, derivada de una decisión aún más discutible de Lucas. Para actualizar la saga, las tres películas originales fueron remasterizadas incluyendo escenas eliminadas y tomas con elementos digitales, pero sin duda, la que más discusiones ha provocado es la sustitución de la imagen fantasmal de Sebastian Shaw por la de Hayden Christensen en la escena final. Algo que, desde mi punto de vista, si bien considero innecesario, entiendo un motivo de homogenización en la saga, ya que si bien Anakin había envejecido en la realidad, su espíritu de Jedi murió con el aspecto de Hayden Christensen.

Durante mucho tiempo El Retorno del Jedi fue la película más esperada de la saga –antes de que La venganza de los Sith se estableciera en el horizonte final y conclusivo–, ya que, después de seis años de espera, la legión de fans y seguidores conocerían, por fin, cual sería el destino de todos los personajes, si el bien triunfaría sobre el mal, o, por el contrario, el Emperador y los Sith seguirían reinando sobre la Galaxia.

Tras el estreno del Episodio VI, los waries tuvieron lo que habían deseado desde el estreno de Una Nueva Esperanza, pero todos eran conscientes que aquello no se había terminado. Ya desde un principio se supo que antes de la primera película había algo más, en concreto los Episodios I, II y III. Así que, después de 1983, solo faltaba ver cuando Lucas tomaría la decisión para llevar a cabo las tan esperadas precuelas.

Star Wars. Episodio I: La Amenaza Fantasma (George Lucas, 1999)

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George Lucas creó en 1977 una space opera que pronto se convirtió en un éxito fulminante de taquilla llegando a consolidarse como un título de referencia que dio un nuevo sentido al término blockbuster.

La enorme capacidad de acogida, movilización e influencia entre el público se vio reforzada con las secuelas que completaron una trilogía galáctica asombrosa. Sin embargo, estas historias formaban parte de un conjunto más amplio y se situaban concretamente entre la mitad y el final de una antología cuyo origen se situaría en tiempos de la Antigua República. Esta institución, cuyos recuerdos son ya muy lejanos en Star Wars: Una Nueva Esperanza (1977), debía tener su lugar en la saga pero cuando 20th Century Fox aceptó distribuir el proyecto, con unos plazos muy concretos, Lucas tuvo que decantarse por el material que tenía más desarrollado y éste empezaba con un joven granjero de humedad, llamado Luke Skywalker, descubriendo que su destino le deparaba un papel trascendental en los acontecimientos que estaban a punto de desatarse.

La admisión, por parte de Lucas, de la estructura que él mismo había concebido fue evidente desde el principio al colocar el epígrafe Episodio IV en la introducción de la película pionera. Sin embargo, el cineasta californiano siempre se frustraba al convertir sus ideas en imágenes. Todo aquello que imaginaba, tanto escenarios como naves y criaturas alienígenas, nunca podía ser trasladado a la gran pantalla por las limitaciones tecnológicas de la época. Las matte paintings, los títeres, y el maquillaje prostético no alcanzaban la envergadura técnica que él deseaba.

Por todo ello, los argumentos para los tres primeros capítulos de la saga fueron abandonados tras completar El Retorno del Jedi (1983). Con el tiempo, la tecnología digital empezó a desembarcar en Hollywood. La evolución de la informática estaba permitiendo que se rompieran barreras en cuanto a la creación de personajes y escenarios virtuales. Industrial Light & Magic, la compañía de efectos especiales creada por Lucas, empezó a trabajar en este sentido pero las primeras muestras no impresionaron demasiado al creador de Star Wars. Sin embargo, hubo un punto de inflexión y éste fue Jurassic Park (1993). Cuando George Lucas vio a aquellos dinosaurios tan impresionantemente recreados, se convenció por fin de que la tecnología digital ya podía responder a su visión. Poco tiempo después, puso en marcha la pre-producción de las llamadas precuelas.

En 1997 empezó a rodar el título que abría cronológicamente la saga: La Amenaza Fantasma. El film se estrenó el 19 de mayo de 1999 en medio de una expectación colosal. Varias generaciones de espectadores esperaban ansiosos una nueva entrega de una saga que creían finalizada.

“La República Galáctica está sumida en el caos. Los impuestos de las rutas comerciales a los sistemas estelares exteriores están en disputa. Esperando resolver el asunto con un bloqueo de poderosas naves de guerra, la codiciosa Federación de Comercio ha detenido todos los envíos al pequeño planeta de Naboo. Mientras el Congreso de la República debate interminablemente esta alarmante cadena de acontecimientos, el Canciller Supremo ha enviado en secreto a dos Caballeros Jedi, guardianes de la paz y la justicia en la galaxia, para resolver el conflicto…”.

Pero hasta ahí llegó la ilusión. El Episodio I supuso un autentico jarro de agua fría en múltiples aspectos. En primer lugar, George Lucas creó un guión excesivamente cargado de infantilismo. El tono era demasiado ligero, funcionaba como espectáculo para niños pero alejaba a los que habían crecido con la primera trilogía y habían disfrutado de un equilibrio entre entretetenimiento de masas y desarrollo de personajes. En este caso, nos encontramos ante un autentico desperdicio de casting puesto que Ewan McGregor, Natalie Portman y Samuel L. Jackson tuvieron personajes cuyo esquematismo rozó lo risible. Solo Liam Neeson dispuso de algo más de sustancia en el papel del Maestro Jedi Qui-Gon Jinn pero la inclusión de las células midiclorianas en la explicación de lo que representa la Fuerza, lastró a su personaje. Ian McDiarmid retomó su papel como el ahora Senador Palpatine y rayó a gran altura pero no fue suficiente para compensar las andanzas de un Anakin Skywalker, interpretado por un niño de ocho años llamado Jake Lloyd, cuya falta de interés y poco talento provocó un alto grado de desconexión entre la mayor parte del público.

La nueva puesta en escena, repleta de grandes escenarios y personaje virtuales por doquier, fue capaz de mostrar en pantalla imágenes de gran impacto. Pero el equilibrio entre argumento y espectáculo visual resultó renqueante. Y mientras personajes ridículos como Jar Jar Binks se apoderaban de minutos y minutos de metraje, la película se iba debilitando. Faltaba la rugosidad y la fiereza de esa puesta en escena, más natural, presente en la trilogía original. George Lucas se defendió diciendo que quería mostrar una sociedad más evolucionada al no haber recibido aún el impacto de la guerra. Pero eso no cuela. En cuanto a la potencia de los combates con espada láser, es cierto que tanto Vader como el anciano Kenobi no podían hacer grandes aspavientos luchando pero también hay que admitir que en los 70 no habían especialistas de combate como Nick Gillard o Ray Park, que interpreta a Darth Maul.

La ausencia de personajes carismáticos y la reducción del rodaje en exteriores tampoco ayudaron a que La Amenaza Fantasma se haya mantenido bien con el tiempo. Viéndola de nuevo, queda patente su nivel anecdótico dentro de la saga. El excesivo infantilismo gustó a los más pequeños pero el público más adulto resultó dañado por la experiencia y el escepticismo empezó a crecer con vistas al estreno de las precuelas restantes. Esa gran ilusión, desatada tras dieciséis años de espera, se diluyó como un azucarillo en una taza de café.

La Amenaza Fantasma se sitúa treinta y dos años antes de la batalla de Yavin. Muchos creíamos que esta saga debía empezar con un Anakin más adulto y cercano a su viaje al lado oscuro. Las Guerras Clon, por consiguiente, no debían haber sido una trama de arranque y conclusión entre películas sino un elemento protagonista en las precuelas. Esta historia pueril, plagada de misticismo y midiclorianos, no era un buen inicio teniendo en cuenta el material con el que se podía trabajar.

Hubo pocos elementos positivos en la película más allá de la partitura musical de John Williams. Uno de ellos fue la maniobra maestra del senador Palpatine para iniciar un doble juego que acaba colocándole como Canciller Supremo de la República. El otro input positivo fue la aparición de un aprendiz Sith cuya destreza era imparable: Darth Maul. A pesar de tener una presencia reducida en pantalla y de estar algo desaprovechado, no cabe duda que la idea de crear a alguien así revela que a George Lucas aún le quedaba algún cartucho de los buenos.

El éxito comercial de la película y de las precuelas en general se debió más a la fe inquebrantable del público mayoritario que a la aprobación general del mismo sobre lo que estaban viendo. Si estas películas se hubieran estrenado sin pertenecer a la saga Star Wars, probablemente estaríamos hablando de proyectos fallidos de ciencia-ficción al estilo John Carter. Pero la marca Star Wars es muy potente. Afortunadamente, el paraguas de la franquicia permitió que, al final, con un Episodio III altamente convincente en muchos de sus aspectos, pudiéramos aceptar estas aportaciones con más magnanimidad.

Star Wars. Episodio II: El Ataque de los Clones (George Lucas, 2002)

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“Hay inquietud en el Senado Galáctico. Varios miles de sistemas solares han declarado su intención de abandonar la República. Este movimiento separatista, liderado por el misterioso Conde Dooku, ha provocado que al limitado número de Caballeros Jedi les resulte difícil mantener la paz y el orden en la galaxia. La senadora Amidala, la antigua reina de Naboo, regresa al Senado Galáctico para dar su voto en la crítica cuestión de crear un Ejército de la República que ayude a los desbordados Jedi…”.

Diez años después de los acontecimientos narrados en La Amenaza Fantasma, presenciamos el inicio de una rebelión contra la Antigua República. Anakin es ahora un joven de diecinueve años que ha acumulado un buen número de misiones junto a su maestro, Obi-Wan Kenobi. Sin embargo, Anakin nunca ha podido romper con sus lazos emocionales y acumula mucho sufrimiento interior que se acrecienta al volver a ver a la ahora Senadora Padme Amidala. Los eventos conduciran irremisiblemente al inicio de una tragedia mientras la galaxia afronta un conflicto bélico en el que el nuevo ejército clon de la República será la punta de lanza.

En 2002 se estrenó El Ataque de los Clones. Más allá del título que, en su momento, provocó alguna que otra burla observamos como hubo cierta mejoría respecto a la película predecesora. George Lucas captó parte del mensaje y redujo la presencia en pantalla de Jar Jar Binks centrándose más en las intrigas de Coruscant, los movimientos del Canciller Palpatine, y un último acto en Geonosis que puede considerarse como el inicio de las Guerras Clon.

Lucas planteaba el Episodio II como una “historia de amor” entre Anakin y Padme. Para tratar un tema en el que no era precisamente hábil decidió llamar a Jonathan Hales, uno de los guionistas de Las Aventuras del Joven Indiana Jones. El libreto se nutrió de las aportaciones de ambos e incluyó mayor tiempo en pantalla para Samuel L. Jackson, la aparición de Jango y Boba Fett, y una batalla final con un gran número de Jedis en acción, incluyendo a Yoda.

El argumento trató de oscurecerse un poco más con la presencia del Conde Dooku, un Jedi convertido al Lado Oscuro y servidor de Darth Sidious. Contar con Christopher Lee para el papel supuso un gran acierto y sus presencias, diseminadas a lo largo de la película, son uno de los mejores elementos de la cinta. Sin embargo, la historia de amor chirría por todas sus vertientes.

En primer lugar, Lucas eligió a Hayden Christensen para interpretar a un Anakin que empieza a mostrar importantes signos de rebeldía y exceso de ego. Anakin debía ser una especie de James Dean galáctico pero la pobre interpretación de Christensen no siempre traslada debidamente esas sensaciones al público.

La trilogía original siempre había mostrado elementos naíf. Destilaba momentos de ingenuidad controlada y divertimento. Sin embargo, el principal problema de las dos primeras entregas de la nueva trilogía fue que esa ingenuidad se convertía en cursilería. Hay momentos, en la relación entre Padme y Anakin, que son profundamente risibles y provocan vergüenza ajena. En este sentido, quiero destacar la conversación entre ambos sobre la hierba del País de los Lagos. Allí hay un par de frases que recuerdan más a las series Beverly Hills 90210 y The O.C. que a Star Wars.

En las secuencias en Tatooine la situación pareció mejorar aunque Hayden Christensen seguía sin resultar creíble expresando emociones. La conclusión en Geonosis resulta interesante aunque el exceso de criaturas digitales resulta superfluo hasta que aparecen los Jedi y asistimos a un interesante combate que enfrenta a Obi-Wan y su discípulo contra el siniestro Conde Dooku. La aparición final de Yoda impactó en un primer momento pero, con el paso del tiempo, esas cabriolas computerizadas que realiza el venerable maestro no cuadran con la imagen digna y honorable que teníamos de él en la trilogía original.

La trama en Kamino, con los clonadores y Jango Fett, estuvo correcta pero podía haber dado mucho más de sí. El enfrentamiento en el cinturón de asteroides con el Slave I de Jango equilibró, en parte, lo que no se había logrado en el acuoso planeta. La falta de desarrollo en los personajes que están en el bando de la luz, continuó siendo un fuerte lastre para la película.

Todo ello no fue óbice para que la película volviera a recaudar gracias a su fortaleza como marca y a la continua ilusión de ver algo mejor por parte de la audiencia más fiel. Gran parte de las opiniones de los fans más acérrimos hablaban de la necesidad que hubiera habido una batalla más. Pero no todo podía entrar en una película que era, fundamentalmente, una “historia de amor”.

Como dato curioso, cabe decir que con este film se rodaron los últimos exteriores de la nueva trilogía. George Lucas consiguió su propósito de evitar las localizaciones y los viajes, algo que le cansaba especialmente. En esta ocasión, se volvió a rodar en Túnez añadiéndose localizaciones en el Lago de Como y Caserta (Italia). Los interiores se filmaron en los Fox Studios de Sydney (Australia) y en Elstree (Inglaterra). Se aprovechó la estancia en Túnez para rodar la secuencia final del Episodio III, aquella en que Obi-Wan entrega al Luke recién nacido a la pareja formada por Owen y Beru Lars. En ningún caso, George Lucas iba a volver a Túnez y a su calor sofocante.

Star Wars. Episodio III: La Venganza de los Sith (George Lucas, 2005). Por Francesc Marí

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Las luces se apagaron, el silencio fue ganándose terreno, solo se oían algunos murmullos de un público impaciente. De pronto, el logo de LucasFilm Ltd. Aparece en la pantalla y el pelo empezó a erizarse, a la vez que se oye a alguien imitando a R2-D2… Pero antes de que se le haga callar, dos enormes palabras se estampan en un fondo estrellado STAR WARS… Y un sonoro aplauso arranca entre las butacas a la vez que la música que todos los de la sala conocen empieza a sonar haciendo retumbar las paredes… El Momento había llegado, ese momento que muchos esperábamos desde hacía años, la película que cerraba todo un ciclo, por fin conoceríamos el principio y el fin de todo aquello que nos sabíamos al dedillo… Star Wars. Episodio III: La Venganza de los Sith se había estrenado…

“¡Guerra! La República se desmorona bajo los ataques del despiadado Lord Sith, el Conde Dooku. Hay héroes en ambos bandos. El mal está por doquier. En una contundente jugada, el diabólico líder droide, el General Grievous, ha irrumpido en la capital de la República y ha secuestra al Canciller Palpatine, líder Senado Galáctico. Mientras el ejército droide separatista trata de huir de la capital sitiada con su valioso rehén, dos Caballeros Jedi lideran una misión desesperada para rescatar al Canciller cautivo….”.

La venganza de los Sith es una de las películas más maduras y dramáticas de la saga, luchando por ese honor con El Imperio Contraataca, pero a diferencia de esta, en su momento fue catalogada para mayores de 13 años, algo que nunca había sucedido hasta entonces en la saga. Y no solo el argumento ha evolucionado, sino que también los personajes han dado un paso más allá dejando de ser unos adolescentes para convertirse en unos adultos hechos y derechos. Por ejemplo, Obi-Wan es un experto maestro perteneciente al consejo Jedi, y que en más de una ocasión suelta la frase: “Tengo un mal presentimiento”, equiparable a la mítica: “Soy demasiado viejo para esta mierda” de Danny Glover en la serie Arma Letal.

Además de Obi-Wan y de los personajes habituales de esta trilogía, como Padmé, Anakin o Mace Windu, pocos son las nuevas incorporaciones, ya que no podían introducirse en una trama que ya se conocía como seguía, pero no como se enlazaba. Así que, a parte del importantísimo retorno de Chewbacca y de los wookies, y del General Grievous, el temido cyborg —cuya tecnología es el desarrollo de la de Darth Vader—, no aparecen personajes nuevos relevantes para la saga. Por este mismo motivo, también serán muchos los que serán eliminados o apartados del argumento, como la mayoría de los jedi, que morirán casi extinguiéndose.

Sin embargo, hay una incorporación que destaca sobre todas las demás, aunque sea breve, y que sirve como el nexo perfecto entre una trilogía y otra, y no es otra que la de Darth Vader, siendo uno de los momentos más esperados de la película. De entre los cincuenta y tres días que duró el rodaje, hubo uno que destacó sobre todos los demás, el 1 de septiembre de 2003. Ese día, en un estudio repleto de personas con la piel erizada por la emoción y bajo la atenta mirada de George Lucas, Hayden Christensen tuvo el honor de enfundarse el traje negro de Darth Vader para completar el cambio de Anakin Skywalker. En una escena que pasará a la historia como una de las más esperadas del cine, vemos como Anakin es transformado, mediante prótesis y el archifamoso traje, en el icono de una generación, Darth Vader. Es por ese motivo, que esta película puede que sea una de las más importantes de la saga, ya que, dejando al margen su calidad como cinta de ciencia ficción, es la que responderá a una pregunta que todos los seguidores de Star Wars se hacían desde que se estrenó El Imperio contraataca: ¿Qué le sucedió a Anakin para que se convirtiera en el temido Darth Vader? Como el productor Rick McCallum asegura:

“Cuando ves la primera película, sabes que Vader es el malvado, pero ignoras qué le ha llevado a ser como es, a tomar las decisiones que ha tomado y a convertirse en lo que se ha convertido”.

Y no solo esa, sino que también se responde a dudas tan importantes como: ¿Qué les pasa a los jedi? ¿Cómo nace el Imperio Galáctico? Así que, en este sentido, el Episodio III se convierte en una pieza esencial de la saga, ya que, nos guste o no, actúa como el último eslabón y gran final.
Como momento álgido de la película, justo después de ver como todos los jedis que habíamos ido conociendo a lo largo de las dos anteriores películas, la acción nos lleva hasta el peligroso planeta Mustafar, donde Obi-Wan deberá enfrentarse al que una vez fuera su aprendiz y que ahora se ha unido al lado oscuro, Anakin Skywalker, mientras los ríos de lava los rodean y amenazan en tragarlos en cualquier momento. Será en ese momento, cuando la luz y la oscuridad se enfrentaran, y Obi-Wan no podrá evitar decirle a Anakin:

“¡Tú eras el elegido! El que destruiría a los Sith, no el que se uniría a ellos. El que vendría a traer el equilibrio a la Fuerza, no a hundirla en la oscuridad”.

Una sentida afirmación, que sirve como colofón para entender en la situación en la que acaba la Galaxia al final del Episodio III, dejando la trama en la situación perfecta para enfrentarnos a la trilogía original. Siendo más un “continuará” que no un “fin”.
Estamos a las puertas del Episodio VII, y si bien ya se sabe que numerosos personajes de la trilogía original regresaran, enlazando la trama con Una nueva esperanza, se abrirá un nuevo ciclo. La Venganza de los Sith es el broche final a más de veinte años de espera para la mayoría de los fans —entre los que no puedo contar ya que en 2005 apenas tenía diecisiete años—, además de ser una brillante película de ciencia ficción plagada de acción, aventuras, luchas de sables láser, grandes personajes, espectaculares efectos especiales, y mucha, mucha diversión.

Spielberg on Spielberg: Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993)

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"No la hice para cambiar la forma en que la gente percibía el mundo. Hice la película porque era entretenida y porque era el tipo de película que me apetecía ver, que es la motivación que se encuentra detrás de muchos de mis films... Siempre quise realizar una película sobre dinosaurios. Así que en este sentido se trataba de un film que hice como hobby."

Steven Spielberg siempre había querido realizar una película sobre dinosaurios. Le apasionaban desde niño pero no quería hacer un film sobre un período histórico ancestral. Sin embargo, no se le ocurría un argumento atractivo en el que los dinosaurios pudieran entrar en contacto con la sociedad actual. La oportunidad que buscaba se le presentó de forma casual en una conversación que mantuvo con el escritor, médico y director Michael Crichton a finales de los 80. Ambos se conocían desde 1970 cuando el autor acudió a Universal Studios para negociar la venta de derechos de una de sus primeras novelas: La Amenaza de Andrómeda (The Andromeda Strain). Uno de los ejecutivos del estudio insistió en presentarle a un joven realizador que estaba a punto de dirigir un episodio de Night Gallery protagonizado por Joan Crawford. Trabaron amistad a partir de ese momento y a medida que iban avanzando en sus respectivas carreras se veían regularmente para comentar opciones sobre guiones. En 1989, habían acordado desarrollar una propuesta que se centraba en el día a día del personal de urgencias en un hospital de Chicago. De esas conversaciones acabó surgiendo la multi-premiada y aclamada serie Urgencias (ER, 1994-2009). Durante una de las reuniones, Spielberg le preguntó a Crichton qué otros proyectos tenía en mente. El novelista le respondió: "algo sobre dinosaurios y ADN". Esta idea de partida captó la atención inmediata del director que siguió inquiriéndole hasta que Crichton le explicó todo el argumento de Jurassic Park.
"La parte científica para mí era suficientemente creíble y me dije: es la combinación más impresionante de ciencia e imaginación que jamás he visto que se le ocurriese a alguien. Y ese alguien era Michael Crichton."
Atraído por el material, Spielberg contactó con su alma mater, Universal Pictures, para que se hicieran con los derechos de una novela que no se publicó hasta noviembre de 1990. En Hollywood se empezaba a rumorear el proyecto de Crichton y varios estudios se enzarzaron en una disputa por los derechos de adaptación. Warner Brothers pensaba en comprar el material para Tim Burton, Columbia se posicionó pensando en Richard Donner y 20th Century Fox quería producirla con Joe Dante al mando. Pero la aureola de Spielberg en este tipo de películas decidió la puja. Universal accedió a las peticiones del novelista y le pagó un millón y medio de dólares además de un porcentaje en taquilla. Crichton recibió quinientos mil dólares más por la escritura de un primer borrador de guión. 

Spielberg iba a empezar con Schindler's List justo después de Hook y pensaba meterse con Jurassic Park posteriormente ya que el reto técnico era importante y prefería disponer de un mayor tiempo para la pre-producción. Sin embargo, el orden tuvo que cambiarse ya que su descubridor y ahora Presidente de MCA/Universal, Sid Sheinberg, tenía otros planes. Un proyecto tan arriesgado como Schindler's List sería aceptado con la condición de que primero llegaran los dinosaurios y su previsible recaudación en taquilla.

Michael Crichton (1942-2008).

Michael Crichton tenía listo su borrador en 1991 pero se confesó incapaz de compactar la extensa trama científica presente en la novela. Su libreto dejaba demasiadas cosas fuera así que resultaba necesario contar con alguien que empezara de nuevo desde una perspectiva menos implicada. La co-guionista de Hook, Malia Scotch Marmo, escribió un nuevo borrador que no dejó satisfecho a Spielberg. Fue entonces cuando Casey Silver, jefe de producción del estudio, le recomendó a David Koepp, un joven autor cuyos trabajos más destacados habían sido Malas Influencias (Bad Influence, 1990) y La Muerte Os Sienta Tan Bien (Death Becomes Her, 1992). Koepp pareció dar con los resortes necesarios para captar la atención del director convirtiendo el guión en una aventura moderna con mucha acción y personajes subordinados a la fuerza visual que debía tener la representación de los dinosaurios en pantalla. Además, incorporó ideas que Spielberg había sugerido como el vídeo animado que explica la creación de los dinosaurios.

La trama se centró entorno al complejo que el fundador de la compañía InGen, John Hammond, ha creado en la Isla Nublar (cercana a Costa Rica). En ella, se ha utilizado la ingeniería genética más puntera para crear quince especies de dinosaurios a partir de restos de ADN fosilizado en mosquitos jurásicos sepultados en ámbar. Para poner en marcha el parque y calmar a los inversores, necesita el aval de varios expertos. La llegada de Alan Grant, Ellie Sattler e Ian Malcolm a Nublar coincidirá con una cadena de acontecimientos en la que también se verán mezclados los nietos de Hammond. Cuando las fuerzas de la naturaleza desbordan el control tecnológico, la lucha por la supervivencia se impondrá. 

Además de incorporar un mensaje relativo a los peligros que supone violar el orden natural, el guión también introdujo ideas de respeto por la vida animal aun cuando dichas criaturas sean una amenaza potencial para los humanos. En última instancia, la vida siempre se abre camino y rebasa los límites impuestos por el hombre. Ian Malcolm es el principal transmisor de un mensaje que acabaran compartiendo el resto de personajes.

Incluso antes de tener el guión definitivo, Spielberg había creado un storyboard de la novela. Dividió el libro en secuencias para saber cuales debían ser los puntos culminantes en la aparición de los dinosaurios. Su idea básica era que no deseaba monstruos cinematográficos como se había visto hasta ahora. Quería el máximo realismo para mostrar a los dinosaurios como animales salvajes en una época inapropiada. Para ello era necesaria una mezcla de paleontología, maestría y tecnología punta.

La exigencia tecnológica en la caracterización de los dinosaurios requería unos efectos especiales excelentes. Por consiguiente, el director fichó a los mejores especialistas de la industria: Stan Winston (creador de efectos mecánicos articulados), Phil Tippett (miniaturista y seguidor de la técnica stop-motion creada por Ray Harryhausen), Michael Lantieri (coordinador de efectos visuales), y Dennis Muren (miembro de Industrial Light & Magic y pionero en el desarrollo del CGI, Computer-Generated Imagery). En las primeras conversaciones se acordó que se utilizarían las miniaturas móviles de Tippett combinadas con robots de tamaño real creados por Winston. Lantieri supervisaría la interacción de estos elementos en el set y Muren dirigiría al equipo de ILM encargado de integrar las composiciones en post-producción. 

A finales de 1990, el taller de Stan Winston empieza a recrear el aspecto de los dinosaurios basándose en los estudios paleontológicos más modernos. Spielberg pedía el máximo realismo y una combinación perfecta entre arte y tecnología. Los técnicos responden a ello con moldes de textura perfecta que rellenan con esqueletos electrónicos para permitir el movimiento por control remoto. Phil Tippett realiza storyboards en tres dimensiones utilizando sus miniaturas. Con estos animatics empiezan a trabajar mejor los movimientos y la cadencia temporal.


En esta fase se inicia la imprescindible colaboración del paleontólogo Jack Horner, uno de los grandes especialistas mundiales en la materia. Asesora y aporta datos precisos a los técnicos acerca del comportamiento de los seres mesozoicos e introduce en el guión su teoría de que la mayor conexión de los dinosaurios con la fauna actual son las aves, no los reptiles. El storyboard en 3-D que había preparado Tippett para la secuencia de la cocina, recibió la enmienda de Horner puesto que los velociraptores sacaban una especie de lengua reptiliana que no se correspondía con la evidencia científica.

Sin embargo, las pruebas con las miniaturas de Tippett no dejaron satisfecho a Spielberg. La técnica del stop-motion creaba un movimiento discontinuo y entrecortado que no se podía solventar. En la misma sala de visionado, Dennis Muren planteó otra posibilidad. Su propuesta era utilizar CGI y tratar de mejorar lo que ya habían conseguido en Terminator 2: Judgment Day (1991).Spielberg no estaba tan predispuesto a la nueva tecnología como James Cameronaunque recordó que una de sus películas producidas, El Secreto de la Pirámide (Young Sherlock Holmes, 1985), incluyó la primera creación computerizada en la secuencia en que la vidriera de una iglesia se convierte en figura animada a los ojos de un sacerdote. Desde entonces, ILM había hecho grandes avances en la tecnología infográfica y los primeros resultados se habían visto en Abyss (1989) y T2 (1991).

Muren ofreció crear todos los dinosaurios, de cuerpo completo, con CGI. El director respondió con una palabra: "prueba". Los técnicos de ILM se iban a enfrentar al mayor reto de sus carrera puesto que deberían crear seres vivos que además de moverse también sudan y respiran. Los robots y criaturas acuosas que habían realizado hasta ahora debían quedar atrás. Pero los grandes retos suelen generar buenos resultados y eso es lo que apreció Spielberg en la primera prueba que realizaron con Gallimimus corriendo. 
"Quedé impresionado con el test de los Gallimimus. Nunca había visto tanta suavidad en el movimiento, excepto en los documentales de National Geographic." 
La segunda prueba integró al Tyrannosaurus-Rex con los Gallimimus. La sensación de realismo y vida que salía de las creaciones digitales era un hecho irrefutable. Tras ver esta segunda prueba, Spielberg le dijo a Tippett: "Creo que te has quedado sin trabajo". Y éste respondió: "Más bien creo que estoy extinguido". Spielberg decidió incluir estas frases en el guión y las situó en la escena en que Grant y Malcolm hablan tras haber visto las primeras especies de dinosaurios en Jurassic Park.

Phil Tippett no encajó bien que todo su trabajo fuera rechazado. No obstante, consiguieron convencerle de su importancia en la película supervisando y corrigiendo errores de movimiento en la previsualización del CGI. Él y su equipo podían diseñar los movimientos de los dinosaurios y asesorar a los animadores de ILM para perfeccionar las creaciones. Se había preparado tanto y conocía tan bien el mundo de los dinosaurios que se convirtió en el Alan Grant de ILM
"Quiero una buena película que alabe la existencia de los dinosaurios y la yuxtaponga al hombre de hoy, algo un poco reñido con la realidad. Esto no es Gorgo ni Godzilla. Ves la película y te crees lo que ves."

Mientras la pre-producción avanzaba en varios frentes a nivel técnico, el director configuró un reparto en el que incluyó a actores que reforzaran el realismo que necesitaba para el tono del film. Aunque disponía de presupuesto para ello, no quería contratar a grandes estrellas que despistaran a la audiencia y la hicieran perder el foco de lo realmente importante. Quería trabajar con Sam Neill desde que vio Calma Total (Dead Calm, 1989) y le ofreció el papel del respetado paleontólogo Alan Grant. En cuanto a su compañera sentimental y reconocida paleobotánica, Ellie Sattler, se decidió por otra actriz que podía aportar ese grado de sinceridad en pantalla que buscaba: Laura Dern. Jeff Goldblum fue elegido para dar vida a Ian Malcolm, matemático y seguidor acérrimo de la teoría del caos. Su naturalidad en escena daba la continua impresión de que se estuviera inventando el diálogo en cada momento y eso le interesaba especialmente a Spielberg. Para dar vida a John Hammond, el director quería a alguien que ofreciera prestancia, notoriedad y a la vez vulnerabilidad. Llamó al respetado actor y oscarizado director británico, Richard Attenborough, y éste impregnó solemnidad a la frase "Welcome to Jurassic Park". En papeles más secundarios encontramos a Wayne Knight dando vida a Dennis Nedry, el hombre cuya avaricia precipita el desastre. También aparecen Bob Peck, Martin Ferrero y un por entonces semi-desconocido Samuel L. Jackson. Un año después, intervendría en Pulp Fiction y su cotización se dispararía.

El interés de Spielberg por trabajar con Joseph Mazzello, un niño cuya precocidad le había llevado a estar presente en cuatro películas a su corta edad de nueve años, provocó el cambio de roles entre los nietos de Hammond.David Koepp modificó el guión para convertir a Tim (Mazzello) en el hermano pequeño interesado en los dinosaurios mientras que su hermana, Lex (Ariana Richards), sería más retraída, hábil con los ordenadores pero más temerosa del mundo natural.

Jurassic Park significó la primera colaboración entre Spielberg y el diseñador de producción Rick Carter. En este primer trabajo para el Rey Midas, Carter diseña unos decorados exteriores que aprovechan la extraordinaria fuerza natural del entorno. Todo estuvo listo para que el 24 de agosto de 1992 diera inicio el rodaje en la isla de Kauai (Hawaii). Durante tres semanas, el equipo rodó en varias localizaciones de la isla aunque también en otros lugares de Oahu y Maui. El Huracán Iniki irrumpió en Kauai el 11 de septiembre y paralizó el rodaje un día. Algunas de las tomas que muestran el temporal en Nublar son imágenes reales grabadas en ese momento. 

Spielberg y Kathleen Kennedy junto a la Triceratops creada por el taller de Stan Winston.

El gran reto fue el de hacer interactuar a los actores con un dinosaurio por primera vez. Ese momento se dio en la secuencia de la Triceratops enferma. Se trataba de una creación completa del taller de Stan Winston, cuyos movimientos se controlaban por vía remota. Su funcionamiento fue tan bueno que Spielberg deseó haber tenido algo parecido en el rodaje de Tiburón (Jaws, 1975). En cuanto al gran momento inicial con el Braquiosaurio, el director decidió incluir un contrapicado que ILM completó magníficamente en post-producción con la introducción del dinosaurio digital. Los actores se adaptaron bien al rodaje de escenas frente al vacío porque el storyboard estaba muy bien desarrollado y las instrucciones del realizador eran muy precisas. Otro ejemplo de ello es la secuencia en que los Gallimimus corren a toda velocidad y son sorprendidos por el T-Rex.
"No me da vergüenza decir que con Jurassic Park en realidad intentaba hacer una buena secuela de Jaws. En tierra."
A mediados de septiembre, finalizó el rodaje en Kauai y el equipo se desplazó a los estudios Universal para la filmación de interiores. Los niños rodaron entonces la secuencia de la cocina en la que el director de fotografía, Dean Cundey, se las ingenió para sacar luz de los propios reflejos que ofrecía el aluminio de los armarios. Posteriormente, se filmaron las escenas en la excavación de Grant en Montana aunque no tuvieron que ir tan lejos puesto que se rodó en Red Rock Canyon State Park (California). Finalizado este exterior, el equipo regreso a Universal Studios para completar los interiores. Fue particularmente demandante toda la secuencia de la primera aparición del T-Rex frente al convoy de los protagonistas. El resultado final es el producto de una gran integración entre el CGI y el T-Rex creado por Stan Winston para los planos cortos. Aunque la lluvia artificial hizo parar varias veces el mecanismo del dinosaurio, todo acabó saliendo a la perfección gracias al trabajo de coordinación de Michael Lantieri y al buen nivel de interacción entre el ingenio mecánico y los actores. 


El rodaje terminó con el nuevo fin que Spielberg decidió incluir. La conclusión inicial mostraba a los protagonistas escapando de los velociraptores gracias a que estos se enredan entre el gran esqueleto del centro de visitantes. Pero el T-Rex era la estrella de la película y tenía que volver a aparecer así que el director decidió que fuera el gran depredador el que, curiosamente, permite la huída de los protagonistas al enfrentarse a los raptores. La filmación acabó el 30 de noviembre, doce días antes de los previsto.

Pocos días después, Spielberg y Michael Kahn empezaron a trabajar en el montaje final. A mediados de diciembre todo quedó listo para ser integrado con el trabajo de ILM. El director pasó a ocuparse de la pre-producción de Schindler's List y estableció que le fueran informando de los progresos mientras John Williams daba los últimos detalles a la banda sonora.

El trabajo en ILM continuó intensamente en los meses siguientes y, a partir del mes de marzo, con Spielberg rodando Schindler's List en Polonia, éste empezó a comunicarse por teleconferencia con los técnicos de Industrial Light & Magic cuatro veces por semana. En cuanto a los efectos sonoros, coordinados por Gary Rydstrom, Spielberg confió la supervisión de los mismos a su amigo George Lucas. El complejo proceso creativo finalizó dos semanas antes del estreno en Estados Unidos, fijado para el 11 de junio de 1993.

En cuanto a la BSO de John Williams, cabe decir que nos encontramos ante una de sus obras de referencia. En ella, el compositor volcó acordes y ritmos que expresan fascinación, asombro y también peligro. Además de crear un maravilloso tema principal, consigue interesantes variantes del leit motiv ampliando la duración.  El mejor ejemplo lo hallamos en "Journey to the Island", una composición que rebosa sentimiento de aventura. En conjunto, estamos ante un trabajo grandilocuente que se disfruta de principio a fin.

La película logró un éxito monumental en taquilla. Sid Sheinberg y la corporación Universal no pudieron estar más satisfechos ante la rentabilidad del proyecto: presupuesto de 63 millones de dólares y box office mundial de 914. Con su reestreno en 3-D, veinte años después, sobrepasó la marca del Billón de dólares ocupando la posición 17 entre las películas más taquilleras de la historia. 

La gran noche de Spielberg en los Oscar se vivió el 21 de marzo de 1994. A las siete estatuillas logradas por Schindler's List en las categorías principales, se añadieron los tres triunfos de Jurassic Park en los apartados de sonido, efectos de sonido y efectos visuales.

Dennis Muren, Stan Winston, Phil Tippett y Michael Lantieri con sus recién obtenidas estatuillas.

En su momento, Jurassic Park fue un hito en la creación de efectos visuales. Supuso el inicio de una revolución en la puesta en escena que hemos seguido disfrutando, con mayor o menor acierto, en las décadas posteriores. La tecnología ha progresado y la capacidad de procesamiento de datos a nivel informático ha mejorado muchísimo. Sin embargo, nada de lo que ha venido después podría haber sido posible sin Abyss, Terminator 2 y Jurassic Park.

Creo que lo que ha diferenciado a Spielberg y Lucas en cuanto a la utilización de la infografía, reside en que el primero ha utilizado la tecnología de forma prudente y siempre acorde a la historia que debía tratar. Jurassic Park fue un éxito gracias a la integración de diversas técnicas, con un esfuerzo colectivo basado en el respeto entre los diferentes creativos. El director recuperó las constantes del cine clásico de catástrofes y actualizó el modelo esquematizando el guión y los personajes para lograr un family blockbuster rebosante de pureza en el que nunca se promete más de lo que se puede dar.
"La gente iba a ver esta película una y otra vez por los dinosaurios, no porque los niños tuviesen una escena bonita en la que se sentaban al lado de un árbol por la noche y hablaban durante tres minutos."
A día de hoy, Parque Jurásico sigue siendo un buen entretenimiento. Mantiene un ritmo constante que sigue captando el interés del espectador. Pero este tipo de productos hay que saber hacerlos con equilibrio. Y no todos han sabido aplicar este principio como Steven Spielberg




Precedido por:


Continúa en:

La Lista de Schindler (Schindler's List, 1993)

La Humanidad contra el Universo. Por Francesc Marí

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Mars Attacks! (Tim Burton, 1996), Independence Day (Roland Emmerich, 1996), La Guerra de los Mundos (versiones de 1953 y 2005), Cowboys & Aliens (Jon Favreau, 2011), Battleship (Peter Berg, 2012), Los Vengadores (Joss Whedon, 2012), Bienvenidos al fin del Mundo (Edgar Wright, 2013), Pacific Rim (Guillermo del Toro, 2013), Al filo del mañana (Doug Liman, 2014) o Falling Skies (Robert Rodat, 2011-2015) son algunas de las películas y series de televisión de un sub-género tan habitual de la ciencia-ficción como son las invasiones de alienígenas. Sin embargo, todas estas películas —y muchas otras que se me deben escapar— se caracterizan por mostrarnos una forma un tanto peculiar de la habitual trama de invasión y conquista típica de La guerra de los mundos. En estas películas, si bien siempre los aliens empiezan con un fuerte ataque que pone contra las cuerdas a la humanidad, esta coge fuerzas y valor de cualquier parte para plantar cara y enfrentarse a los invasores, aunque que termine en derrota. Ya que, como bien dice Tony Stark/Iron Man en Los Vengadores:

«Si no podemos salvar la Tierra, sin duda la vengaremos».

Y esta no es una amenaza vacía. ¡Qué va! Porque los humanos tenemos unos co***es como un toro, y puede que al final acabemos derrotados, esclavizados o muertos, pero no nos quedaremos con los brazos cruzados mientras unos recién llegados vienen a conquistarnos sin nuestro permiso.

Todas las películas que muestran esta clase de resistencia por parte de los humanos a ser conquistados por invasores del espacio, tienen tres elementos que son indispensables para que funcione bien: la poca probabilidad de victoria, el discurso patriótico y el sacrificio humano.

La trama siempre empieza con una invasión sin previo aviso —aunque es normal, nadie invade a otro avisándole antes de que va a hacerlo— con todo un armamento superior al nuestro, y ello deriva en toda una oleada de muerte y destrucción. Destruyen nuestros símbolos más queridos —o los más queridos de los americanos—, como laCasa Blanca, Nueva York o la Torre Eiffel, es decir, nos golpean donde más duele, y nos obligan a recluirnos en nuestras madrigueras aterrorizados.

Puede que ellos tengan las armas más grandes, las naves más peligrosas, pero sin duda, no los tienen tan bien puestos como nosotros. Ya que literalmente nos la suda si son pequeños hombrecillos verdes o monstruos titánicos, la naturaleza del ser humano es plantarles cara hasta el último respiro.

Sin embargo, y ahora viene la segunda fase, siempre tenemos a un líder político o militar que es consciente del peligro que corremos, pero que sabe que somos capaces de enfrentarnos a él. En ese instante, en un momento de sentimiento patriótico altísimo mezclado con una sensación de auto-conservación de la especie, ese hombre suelta gran discurso en pos de enaltecer los corazones todos los que lo oigan, para llenarlos de valor y enfrentarse a ese foráneo. En este sentido, el discurso más clásico es el que se marca el presidente Thomas J. Whitmore, interpretado por Bill Pullman, en Independence Day:

«En menos de una hora, estos aviones se unirán a otros de todo el Mundo, para lanzar la mayor batalla aérea en la historia de la humanidad. La humanidad, esa palabra adquiere hoy un nuevo significado. Tenemos que dejar a un lado nuestras insignificantes diferencias, estaremos unidos por un interés común. Tal vez, el azar ha querido que hoy sea 4 de Julio, y que de nuevo vayáis a luchar por vuestra libertad. No para evitar tiranía, opresión o persecución, sino la aniquilación. Luchamos por nuestro derecho a vivir, a existir. Y si vencemos hoy, el 4 de Julio ya no será únicamente una fiesta norteamericana, sino el día en que el Mundo declaró al unísono: No desapareceremos en silencio y en la oscuridad. No nos desvaneceremos sin luchar. Vamos a vivir, vamos a sobrevivir. Hoy celebramos nuestro día de la Independencia».

Si es que los humanos somos como la típica clase rebelde, entre nosotros estamos a matar, siempre peleándonos por tonterías, pero si viene alguien de fuera y amenaza a alguno de nosotros, que se prepare, porque le vamos a dar tal somanta de palos que le va a dar igual de que planeta proceda, ya que le vamos a echar del nuestro volando.

Y lo daremos y lo sacrificaremos todo para hacerlo. A pesar de las pobres armas de las que dispongamos, a pesar de estar acorralados y medio exterminados, cogeremos cualquier cosa que tengamos al alcance, sea un avión de hace veinte años, un acorazado de la Segunda Guerra Mundial o un viejo tocadiscos, y nos meteremos en la boca del lobo —o del alien— para patearle el culo. Puede que perdamos al vida, pero nos dará absolutamente igual siempre que, con ello, logremos vencer al invasor.

Porque una cosa que no saben los aliens es que estamos como auténticas regaderas. Cuando estamos entre la espada y la pared, siempre recurrimos a alocados planes que, a priori, son impracticables, pero la adrenalina, el cabreo y un poco alcohol somos capaces de cualquier cosa.

Es por todo esto que, si alguna vez, algún alien se atreviera a pisar la Tierra, antes de presentarse como un temible invasor, le recomiendo que se mire detenidamente todas estas películas, ya que sabría de lo que somos capaces los humanos y se lo pensaría dos veces antes de poner un pie en nuestra querido planeta. Porque puede que nosotros nos la carguemos antes, pero no vamos a permitir que unos extraterrestres del tres al cuarto lo hagan en nuestro lugar… ¿No?

Star Wars. Personajes: General Grievous. Por Francesc Marí

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No hace falta decir que el villano principal de la nueva trilogía es Palpatine, sin embargo, él no es el que se enfrenta a sus eternos rivales, los Jedis, sino que en cada una de las películas tiene a sus secuaces. En La Amenaza Fantasma era Darth Maul y en El Ataque de los Clones era el Conde Dooku, pero en La Venganza de los Sith las cosas fueron un poco diferentes.

Conceptualmente, durante las Guerras Clon, Dooku no podía ser el único villano al que la República podía enfrentarse, era necesario que se crearan más villanos para que la trama no fuera repetitiva. En este marco se crearía a Asajj Ventress, aprendiz de Dooku, y a Durge, líder del ejército separatista. Sin embargo, sería otro el que acabaría alzándose como general en jefe de todos los ejércitos de la Confederación de Sistemas Independientes, el General Grievous.

Este personaje, ideado por Lucas y su equipo como el villano principal del Episodio III en sustitución de Dooku ---decapitado durante los primeros minutos de la película---, puede parecer que su papel es meramente testimonial a la espera de la aparición de Darth Vader, pero no es así. En la trama de las dos series de animación ambientadas en las Guerras Clon, Grievous juega un papel relevante como verdadero artífice del éxito militar de los separatistas, así como un gran espadachín que acabará con la vida de unos cuantos Jedi.

Sin ser un Sith, Grievous fue entrenado por Dooku en la lucha con los sables láser, y aprovechando sus cuatro brazos robóticos conseguía blandir cuatro sables a la vez, una superioridad que muy pocos luchadores podían soportar. Esta habilidad convirtió a Grievous en uno de los más temidos cazadores de jedi de toda la Galaxia, ya que a pesar de luchar con sables láser, nunca construyó uno, las más de treinta armas jedi que posee fueron robados a sus propietarios tras su muerte.

Grievous irrumpe en el universo Star Wars de golpe y sin aviso, y todos los personajes parecen conocerlo, sin embargo, cuando apareció en la gran pantalla, el público desconocía por completo su pasado. Debido a su misterioso aspecto, era inevitable que las preguntas sobre sus orígenes surgieran a millones. A pesar de que gran parte de su apariencia es la de un droide, un Grievous nació como un ser completamente orgánico llamado Qymaen jai Sheelal, un guerrero kalee que sufrió un terrible accidente. A pesar de las heridas, y gracias a los cuidados de Dooku, Grievous sobrevivió y, aprovechando la tecnología del ejército droide, fue convertido en el peligroso cyborg que aterrorizaría la Galaxia.

En retrospectiva, podemos admitir que, para Palpatine, Grievous no era más que una versión beta de su gran y malévola creación, Darth Vader. Sin ir más lejos, la peculiar tos que Grievous muestra a lo largo de toda la película, no es más que el resultado de un mal funcionamiento de su sistema respiratorio mecánico, algo que sería mejorado en el cuerpo de Anakin Skywalker, y que se convertiría en el precedente de su tan característica respiración. En este sentido, es interesante saber que, tras las cámaras, el origen de la tos de Grievous es la de George Lucas, que un día apareció tosiendo constantemente y todo el equipo creyó que sería algo original para el nuevo villano que estaban creando. Durante esta etapa de creativa, el gran Gary Oldman estuvo muy cerca de dar su voz a Grievous, pero las temibles leyes sindicales que siempre han ido en contra de Lucas, lo impidieron, haciendo que Matthew Wood, uno de los técnicos de sonido, se hiciera cargo de ello.

Puede que el General Grievous no sea un villano a la altura de Palpatine, Vader o incluso Maul, sin embargo es un importante eslabón en la larga cadena de némesis del universo Star Wars. Ya que si bien su papel en el cine es más bien testimonial, se convierte en un personaje muy relevante en una trama tan importante como es la de las Guerras Clon.

Star Wars. Manual de Supervivencia es un proyecto de LASDAOALPLAY? y El cine Hollywood.

Los siete Superman

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Cuando nos encontramos con un personaje al que admiramos, idolatramos o nos lleva a identificarnos con él por motivos diversos, nos es gratificante poder verlo recreado una y otra vez para, así, volver a formar parte (ni que sea como espectador) de sus aventuras que tanto nos hacen disfrutar y soñar. 

Ha pasado con un gran número de ellos, llegándose a hacer diferentes versiones de una misma trama o aportando ideas nuevas conforme se van sucediendo las películas o capítulos de las series correspondientes. Un ejemplo paradigmático de ello es Superman.

A lo largo de la trayectoria de este personaje creado por Jerry Siegel y Joe Shuster en 1938, siete han sido los actores que lo han llevado a la gran y pequeña pantalla en diferentes producciones destacadas que han pretendido hacer llegar al público la esencia de este superhéroe y hacer posible, con ello, que perviva a lo largo de las décadas, uniendo a varias generaciones con nacionalidades y costumbres bien diferentes.



El primero en llevarlo a la gran pantalla fue KIRK ALYN, en las películas Superman (1948) y en su secuela Atom Man vs. Superman (1950). Nacido como John Feggo Jr. en New Jersey (1910), Alyn ya empezó desde niño a demostrar sus dotes como actor al participar en musicales de Broadway, llegando en años posteriores a trabajar como cantante y bailarín como paso previo a su salto a Hollywood, en 1940, donde al principio solo consiguió papeles pequeños en películas de bajo presupuesto hasta que le llegó su gran oportunidad con Superman. Su interpretación del famoso superhéroe no estuvo exenta de polémica ya que sus seguidores no veían con buenos ojos que Superman no volara en las producciones. La razón fue que para las tomas en que éste volaba se utilizó el Rotoscopio (técnica de animación a partir de calcos de fotogramas con imágenes reales): al intentar volar, a Alyn se le veían claramente los cables que lo sostenían y, por razones obvias, se desecharon todas estas escenas. Después de interpretarlo, Alyn intervino en algunas producciones más, llegando a escribir una autobiografía, “Un empleo para Superman”. En 1978, hizo una breve interpretación como padre de Lois Lane en Superman y apareció en una breve entrevista del documental “La producción de Supermán: The Movie”, donde explicaba qué método siguió para interpretarlo. Su última película fue Scalps (1983). Murió en 1999, a los 88 años, en Woodlands (Texas). 




  
El siguiente en llevar a la pequeña pantalla al famoso superhéroe fue GEORGE REEVES, del que hablamos en un artículo específico.





En 1978 llegó a la gran pantalla el Superman de Richard Donner, con un joven y casi desconocido actor, CHRISTOPHER REEVE, que saltó al estrellato de manera fulgurante gracias a su inolvidable interpretación del superhéroe. Nacido en 1952 en Nueva York, debutó en Broadway en 1976 con la obra “A matter of gravity”, con Katharine Hepburn. Continuó en los escenarios y desde allí llamó la atención de los responsables de casting del nuevo Superman de Richard Donner e Ilya Salkind. Fue tal su éxito de taquilla que Reeve protagonizó tres secuelas más de la saga: Superman II (1980), Superman III (1983) y Superman IV: The Quest for Peace(1987). Aparte del Hombre de Acero, Reeve trabajó en obras destacadas, como Somewhere in Time (convirtiéndose esta película en una cinta de culto), Death Trap,Monseñor, Las Bostonianas, El reportero de la Calle 42, Lo que Queda del Día, Sin palabras, Above Suspicion y El pueblo de los Malditos (1995), su última película antes de sufrir un accidente de equitación en Virginia. Ya en silla de ruedas debido a la casi total inmovilidad, rodó en 1998 el remake de La ventana indiscreta y dirigió el telefilm In the Gloaming. Participó también como invitado en Barrio Sésamo, The Practice y Smallville. Murió a los 52 años de edad tras múltiples fallos en su organismo como consecuencia de las lesiones sufridas por la caída. 




En 1966, en Michigan, nació el que sería el siguiente en encarnar al famoso héroe en televisión, DEAN CAIN. Graduado en Historia en Princeton, su meta era convertirse en jugador de fútbol profesional pero una lesión en la espalda antes de firmar con los Buffalo Bills se lo impidió. En el año 1993, protagonizó la famosa serie Lois y Clark: las nuevas aventuras de Superman, junto a Teri Hatcher. El capítulo piloto batió récords de audiencia y se rodó hasta 1997, catapultando a la fama a la pareja de intérpretes. Cain también participó en algunas series de televisión notorias de aquellos tiempos, como Un Mundo Diferente y Beverly Hills, 90210




El quinto actor encargado de interpretar a Superman fue TOM WELLING. Un cazatalentos lo descubrió a los 22 años y le hizo empezar como modelo para continuar, con los años, siendo actor. Nacido en 1977 en Nueva York, Welling realizó su primer trabajo importante como actor en la serie Judging Amy (2001), donde solo iba a participar en tres episodios aunque acabó actuando en seis debido a las buenas críticas que recibió. Trabajó también en Unidad especial y Underaded. Sus andaduras como Superman las podemos presenciar en la serie Smallville, donde consiguió el papel tras una audición nacional que pretendía encontrar a un actor con talento fresco que renovara la imagen del héroe. Su éxito (la serie llegó a las diez temporadas, desde 2001 hasta 2011) propició que Welling diera el salto a la gran pantalla, con papeles en Doce en Casa (2003) o en el remake de The Fog (2005). Cuando finalizó la serie, probó suerte como productor ejecutivo con la serie Hellcats, cancelada tras su primera temporada por baja audiencia. Su última interpretación la podemos ver en la película Draft day, de 2014.




BRANDON ROUTH fue el escogido en 2004 por la Warner Brothers para relanzar la franquicia de Superman, descartando a otros candidatos como el mismo Tom Welling ya que ésta ya era conocido y el director Bryan Singer quería justo lo contrario. Su interpretación del héroe en Superman Returns (2006), no convenció a casi nadie. El famoso crítico, Roger Ebert, lo describió como un actor que carecía del carisma necesario para interpretar a Kal-El. Desde ese momento, el actor nacido en 1979 en Des Moines (Iowa), ha aparecido fundamentalmente en algunas series de televisión como Partners. Actualmente, está interpretando a The Atom en las companion series Flash y Arrow. 




Superman se “convirtió” en inglés con Man of Steel (2013), de Zack Snyder. Nacido en la isla de Jersey en 1983, HENRY CAVILL participó ya en varias obras teatrales siendo niño, interpretando incluso figuras como Oberon o Hamlet. Su debut fue en 2001 en la película Laguna. Un año después, intervino en una nueva versión de El Conde de Montecristo, dirigida por Kevin Reynolds, y, en 2007, apareció en la película de fantasía, Stardust. Pero su fama le venía de interpretar al primer duque de Suffolk, Charles Brandon, en la reconocida serie Los Tudor, donde trabajó desde 2007 hasta 2010. Cavill reúne una corta pero exitosa carrera: en 2009, fue seleccionado por el mismo Woody Allen para su comedia romántica Si la cosa funciona; en 2011 trabajó junto a Mickey Rourke y Kellan Lutz en la película Immortals y en el mismo año intervino en La Fría Luz del Día, junto a Bruce Willis y Sigourney Weaver.

Siete actores para siete supermanes distintos, todos ellos compartiendo la misma esencia pero con cualidades propias que los hacen diferentes y únicos a lo largo de varias décadas en las que hemos podido disfrutar de las aventuras de este superhéroe por excelencia.

Star Wars. Personajes: C-3PO Y R2-D2. Por Francesc Marí

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Una de las principales inspiraciones que George Lucas tuvo para crear el universo Star Wars y, sobre todo, de la trilogía original fueron las películas de samuráis de Akira Kurosawa.

Desde la vestimenta y la filosofía de los Jedi hasta esa concepción de western de la trama, son fruto del gran amor que sentía el californiano por el cine del maestro japonés. Entre todas las películas de Kurosawa, la que puede asimilarse más a la trama de Una nueva esperanza, es La fortaleza escondida. De ella, Lucas extrae la idea de la princesa en apuros, del mercenario con buen corazón y, lo que es más importante, la pareja cómica. En la película aparecen dos personajes que se ven involucrados en la historia sin quererlo, y se pasan gran parte de la película discutiendo entre ellos, refunfuñando y protestando por todo lo que ocurre a su alrededor. Seguramente os estaréis preguntando «¿por qué nos pega este rollo sobre Kurosawa?». Pues es muy sencillo, esta pareja cómica también fue trasladada al universo Star Wars, convirtiéndose en dos de los personajes emblemáticos de toda la franquicia, C-3PO y R2-D2.

Pero esta no fue la única inspiración de la que se nutrió Lucas para crear a estos dos personajes. Desde la relación entre los personajes de Stan Laurel y Oliver Hardy, hasta el mítico robot de Metrópolis, todo ello mezclado de la forma más genial que Lucas pudo concebir, dando lugar a estos dos personajes tan queridos por el público.

Sin duda alguna, el material que existe sobre estos dos personajes permitiría escribir un extenso artículo para cada uno, sin embargo, debido a su estrecha relación y su entrañable vinculación, es inevitable hablar de uno sin hacerlo del otro.

C-3PO es un droide de protocolo para interactuar con humanos y otras formas de vida humanoides, fue fabricado en Affa y reensamblado por un joven Anakin Skywalker en Tatooine, donde tendría que ayudar a su madre, Shmi. Sin embargo, con el paso de los años pasaría a convertirse en el mayordomo de Padmé Amidala y, más tarde, de su hija, Leia.

Por su parte, R2-D2 fue un droide astromecánico perteneciente a los Ingenieros Reales de Naboo, que tras sus muchas actuaciones heroicas, se convirtió en el droide personal de Anakin Skywalker, siempre acompañándole cuando este pilotaba todo tipo de naves, algo que también haría para Luke, cuando su tío Owen Lars lo compró.

En la trilogía clásica, siempre vemos a estos dos personajes juntos, y separados en muy pocas y breves ocasiones, sin embargo, resulta curioso saber como se conocieron. Uno de los momentos más esperados de La Amenaza Fantasma es en el que ambos droides se conocen en el taller de Anakin Skywalker, y a pesar de que el momento de unir sus aventuras no llegaría hasta El Ataque de los Clones, ya se puede ver esa complicidad entre ambos.

En este sentido, uno de los pocos momentos felices del final de La Venganza de los Sith es cuando descubrimos que estos dos personajes no se separarán como todos los demás, quedando al servicio del capitán Antilles. Pero algo que no puedo evitar preguntarme al final de esta película es ¿qué diría 3PO al saber que el pequeño Ani se había convertido en Darth Vader? Esto es que no sabremos nunca, y aunque creamos que R2 debería habérselo dicho cuando le fue borrada la memoria al droide de protocolo, seguramente, el pequeño droide astromecánico se lo ocultó para protegerlo.

Esta genial pareja no se caracteriza solo por ser la faceta cómica en ambas trilogías, en numerosas ocasiones ambos personajes son esenciales para la trama, sobre todo para salvar la vida de sus compañeros. Puede que 3PO sea caracterizado como un cobarde, sin embargo no duda en acompañar a su aventurero amigo, que normalmente no duda en ayudar a los demás personajes cuando estos están en peligro. En todas las películas, R2 tiene su pequeño momento de gloria cuando salva a uno más de los protagonistas en el último segundo. Todo un hito para el que, según 3PO, es su «complemento».

En 1977, Lucas prácticamente se inventó el sistema de efectos especiales utilizados para muchas escenas de Una nueva esperanza, sin embargo, había elementos que no podía digitalizar tan fácilmente, como algunos personajes. C-3PO y R2-D2 fueron dos de estos, para darles vida se optó por meter a actores reales en el interior de sus carcasas, y los elegidos fueron Anthony Daniels, en el caso de 3PO, y Kenny Baker, en el de R2. Ambos actores hicieron un trabajo genial y a la vez muy duro, ya que en las escenas gravadas en Túnez Daniels perdía dos quilos diarios debidos al calor, y Baker era olvidado en el interior de su traje a la hora de comer. Pero consiguieron algo que muy complicado, incluso sin el traje, y fue el de dar personalidad a dos personajes aparentemente inanimados.

Uno de los mayores honores que ha tenido esta pareja, sobre todo 3PO, ha sido la tener la primera y la última línea de la franquicia. Son los primeros en hablar en el Episodio IV y los últimos de hacerlo en La venganza de los Sith. Además, son de los pocos personajes que han participado en casi todas las películas y series de la franquicia, desde las películas principales, pasando por la series de animación, teniendo una de propia, incluso hoy, en 2015, se sabe que de algún modo también participarán en El despertar de la Fuerza… ¡Larga vida a C-3PO y R2-D2! 

Star Wars. Manual de Supervivencia es un proyecto de LASDAOALPLAY? y El cine de Hollywood.

In Memoriam: Christopher Lee (1922-2015)

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Aquella mirada inyectada en sangre, fija, hipnótica, turbadora, tan inconfundible de este Conde Drácula por excelencia, siempre nos ha tenido abstraídos cada vez que la veíamos en pantalla. Imposible apartar nuestra mirada de la suya, como si fuéramos una más de sus víctimas. Sus historias en los valles de los Cárpatos de Transilvania siempre nos han cautivado por mucho que supiéramos cómo iba a terminar singular aparición terrorífica.

Imposible olvidar aquella mirada magnífica, fuerte y elegante como lo fue su propietario, el actor británico que hizo de la figura literaria de Bram Stoker todo un icono del cine de todos los tiempos, incapaz de superarlo ninguno de los condes que le han seguido después, por muy correcta que haya sido su actuación.

Christopher Lee nos ha dejado a los 93 años, después de una vida plagada de éxitos en una trayectoria cinematográfica magistral, brillante. Hombre de gran talento, siempre de una educación excelente y sobria, no por ello menos afable. Su gran versatilidad en diferentes papeles a lo largo de su carrera demuestran que este actor, nacido en Londres el 27 de mayo de 1922, nació para actuar. 

Su filmografía, que empieza en 1948 y acaba en 2014, suma un total de 196 películas (en seis solo ponía la voz) y 63 apariciones en televisión, hecho que demuestra esta gran versatilidad y talento. Su voz, grave y serena, también fue la escogida para poner voz a distintos personajes de diversos videojuegos, como The Lord of the Rings: The Two Towers (en el papel de Saruman), Goldeneye: Rogue Agent (como Francisco Scaramanga), Star Wars, Episode III: Revenge of the Sith (como Conde Dooku) y también como narrador en el videojuego The Horror Picture Show.

Sir Christopher Frank Carandini Lee, Comandante de la Orden del Imperio Británico, siguió desde muy joven con mucho interés la política internacional de aquella época, hecho que propició que, con dieciocho años, entrara como voluntario en la “Guerra de Invierno” siendo destinado a Finlandia para combatir contra las tropas de invasión rusas. Una vez acabada la guerra, a su regreso a Inglaterra, se alistó en la “Royal Air Force”, donde combatió contra las tropas alemanas en la Segunda Guerra Mundial.

Una vez centrado en su carrera de actor, los primeros papeles en llegarle fueron personajes secundarios de malvados o traidores debido a su aspecto físico rudo y serio. De esta época, cabe destacar la película bélica La Batalla del Río de la Plata (The Battle of the River Plate, 1956), de Michael Powell y Emeric Pressburguer. 

Pero, el inicio de su fama y el ascenso imparable de su trayectoria, comenzó a raíz del éxito que tuvo su interpretación del más famoso conde jamás conocido del séptimo arte, el Conde Drácula, en la película Drácula (Horror of Dracula, 1958), de Terence Fisher. En ella, además, colaboró con otro famoso actor británico con el que trabajó en muchas más películas: Peter Cushing (normalmente, en el papel también clásico de Abraham Van Helsing). Con Cushing forjó una gran amistad que duró hasta la muerte del primero en 1994, a quien demostró siempre admiración y máximo respeto. Un año antes, en 1957, rodó La Maldición de Frankenstein (The Curse of Frankenstein), también de Fisher, famoso remake del mito de la criatura de Mary Shelley de 1818 y que ya supuso otro éxito en la carrera de Lee

Tal fue así, que se contó con el actor británico para las posteriores películas del Conde Drácula británicas: Dracula: Prince of Darkness (1966), Dracula Has Risen from the Grave (1968), Taste the Blood of Dracula (1969), Scars of Dracula (1970), Dracula AD 1972 (1972) y The Satanic Rites of Dracula (1973).

Su éxito como el famoso conde transilvano le hizo el actor idóneo para encarnar a otros personajes del cine de terror de la productora Hammer en aquellos años. Además de encarnar al monstruo de Frankenstein, Lee rodó La Momia (The Mummy, 1959), otra vez bajo las órdenes de Fisher y con el inestimable acompañamiento de su gran amigo Cushing

Temeroso de que lo encasillaran en este tipo de papeles, Lee quiso cambiar y tomar una nueva ruta interpretativa para demostrar sus dotes como actor fuera de los escenarios tenebrosos, hogar de temibles monstruos, tan característicos de la productora Hammer

Pero, sin saberlo, lejos de su encasillamiento esta época dorada le supuso convertirse en leyenda del cine británico. Ya en los años 70, la productora Hammer entró en declive al empezar a rodar películas de terror muy poco creíbles y hasta cómicas, lo que hizo que Lee empezara a aceptar otros proyectos, fueran del género fantástico o no.

De esta nueva época, destacan algunas incursiones en cintas de grandes maestros del cine, como Billy Wilder, que lo contrató para que diera vida a Mycroft, el hermano del genial detective británico Sherlock Holmes, en la película La Vida Privada de Sherlock Holmes (The Private Life of Sherlock Holmes, 1970).

Pocos años después, Lee pudo entrar a formar parte de grandes producciones de Hollywood, donde realizó actuaciones estelares y soberbias, dejando claro su gran talento y profesionalidad. En 1973, intervino como Conde Rochefort en la película Los Tres Mosqueteros (The Three Musketeers), de Richard Lester.

Un año más tarde, su carisma y la fama que le precedía le otorgaron una intervención en una de las sagas más celebres del cine, la del famoso agente 007. Su papel como uno de los más famosos enemigos de James Bond, Francisco Scaramanga, en The Man with the Golden Gun (1974), con Roger Moore al frente como 007, se convirtió en otro éxito en su ya formidable carrera. 

Pero su estela de “malo” oficial no lo abandonó y siguió ondeando al interpretar a otro de los personajes más famosos a los que dio vida, el temible Fu-Manchú (villano chino que odia el mundo occidental y la raza blanca), en la saga ambientada en la primera mitad del siglo XX a la que dio origen este personaje creado por el británico Sax Rohmer, en 1913. En 1977, en la serie para televisión Rasputín (dirigida por Don Sharp), su papel del místico consejero de los Romanov no hizo sino aumentar su versatilidad para encarnar a este tipo de personajes siniestros e inteligentes. En esta época, también siguió trabajando en Hollywood con películas como Airport 77 (1977), donde coincidió con grandes estrellas como Jack Lemmon, Olivia de Havilland, Joseph Cotten, y James Stewart. También intervino en la comedia 1941 (1979), de Steven Spielberg.

A partir de la década de los 80, combinó su aparición en diversas series de televisión como actor invitado y en algunos telefilms interpretando a detectives famosos (como Sherlock Holmes), haciendo parodias o bien en tramas de intriga. Participó, asimismo, en películas palomiteras como Gremlins 2: The New Batch (1990), de Joe Dante, o en una breve aparición en la séptima y última película de la saga Loca Academia de Policía, dirigida por Alan Metter (Police Academy: Mission to Moscow, 1994).

A partir de la segunda mitad de los noventa, volvió a formar parte del elenco de grandes actores para geniales producciones. Tim Burton, admirador suyo desde niño, contó con él para Sleepy Hollow (1999), Charlie y la Fábrica de Chocolate(Charlie and the Chocolate Factory, 2005), La Novia Cadáver (Corpse Bride, 2005), Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland, 2010) y Sombras Tenebrosas (Dark Shadows, 2012)

Pero el broche de oro le llegó cuando Peter Jackson, director de la trilogía The Lord of the Rings, le propuso en 2000 para ser el malvado mago Saruman, personaje de la famosa novela con el mismo nombre creada por J.R.R.Tolkien en 1954. Las críticas fueron excelentes, las alabanzas se multiplicaron por doquier, a lo que Lee contestó que desde joven se sintió muy atraído por la obra del escritor inglés nacido en Sudáfrica y, en especial, por el malvado mago al que le dio vida de manera magistral.

A esta trilogía se le unió otra saga no menos espectacular y fantástica, la de las últimas películas del mundo de Star Wars.George Lucas contó con él para interpretar al Conde Dooku en El Ataque de los Clones (Attack of the Clones, 2002) y La Venganza de los Sith (Revenge of the Sith, 2005). También de esta época es su interpretación en la segunda parte de Los Ríos de Color Púrpura (Les Rivières Pourpres 2: Les Anges de l’Apocalypse, 2004), dirigida por Olivier Dahan y acompañado por los actores Jean Reno y Benoît Magimel. También hay que destacar que, en 2010, fue contratado por Martin Scorsese para un pequeño pero importante papel en La Invención de Hugo (Hugo).

Sus magníficas interpretaciones le valieron para conseguir que todas las producciones en las que intervenía tuvieran una gran afluencia de público, convirtiéndose en el actor más visto de la historia del cine.

Pero no solo la trayectoria de Lee se limitó al mundo de la interpretación o del doblaje en videojuegos, radio y televisión sino que pocos conocen su pasión por la música. Gracias a esta afición, Lee colaboró de joven con el grupo italiano de power-epic metal,Rhapsody of Fire, en sus discos Symphony of Enchanted Lands II: The Dark Secret y Triumph or Agony así como en el especial The Magic of the Wizard Dreams. Asimismo, ayudó al grupo estadounidense de heavy metal,Manowar, en una de sus obras, donde hizo de narrador inicial del tema “King of Kings”, de “Sons of Odin”.

Lee dijo de su gran amigo Peter Cushing después de la muerte de éste: “Él era el más gentil y generoso de los hombres. A menudo, digo que él murió porque era demasiado bueno para este mundo“.

Nosotros, de igual manera, podemos afirmar que nos ha dejado una de las grandes estrellas del maravilloso mundo del cine tras una extensa y prolífica carrera interpretativa, acorde con su personalidad majestuosa y generosa tal y como lo describen los que tuvieron la oportunidad de conocerle.

Descanse en Paz. 

Entrevista imposible con... John Huston. Por Carles Martinez

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John Huston tiene propiedades animales. Ha sido actor, periodista, boxeador, novelista y teniente de caballería. Sus profesiones han mutado como la piel de un camaleón. Su ímpetu y vitalidad lo han llevado a luchar en la Revolución mexicana, a filmar reportajes bajo fuego alemán en la Segunda Guerra Mundial, a movilizar Hollywood contra la paranoica “Caza de brujas” de McCarthy y a dirigir más de treinta películas con la misma decisión con la que un depredador hinca los dientes en su presa. En 1941 inventó el cine negro con El Halcón Maltés (The Maltese Falcon). Desde entonces, ha firmado siete obras maestras, ha levantado dos Oscar y ha vivido con “una colegiala, una dama, una bailarina, una actriz y un cocodrilo”. Ahora, a sus 81 años, se encuentra en Dublín, realizando su última aportación al cine. Y no es la última por decisión propia. Una enfermedad pulmonar consume su cuerpo. Pero Huston no se rinde. Su perseverancia sigue intacta. Como la de un elefante moribundo que avanza hacia el cementerio donde yacen sus antepasados. El aventurero que una vez se fue hasta al Congo a filmar ha hecho caso omiso a los médicos para vivir, por última vez, como se vive en sus películas: con pasión y vigor. El relato que adapta es “Dublineses”, de James Joyce, una historia nostálgica sobre la muerte. La única capaz de cortar la pasión de un director. La libertad de un hombre. El movimiento de un animal.
Los ojos nunca mienten, me digo a mí mismo cuando una mujer de ojos vidriosos y sonrisa postiza me abre la puerta trasera de una mansión, en las afueras de Dublín. Es Anjelica Huston. Me dice que están muy atareados y que dispongo de poco tiempo para entrevistar a su padre. Me conduce por un estrecho pasillo que da a una inmensa sala repleta de instrumentos audiovisuales. Un sinfín de cables serpentean por el suelo. Hay varios focos y cajas voluminosas con los distintivos de Vestron Pictures y Delta Film. Miembros de un equipo de producción caminan de un lugar a otro y se dan órdenes. Todos se mueven, menos uno, John Huston. Está arrinconado al fondo de la sala. Postrado en una silla de ruedas. De su brazo derecho sale un tubo que termina en una bolsa de suero. Cercana a su cuello cuelga una máscara de oxígeno. Nunca olvidaré su cara. Es un rostro imponente, de textura abrupta, lleno de pliegues formados a lo largo de una vida que desembocan en una mirada felina. Me observa desafiante. Como un leopardo herido. Su hija se le acerca, le susurra al oído y una leve sonrisa se dibuja en su rostro. Se ha acordado de nuestra última partida de póquer y de la promesa que me hizo. Levanta el brazo. Me hace un gesto. La señal que he estado esperando todos estos años.
¿Qué le da miedo?
Recordar.
¿Su vida no está llena de vigor y pasión?
También de imágenes que no puedo olvidar.
Se refiere a su experiencia como documentalista bélico, si no me equivoco
En parte… Cuando me alisté al frente, hace más de 40 años, me dieron una cámara y me enviaron a grabar conflictos armados. Fue muy duro. San Pietro era un infierno. Perdí a varios compañeros en aquél maldito pueblo italiano.
¿Conserva el material que filmó?
Desde hace poco. Una vez realizado, entregué al ejército la película The battle of San Pietro. Más tarde, Let there be Light, que versa sobre el tratamiento psiquiátrico que recibe un grupo de ex soldados en un centro mental de Long Island. Son buenos documentales. El problema, como siempre, vino de arriba. Me los confiscaron por ser desmoralizantes y no fue hasta 1979 cuando recibí unas versiones recortadas del contenido original y pude dar a conocer lo poco que queda de todo aquello.
¿Qué recuerda?
Rabia, llantos, gritos de agonía… La mano inmóvil de una mujer sepultada por escombros urbanos. Sobrevolar una zona de peligro, a bordo de un B-24, grabando por encima del hombro de Stuart, el artillero que me acompañaba; hacer una panorámica para filmar unos hangares, girarme y ver que Stuart no está. Lo habían abatido y yacía a mis pies. Había sangre por todas partes.
¿Cómo reaccionó?
Dejé la cámara y me puse a disparar.
Fui allí a fotografiar. El miedo me gobernó en aquel instante y sin darme cuenta estaba abriendo fuego por doquier. Fue un momento de gran tensión. Antes de la guerra, cogía la cámara de fotos para retratar eventos deportivos, paisajes, corridas de toros… Desde lo del B-24, no la he vuelto a tocar.
Marcado por el horror
Conozco el horror desde los 10 años. De pequeño, los médicos me diagnosticaron nefritis crónica y dijeron que me quedaba poco tiempo de vida. La sombra de la muerte se proyectó sobre mí durante dos primaveras, hasta que un doctor de Phoenix dijo que me estaba muriendo de desnutrición y, rápidamente, mi madre empezó a engordarme.
No ha tenido una vida fácil. Quizá por esto ha hecho películas de hombres marcados por el fatalismo.
¡Pero también son vitalistas y decididos! Lo que pregunta es tarea de analíticos. Yo filmo para inmortalizar la realidad o contar historias que me gustan. Ignoro si hay una constante que atraviesa mi filmografía y no sé qué significa ese “perdedor hustoniano” que tanto predican las revistas de cine y si tiene o no que ver con mi propia vida. Repetiré lo que dije a Greensberg hace años: Cuando adapto novelas, no me interesan las historias de triunfadores. En este mundo hay más fracasados que hombres realizados.
¿Cómo está tan seguro?
La vida nunca es como en el cine patriótico y heroico que nos muestra Hollywood. Para mí, estas películas son dilataciones de un momento eufórico que todos hemos sentido en algún momento.
Explíqueme el suyo
El nacimiento de Anjelica. Fue el momento más feliz de mi vida. El de Danny, también. Son instantes en los que te sientes capaz de tumbar una pared con tus propias manos. Pero algo cambió a partir de ese momento. Dejé de sentirme como un león que puede hacer lo que quiere y cuando quiere. Mi vida pedía a gritos orden y cabeza.
¿Sintió que perdía algo cuando nació su hija?
Todos perdemos algo a lo largo de nuestra vida. Yo adquirí fama de egoísta durante mi juventud. Lo corrobora Katharine Hepburn cada vez que habla sobre el rodaje de La reina de Africa, mis borracheras, mi solipsismo y mis ideas descabelladas. Como cubrir la espalda de Humphrey Bogart con sanguijuelas de verdad. Me iba a cazar y dejaba plantado a todo el equipo en medio de África. También bebía en exceso y apostaba sin parar. Cuando llegó Anjelica traté de serenarme. Una parte de mí desapareció, pero me vino bien perderla. La vida no es como en la selva.
¿Qué quiere decir?
Siempre he tendido al exceso. Y esto acaba pasando factura. Me lo recuerdan mi hígado y mis pulmones a cada segundo que pasa. Hace años, cuando empecé a engendrar una familia, tuve que ordenar mi vida. No lo conseguí del todo, pero me siento afortunado de haber criado cachorros.
Su filmografía es prolífica. ¿Qué película le gusta más?
Annie.
¿Ese mero musical que hizo por encargo…?
Desde luego que no. Sólo bromeaba… Annie, al igual que Casino Royale y Evasión o victoria son películas que fabriqué para echar un cable a un amigo (Ray Stark) o financiar filmes personales. La película que mejor me ha quedado es Reflejos en un ojo dorado, algunas secuencias de La Biblia que me costaron mucho y fragmentos de Freud, pasión secreta, donde pude trabajar con Jean-Paul Sartre y Montgomery Clift, que nos brindó una actuación inmensa.
Sólo ha citado obras menores…
Las grandes historias son para grandes soñadores que disfrutan ante la pantalla. Para mí una película es mucho más que eso, es el esfuerzo que he dedicado, es un cúmulo de experiencias y anécdotas. El cine es mucho más que ver, aplaudir y analizar… A Paseo por el amor y la muerte, por ejemplo, le tengo un cariño tremendo.
¿Por qué?
Es un drama romántico ambientado en esa época tan poética: la edad media. En este film, tuve la oportunidad de trabajar con mi propia hija. Era muy joven y su interpretación no fue nada del otro mundo, pero me reconfortó poder hacer lo que más me gusta con la familia tan cerca. No ocurría desde que mi padre protagonizó en los 40 la película que la crítica ha reconocido como una de mis obras maestras: El tesoro de Sierra Madre. Apuesto a que esa trilogía de Spielberg, protagonizada por el tipo del sombrero que encarna Harrison Ford, está inspirada en ella.
¿Le molesta?
Me gusta servir de inspiración. En la idea y los planos de Tiburón palpita el espíritu de miMoby Dick. Me gusta pensar que he dado lugar a semejante proeza, aunque también haya inspirado cine mediocre, como sucedió con La jungla de asfalto y el sinfín de cintas de mafia que surgieron después.
Su filmografía es de lo más irregular. Como su propia vida. ¿Está de acuerdo?
He tenido una vida convulsa, apasionada, aventurera… Me siento orgulloso de ella. Lo que dice me lo han preguntado otras veces y da que pensar. La vida de una persona se ve reflejada en sus creaciones. Lo vemos en la obra de John Ford, un católico que nunca separó cine y fe.
¿Cree en Dios?
Creo en mí mismo y en que alguien parió todo cuanto hay a nuestro alrededor. Cuando algo va mal y las cosas no salen como esperaba, no me gusta pensar que Dios no existe o que -como decía Nietzsche- ha muerto. Prefiero pensar que me ha fallado, que nos ha ignorado… que se ha emborrachado.
Además de filmar, ha cazado, pero también es defensor de los animales. ¿Contradicción?
El mundo está lleno de ellas. Le pareceré un cínico, pero es así. Yo he cazado por amistad. Reconozco haber disfrutado con una corrida de toros y haber dado dinero a organizaciones defensoras de elefantes, pese a los balazos que les hundí en la cabeza. Todos cometemos errores y nos arrepentimos de algo en esta vida. Yo no soy una excepción.
¿Qué cambiaría de ella?
Menos alcohol, menos tabaco, una noche con Ava Gardner y un beso de Suzanne Flon.
¿Siente algo por Ava?
Es una gran amiga, no un ligue. Lo intenté con ella cuando la conocí. No me hizo caso. Recuerdo que le fascinaba mi retórica. Decía que era capaz de convencer a los patos para que salieran del agua.
Se ha casado 5 veces. ¿Qué buscaba en sus matrimonios?
A menudo, mis aventuras han sido más interesantes que mis matrimonios. Y esto no es ninguna novedad. Pero siempre me casé por amor, convencido de que la mujer que estaba a mi lado en el altar era la definitiva y que me aportaría la paz y plenitud que todos andamos buscando.
Hablando de chicas, cuénteme cómo era Marilyn Monroe.
Una rosa delicada que se marchitó antes de hora. Le concedí un papel secundario en La jungla de asfalto, cuando era una cría. No intuí que se convertiría en estrella, pero tenía algo especial. Una frescura que permanecía. También era entrañable. Como Montgomery Clift. Creo que éste era el duplicado masculino de Marilyn. El caso es que me reencontré con ella décadas más tarde, en Vidas rebeldes, cuando su fama ya estaba consolidada. Entonces tuve un mal presentimiento…
¿A raíz de qué?
Llegaba al set como si le hubieran pegado una paliza. Cansada, desorientada, con la mirada perdida y dos enormes ojeras que enfeaban su rostro. Me contaron que tomaba muchas pastillas. Unas para levantarse, otras para dormir. En ocasiones, entre toma y toma, se emborrachaba y empezaba a decir tonterías. Un día se la tuvieron que llevar al hospital y congelamos el rodaje durante dos semanas.
Y de los otros protagonistas… ¿qué fue?
Como usted bien recordará, Marilyn, Monty y Clark Gable murieron después de aquella película. El fallecimiento de Monroe no me sorprendió. El de Monty, sí. El de Gable, mucho. Muchísimo. Fue un golpe muy fuerte perderlos a todos.
¿Y Humphrey Bogart?
Un actor como la copa de un pino y una persona de confianza. Creo que no llegó a ser el animal escénico que sí fue Monty, pero también era un fuera de serie y poseía un gran carisma ante la cámara. En mi ópera prima, aportó un personaje recto, labrado según su propio código. Se convirtió en Sam Spade, en el personaje que interpretaba. Y esto es lo mejor que le puede pasar a un actor.
Dígame qué le parecen las películas de ahora.
Hecho en falta el cine que me gusta, el clásico, el del viejo Hollywood. Pero es una realidad innegable que las masas cambian y, con ellas, el tipo de evasión que se ofrece. Como esas aberraciones de terror que llaman gore. ¿A quién se le ocurre producir semejantes cosas?
Tienen éxito entre el público joven
Eso parece…
Y ahora, ¿qué le ilusiona?
La verdad es que no estoy en condiciones de formular planes a largo plazo. El enfisema me destruye por dentro. Lo que más me ilusiona es estar con mi familia y dejar este mundo haciendo lo que siempre me ha gustado.
Que es…
Contar historias.
La que está realizando, Dublineses, habla de personajes enclaustrados en un ambiente decrépito. ¿Qué le atrae de ellos?
Lo resume muy bien Gabriel, el personaje que interpreta Donal McCann. Vivimos en un mundo escéptico, atormentado, donde los valores se venden barato. Pero me alegra ver que debajo de algunos techos todavía queda hospitalidad. También me alegra ver que estoy adaptando una obra de mi escritor favorito: el intrincado Joyce.
¿Y la muerte? ¿Piensa en ella?
Ha venido a entrevistarme antes que usted. Cuando estaba filmando, me ha vuelto la tos y he tenido que parar el rodaje para vomitar. El pecho me dolía a horrores. Pero aquí estoy. De pie sobre el cuadrilátero. Y voy a resistir hasta el final. Ahora, si me disculpa…
¿Adónde va?
Tengo una última película por acabar.


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26 curiosidades sobre Forrest Gump

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La inolvidable Forrest Gump, del director Robert Zemeckis, fue estrenada en 1994 haciéndonos llegar a nuestros hogares los momentos más destacables de la historia de los Estados Unidos, durante la segunda mitad del siglo XX, a través de la visión particular del protagonista con el mismo nombre, nativo de Alabama, que sufre de un leve retraso mental y motor. Aunque difiere la película un poco de los hechos tal y como se desencadenan en la novela homónima del escritor Winston Groom en la que se basa, la trama consigue transportarnos a esa América cambiante que fue clave en muchos de los sucesos definitivos del siglo pasado.

Tom Hanks, Robin Wright, Gary Sinise y Sally Field lograron llegar al corazón de millones de espectadores, consiguiendo ser la película más taquillera del año en los Estados Unidos con recaudaciones millonarias a nivel mundial (677 millones de dólares).

Prueba de ello son los múltiples premios obtenidos: Oscar a la mejor película y director (Robert Zemeckis), mejor actor (Tom Hanks), mejor guión adaptado (Eric Roth), mejores efectos visuales y mejor montaje. Además, obtuvo Globos de Oro (Mejor Director, Mejor Actor en Drama y Mejor Película), premios People’s Choice y galardones Young Artist. Fue tal su éxito y caló tan hondo el mensaje que contenía que la Biblioteca del Congreso de los EEUU la seleccionó para que el National Film Registry la preservara por considerarla “cultural e histórica”.

Pero, dejando a parte lo que más se conoció de ella, he aquí quince anotaciones que, tal vez, no hayan trascendido tanto: 

1-Tom Hanks no fue el primer actor en el que se pensó para el papel protagonista sino que antes que él se barajaron los nombres de Bill Murray, John Travolta (que años después reconoció su equivocación) y Chevy Chase. Al rechazar todos ellos al papel, Hanks heredó el dulce caramelo aunque no creía que la película fuera a tener demasiado éxito. Eso sí, para aceptarlo, se pasó primero hora y media leyendo el guión.

2-Elvis Presley joven es doblado en la película original por Kurt Russell, quien años antes le había interpretado en un telefilm que dirigió John Carpenter.

3- El propio hermano de Tom Hanks, Jim, le dobló en algunas de las escenas en las que Hanks está corriendo.

4- Con la estatuilla como mejor actor por la película, Hanks se convirtió en el segundo actor que consiguió dos años consecutivos el Oscar en tal categoría. Spencer Tracy lo habría logrado en 1938 y 1939.

5- En la película se inventaron el condado de Greenbow, donde vive Forrest.

6- El habla tan pausada del protagonista se relaciona con su leve retraso mental pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que Tom Hanks decidió copiar la manera lenta de hablar del chico que interpreta el papel del Forrest niño.

7- Cuando Forrest Gump coincide con John Lennon en un plató de la televisión, el diálogo que se establece entre ellos (en versión original) incluye frases de la canción de Lennon, “Imagine”.

8- La película que da pie a la escena donde aparecen los antepasados de Gump es el clásico de D.W. Griffith,“The Birth of a Nation”, rodada en 1915.

9- Otro dato que se adapta expresamente para la película es el hecho de que Gump recibe una carta de Apple en 1975, cuando la empresa fue fundada en realidad en 1976. Con USA Today aplican el mismo método.

10- Quien niega el asiento de su lado a Forrest, en el autobús, es Alex, el hijo del director, Robert Zemeckis.

11-“The Forrest Gump Curve”, localizada en Grandfather Mountain (North Carolina), fue bautizada así después de que allí se rodara la escena en que Gump la sube corriendo.

12- En 1996, dos años después del estreno de la película, Viacom funda la cadena real de restaurantes Bubba Gump Shrimp Company. Esta firma tiene su origen en las ideas de su colega Bubba, antes de su muerte en Vietnam.

13- La película difiere de la novela en la que se basa en la personalidad del propio Gump y en algunos de los sucesos históricos que se reflejan a lo largo del metraje.

14- El disco con su banda sonora original fue un éxito mundial al conseguir vender ocho millones de copias.

15- El barco pesquero Jenny está, actualmente, amarrado al lado del restaurante Planet Hollywood de Lake Buena Vista (Florida).

16- El papel de Benjamin Buford "Bubba", interpretado por Mykelti Williamson, fue ofrecido primero a David Alan Grier, Ice Cube y Dave Chapelle quienes, al igual que le sucedió a Hanks con el papel protagonista, rechazaron la oportunidad. Chapelle, en el momento de rechazar el papel, argumentó que la película iba a ser un fracaso. Más tarde, reconoció también su estruendoso fallo.

17- Una condición que puso Hanks para hacer la película fue que intentara reflejar al máximo la realidad de los hechos históricos que en ella se sucedían.

18- Haley Joel Osment, que en la película da vida a Forrest Gump Jr., fue elegido por Zemeckis después de que éste lo viera en un anuncio de Pizza Hut.

19-Dick Cavett se interpreta a sí mismo en los 70, utilizando técnicas de maquillaje para aparecer más joven, siendo el único personaje de los que aparecen en la película que hace un cameo sin recurrir a imágenes de archivo.

20- La película se basa, sobre todo, en los 11 primeros capítulos del libro para, a continuación, ir directamente al final del mismo.

21- Uno de los hechos que se inventan expresamente para la película es el uso de aparatos ortopédicos para las piernas del Forrest niño.

22- El director también recibió la película por causas del azar; en un primer momento se descartó a Terry Gilliam (no aceptó la oferta de dirigirla) y a Barry Sonnenfeld (que no pudo dirigirla por tener el proyecto ya en firme de La Familia Addams: la tradición continúa).

23- La escena donde Gump corre por Vietnam en realidad se rodó en la Isla de Fripp, en Carolina del Sur. Asimismo, la casa familiar del protagonista se construyó en las inmediaciones del río de Combahee, en Yemassee (Carolina del Sur). Algunas de las escenas de Vietnam, rodadas también por la zona, necesitaron de la plantación previa de 20 palmeras para hacer la selva creíble.

24- Su producción inicial contaba con 55 millones de dólares. En EEUU y en Canadá, solamente, ya recaudó 329’7 millones de dólares.

25- Sobrepasando los 250 millones de recaudación solo en 66 días, Forrest Gump se convirtió en la película de la distribuidora Paramount Pictures que más rápido sobrepasó las barreras estándar de recaudaciones en taquilla (establecidas en los 100, 200 y 300 millones). Su recaudación mundial, finalmente, fue de 677’4 millones de dólares.

26- Se habló de una posible secuela, basada en la continuación de la novela original: “Gump and co.”, publicada en 1995 por el mismo Winston Groom. Sin embargo, tras el 11-S, se decidió que la historia ya no tenía cabida en la trágica realidad actual. 

Star Wars. Naves: X-Wing y la Flota Rebelde. Por Francesc Marí

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Es bien sabido que la nave más conocida y deseada de todo el universo Star Wars es, sin duda alguna, el Halcón Milenario, cuyo orgulloso propietario es Han Solo. Como es imaginable, cuando Lucas ideó la franquicia no era posible que todos los personajes poseyeran una nave tan increíble como aquella. Sin embargo, era inevitable que Luke Skywalker, el principal protagonista de la trilogía clásica, acabara pilotando una nave tan interesante —o casi tan interesante— como el Halcón Milenario. Cuando Luke se incorpora a la Flota Rebelde, gracias a su fama de gran piloto, se le asigna una de las unidades del caza estelar T-65 Ala-X, más conocido por todos como X-Wing —lo sé, lo sé, significa lo mismo que Ala-X pero en inglés… Pero, ¿a qué mola más?—, para que con él se convierta en uno de los héroes de la Batalla de Yavin.

En su origen, los X-Wing fueron diseñados y fabricados por la Corporación Incom para nutrir las fuerzas de la Flota Imperial, pero esta cambió de bando en cuanto el equipo de ingeniería al completo desertó a favor de la Alianza Rebelde durante la batalla en el planeta de Fresia, liberando un gran número de estas naves justo antes de la Batalla de Yavin.

Estos cazas estelares tenían una longitud de doce metros y medio, sus alas eran planas y de tipo S, pero con la característica que se desplegaban en forma de X —¡Uh, oh! ¡Sorpresa! Ya sabemos de donde viene su nombre—, en la punta de cada una de ellas disponían de un cañón láser. El resto del armamento de las X-Wing se complementaban con dos lanzadores de torpedos de protones. El pilotaje de estas naves era manual y con ayudas mecánicas —aunque Luke prefiera utilizar la Fuerza—, además de tener el apoyo de un droide astromecánico tipo R2 para las reparaciones y la navegación.

Tras el éxito que tuvieron durante la Batalla de Yavin, las X-Wing se convirtieron en un emblema de la Alianza Rebelde, convirtiéndose en naves multiusos, sobre todo gracias a su versatilidad. Por ello y por su excepcional rendimiento en combate, gracias a sus potentes cañones láser y sus escudos deflectores, se convirtieron en los favoritos de los pilotos de la Alianza.

Una de las bases de Star Wars son los combates espaciales, por ello se requería algo más que un par de cazas y el Halcón Milenario, en concreto se necesitaba un amplio catálogo de naves y dos grandes flotas que se enfrentarían en innumerables ocasiones. El bando de los rebeldes, es decir, el de los buenos, estaría representado por la Flota de la Alianza Rebelde, que estaba formada por algo más que cazas estelares Ala-X.

En un principio esta flota era más bien pequeña y formada por pequeños y medianos cruceros, cargueros reciclados y cazas estelares obsoletos. Sin embargo, después de que el Almirante Ackbar se incorporara, adiestrara y organizara la Flota Rebelde, esta se convirtió en una unidad de combate de primer orden. Además, la incorporación de los mon calamari, también conllevó la llegada de un considerable número de naves, como cruceros estelares, fragatas y corvetas.

Entre las decenas de tipos de naves que conformaban la variada Flota Rebelde, podíamos encontrar el Acorazado Estelar MC80 tipo Hogar Uno, el Crucero clase Libertad, el Crucero pesado tipo Intrépido, la Fragata MC30c, la Corbeta CR90, Caza estelar Ala-B, Bombardero Ala-Y, Interceptor RZ-1 Ala-A, Interceptor Ala-T, y, por supuesto, el Caza Estelar T-65 Ala-X. 

Star Wars. Manual de Supervivencia es un proyecto de LASDAOALPLAY? y El cine de Hollywood.

Spielberg on Spielberg: La Lista de Schindler (Schindler's List, 1993). Primera parte

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"Esta es la película con mayor mensaje que he hecho hasta ahora. Se trata de un mensaje muy simple: que algo así no debería volver a pasar jamás. Pero es un mensaje muy cercano a mi corazón."

La figura de Oskar Schindler (1908-1974) se mantuvo en el olvido durante largo tiempo. Nacido en el seno de una familia de los Sudetes alemanes en Moravia, dio sus primeros pasos profesionales en la pequeña fábrica de maquinaria para granjas que regentaba su padre. No permaneció demasiado tiempo dentro de un negocio que no colmaba sus ambiciones así que fue cambiando de actividad mientras su comportamiento habitual se caracterizaba por la vida disoluta, el adulterio, y la incansable pasión por la bebida. Con el auge del nazismo en Alemania, decidió tomar partido por su causa afiliándose al Partido Germano de los Sudetes y convirtiéndose en espía para la Abwehr, el servicio de inteligencia nazi. En esta función, recopiló información acerca de las instalaciones checas de transporte y comunicación, una información que sería relevante en el caso de invasión germana. En realidad, Schindler fue siempre un arribista, nunca tuvo simpatía por ideologías. Lo suyo era aprovechar la situación coyuntural para arrimarse a quien le pudiera conseguir dinero para subsanar su permanente estado de quiebra financiera. Sus actividades le acabaron llevando a prisión por parte de las autoridades checas pero la anexión de los Sudetes al Tercer Reich, en 1938, conmutó esa pena. Schindler fue liberado y el siguiente año pasó a formar parte del Partido Nazi.


Como agente de la Abwehr le fue encomendada la misión de informar acerca de la red ferroviaria de Polonia y el estado de sus fuerzas militares de cara a una futura invasión. Tras la ocupación alemana de Polonia en septiembre de 1939, Schindler se trasladó a Krakovia donde decidió iniciar una aventura empresarial aprovechando de nuevo la coyuntura social y política. Los derechos civiles y las propiedades de los judíos en Polonia estaban empezando a ser requisadas por los nazis. Schindler vio en ello una oportunidad de iniciar un negocio aliándose con judíos que hubieran conservado su capital y, en base a la propia situación general, contratar como empleados de su factoría de material de cocina a empleados judíos cuya retribución sería mínima dadas las órdenes oficiales. Su enriquecimiento, con una guerra en plena efervescencia que demandaba constantemente pucheros de cocina, estaba asegurado. Sus contactos de alto nivel en la Wehrmacht le permitieron situarse como el suministrador número uno del ejército y así fue como la Deutsche Emaillewaren-Fabrik (DEF) se convirtió en una referencia de éxito en Krakovia. Con sus más de mil empleados judíos, la fábrica se convirtió en un modelo de productividad. Los trabajadores acudían cada día al trabajo desde el ghetto de la ciudad y posteriormente, con la evacuación del mismo, desde el campo de internamiento de Plaszow, dirigido por un oficial nazi, cruel e inmisericorde, llamado Amon Goeth.


Pero Schindler no era como los demás patrones nazis. Él no seguía ideologías, no creía en el dogmatismo político. Su causa era la de ganar dinero. Además, su carácter abierto y festivo le hacía popular ante toda clase de personas. Su acercamiento inusual a los judíos y los lazos que fue estableciendo con ellos le condujeron irremisiblemente a comprender el horror del Holocausto. Hacía negocios para conseguir productos de primera calidad con Poldek Pfefferberg y se rodeó de un grupo de contables expertos, cuyo cabeza visible era Itzhak Stern, mientras él se dedicaba a trabajar la imagen de la empresa y asegurar su permanencia consiguiendo el beneplácito de los altos mandos alemanes. Su fábrica se fue convirtiendo progresivamente en refugio para los judíos. Lograr una acreditación de trabajador esencial para la DEF era la garantía de supervivencia para ellos pues evitaba su deportación a los campos de exterminio. Los schindlerjuden eran ya un numeroso grupo de unas 1200 personas entre los que se encontraban familias enteras que empezaban a deber su vida a un samaritano involuntario. 

Sin embargo, en el verano de 1944, Schindler tuvo que afrontar una dura prueba para salvar a sus trabajadores. El ejército soviético estaba cercando a los nazis en el frente oriental y éstos tuvieron que afrontar una retirada de Polonia. Los judíos restantes iban a ser deportados a campos de concentración como Auschwitz donde afrontarían una muerte más que segura. Los negocios en Krakovia iban a cerrar pero Schindler decidió implicarse personalmente, por primera vez en su vida, y utilizó la mayor parte del capital obtenido a lo largo de esos años para sobornar a los altos mandos nazis con el propósito de obtener autorización para trasladar su plantilla a Brünnlitz (Checoslovaquia), donde abriría una factoría de material militar. Así fue como se confeccionó la llamada Lista de Schindler, un inventario con más de 1200 nombres que fue elaborado por el secretario personal de Amon Goeth, el también judío Mietek Pemper. Cada nombre iba asociado a una cantidad de dinero que Schindler tuvo que desembolsar ante las autoridades para evitar lo que las disposiciones oficiales determinaban: el traslado de los trabajadores judíos a los campos de exterminio. Pero este proceso no podía ser fácil. Por errores burocráticos, más de 300 mujeres de la lista fueron enviadas a Auschwitz.Schindler tuvo que volver a mover los hilos. Pagó y suplicó para conseguir que finalmente fueran enviadas a Brünnlitz.

Durante sus casi nueve meses de funcionamiento, la nueva factoría fue un modelo de baja productividad, algo con lo que Schindler ya contaba. El objetivo en ese momento era salvar vidas utilizando el pretexto empresarial, no conseguir dinero. De hecho, el dinero tuvo que seguir saliendo de las manos de Schindler puesto que los sobornos continuaron para garantizar que la factoría no se cerrara. Incluso llegó a comprar materiales armamentísticos de otras fábricas para compensar lo poco que salía de la suya. También se aseguró que nunca faltaran provisiones para su gente y tuvo que sobornar a la propia guarnición nazi que vigilaba la instalación. Schindler incluso permitió que sus trabajadores volvieran a celebrar el sabbat y controló la seguridad de las familias y los niños a lo largo de todo ese tiempo mientras contaba con la colaboración de su sufrida esposa, que decidió apoyarle en esta noble causa a pesar de su historial anterior de infidelidades.

Pfefferberg junto a Schindler a principios de los sesenta.

Con el fin de la guerra en Europa, en mayo de 1945, Schindler y su esposa se despidieron de sus trabajadores y huyeron antes de que los soviéticos llegaran y pudieran ejecutarle por pertenencia al Partido Nazi. Los schindlerjuden redactaron un documento que consignaba su buena obra y fundieron un anillo para él cuyo lema interior rezaba: "el que salva una vida, salva al mundo entero". Mientras los judíos fueron liberados e iniciaron una diáspora por diferentes lugares, felices por haber salvado la vida, Schindler logró finalmente llegar a posiciones controladas por norteamericanos. Posteriormente, logró reinsertarse e inició nuevas aventuras empresariales poco exitosas que reforzaron una quiebra económica que le acompañó hasta el resto de sus días. Mantuvo lazos con muchos de sus ex-trabajadores, especialmente con Itzhak Stern y Poldek Pfefferberg, y sobrevivió gracias a sus donaciones durante años. Llegó a ser declarado "hombre justo" por el nuevo estado de Israel y tras su muerte, en 1974, fue enterrado en el cementerio Mount Zion de Jerusalén.

La adaptación al cine de los hechos que rodearon la vida de Oskar Schindler en Krakovia no podría haber sido realidad sin la insistencia y tenacidad de Poldek Pfefferberg (1913-2001). Afincado en el área de Los Angeles, después de la liberación, este schindlerjuden que ahora se llamaba Leopold Page puso todo su empeño en dar a conocer la obra de este héroe anónimo y olvidado. Pero tras fracasar un intento de adaptación fílmica en los años sesenta, pareció desistir hasta que, en 1980, un escritor australiano llamado Thomas Keneally entró en su tienda de Beverly Hills buscando una nueva maleta para su viaje de regreso a casa. Cuando Pfefferberg supo que se trataba de un escritor, le invitó a conocer la documentación que guardaba sobre Schindler. En esas páginas, Keneally vio la posibilidad de contar una gran historia, absolutamente desconocida para el público general hasta entonces. Decidió ponerse a ello y viajó con Pfefferberg a Krakovia para investigar más a fondo. De todo ello surgió un libro titulado "Schindler's Ark" que se publicó en 1982. 

Thomas Keneally junto a Spielberg.

De nuevo, el descubridor de Spielberg y presidente de MCA/Universal, Sid Sheinberg, descubrió el material y le envió a su antiguo pupilo un artículo del New York Times que reseñaba la obra de Keneally.Spielberg quedó absolutamente anonadado al conocer la historia y, por su condición de judío, el contenido de la misma le golpeó emocionalmente. Recordó entonces las historias que sus abuelos le habían explicado acerca de un Holocausto que no vivieron directamente pero que se llevó a muchos de sus amigos. Su interés era desmesurado y apoyó a Sheinberg para que comprara los derechos de adaptación.

Sin embargo, Spielberg no estaba seguro de ponerse al frente por motivos muy internos:
"No tenía la madurez, el oficio o la información emocional para poder absorber el Holocausto de una forma honorable, sin deshonrar la memoria de los supervivientes y especialmente de aquellos que no sobrevivieron."
Decidió que la película debía ser dirigida por alguien con más trayectoria y experiencia en el tratamiento de grandes temas dramáticos. Y así fue como durante los años siguientes contactó con varios directores que siempre respondían de forma negativa. Sydney Pollack consideró que era un reto difícil y polémico mientras que Roman Polanski, superviviente del ghetto de Krakovia cuya madre murió en Auschwitz, también lo rechazó. Spielberg viajó a París y se reunió con él pero Polanski le dijo:
"¿Sabes una cosa? Tengo una historia sobre el Holocausto. Esta no es la historia que quiero contar. Ni siquiera sé cuál es la que quiero contar. Creo que quizás quiera explicar la historia de mi vida, de cuando era un niño en el ghetto de Krakovia y escapé. Necesito contar mi propia historia."
Esa historia que buscaba Polanski es la que acabó encontrando en su película El Pianista (The Pianist, 2002). 

Así que, durante casi diez años, Spielberg fue demorando algo que él sabía, en su interior, que acabaría ocurriendo. Su último intento de traspasarlo fue con su amigo Martin Scorsese, al que él seguía considerando como el mejor director de su generación. Scorsese quedó atraído por el proyecto y aceptó ponerse al frente en 1988. Pero Spielberg seguía sin estar seguro. Creía que estaba dejando pasar una oportunidad única para hacer una película con un gran mensaje universal y en 1990 decidió dar el golpe de timón definitivo: 
"Decidí aprovechar la oportunidad de hacer algo para mis hijos y mi familia acerca del Holocausto."
Así que intercambió proyectos con Scorsese y le pasó el remake de El Cabo del Miedo (Cape Fear) reservándose el papel de productor. Él se hacía cargo del proyecto de Schindler aunque tuvo que dejarlo hasta después del rodaje de Jurassic Park (1993) por expresa petición de Sid Sheinberg. 

En cuanto al guión, Thomas Keneally había escrito un borrador que él mismo asumió como fallido por no ser capaz de comprimir la historia. Tras el paso de Kurt Luedtke (responsable de Memorias de África), llegó la etapa de Scorsese que conllevó la entrada de Steven Zaillian como guionista. Zaillian era un joven libretista con poca experiencia pero su tratamiento de 115 páginas llamó la atención de Spielberg que, sin embargo, le pidió que lo ampliara buscando encapsular más elementos del Holocausto en esta gran historia personal. El punto de inflexión fue cuando ambos hicieron un viaje a Polonia para buscar localizaciones visitando también Auschwitz. El guionista quedó impregnado de un dramatismo que trasladó a un nuevo libreto cuando regresó a casa. Zaillian extendió la historia y ahondó profundamente en ella. Escribió un guión definitivo de 185 páginas que incluía el deseo de Spielberg de mostrar una gran secuencia de crueldad y dramatismo en la evacuación del ghetto de Krakovia.
"La película necesitaba decir mucho sobre el Holocausto, sobre su proceso. El Holocausto fue un guión escrito por Satán. El proceso completo de quitarte tu libertad, de obligarte a llevar una estrella, de obligarte a crear un mercado negro de alimentos dentro del ghetto judío para sobrevivir; la eliminación de los barrios judíos de clase alta y de obligar a todos a vivir en ghettos y después la diseminación de todos ellos en campos de trabajo o directamente a Auschwitz y otros campos de la muerte para su inmediata ejecución. Eran importantes pasos para mostrar al mundo que hubo premeditación y alevosía en el proceso que desembocó en el mayor crimen de la historia moderna, y esto no se podía hacer en una hora y cincuenta y dos minutos ni con un guión de ciento diez páginas." 

Precedido por:

Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993)

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La Lista de Schindler (Schindler's List, 1993). Segunda parte

Star Wars. Naves: El Destructor Estelar y los Cazas TIE. Por Francesc Marí

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A diferencia de la Flota Rebelde, la Flota Imperial —cuyo nombre oficial era Armada Imperial— tenía un gran número de unidades, que podían luchar en todo tipo de combates, desde grandes cruceros a pequeños cazas secretos. Pero, entre todos ellos, aquel que se convirtió en el símbolo del poder del Imperio sobre la Galaxia, fue el Destructor Estelar clase Imperial I o, simplemente, el Destructor Imperial. ¿Por qué? Os estaréis preguntando, si los Cazas Tie molan más, pues es el mismísimo Gobernador Tarkin quien os responde:

«Yo mantengo que la efectividad de los Destructores Estelares no solo radica en su poder fuego, sino también en su tamaño. Cuando los ciudadanos miran a un Destructor Estelar y lo comparan con la nave que se necesitaría para atacarlo, tienen una tendencia a descartar esa idea como suicida en lugar de acercarse al problema tácticamente».

¿Os ha quedado claro? Pues eso, cuando un bicharraco de 1.600 metros sobrevuela tu cabeza, con 37.000 tripulantes y 9.700 soldados, y armado hasta los dientes con turboláseres pesados y cañones de iones, pues te lo piensas dos veces antes de sumarte a la Alianza Rebelde. En este sentido, solo nos falta recordar la escena inicial del Episodio IV: Una nueva esperanza, en la pequeña Tantive IV es perseguida por uno de estas enormes naves.

Fabricados en los Astilleros de Propulsores de Kuat, los Destructores Estelares, si bien no eran los más grandes, ya que también existían el Súper Destructor Estelar clase Ejecutor, que era la nave insignia personal de Darth Vader, al ser más numerosos también eran más habituales verlos patrullando la Galaxia escoltados por centenares de cazas.

De entre las decenas de diferentes modelos de cazas y naves de apoyo que formaban parte de la Armada Imperial, hay un que destaca por encima de todos ellos, y ese no es otro que el Caza TIE/In, entre otros motivos porque son el modelo básico del que derivan todos los demás. Estas naves eran pequeñas, de poco más de siete metros de longitud, y pesaban poco, ya que carecían de muchos complementos como escudos, hiperimpulso, tren de aterrizaje y sistema de soporte vital, obligando a los pilotos a llevar un traje de vuelo sellado. Puede que todas estas carencias puedan parecer importantes, obligando a estas naves a depender de un transporte, sin embargo, tácticamente, eran brillantes.

Por un lado, eran muy baratos de producir, por lo que el Imperio podía disponer de un gran número de unidades que servían para realizar ataques masivos concentrados, abrumando al enemigo con el poderío aéreo. Aunque ello comportara dejar a relucir la poca importancia que tenían sus pilotos que, al final, resultaban igual de prescindibles que las propias naves. En el otro, técnicamente les hacía superiores a los pesados cazas de los rebeldes y de otro enemigos, tanto por su ligereza como por su potencia de tiro. Por lo que, si el combate se localizaba en un lugar sin alejarse de las grandes naves imperiales —la Flota Imperial aprovechaba las defensas y resistencia de sus Destructores para que los combates tuvieran lugar a su alrededor—, los Cazas TIE acababan superando en velocidad a sus rivales, pudiendo destruirlos con un solo disparo de sus cañones.

Después de la creación del Imperio, y durante los largos y penosos años de guerra, los Destructores Estelares y los Cazas TIE fueron sinónimos de terror, opresión y desgracia, convirtiéndose en símbolos del miedo y el odio del que se nutría el Emperador Palpatine para gobernar.

Star Wars. Manual de Supervivencia es un proyecto de LASDAOALPLAY? y El cine de Hollywood.

Spielberg on Spielberg: La Lista de Schindler (Schindler's List, 1993). Segunda parte

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Tanto Spielberg como Zaillian coincidieron en la forma de retratar a Schindler. Querían resaltar su vertiente enigmática puesto que, en ningún momento, se representa un punto de inflexión que dispara su cambio entre el hombre práctico, vividor y mujeriego del principio y el ser con enorme conciencia que salva vidas a costa de todo lo que ha logrado. Por contra, la idea era hacer que su cambio fuera gradual y que estuviera presente en actos de crueldad que hicieran salir su naturaleza honorable. Eso favorece a la película ya que al ser un hombre tan a contracorriente de su entorno, preocupado por unas personas que los demás consideran como ganado, el espectador se pregunta si alguna vez esa convicción se va a debilitar y sus empleados podrán sufrir las consecuencias.

Director y guionista se esforzaron por mostrar a un hombre cuyo encanto, en tiempos de guerra, le permitía conseguir cualquier cosa. Alguien dotado de una magia que le convertía en un emprendedor de éxito por única vez en su vida ya que, antes y después del conflicto bélico, sus negocios nunca funcionaron demasiado bien. Pero en ese momento, todo pareció confluir entorno a su éxito personal y gradualmente puso todo ese legado al servicio de la seguridad de sus trabajadores. Porque ante un horror de tal magnitud como el que se estaba perpetrando, ni el más alocado vividor puede reaccionar con tibieza. La estancia en Krakovia hizo salir lo mejor de la personalidad de Oskar Schindler.


Para interpretar a un personaje tan rico en matices no faltaban candidatos. Warren Beatty contactó con Spielberg en cuanto conoció el proyecto y llegó a realizar varias pruebas de cámara. Pero el director no quería eclipsar la película con un actor de renombre que desviara la atención del público sobre lo verdaderamente importante. Esa fue la misma razón que esgrimió ante Universal Pictures cuando Kevin Costner y Mel Gibson se interesaron por el papel. Buscaba a un actor brillante pero algo menos conocido que además pudiera irradiar el encanto arrasador con el que Schindler se ganó el prestigio en Krakovia. Después de ver una representación de Anna Christie en Broadway, se convenció de que había encontrado al hombre indicado: Liam Neeson. En la preparación del papel, Spielberg le mostró a Neeson varios vídeos del que había sido Presidente de Time Warner, Steve Ross, cuyo carisma personal se acercaba mucho a lo que deseaba ver en Schindler.

Para el papel del sádico Amon Goeth,Spielberg contrató al británico Ralph Fiennes tras verle en una nueva versión del clásico de Emily Brontë, Cumbres Borrascosas (Wuthering Heights). El director vio en él la capacidad de pasar de un estado de ánimo a otro con facilidad y también la forma como podía expresar la más cruda frialdad con sus ojos. Fiennes ganó peso para interpretar a Goeth y su caracterización fue tan excelsa que la superviviente Mila Pfefferberg, al verlo, casi se desmayó. El intérprete captó que Goeth era un hombre con una tremenda fractura interior y explotó todo ello en sus intervenciones.


El Itzhak Stern de la película es más relevante de lo que fue en la realidad. De hecho, el guión le sumó actos de varios personajes hasta convertirle en el redactor de la lista. De alguna forma, Stern se convertía en la voz de la conciencia de Schindler, el hombre que sería capaz de reconducir al empresario y apoyarle en momentos de flaqueza. Para este personaje, Spielberg no podía pensar en nadie mejor que el ganador del Oscar por Gandhi, Ben Kingsley. Para dar vida a Emilie, la sufrida esposa de Schindler, el realizador repescó a Caroline Goodall tras su experiencia conjunta en Hook. El reparto no británico estuvo integrado por intérpretes centroeuropeos, israelíes y algún norteamericano de origen judío como la actriz Embeth Davidtz, quien da vida a la estoica criada de Amon Goeth, Helen Hirsch.


Como director de fotografía, Spielberg contrató a Janusz Kaminski ya que necesitaba a alguien apegado al territorio que además le diera un mayor contraste a la luz e imagen de la película. Esta significó la primera etapa de una larguísima colaboración puesto que Kaminski ha sido el responsable de la fotografía en todos las películas posteriores del director.

Aunque podía ser una película de amplísima repercusión, Spielberg dispuso un modesto presupuesto de 22 millones de dólares que era coincidente con el estilo que quería imprimir a la cinta. Su principal objetivo era conseguir el mayor realismo posible y por consiguiente rodó el film sin artificios (ni travellings, ni grúas y tampoco movimientos rápidos de cámara). Se trataría de un formato parecido al documental, con cámara fija o en mano y con solo una toma en steadycam. La decisión de filmar en blanco y negro respondió al hecho de convertir la película en intemporal. De esta forma, el público podía dejarse llevar sin asociarla de forma explícita a una época determinada de producción. El blanco y negro reforzaba el dramatismo y la acercaba a las imágenes que todos tenemos en mente cuando pensamos en el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial. No se dulcificaría nada y el uso del color, en momentos puntuales, se utilizaría como recurso estilístico para reforzar sentimientos. El Holocausto suponía una vida sin luz y el B/N expresaría eso de forma contundente.


El rodaje empezó el 1 de marzo de 1993 en Krakovia (Polonia). El planning establecía 75 días de filmación. El diseñador de producción polaco Allan Starski había realizado un gran trabajo en la caracterización de escenarios cuando el equipo empezó a rodar. Incluso reformó la DEF, instalación que había quedado abandonada desde que Schindler y su plantilla se marcharon en 1944. Starski construyó también el campo de Plaszow y una réplica de Auschwitz cercana al enclave real.
"Estaba bastante seguro de que pasase lo que pasase en Polonia lo podría soportar y pondría la cámara entre el sujeto y yo, y me protegería, ya sabes, creando mi propia distancia estética. E inmediatamente, el primer día de rodaje, eso se rompió." 
Para Spielberg el rodaje fue un auténtico reto a nivel emocional. Durante el mismo, llegó a quebrarse en varios momentos debido a la implicación personal que tenía para él por su condición de judío. Afortunadamente, estuvo acompañado durante toda su estancia en Polonia por su esposa, Kate Capshaw, y sus cinco hijos. Ellos le salvaron cuando las cosas parecían ser insoportables. También le ayudó otra cosa enormemente curiosa: Jurassic Park. Cuando cada semana hacía control y visionado del montaje de su anterior película, ganaba en relativización y se separaba de la cruda implicación que suponía Schindler's List.
"Sin ellos, si no hubiesen venido a estos exteriores, no sé lo que habría hecho. No estoy seguro de haber podido pasar sin tomar tranquilizantes o alguna otra cosa mientras hacía la película. Regresaba a la casa donde vivíamos y alguien me esperaba. Alguien que me hacía tener los pies en la tierra."

El visionado periódico de La Lista de Schindler refuerza la consideración de obra maestra. Hay en ella un simbolismo visual, un lenguaje narrativo apasionante. Cada uno de sus planos tiene una fuerza atroz. Hay momentos de virtuosismo tan destacables que requerirían un artículo de veinte páginas. Sin embargo, quiero reseñar algunos de ellos.

La película se inicia con una familia preparando el sabbat. El cálido color de la vela destila un humo que se funde con el que sale de la chimenea de un tren que espera en la estación de Krakovia. Ese humo enlaza el momento de felicidad de una familia con el destino inmisericorde que esperaba a muchos de ellos en los hornos crematorios de los campos de concentración.  De alguna forma, la lista se inicia metafóricamente desde el primer momento cuando una serie de mecanógrafos empiezan a registrar a los judíos que van llegando a la ciudad.

Poldek Pfefferberg asesoró al equipo durante el rodaje.

El enriquecimiento de Schindler gracias a la máquina de consumo ilimitado que supone la guerra se contrapone también a la expropiación de los recursos de muchos de los judíos. Primero son conducidos al ghetto y aquellos que ya son derivados a los campos no pueden ver como sus pertenencias son esquilmadas y clasificadas al ser sus equipajes escrupulosamente registrados por empleados que, en muchas ocasiones, son también judíos; lo que enfatiza la barbarie. El montaje paralelo de escenas que utiliza Spielberg en varios momentos de la película suele subrayar situaciones opuestas: judíos al ghetto y Schindler ocupando uno de sus pisos, instantes de diversión entre los alemanes y de pánico entre los judíos ante amenazas reales. La vida mostraba situaciones duales muy contrapuestas. Y la emocionalidad intrínseca en todo ello es magníficamente representada por el director.

Uno de los pasajes más contundentes y simbólicos de la cinta se vive durante la evacuación del ghetto de Krakovia, el 13 de mayo de 1943. Schindler y su amante cabalgan juntos disfrutando de un momento de distendimiento. Pero lo que está pasando va mucho más allá de la vida de ojos vendados que muchos practican en la ciudad. Cuando se detienen en la cima de una colina son testigos de la evacuación y eliminación del ghetto. Se trata de un auténtico acto de brutalidad descarnada que es aprovechado para hacer "limpieza" por parte de los nazis. La expresión gráfica de ese episodio no escatima la crueldad desgarradora del momento. Una masacre que continúa esa misma noche con ráfagas de ametralladora que iluminan compartimentos sin luz mientras los soldados siguen buscando a judíos que se hayan ocultado. Durante ese horror, Schindler presencia algo que aún le abre más los ojos:
"Vio a la niña con el abrigo rojo y se preguntó por qué los nazis detenían a todo el mundo y disparaban contra cualquiera que se resistiese excepto a la persona más visible, la que llevaba el abrigo más llamativo, que pedía a gritos que la capturasen y la pusiesen en un camión."

Este hecho no se produjo en la realidad pero es un símbolo de algo que Spielberg quería mostrar. Decidió utilizar el color para ver como el abrigo de la niña era rojo. La vemos pasearse por las calles del ghetto sin ser detenida como si fuera una antorcha iluminando la penumbra. La razón por la que fue en color responde a lo siguiente:
"Lo hice en color porque el Holocausto solo se conocía en círculos muy pequeños pero Roosevelt, Churchill y Eisenhower sabían de ello. Sin embargo, para las altas instancias del gobierno norteamericano y también para las clases dirigentes de la comunidad judía, la salvación de los judíos europeos no era una prioridad de guerra aceptable. Solo hasta haber tomado terreno en suelo europeo se procedería a la liberación pero, mientras tanto, las bombas serían utilizadas contra posiciones e instalaciones militares. Por consiguiente, la niña con el abrigo rojo, caminando calle abajo, simboliza que no se hizo nada para bombardear las líneas ferroviarias alemanas. No se hizo nada para eliminar los crematorios. No se hizo nada para ralentizar el progreso industrializado de la aniquilación de los judíos europeos. Ese era mi mensaje al dejar esa escena en color: el fracaso de los aliados en la paralización del exterminio de los judios europeos."
Ante la certeza de una muerte casi segura, la factoría de Schindler es la única garantía de refugio y protección. El trabajo significa la salvación o, al menos, la posibilidad de alargar algo más la existencia. Resulta macabro hablar sobre todo esto pero era la cruda realidad del momento entre la población judía europea. El trabajo de Itzhak Stern y otros para conseguir que más personas entraran en la DEF, incluso falsificando sus historiales personales para convertir a profesores en trabajadores metalúrgicos con experiencia, acompaña este continuo intento por burlar las directrices de una autoridad nazi ofuscada en la forma de eliminar a judíos ante la constante llegada de más contingentes. La pérdida absoluta de humanidad es una presencia constante en la película.

La confesión de Helen Hirsch ante Schindler es otro momento cumbre que rebosa contundencia desde el más puro intimismo. La revelación de los malos tratos que sufre a manos de Goeth y la reflexión de Schindler acerca de que el comandante tiene sentimientos por ella pero no puede expresarlos por su convicción dogmática, conlleva que ésta explique más momentos crueles que ha tenido que presenciar al estar a su servicio. Helen habla de cosas que no hemos visto en el día a día de la villa de Plaszow y la narración consigue descubrirnos situaciones a través de referencias, de cosas sugeridas. Pero no por ello el sentimiento que se transmite es menos aterrador. La violencia de Goeth se expresa varias veces en la película así como su complejo de Dios a la hora de matar de una forma arbitraria y macabra. Además de sus acciones en los barracones, resulta demencial la forma como, desde su amplio balcón elevado, convierte la instalación en un campo de tiro al blanco cuyo objetivo siempre es el de infundir miedo y humillar a los prisioneros como si fueran menos que ganado. Este uso sádico de la autoridad llega a su extremo cuando llega a deshacerse de uno de sus sirvientes al que parecía haber "perdonado" tras un breve momento de enmienda causado por las palabras de Schindler.



Las situaciones de horror son bastante constantes a lo largo del film pero hay otro instante particularmente llamativo cuando, tras un control médico donde los internos de Plaszow tienen que comparecer en el exterior desnudos, los funcionarios del campo evacuan a la mayor parte de los niños aunque eso implique separarlos de sus familias. Pequeños grupos tratan de ocultarse en diferentes escondites para evitar la deportación. La peor parte se la llevará el pequeño Olek Rosner (Kamil Krawiec) puesto que deberá ocultarse en el interior de las letrinas. Esta secuencia contiene las únicas tomas rodadas con steadycam ya que así se podía seguir mucho mejor al niño en su carrera por ocultarse. La utilización de unas canciones rancias y agrias, reproducidas por un gramófono, mientras los médicos discriminan a los sanos de los enfermos y permiten que se pueda ganar espacio para nuevos reclusos, es una auténtica radiografía del miedo y el temor.

También podríamos hablar de las escenas en Auschwitz y la forma como Spielberg muestra el diferente destino que correrán las mujeres de Schindler respecto a otros grupos que se encaminan hacia una instalación con una gran torre humeante. Pero todo nos lleva a la conclusión de que se trata de una obra maestra de la cinematografía moderna. Un título que impacta y atrae de principio a fin, a pesar de la fortaleza de su contenido. No hay nada superfluo, es como un concierto de una orquestra sinfónica donde todas las piezas encajan dentro de un engranaje perfectamente acoplado. Su extensa duración no resulta un impedimento sino que es una oportunidad para contemplar un argumento sólido en toda su globalidad y complejidad. El epílogo recupera el color para mostrarnos a los schindlerjuden vivos mientras realizan un homenaje simbólico ante la tumba de Oskar Schindler en Jerusalén. Los actores acompañan a sus homónimos en la realidad mientras que Liam Neeson aparece en la última toma depositando un par de rosas sobre el sepulcro.


La Lista de Schindler se estrenó en Estados Unidos el 15 de diciembre de 1993 y llegó a las carteleras del resto del mundo durante el primer trimestre de 1994. Las reacciones entre la crítica fueron de alabanzas casi unánimes. Aquellos que criticaron su exceso de emotividad no comprendieron cual era el objetivo de la película ni la necesidad de que el cine haga aflorar sentimientos en el espectador para canalizar mejor su mensaje. La opinión de los supervivientes era lo que más importaba a Spielberg y entre éstos no hubo dudas a la hora de aprobar un argumento que, por razones obvias, solo podía tratar un pequeño episodio del Holocausto.
"A muchos de los supervivientes que se atrevieron a ver Schindler's List, la película les sacó muchas cosas que tenían dentro. No les habían explicado a sus hijos y a sus nietos nada sobre aquello de lo que estaban huyendo, sobre lo que habían pasado en el Holocausto. Pero sí dijeron... si veis Schindler's List no es tan malo como lo que me pasó a mí, pero os dará una pequeñísima idea de lo que pasé." 
Otro apartado extremadamente significativo de la película es, obviamente, su banda sonora. Una vez realizado el montaje definitivo junto a Michael Kahn, Spielberg le mostró el resultado a John Williams. Sorprende como uno de los mejores compositores de la historia del cine mostró su faceta más humilde cuando le dijo al director: "necesitas a alguien mejor que yo para esto". El realizador respondió, en tono jocoso: "lo sé, pero están todos muertos". Evidentemente, el trabajo era exigente pero la magia de Williams volvió a funcionar coronando la partitura con un tema principal que conecta intrínsecamente con el contenido. La presencia del violín era imprescindible para remarcar el tono y la cadencia. Y no bastaba con los arreglos habituales, se necesitaba a un virtuoso que elevara a la máxima potencia el sentimiento que impregnaba la música. Williams contactó con uno de los mejores, el violinista israelí Itzhak Perlman. Su implicación con el material pareció impulsar aún más a Perlman porque su interpretación es prodigiosa. Pero la partitura dispone también de otros momentos magistrales que incluyen la presencia de coros, canciones tradicionales judías, y una interpretación espléndida del main theme, con dominio del piano, en los títulos de crédito finales.

Con una recaudación en taquilla que superó los 322 millones de dólares en todo el mundo y la aclamación general en los Globos de Oro y los BAFTA, Spielberg acudió a la gala de los Oscar con 12 nominaciones para su película. Parecía que esta vez sí era la definitiva puesto que una cinta que trataba sobre el Holocausto y el genocidio judío tenía todas las cartas para conquistar a los académicos. Las previsiones no fallaron y Schindler's List se llevó siete estatuillas que incluyeron mejor fotografía (Janusz Kaminski), montaje (Michael Kahn), banda sonora original (John Williams), dirección artística (Allan Starski y Ewa Braun), y mejor guión adaptado (Steven Zaillian). Pero los momentos cumbre sucedieron cuando Clint Eastwood pronunció el nombre del mejor director y Harrison Ford el de mejor película. Después de tres nominaciones y su ausencia como finalista con El Color Púrpura, Spielberg podía alzarse con el Oscar al mejor director e instantes después culminar su emoción cuando su amigo Harrison Ford le entregaba una segunda estatuilla.Kathleen Kennedy era productora ejecutiva en esta ocasión así que el honor fue compartido con Gerald R. Molen y Branko Lustig, un superviviente del Holocausto que estuvo preso en Auschwitz y Bergen-Belsen y que tenía un pequeño cameo en la película como el maitre del principal club nocturno de Krakovia. Siete años después, Lustig volvería a ganar el Oscar por la producción de Gladiator.


Liam Neeson y Ralph Fiennes, también nominados, perdieron frente a Tom Hanks y Tommy Lee Jones, respectivamente, pero Schindler's List obtuvo el reconocimiento que se merecía. Aupado por ese éxito y deseoso de hacer algo más para la comunidad judía, Spielberg creó la Survivors of the Shoah Visual History Foundation que, durante los años siguientes, se dedicó a recopilar más de 52.000 testimonios de supervivientes que posteriormente se procesaron en una base de datos accesible por parte de escuelas e instituciones educativas.




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El Mundo Perdido: Jurassic Park (The Lost World: Jurassic Park, 1997)

Star Wars. Personajes: Padmé Amidala. Por Francesc Marí

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«Era muy bella. Gentil, pero triste»

A pesar de que, como he dicho en diversas ocasiones, esta frase que Leia dice a Luke en el Episodio VI, no tiene sentido alguno, ya que es imposible que Leia pueda recordar a Padmé de ese modo, debo admitir que es una descripción muy acertada de la que fuera reina y senadora de Naboo.

En mi humilde opinión, Padmé Amidala, nacida Naberrie —Amidala es un apellido de la realeza de Naboo—, es el personaje más desgraciado de todo el Universo Star Wars. Para empezar, solo cinco meses después de convertirse en reina, la Federación de Comercio bloquea su planeta, liandosela parda y obligándola a intervenir en una guerra abierta como pocas se habían visto en su planeta. Después, ya como senadora, se ve metida de lleno en una Guerra Civil, entre dos bandos con los que no acaba de sentirse identificada —sus ideales políticos se asemejaban más a los de los Separatistas, sin embargo, creía en el sistema de la República—, viéndose involucrada directamente en algunas batallas, como la de Geonosis. Incluso, a pesar de que su matrimonio con Anakin y el posterior embarazo deberían considerarse algo feliz en su vida, su marido es un caldo de cultivo para dolores de cabeza y muere justo de después de dar a luz.

Para colmo, resulta que el senador de su planeta, Palpatine, con el que había colaborado estrechamente y al que apoyó para que se convirtiera en Canciller, acaba convirtiéndose en el mayor hijo de p*** de la Galaxia. Aunque, por suerte, muere antes de ver a su querido Anakin convertido en un malvado Lord Sith. Si es que no gana para disgustos esta pobre chica.

Además de formar parte del triumvirato de personajes principales de las precuelas, junto a Obi-Wan Kenobi y Anakin Skywalker, al igual que estos y muchos otros personajes presentes en los Episodios II y III, se convierte en una de los protagonistas de las series de animación vinculadas a las Guerra Clon. Es en ellas donde descubrimos que Padmé, además de ser una hábil negociadora, una brillante tirado de blaster y una gran sufridora, tiene otras características más relevantes, jugando papeles de espía, diplomática y guerrero. Un todo en uno. En este sentido, el personaje de Padmé esta creado para que todos lo identifiquemos con el de su hija, Leia, por ser una persona muy inteligente, tanto dentro como fuera del campo de batalla, en el que no tiene miedo de intervenir, a pesar de ser una pieza esencial del engranaje de su sociedad, la madre para la Naboo y la República, y la hija para la Alianza Rebelde.

Una de las curiosidades más curiosas —valga la redundancia— de la saga galáctica esta relacionada con el personaje de Padmé y sus ayudantes. Bien es sabido que, como reina de Naboo, en muchas ocasiones Padmé era sustituida por una de sus ayudantes a modo de señuelos, para proteger la vida de la reina. Lo curioso —aunque tampoco os voy a descubrir nada nuevo para los que estéis familiarizados con IMDb— es que, mientras Natalie Portman se hizo cargo del personaje de Padmé, una de las que quedó finalista del cásting para este personaje, acabó siendo el principal señuelo de la reina, Sabé. La escogida para este modesto papel fue una joven actriz que pocos años después interpretaría un personaje similar al de Padmé y Leia, pero en mundo de piratas, Keira Knightley.

Así que, a pesar de ser una mujer de armas tomar, al igual que será su hija, Padmé no tendrá tanta suerte como Leia, ya que vivirá en una época convulsa de la Galaxia, en la que los chicos buenos como su marido y futuro padre de sus hijos, se verán corrompidos por el lado oscuro, haciendo que sucumba a su triste realidad, prefiriendo abandonar este horrible mundo antes de seguir viviendo en él. Puede que una de las escenas más conmovedoras de La venganza de los Sith y de toda la saga, es cuando el pueblo de Naboo al completo —con Gungans incluidos— rinden homenaje a la que fue una de las reinas y personajes más queridos de su planeta, poniendo punto final a la triste historia de Padmé. 

Star Wars. Manual de Supervivencia es un proyecto de LASDAOALPLAY? y El cine de Hollywood.

John Adams, el padre olvidado y la independencia (I). Por Francesc Marí

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“La esencia de nuestra revolución se resume a cuando el Dr. Franklin castigó a la tierra con su varilla eléctrica y aparecieron Washington y Jefferson, y ellos juntos dirigieron la política, las negociaciones y hasta la legislación” (John Adams, Episodio VII. Peacefield).

Sea o no sea verdad esta cita, John Adams ha sido el gran olvidado de la historia de la formación y los primeros años de los Estados Unidos de América. Esta miniserie de siete capítulos y no más de ocho horas, basada en la novela homónima de David McCullogh, pretende ser un tributo y un recuerdo para la posteridad de uno de los padres fundadores, y tal vez uno de los más importantes, que a pesar de no aparecer en los billetes, fue el primer vicepresidente y el segundo Presidente de esta joven nación.

El repaso a la vida de John Adams no es sino una excusa con doble dirección, por una el ya mencionado seguimiento de la vida de este político clave de la historia contemporánea americana, y por la otra el estudio y análisis de la independencia y fundación de los Estados Unidos, viendo todas las etapas y vicisitudes que vivieron desde que protestaron por la llamada “Masacre de Boston”, el 5 de marzo de 1770, hasta la conmemoración del 50 Aniversario de la aprobación de la Declaración de Independencia, el 4 de julio de 1826, que los avatares del destino hicieron coincidir con la muerte de dos de los tres últimos firmantes supervivientes de dicha declaración: John Adams y Thomas Jefferson.

La longevidad de Adams permitió a los realizadores, y permite al espectador, ver en primera persona lo que sucedió durante sesenta años. Cómo unas colonias se independizaron, entablaron relaciones diplomáticas con las principales potencias europeas, incluida su antigua metrópolis, y finalmente se establecieron como una nación libre y soberana.

Cada vez más los medios audiovisuales se están haciendo un lugar entre las fuentes utilizadas para los estudios históricos y científicos en general. Uno de los casos más relevantes es el cine, que a través de sus historias transporta al espectador a épocas lejanas, consiguiendo ser una herramienta mucho más didáctica que una obra literaria. Con ello no quiero decir que todos las películas, o series como la que tenemos entre manos, sean válidas para realizar estudios de cierta profundidad histórica, ya que hay que tener en cuenta la intención y las fuentes que hay detrás del film en cuestión. En el caso que estamos trabajando, la Revolución e Independencia de las colonias norteamericanas, han sido muchas las ocasiones en que el mundo del cine ha cogido sus historias y personajes y los ha convertido en una película, pero no siempre de forma acertada, véase los casos de filmes tan conocidos como The Patriot (Roland Emmerich, 2000) o Revolution (Hugh Hudson, 1985), en que se retrata la época y se pretende dar un mensaje de cierta profundidad histórica, pero sus fundamentos históricos son tan escuetos que resulta ser un fracaso en cuanto nivel histórico, convirtiéndose tan solo en un film bélico de época.

Esta serie, aplaudida por público y crítica, y con numerosos premios a sus espaldas, es todo lo contrario a los filmes anteriormente citados, ya que en base a un profundo estudio tanto de la novela que sirvió como base, como de la época que muestra, consigue convertirse en una fuente histórica de cierta relevancia, que tal vez nunca llegará a sustituir las investigaciones de los historiadores, pero que seguro será un complemento perfecto.

Cuando nos ponemos frente a un film, o una serie, de marcado carácter patriótico, del país que sea, la tendencia es a idealizar los personajes y la historia llevándolos a convertirse en casi un mito. Los franceses idealizan a Napoleón y a De Gaulle, los británicos a Cromwell, los americanos a los soldados de la Segunda Guerra Mundial, y así podríamos seguir hasta ver todos los países del mundo, pero últimamente, cuando cada vez estos personajes y sus historias se van alejando de nosotros, parece que el realismo ha llegado al cine, y muchos de estos han pasado de mitos a simples hombres con grandes historias. No es lo mismo el Napoleón de Abel Gance (1927) que el de Yves Simoneau (2002), ni el Cromwell de Ken Hughes (1970) que el de Mike Barker (2003), ni los soldados son los mismos los de Ken Annakin que los de la miniserie Hermanos de Sangre. Las distintas concepciones han ido variando, y esto es justo lo que vemos en John Adams, dirigida por Tom Hooper y estrenada en la HBO en 2008. Nos enseñan una realidad histórica, muy poco idealizada, que nos cuenta lo que sucedió de verdad y no la mitificación que se ha hecho después de ello.

Partiendo de esta base de la no idealización, descubrimos que Benjamin Franklin es duramente criticado, a diferencia de otros filmes en que es la referencia de lo político mientras Washington lo es de lo militar. A la vez este último se convierte en un hombre y no un semidiós, ya que presionado por el ambiente se ve obligado a no volver a presentarse a la elecciones después de dos mandatos.

Si por un lado se critica o se baja del pedestal a ciertos personajes, el que es claramente reivindicado es el protagonista, John Adams (Paul Giamatti), que como el título de este trabajo indica, ha sido siempre el padre fundador olvidado, ya que si el 4 de julio la Declaración de Independencia fue firmada por 56 hombres, tan solo son recordados George Washington, Thomas Jefferson y Benjamin Franklin, y en menor medida John Adams y John Hancock. Esta serie por la tanto es la reaparición en el imaginario de la gente de estos personajes que olvidados del todo no han sido, pero si que han pasado más discretamente por la historia, y el caso del protagonista es el más alarmante, ya que siendo uno de los redactores de la Declaración, primer Vicepresidente y segundo Presidente de los Estados Unidos de América, se ha visto ensombrecido por las figuras mucho más altas de Franklin, Jefferson y Washington, que no le han dejado ni espacio en los billetes. En ellos solo aparecen George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln, Alexander Hamilton, Andrew Jackson, Ulysses S. Grant y Benjamin Franklin.

La serie, además de la faceta política de la vida de John Adams, también nos muestra su vida privada, como su mujer Abigail (Laura Linney) influenciaba y aconsejaba en sus acciones, como fue siempre el punto de apoyo de su marido. Pero por si un lado con Abigail, a pesar de la distancia y los vaivenes de un matrimonio, era todo una relación afectuosa y de confianza, con sus hijos nos muestra lo contrario, debido a la implicación política de Adams que lo llevó a viajar mucho durante la infancia de sus hijos, la relación que tenia con ellos era más bien tensa. Según la serie, su hija Nabby (Sarah Polley) había crecido separada de la protección de su padre, y esto la había hecho madurar muy temprano; John Quincy (Ebon Moss-Bacrach), quien sería el sexto Presidente de los Estados Unidos, tenía un profundo respeto por su padre, pero que se mezclaba por el resentimiento de haberle permitido viajar a San Petersburgo alejándolo de él; la peor relación la mantenía con Charles (Kevin Trainor), que le culpaba por no haber estado con él cuando era pequeño, llevándolo a discusiones constantes debido a su mal comportamiento como joven y ya como adulto su fracaso económico y vital, que lo llevó a la muerte; con el único que parece que exista una relación auténtica de padre e hijo es con el más pequeño, Thomas (Samuel Barnett), que fue el que vivió con él hasta su muerte en 1826. Lo que podemos ver a lo largo de los capítulos, es que si la vida política, a pesar de las duras críticas siempre recibidas, le brindaba más de una alegría, la familia para Adams, sobretodo en los últimos años de su vida, no era más que una fuente de desdichas.

El papel de Abigail y sus hijos en la serie no se limita tan solo a una simple comparsa familiar, sino que nos muestra la realidad de la gente durante la Revolución. A pesar de que siempre están alejados y no son de los estratos más bajos de la sociedad, es un reflejo de esta, ya que se tienen que enfrentar a la falta de alimentos por el bloqueo marítimo, las batallas durante la guerra son muy cerca de su casa, les acosa la viruela y tienen que hacer frente a ella a pesar de poder morir en el intento. Además, se nos muestra la moral y la forma de vivir de los puritanos americanos, una de las principales partes de la sociedad americana.

Un tema patente en la sociedad americana aún hoy, como es la esclavitud y la discriminación racial, es tratado de esquinazo, se hace alguna que otra mención, pero es irrelevante, porque a pesar de que Jefferson siempre tiene en la boca las palabras libertad e igualdad, la necesidad de la Independencia y del acuerdo entre todas las colonias, hace que este tema pase desapercibido tanto para los personajes como para el público.

En definitiva, esta serie es una excelente herramienta para ver y conocer la historia del nacimiento de una nación tan importante ahora en la política mundial como Estados Unidos, ya que los diferentes episodios nos muestran la evolución política de la joven nación junto con los diferentes papeles que tuvo Adams en ella. Es muy importante ver que por una vez se ha dejado de lado la Guerra de Independencia, para centrarse en la Revolución que fue más bien política que no militar.



I. Join or Die

La serie arranca cuando John Adams, de treinta y cinco años, regresa a Boston en pleno invierno después de ejercer su oficio, la abogacía, en otro pueblo. Este joven abogado de cierta fama por ser un fuerte defensor de las leyes, proviene de un origen humilde, hijo de un campesino puritano, descendiente de las primeras familias que llegaron a América, a los dieciséis años su padre lo envió a la Universidad de Harvard, para más tarde convertirse en clérigo, pero sus dudas le llevaron a estudiar derecho, para convertirse con el tiempo en uno de los más respetados abogados de Nueva Inglaterra. Estos orígenes humildes son mencionados en repetidas ocasiones por el mismo Adams, ya que su ideología puritana, recibida ya desde muy pequeño, guió sus pasos a lo largo de toda su vida.

Su primer contacto con la política fue en 1765, cuando pronunció un discurso en contra de la Ley del Timbre impuesta por el Parlamento Británico, pero en la serie este episodio fue eludido en escena, para pasar directamente al papel que tuvo en 1770, después de la “Masacre de Boston”, de la que fue testigo en la Plaza de la Asamblea. Como claro defensor de la ley, decide llevar el caso cuando nadie acepta defender a los soldados que han sido acusados de asesinato, siendo los hombres más odiados de Boston. A pesar de que es consciente de que se trata un juicio por asesinato, él mismo se pregunta: “¿El gobierno del Rey Jorge tiene derecho a cobrar impuestos a los ciudadanos de Boston si se les niega su representación en el parlamento?”, viendo que realmente lo que se juzga es el poder que tiene la metrópolis sobre la colonia. 

Gracias a la victoria de este juicio y su clara defensa de las leyes por encima de cualquier idea política, le conllevan un título de imparcialidad frente a los habitantes de la colonia, tanto los británicos como los rebeldes. Ambos bandos del conflicto le ofrecen cargos, los británicos como representante del Rey en la colonia, y los americanos como representante en la Corte General de Massachusetts ---el órgano de legislación, de origen colonial, del estado de Massachusetts---.

En dicha corte los representantes de la población, entre ellos Adams, tuvieron que luchar contra las imposiciones de la metrópolis, que a cambio de unos impuestos aduaneros de dimensiones desproporcionadas, declaraba que la asamblea de la colonia ya no tendría que pagar los sueldos del gobernador ni de los jueces del tribunal supremo. Adams ejerció un papel vital para la defensa de la posición de los habitantes de Boston, ya que gracias a él se demostró que esta medida estaba fuera del poder del Parlamento Británico. Los poderes de la colonia tan solo respondían ante el Rey.

Durante el Motín del Té, en 1773, acepta los ideales y los derechos que defienden los revelados pero no acepta sus métodos, los considera una cosa propia de bárbaros, y se ve en la obligación de participar en dicho movimiento con la intención de moderar los actos de sus participantes. Además del bloqueo y el excesivo control que se aplica en la colonia, después de las revueltas, se disuelve la Corte General de Massachusetts, pero lo que realmente lo hiere personalmente es que, después de defender a los soldados acusados de la “Masacre de Boston”, se diga, por parte de los representantes británicos, que la justicia de Nueva Inglaterra es completamente parcial.

A pesar de todas estas actuaciones, de marcado carácter independiente, lo que realmente, tal y como nos muestra la serie, será la primera gran entrada de Adams en la historia, al igual que muchos de sus compañeros, es el Congreso Continental, donde fue enviado como delegado por Massachusetts.


Continúa en:

John Adams (Tom Hooper, 2008), el padre olvidado y la independencia (II). Por Francesc Marí

John Adams, el padre olvidado y la independencia (II). Por Francesc Marí

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II. Independence

Después de las numerosas negativas por parte de la corona y el gobierno de Inglaterra de aceptar representantes de las colonias en sala de los comunes, algo que supondría dar la ciudadanía de primera clase a los habitantes de las colonias, que hasta ahora habían sido meros segundones para la metrópolis, la élite intelectual y política de las colonias deciden reunirse para preparar un plan de actuación común frente dichas injusticias en el Congreso Continental de 1774.

Adams se enfrenta a unos de sus mayores retos, defender los intereses de Massachusetts, desde hace meses asediada por las naves y las tropas de Inglaterra, frente a los de las otras doce colonias, muchas de las cuales, al no verse bloqueadas se oponen a la resistencia contra los ingleses, y apuestan por unas medidas, según ellos, “moderadas” o “pacíficas”, siendo para los de Massachusetts completamente insuficientes. Adams comprueba que el Congreso utiliza los ataques a Boston como excusa para discutir sobre las formas políticas, las misivas al Rey, etc., algo que impide la acción directa contra la metrópolis, motivo que ha movido a los delegados de Massachusetts a reunirse en Philadelphia.

Poco después de regresar a su granja familiar, a las afueras de Boston, completamente frustrado por los fracasos que se ha encontrado en el Congreso, empiezan los primeros ataques británicos directos, dando lugar a las primeras batallas entre el ejército británico y los voluntarios de Massachusetts en Lexington y Concord, en que los hombres de la colonia consiguen hacer frente a la presión inglesa. Después de ello, Adams confiesa a su mujer: “Ahora no hay duda de la intención de los británicos”, aceptando que la guerra es inevitable.

Después de sus impresiones al ver la guerra tan cerca de él y su familia, pretende ir al segundo Congreso Continental, en 1775, a buscar ayuda para los voluntarios de Massachusetts, además de luchar cara a cara con los intereses de la metrópolis, como él mismo dice a los delegados que se oponen a la acción directa: “Para recuperar los derechos ingleses, debemos luchar por ellos”, dejando claro que aunque se desee seguir siendo inglés deberán defenderse de los propios ingleses y luchar para llegar a su mismo estatus.

La primera opción del Congreso, dominado por los moderados de Pennsylvania, Nueva York y Carolina del Sur, era la de pedir respeto por parte de los ingleses mediante cartas y peticiones, para conseguir ser súbditos representados en Londres, y para que se acabaran las presiones militares a los puertos de las colonias reveladas, como Massachusetts. Pero como los representantes de estas colonias afirman, el hecho de esperar una respuesta puede suponer unos meses de espera y de soportar la acciones de las tropas británicas. Por lo tanto se opta por formar el Ejército Continental, cuyo comandante fue George Washington (David Morse), estableciéndose alrededor de Boston, principal ciudad asediada.

En un principio, a pesar de defender sus necesidades y derechos, se declararon súbditos del monarca inglés, y reclamaban sus derechos desde esa posición. La Independencia fue el último de los recursos que tenía el Congreso. El siguiente paso fue el de intentar negociar la finalización de los ataques, pero tampoco lograron sus objetivos por las negativas de la corona. Por ello aprobaron la creación del Ejército Continental, siendo esta la primera respuesta de cierto carácter independiente por parte de los representantes de las colonias. La respuesta del Rey Jorge III ante la defensa de las colonias fue la orden que dio respecto a los “separatistas”, a los que se debería ajusticiar a menos que acepten rendirse y acatar las ordenes de la metrópolis.

Así que, convencidos por el elocuente Adams de la necesidad de tener una nación propia, y vistos los desprecios para con ellos, los miembros del Congreso decidieron tomar otro camino, el de la Independencia el 4 de julio de 1776. Pero para llegar a este punto debieron pasar por una elaborada negociación entre los diversos delegados, sobre todo con los más reticentes a la Independencia, como lo eran Pennsylvania, Carolina del Sur y Nueva York.

El primer paso fue motivar a los delegados de Virginia, la colonia más poderosa, para que instaran al Congreso a votar la Independencia. Una vez conseguida la proposición por parte de Virginia, la votación se atrasó a la espera de que los diferentes consejos coloniales les dieran a los delegados el poder de votar una decisión como aquella.

A la espera del día de la votación, y mientras que Thomas Jefferson (Stephen Dillane), delegado de Virginia, se encargaba de la redacción del texto de la Declaración de Independencia, John Adams, Samuel Adams (Danny Huston) y Benjamin Franklin (Tom Wilkinson), entre otros, empezaron a negociar con los delegados que se negaban a la Independencia

La necesidad de unanimidad en el momento de votar la Declaración de Independencia era imprescindible, ya que sin ella dicho proceso no podría considerarse válido a pesar de que la votación fuera favorable a esta opción. Finalmente, el representante de Pennsylvania, John Dickinson (Zeljko Ivanek), no asiste a la votación, y Franklin da el sí a la proposición. Carolina del Sur acepta las opciones de la Independencia, y Nueva York se abstuvo, aunque más tarde acabaría votando a favor de la propuesta.


El 4 de julio de 1776 se aprobaba la Declaración, tras haber pasado por un atento estudio de las ideas que allí se expresaban y de las palabras utilizadas. En la serie, la corrección y recorte de la Declaración es tan solo una reunión de tres hombres, Jefferson, Adams y Franklin, pero en realidad ésta se corrigió en el Congreso entre los representantes ahí presentes.

Es interesante mencionar una afirmación de Franklin, respondiendo a John Hancock (Justin Theroux), después de la firma de la Declaración: “Sí, tenemos que, de hecho, todos permanecer juntos, o casi con total certeza, todos vamos a colgar por separado”, dando a entender que si no se mantenían unidos y salían adelante, serían acusados de traición y condenados por ello.

A parte de la faceta política que supuso el Congreso Continental para John Adams, fue muy importante el papel que jugó en su vida privada, ya que siendo padre de cuatro hijos, estuvo separado de su familia durante muchos meses, unos meses en que la guerra asoló la colonia de Boston, donde vivía junto a sus hijos y su mujer, Abigail, que jugaría un papel clave tanto en la vida privada como pública del que sería el segundo Presidente de los Estados Unidos.


III. Don’t Tread on Me

Después de su excelente papel durante el Congreso y la Declaración de Independencia, Adams es elegido para viajar a Francia y unirse a Benjamin Franklin en la misión diplomática, que pretendía conseguir el apoyo de los galos tanto a nivel diplomático como militar, para poder ganar la Guerra de Independencia que se había iniciado años atrás contra los ingleses.

Pero al llegar a París, Adams, es sorprendido por la poca tarea diplomática que ahí se ejerce, y descubre que en realidad las negociaciones son un mero entretenimiento de la vida libertina y placentera que llevan los cortesanos del rey Luis XVI (Damien Jouillerot). Este tipo de vida, al que parece que Benjamin Franklin se adaptó en seguida, chocó con la forma de pensar puritana que tenía John Adams, que no acababa de comprender ni el idioma ni el estilo de vida. Esta diferencia de formas de hacer la podemos ver en el siguiente diálogo: “Nuestra misión exige diligencia. – No, aquí en Francia debe practicar el arte de conseguir mucho, pero que parezca que consigue muy poco”. Además Adams se siente insultado por que lo confunden con su primo, Samuel Adams, mucho más popular en Francia, y se ríen de él por su mentalidad práctica y poco ociosa.

Una escena muestra a la perfección este incomprensible, a ojos de los americanos, modo de vida, en la que Adams y Franklin a medida que hablan sobre sus ideales como si estuvieran vendiendo entradas para el circo reparten banderines con la flamante bandera americana a los cortesanos franceses, con el único objetivo de ganarse su favor. “Aquí todos somos actores”, es como ve Franklin las relaciones diplomáticas en Francia, después de la magnífica escena comentada. Éste los tiene comprados, con su puesta en escena les da lo que desean. Los franceses creen que los americanos son rústicos y él se lo da, les vende una “revolución” idealizada, ya que a pesar de que les apoyan los nobles franceses no tienen nada de liberales, y para ellos esto no es más que un juego o una excentricidad cualquiera, y esta forma de actuar Franklin la resume en “París requiere cierta cantidad de incidencia, de pensamientos y de actos”.


Todo esto no hace más que sorprender a Adams, cuya paciencia se está agotando, y termina por hacerlo después de ver como el Rey lo ningunea por no saber hablar francés, y por no interesarse para nada por los problemas de los americanos, delegando todo su poder en sus ministros. Después de la audiencia, frustrado por el comportamiento del Rey, Adams se encoleriza y Franklin se enfrenta diciéndole que no sabe comportarse frente a un monarca. Además, poco después de ello, a Franklin le dan plenos poderes como único representante de Estados Unidos en Francia, convirtiendo en nada la presencia de Adams, que acaba afirmando: “Es una creencia universal que el Dr. Franklin ha llevado a cabo nuestra revolución él solo, con un sencillo movimiento de su varita eléctrica”.

Antes de irse de París, enfadado por la forma libertina de vivir de los franceses, Adams acaba diciendo que “Francia es el lugar perfecto para la felicidad, si la felicidad se alcanza con cualquier cosa que complazca los sentidos”, dejando claro que aquella gente es de todo menos cultivadora del intelecto.

Las necesidades de Estados Unidos no se reducían al apoyo militar y diplomático, sino también al financiero, necesidad que los franceses se negaban a llegar a cumplir en su totalidad. Es entonces cuando Adams decide viajar a Holanda con la intención de conseguir préstamos de parte de los principales banqueros. Pero las negociaciones son muy duras y no consigue los resultados deseados, ya que Estados Unidos, sumido en la guerra contra los ingleses, no les ofrece a los holandeses la seguridad de que recuperarán su préstamo, y por lo tanto deciden negárselo.

El clima insalubre de La Haya hace enfermar a Adams, que rozará la muerte en la soledad de su vivienda, ya que su hijo mayor, John Quincy, que le había acompañado a Francia y Holanda, es contratado como secretario de Francis Dana, que cumplía la misma misión que Adams en la corte de la Reina Catalina II de Rusia.


IV. Reunion

Tras recuperarse de su enfermedad y saber que definitivamente los ingleses se han rendido frente a las tropas de Washington, Adams consigue el apoyo financiero de los banqueros holandeses, que le auguran un mayor futuro a los Estados Unidos, y regresa a Francia donde se reúne con Franklin, Jefferson y, poco después, con su esposa. 

Abigail es muy impetuosa y tiene muy claras las políticas que están utilizando su marido y sus compañeros. Defiende el papel de la mujer en la política, a pesar de que lo dice muy disimuladamente, Gracias a ella, Adams se acostumbra un poco a las costumbres de los galos, pero su estancia en la capital francesa es breve, ya que es nombrado embajador en Londres, para conseguir el ansiado objetivo de ser reconocido como nación independiente por su antigua metrópolis. Al mismo tiempo, Jefferson es nombrado sucesor de Franklin en el cargo de embajador en París, ya que el viejo representante de Philadelphia está enfermo y desea regresar a Estados Unidos para participar en la redacción de la Constitución de los Estados Unidos.

La nueva ciudad, Londres, y sus costumbres son de más agrado para Adams y su esposa, pero sus objetivos políticos son difíciles de conseguir, ya que una reunión con el Rey es casi imposible, y más por ser un sublevado a los ojos de todos los ingleses.


Finalmente, Adams consigue la audiencia real, después de recibir un cursillo acelerado sobre las maneras de la corte y las reverencias necesarias antes de hablar con Jorge III (Tom Hollander), pero cuando se halla cara a cara con él, tan solo mantiene una breve conversación, ya que por un lado se siente impresionado, y por el otro se dicen todo lo que se tienen que decir. Jorge III acepta la derrota y la independencia ofreciendo sin problemas la embajada de Estados Unidos en su país. Además, el monarca británico ve con buenos ojos que Adams desprecie a los franceses, tanto o más que él.

Después de varios años viajando por Europa de embajada en embajada, John Adams y su esposa, cansados de los viajes y las constantes críticas hacia él por ser mal diplomático y no saber comportarse frente a los monarcas, regresan a Estados Unidos, donde prosigue con su carrera política. Benjamin Rush, firmante en 1776 y amigo de Adams, lo insta a presentarse a las elecciones presidenciales de 1789, los primeros comicios de la joven nación. Él duda, pero su mujer afirma que su marido tan solo aceptará si como mínimo es vicepresidente. Después de las elecciones es elegido vicepresidente, por detrás de George Washington que es escogido por una abrumadora diferencia como primer presidente de los Estados Unidos, hecho que lleva a Adams a la sombra de semejante coloso político y mediático.


V. Unite or Die

A pesar de que el puesto de vicepresidente es el segundo más alto cargo de los Estados Unidos, Adams ve la inutilidad de este. Al comenzar su mandato emprende diversos proyectos de su ideario político, pero los representantes en el Congreso, nuevos políticos, le dicen que su papel es el de árbitro en sus discusiones. Es menospreciado el cargo y la persona, ya que el vicepresidente parece estar en el limbo entre los representantes de los estados y el gobierno federal.

Además, a pesar de ser amigo y estrecho colaborador de Washington, éste le aparta de su gabinete de gobierno ya que según la ley no forma parte del mismo. Finalmente, decide conformarse con que no tiene poder y peso político dentro de la nación, y más cuando Jefferson regresa de la Francia revolucionaria para formar parte del gobierno de Washington como Secretario de Estado.

A pesar de ser uno de los líderes de la Independencia y uno de los mayores representantes de los Estados Unidos en Europa, sus ideas son ninguneadas hasta el extremo, es tildado de monárquico y despreciado por los recién llegados a la política de este nuevo país. 

En este momento es cuando, debido a la Revolución Francesa, se empiezan a ver las primeras diferencias entre Adams y Jefferson. El primero es mucho más centralista mientras que Jefferson cree en la soberanía del pueblo y éste, en cada uno de los estados, debe decidir sus intereses. A la vista de Adams, Jefferson ha cambiado debido a su participación, indirecta, en la Revolución Francesa, dando consejo en la redacción de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano.


Estas diferencias se ven agudizadas cuando Francia reclama la ayuda de Estados Unidos para la guerra que tiene abierta contra Inglaterra. Pero la joven nación, con graves problemas económicos, debe preservar la neutralidad frente al conflicto anglo-francés porque no pueden hacerle frente. El problema de la Francia revolucionaria no se queda en los despachos de Philadelphia, sino que se expande por el territorio americano, sumando adeptos deseosos de ayudarles a ganar a los británicos, generando múltiples protestas en contra del gobierno. Muchas de estas protestas son generadas por uno de los nuevos partidos políticos, el Demócrata-Republicano fundado por Jefferson ---antecesor del actual Partido Demócrata---, que luchaba contra los Federalistas, liderados por Alexander Hamilton (Rufus Sewell), y cuyo principal figura es Adams, a pesar de que este último no comparte los métodos de Hamilton.

Finalmente, Adams descubre que se intrigó para que Washington consiguiera esa abrumadora victoria en 1789, a través de su amigo Rush, que también le comenta que, de no ser así, él hubiera tenido muchas probabilidades de ganar las elecciones. En 1796, tras dos mandatos completos, George Washington, muy presionado por la guerra en Europa, decide no volverse a presentar, y John Adams le sucede en el cargo como Presidente de los Estados Unidos.


VI. Unnecessary War

Adams consigue llegar a la cima de la política norteamericana ocupando el puesto de Presidente, pero su estancia allí no será tan placentera como esperaba. En primer lugar, pierde el apoyo y la amistad de Thomas Jefferson porque éste tiene los ideales políticos de su partido muy asumidos, y ve en Adams un adversario. Por otro lado, los Federalistas, más cercanos ideológicamente a él, tampoco le apoyan ya que Alexander Hamilton, su líder, está enfrentado abiertamente con el Presidente. Pero la principal fuente de preocupaciones es la guerra que aún sigue en Europa, en la que la posición de neutralidad no es válida ni para franceses ni para los seguidores de Jefferson.

Mediante emisarios a Francia intenta entablar relaciones con el gobierno del Directorio, pero es algo imposible, ya que el ministro de asuntos exteriores, Talleyrand, se niega a recibir a dichos emisarios. Ante esto, Adams insiste en que se hable con el gobierno entero, no tan solo con Talleyrand, pero el emisario le afirma: “Monsieur Talleyrand es el gobierno francés”. Antes de enviar a estos emisarios, Adams le había ofrecido este papel a Jefferson, pero éste se niega pensando que es una treta política para apartarlo del centro de poder norteamericano.

A pesar de su fuerza para solventar todos los problemas en los que está sumida la nación, sigue siendo criticado, y lo caricaturizan como un Rey absoluto, algo muy alejado de la realidad. El ascenso al poder de Napoleón en Francia hace arrancar de nuevo las relaciones entre ambos países, y por fin los emisarios son recibidos en Europa con la intención de llegar a un acuerdo y poner fin a las malas relaciones.


Si en la vida política consigue un éxito, es en este instante cuando las desgracias en su familia se van a suceder una tras de otra. La primera de las cuales será la muerte de su tercer hijo, Charles, completamente arruinado y alcoholizado, en 1800. Será también ahora cuando se desplace de Philadelphia a la nueva ciudad de Washington, para ser el primer Presidente que vive en la Casa Blanca, cuando aún está en obras. Una vez más se trata el tema de la esclavitud, cuando Adams y su mujer ven que la casa presidencial, y toda la nueva capital, está siendo construida por esclavos negros mal alimentados, pero no deja de ser más que un comentario, y una vez más se pasa de lado en el debate esclavista, que durante la segunda mitad del siglo XIX, centrará la política norteamericana.

Su estancia en un lugar inhóspito como era la ciudad de Washington a principios del siglo XIX, duró poco, ya que en las elecciones de 1800, completamente separado de los Federalistas y de los Demócrata-Republicanos, Adams pierde el puesto contra su antiguo amigo Thomas Jefferson. Sus principales apoyos que estaban en Nueva Inglaterra, se perdieron a favor de un candidato Federalista de Nueva York, Aaron Burr, que sería el vicepresidente durante el gobierno de Thomas Jefferson.

Cuando aún se estaba votando para decidir quien sería el Presidente, si Jefferson o Burr, Adams ya sabía que él se había quedado fuera del juego político, y su único interés en los últimos días de su Presidencia era cerrar los acuerdos de paz entre Estados Unidos y Francia. A finales de 1800, se firmó el Tratado de Mortefontaine, finalizando las malas relaciones entre ambos países.

John Adams, a pesar de ser uno de los protagonistas de la Independencia, salió de la política como había empezado años atrás en Francia, criticado y menospreciado, ya que sus ideas políticas nunca fueron aceptadas y tuvo muchos más enemigos que amigos. Una vez muerto George Washington, tan solo tenía el apoyo de Jefferson, pero éste ya había entrado en el juego de los partidos políticos, y se apartó de él.


VII. Peacefield

En este episodio, el último de la serie, John Adams, después de una desmoralizadora vice-presidencia y una durísima presidencia, con numerosas presiones internas, se retira a su residencia, Peacefield, donde pretende descansar como un hombre de campo. Pero sus inquietudes intelectuales le impiden dedicarse tan solo al descanso, y vuelve a sus escritos sobre política.

A pesar de haber vivido toda una vida dedicada a la causa política de su nación, haber estado separado de sus hijos y su mujer durante años, será ahora cuando recibirá más golpes en la vida personal. Después de enterrar a su hijo menor, deberá ver como su hija mayor muere de cáncer en 1813, y como su esposa y confidente, Abigail, muere en sus brazos en 1818, obligándole a vivir solo, conviviendo con sus nietos y su nuera, ya que su prometedor hijo John Quincy Adams, ha empezado su carrera política. Se dice que detrás de todo hombre hay una gran mujer, pues éste es el caso de Adams, ya que sin su mujer apoyándole y ayudándole en los momentos más duros de su carrera, no hubiera llegado a sus éxitos políticos. Además, a pesar de que se acusa a Jefferson de tener relaciones con una esclava, Sally Hemmings, Adams sigue siendo duramente criticado por la prensa.

Será después de la muerte de su esposa, en la soledad de su vida, cuando volverá a recuperar la relación con su antiguo amigo, Thomas Jefferson, retirado también de la vida política activa, intercambiando cartas en las que se cuentan todas sus ideas y pensamientos. Esta reconciliación fue gracias a la intervención del amigo de ambos, Benjamin Rush, que les motivó a los dos, viudos y sin muchas alegrías, a que se enviaran cartas para volver a recuperar la amistad que había llevado a los Estados Unidos a la Independencia.


Con su hijo elegido Presidente, Adams tuvo la posibilidad de ver la inmortalización del momento de la firma de la Declaración de Independencia, finalizada en 1826 por John Trumbull. El pintor orgulloso de su obra es duramente criticado por Adams que no acepta ninguna licencia histórica para retratar los hechos que el había vivido cincuenta años atrás. Es en este momento cuando Adams dice “todos muertos, excepto Thomas y yo”, refiriéndose a que todos los firmantes estaban muertos, un hecho falso ya que el último de los firmantes que murió fue Charles Carroll, en 1832.

El destino quiso que ambos personajes, clave durante la independencia y posterior formación de los Estados Unidos, pudieran vivir, aunque agonizando, hasta el día que la joven nación celebraba sus cincuenta años, muriendo primero Jefferson y pocas horas después Adams. Según cuenta la historia, ya que habitualmente este episodio tan íntimo de la vida de una persona es difícil de verificar, las últimas palabras de John Adams, que no sabía que su amigo había muerto unas horas antes, fueron para Thomas Jefferson, diciendo “aún sobrevive, aún sobrevive”.

Precedido por:

John Adams (2008), el padre olvidado y la independencia (I)

Spielberg on Spielberg: El Mundo Perdido. Jurassic Park (The Lost World: Jurassic Park, 1997)

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"Los primeros días de The Lost World yo estaba bastante oxidado. Pero, igual que cuando vuelves a ir en bicicleta, enseguida te acuerdas. Y entonces es cuando llega el placer y te tiras de los pelos por no haber dirigido en tres años."
Después del éxito obtenido con sus dos últimas películas, Jurassic Park y La Lista de Schindler, Steven Spielberg decidió tomarse un pequeño descanso. Llevaba tiempo con ansias de parar, de hacer un break algo más largo entre rodajes y poder dedicar más tiempo a su familia. Tras lograr el Oscar en marzo de 1994, ese momento parecía más idóneo que nunca para descansar. Sin la presión de viajes, localizaciones en lugares lejanos, y reuniones de pre-producción, Spielberg pudo centrarse más en ver crecer a sus hijos y, al mismo tiempo, rebajar el ritmo de trabajo dedicándose solo a la producción.

Por otra parte, existía una nueva iniciativa empresarial de gran calado que iba a requerir su atención. Cuando el productor Jeffrey Katzenberg se marchó de Disney tras haber relanzado la compañía, decidió emprender un proyecto audaz que podía remover los cimientos de Hollywood. Su idea era la de crear una nueva major, un estudio de producción y distribución que compitiera con las seis grandes (Fox, Warner, Universal, Paramount, Columbia, Disney). Crear un estudio desde cero representaba un proyecto de una envergadura atroz pero contaba con el respaldo económico del co-fundador de Microsoft, Paul Allen. Al mismo tiempo, Steven Spielberg y David Geffen se unieron a esta aventura empresarial como socios fundadores. Para Spielberg representaba uno de esos retos que no podía dejar escapar. Le permitiría ir más allá de Amblin disponiendo de una distribuidora propia que podría aliarse con otros estudios para llevar adelante sus proyectos futuros. Hacía décadas que no surgía un nuevo estudio en Hollywood y muchos habían fracasado en el intento pero DreamWorks nació para quedarse. Hablaremos sobre ello en el próximo capítulo.

Mientras todo ello iba cogiendo forma, Michael Crichton publicó la esperada continuación de Jurassic Park. El autor nunca había escrito secuelas y se mostraba reacio a ello pero la insistencia del público y la del propio Spielberg, le acabaron convenciendo para hacerlo. Publicado en 1995, The Lost World se convirtió en un best-seller que anticipó la llegada de una secuela fílmica. Spielberg quería hacer una continuación por el éxito comercial de la primera y también porque se lo había pasado en grande rodándola. Después de tratar una historia tan exigente como Schindler's List, deseaba regresar, aunque de forma puntual, al cine de entretenimiento masivo.

David Koepp y Steven Spielberg en Fern Canyon (Prairie Creek Redwoods State Park).

Poco después de la publicación de la novela, el guionista de la primera película, David Koepp, se puso a escribir un libreto en el que mantuvo pocos elementos del material de base. El excesivo contenido científico del libro resultaba incompatible con una propuesta que buscaba el máximo impacto visual y así fue como, más allá de los dinosaurios libres en la Isla Sorna y el protagonismo de Ian Malcolm, pocas cosas más recuerdan a la obra de Crichton.
"Una de las cosas más difíciles de una secuela es la expectación que crea, la expectación de que vas a superar la primera. Y ahí estriba toda mi ansiedad... en realidad no puedes superarte. Te limitas a contar otra historia y a esperar que el nuevo MacGuffin sea tan convincente como el viejo MacGuffin."
El guión de Koepp proponía una gran aventura, con mucho ritmo y acción. Spielberg lo encontró acertado y decidió poner toda la maquinaria en marcha para empezar a rodar en septiembre de 1996. Mantuvo el título de The Lost World porque siempre había sido fan del clásico de Arthur Conan Doyle. Aunque argumentalmente no tenía nada que ver con la inmortal novela de Doyle,Crichton recurrió a este título para subrayar el hecho de que ahora se verían dinosaurios circulando libremente, sin cercas ni alambradas.


El nuevo argumento planteado por Koepp presentaba la llamada zona B, otra isla costarricense llamada Sorna, cercana a Nublar, donde se criaban los dinosaurios para después ser trasladados a las instalaciones del parque. Tras el desafortunado accidente sufrido por la hija de una familia de clase alta que realizaba un crucero por las islas, el sobrino de John Hammond, Peter Ludlow, obtiene el elemento que necesitaba para incapacitar a su tío y tomar el control de InGen. Pero Hammond sigue teniendo recursos y decide enviar un equipo a Sorna para que documente gráficamente la existencia de los dinosaurios. Las pruebas gráficas serían utilizadas para realizar presión mediática frente a los planes de su sobrino, quien se dispone a volver a explotar comercialmente a los animales con un nuevo proyecto de parque en la ciudad de San Diego. Ian Malcolm es arrastrado de nuevo al peligro cuando se entera que su novia, la paleontóloga Sarah Harding, ya se encuentra en Sorna estudiando a los dinosaurios herbívoros.

Malcolm es aquí una fuerza constructiva que hace avanzar la aventura mientras que, en la primera película, participaba como observador crítico. Ahora asume el liderazgo y eso interesó rápidamente a Jeff Goldblum para retomar su papel.
"La primera película en realidad trataba sobre el fracaso de la tecnología y el éxito de la naturaleza. Esta película trata más bien de la incapacidad de las personas de ser comedidas y del fracaso de la moralidad para proteger a estos animales."

Para interpretar a Sarah Harding,Spielberg contrató a una actriz que tenía todas las cartas para convertirse en una intérprete de referencia en los años siguientes, como así sucedió. Julianne Moore aportó brillantez y credibilidad en su papel, afrontando muchos de los retos físicos aunque no tenía experiencia previa en este tipo de secuencias. Otro actor con futuro, Vince Vaughn, fue reclutado para dar vida al documentalista gráfico Nick Van Owen.Arliss Howard, por su parte, asumió el rol de Peter Ludlow y Pete Postlethwaite se encargó de interpretar al cazador filósofo y líder de la expedición de InGen, Roland Tembo.Richard Attenborough regresó para una reducida pero trascendente aparición como John Hammond y también pudimos ver a Peter Stormare, Richard Schiff, Harvey Jason, e incluso a los nietos de Hammond en la primera película, Joseph Mazzello y Ariana Richards, en un breve cameo. Un nuevo personaje, que sufre las consecuencias de un divorcio, aparece en una película de Spielberg. En esta ocasión es Kelly, la hija de Ian Malcolm, a quien interpreta Vanessa Lee Chester.
"El drama humano en esta película lo aportaba la confrontación entre cazadores y protectores. Gente con fuertes motivaciones en ambos bandos que entran en conflicto."
El reto técnico que supuso el primer film fue superado con nota. Pero ahora había que responder a nuevas expectativas. El público ya había visto que los dinosaurios podían ser creados, de forma realista, para una película. Sin embargo, ahora pedirían más interacción y movimiento. Por consiguiente, se trataba de hacer algo más espectacular, más emotivo.


El guión de Koepp se desvió mucho del material original de Crichton y además Spielberg aportó constantemente cambiando incluso el tercer acto previsto. Ambos prepararon un storyboard animado para determinar qué cosas se podían hacer con efectos físicos y cuales con CGI. Para crear los nuevos animatrónicos, Stan Winston y Michael Lantieri investigaron a fondo las nuevas válvulas hidráulicas para poder contrarrestar el enorme peso de las creaciones y aumentar la movilidad. Winston quería dar mayor soltura a las creaciones con movimientos que resultaran más verosímiles. Mejorar la respiración también era uno de los nuevos retos así que fue imprescindible la colaboración, una vez más, del paleontólogo Jack Horner. Éste asesoró a los técnicos para conseguir mayor autenticidad en los movimientos.

Horner solía expresarse de la siguiente forma: "Cuando la gente me pregunta qué aspecto tienen los dinosaurios y dónde pueden verlos mejor, les digo que vean Jurassic Park. No les digo que vayan a mi museo. El aspecto que tenían y cómo eran está mucho mejor reflejado en la película."

Con el storyboard de Spielberg y Koepp se decidió cómo se repartiría el trabajo entre los equipos de Stan Winston y Dennis Muren.Michael Lantieri se encargaría de preparar el set para el uso de las diferentes tecnologías y trabajaría también con el diseñador de producción, Rick Carter, en la creación de los vehículos. 

El rodaje empezó el 5 de septiembre de 1996 en el Prairie Creek Redwoods State Park, cerca de Eureka (norte de California). Sus bosques frondosos y cauces de agua sirvieron para representar el interior de isla Sorna. También se rodó en Kauai (Hawaii) donde tuvo lugar la secuencia inicial y algunas tomas de contexto. Los interiores y las secuencias de acción, que exigían mayor coordinación, se rodaron en los estudios Universal. Resulta curioso como una pared anexa al parking de entrada a las instalaciones fue utilizada para rodar la secuencia en que el vehículo articulado queda suspendido en un precipicio mientras Malcolm, Harding y Van Owen tratan de salvarse. En San Diego solo se filmaron tomas de contexto puesto que las calles por las que irrumpe el T-Rex pertenecen al municipio de Burbank. Estaba previsto que la filmación durara 74 días pero Spielberg lo hizo en 69. Tenía muy claro lo que quería visualizar y eso ayudó mucho. Su promedio, durante esta película, fue de 35 a 45 tomas diarias.


Por su parte, Janusz Kaminski quería darle un aspecto más lúgubre y oscuro a la película respecto a su antecesora. Esta nueva entrega tenía niebla, lluvia y un ambiente mucho más agreste porque debía reforzar el contenido. En el primer film todo era mucho más limpio y diáfano en consonancia con un parque presuntamente seguro, con alambradas y sistemas en funcionamiento. Sin embargo, en Sorna, los animales campaban a sus anchas por la isla, viviendo por ellos mismos y adaptándose al entorno. Todo ello exigía una iluminación más tenue y una imagen más realista que la alejara de la visión habitual de un parque de atracciones.

El taller de Stan Winston fue capaz de crear una cría de T-Rex que funcionaba de forma autónoma y podía interactuar con los actores sin cable alguno. Los T-Rex adultos podían moverse más pero los nuevos sistemas hidráulicos aumentaban el peso. Por consiguiente, hubo que adaptar los sets a su posición ya que no podían trasladarse. Incluso llegó a construirse una pequeña cascada portátil que se iba moviendo según requería la situación y que podemos ver en la escena en que el paleontólogo Robert Burke (Thomas F. Duffy) es agarrado por las fauces de un T-Rex a través de la cascada y el agua se tiñe de rojo al ser devorado. Recordemos que el personaje de Burke sería el reflejo en la ficción de Robert Bakker, un paleontólogo cuyas teorías se oponen casi siempre a las de Jack Horner, algo que también está impreso en el guión ya que Sarah Harding trata de contradecir la tesis de Burke entorno a que el T-Rex es un descastado que abandona a sus crías. La muerte de Burke en pantalla fue una broma interna que Horner disfrutó bastante. 

Los nuevos T-Rex mecánicos fueron un auténtico hallazgo y reflejaron cómo había mejorado la tecnología en cuatro años. Podían realizar una gama más alta de movimientos y también causar más daños. Podían ser más sutiles y realistas, lo que contribuía a conseguir una presencia más dramática y contundente. Además, resistían mucho mejor el agua que su antecesor en Jurassic Park. Ahora, los tecnicos podían conseguir movimientos más precisos.

Pero el CGI seguiría siendo imprescindible en un film de estas características. El equipo de Dennis Muren en Industrial Light & Magic trabajó con los T-Rex en secuencias de cuerpo entero y también con los velociraptores. En la secuencia que tiene lugar cerca del centro de operaciones en Sorna, Jeff Goldblum consultó constantemente con Muren para conocer las reacciones del raptor y sus movimientos. Así podía mejorar su actuación y asegurarse que en post-producción todo resultaría creible. 

Spielberg decidió hacer un cambio fundamental durante el rodaje. Abandonó la idea prevista para el tercer acto y planteó algo nuevo y exigente. Estaba previsto que la película terminara con una secuencia en que los protagonistas huyen de los raptores en ala-delta pero son atacados entonces por pteranodones. Incluso los helicópteros de rescate recibirían la ofensiva de los dinosaurios alados causando numerosas bajas. Pero esta conclusión no gustaba al director, quería algo de mayor impacto y recuperó una idea que hacía tiempo que le rondaba por la cabeza: un T-Rex en las calles de una gran ciudad.


Esta idea se había descartado inicialmente porque se veía como otra película dentro The Lost World. Pero finalmente surgió la idea de cómo integrarla, utilizando la trama del traslado a unas instalaciones en construcción de San Diego cuya máxima atracción sería el T-Rex. La fuga del gigantesco depredador recordaría grandes clásicos de género como King Kong y gustaría mucho más al público que la versión inicial. Con esta propuesta, Spielberg proponía elevar el nivel de destrucción en plena ciudad afirmando también algo importante:
"Tenía claro que no dirigiría futuras entregas de Jurassic Park después de The Lost World. Hablé con la gente de Universal sobre ello y les dije que, si decidían continuar, yo les ayudaría en la producción pero como director estaría en otros proyectos. No obstante, quise plantearles algo. Ya que ésta iba a ser mi despedida quería ver a un dinosaurio en medio de la civilización. Todos quedaron atónitos pero confiaron en mí." 
El grupo de secuencias en el supuesto San Diego fue un nuevo ejemplo de integración y complementariedad entre efectos mecánicos y digitales, haciendo honor a la que había sido la gran contribución de la primera entrega. Spielberg incorporó además algunos guiños humorísticos como el paso del T-Rex al lado de las cabinas del servicio de inmigración o la presencia del propio David Koepp como uno de los transeúntes que acaba siendo devorado por el dinosaurio. También aparecen varios ejecutivos japoneses, huyendo de la amenaza, en clara alusión a la entrada de inversionistas nipones en el accionariado de Universal Pictures. En el videoclub que aparece justo antes de que Koepp sea "atrapado", podemos ver carátulas de presuntas películas a cual más risible.

El rodaje finalizó el 11 de diciembre de 1996. Spielberg y Michael Kahn se reunieron en las siguientes semanas y dejaron listo el montaje final para que los magos del CGI concluyeran el trabajo bajo la supervisión de los productores Gerald R. Molen y Colin Wilson. Spielberg pasó a ocuparse de la pre-producción de Amistad. El rodaje empezaría en el mes de febrero demostrando que, tras un tiempo de descanso, ahora quería trabajar sin parar. 

John Williams optó por una música más aterradora y disonante, en consonancia con el tono del film. Añadió tambores para darle un aire más étnico a la composición y dejó el mítico tema principal para momentos muy puntuales. El nuevo main theme y el tema The Hunt son piezas muy destacables porque la acción que transmiten es genuina.


Spielberg se inspiró mucho en el clásico de Howard Hawks, Hatari (1962). Es fácil ver las coincidencias en la secuencia de la captura de dinosaurios en Sorna, con esos vehículos estilo safari desde los cuales se pueden inmovilizar a muchas de las criaturas. La filosofía del director en esta película estaba clara:
"Siempre tengo en cuenta al público en una película así. Sus gustos tienen prioridad sobre los míos. Yo tengo mis propios deseos secretos y haré películas para expresarlos. Pero pienso en el público cuando hago Jurassic Park, The Lost World o toda la saga de Indiana Jones. Gran parte de la película se hizo para que fuera una gran aventura para el público."
El Mundo Perdido es una secuela correcta. Quizá estamos ante una de las últimas apariciones del Spielberg más ligero. Habiendo iniciado un camino nuevo con La Lista de Schindler, que ya había apuntado con anterioridad, cada vez le resultaba más difícil regresar a los productos de entretenimiento masivo aunque eso no quiere decir que los haya abandonado por completo. The Lost World tiene una buena premisa argumental y un inicio de desarrollo interesante pero el humor que se utiliza, en ocasiones, no cuaja demasiado y las situaciones inverosímiles se ven más que en la cinta predecesora. Tenemos personajes que podrían haber dado más de sí, como es el caso de Roland Tembo. Por contra, hay otros que no consiguen interesar aunque sean importantes. El caso paradigmático que lo ilustra es el de Peter Ludlow

No obstante, el film tiene muchos momentos brillantes a nivel técnico que demuestran quien está detrás de la cámara. Tanto el ataque de los T-Rex al trailer artículado como la presencia de los procompsognathus en la secuencia de inicio y en la persecución a la que someten a Dieter Stark (Peter Stormare), resultan espléndidos. El director demuestra su maestría a la hora de crear tensión al igual que en el ataque de los raptores al grupo de Ajay (Harvey Jason), en medio de la maleza. Sin embargo, la conclusión final en San Diego no tiene la fuerza que se podía esperar y, aunque no decepciona, resulta algo rutinaria.

El Mundo Perdido es una película de contrastes, con momentos álgidos y otros de simple corrección. Nunca llega a formar un conjunto cohesionado y harmónico. 


Estrenada el 23 de mayo de 1997, la cinta fue un éxito aunque sus cifras resultaron algo más modestas de lo que se esperaba al inicio. Con un presupuesto de 73 millones de dólares, recaudó 618 a nivel mundial. Universal Pictures ha seguido colaborando con Spielberg en los años siguientes para producir nuevas secuelas. En 2001 llegó la decepcionante Jurassic Park III, dirigida por Joe Johnston, y este mismo año se ha estrenado, tras un largo proceso de decisión, Jurassic World, un auténtico fenómeno de taquilla que lleva recaudados casi 1300 millones de dólares en apenas veinte días. Spielberg eligió expresamente a Colin Trevorrow, un cineasta indie, para que se ocupara del proyecto y parece que no le ha decepcionado aunque nadie podía preveer una conexión tan masiva con el público.



Precedido por:

La Lista de Schindler (Schindler's List, 1993). Segunda parte

Continúa en:

Amistad (1997)
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