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Channel: El Cinema de Hollywood
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Lunch at 21 Club

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Bud Fox (Charlie Sheen) es un joven broker de la agencia Jackson Steinem que intenta llegar a lo más alto de Wall Street. Dedicarse al mundo de la especulación en valores es algo que le diferencia de los principios inculcados por su padre, Carl (Martin Sheen), que defiende el valor del trabajo que redunda en la construcción personal y que se basa en algo material y palpable.

Pero Bud ha dejado atrás la diatriba en favor de la economía productiva y tiene en el tiburón de las finanzas, Gordon Gekko (Michael Douglas), a su nuevo ejemplo a seguir. Desesperado por llamar la atención del magnate, se acerca a él con una oferta de inversión que con el tiempo va interesando a Gekko. Poner sus garras en la compañía aérea Bluestar (en la que trabaja el padre de Bud) es un bocado demasiado jugoso para un hombre que se enriquece adquiriendo el control de empresas, reestructurándolas, despidiendo a gran parte de la plantilla, y en ocasiones liquidándolas hasta los cimientos.

Esta apología del "Greed is Good" ha marcado una cúspide en la historia del cine representada por la figura de Gordon Gekko, un personaje antológico que, por primera vez, representó la figura del magnate sin escrúpulos surgido del capitalismo más ardiente. Oliver Stone dirigió y co-escribió la cinta con la voluntad de homenajear a su padre que había sido broker de Wall Street en la época de la Gran Depresión.

Antes de que los acontecimientos se precipiten, Gekko trata de sondear a Fox e introducirle en un mundo de lujo y exceso, todo lo que el joven siempre ha deseado. En una ocasión, le propone encontrarse en el prestigioso bar del Club 21


Situado en el número 21 Oeste de la calle 52, este club es una de las referencias ineludibles para la aristocracia neoyorkina desde su fundación en 1929. Gekko y Fox disfrutan de la comida en la mesa 3 del local. No era esta la favorita de Humphrey Bogart quien, en sus visitas a la ciudad, tenía siempre reservada la número 30. Katharine Hepburn, Groucho Marx, y Frank Sinatra también fueron clientes asiduos del club.

Aunque en los últimos años se ha abierto más al público en general, se mantiene la exigencia del código de vestimenta (nada de zapatillas ni pantalones vaqueros y obligatoriedad de americana para los caballeros). La ambientación del club tiene la peculiaridad de incorporar toda clase de juguetes deportivos para decorar el techo. En la puerta de entrada una serie de figuras de jockeys adornan la marquesina. Esta tradición se inició en 1932, cuando uno de los clientes de mayor postín regaló al club la primera de ellas.






El viaje hacia Nebraska

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Se dice que la vejez, entre otras muchas cosas, altera la percepción de la realidad y rebaja el sentido común de las personas. Todos aquellos objetivos y propósitos no cumplidos a lo largo de una vida, cobran un nuevo sentido en la persona anciana. Algunos de ellos se entregan a objetivos improbables sólo para demostrarse que son capaces de seguir en la brecha. Otros pretenden señalar, alistándose a determinadas quimeras, que la guinda final de su vida puede lograrse hasta el último momento. En cualquier caso, salir del marasmo, de la autocomplacencia y la rutina, puede ser algo enormemente positivo pero todo debe llevarse con mesura y equilibrio para no cometer imprudencias.

Todas estas características las reúne ampliamente Woody Grant (Bruce Dern), un veterano jubilado de Billings (Montana). Tras recibir una carta en la que se le declara como ganador de un millón de dólares si viaja a Lincoln (Nebraska) y se suscribe a unas revistas, se lanza a una aventura irracional para obtener lo que él cree haber conseguido. Tras varios intentos de realizar ese viaje de forma individual y andando, su hijo menor, David (Will Forte), se ofrece a llevarle hasta Lincoln al comprobar que no hay forma de convencer a su padre del engaño que obviamente se oculta tras la carta. Así pues, padre e hijo inician un viaje por el medio oeste norteamericano. Esta parte del film nos depara una road-movie tragicómica y brillante. El viaje acaba siendo un periplo en el que un hijo redescubre a su padre a través de hechos del pasado que afloran a medida que Woody regresa a los lugares en que nació y vivió.

Alexander Payne ha demostrado, a lo largo de su carrera, una gran facilidad para tratar temas de profunda emocionalidad y sentimentalismo. Es un hábil diseccionador de la esencia humana y de las relaciones interpersonales pero, en esta ocasión, sube un peldaño más al lograr que sintamos empatía, desde el primer momento, con la loca cruzada de Woody y con sus constantes salidas de tono. Gracias al preciso guión del debutante Bob Nelson y a la calmada, evocadora, y atenta mirada de Payne, descubrimos que bajo la pátina de obsesión enfermiza y extrema vulnerabilidad de Woody, se encuentra un hombre que hizo muchas cosas bien a lo largo de su vida pero que normalmente pagó los platos rotos en varias situaciones. David Grant no sólo entiende mejor a su padre al finalizar el film sino que establece una conexión con él que no hubiera obtenido de seguir los consejos iniciales que conducían a ingresarle en una residencia geriátrica. Y ese es el valor fundamental de un film humanista y emotivo que demuestra, una vez más, que la paciencia y comprensión son valores inalterables que no debemos perder en una sociedad que evoluciona imparablemente hacia el triunfo de lo rápido, de lo inmediato, del éxito o el fracaso en cuestión de minutos.

Nebraska es un film que roza lo poético gracias también a las desoladas y atractivas localizaciones de rodaje que se ven constantemente realzadas por la espléndida selección de planos que tratan de resaltar la profundidad de campo. La dirección de fotografía de Phedon Papamichael, en blanco y negro, resulta un acertado acompañamiento a la trama argumental. Embellece la puesta en escena y dota a las escenas de un toque icónico. El lenguaje narrativo y el visual casan espléndidamente creando una sinfonía de acordes perfectos.


Hay que resaltar también las espléndidas interpretaciones del elenco principal encabezado por un Bruce Dern excelso que es capaz de dejar atrás su estela de personajes convulsos para dotar a Woody de la irracionalidad calmada que tanto distingue al personaje. June Squibb, actriz que debutó en el cine en los noventa con sesenta años, destaca al componer a un personaje que es todo lo contrario a la parsimonia de su marido. Su esposa le conoce perfectamente pero sabe qué es lo que debe hacer para ponerle en marcha y protegerle, más allá de los improperios que pueda soltarle verbalmente. Y, por último, destacar al observador de los acontecimientos: Will Forte (habitual actor de comedia) compone un personaje con el que todos podemos identificarnos cuando compartimos tiempo con nuestros padres o abuelos. Si decidimos acercarnos a nuestros ancestros, con voluntad abierta y positiva, podemos vernos en situaciones que, sin parecerse a las que protagoniza Woody, sí comparten un sentido general de contraste intergeneracional. Un contraste que, en ocasiones, puede resultar difícil pero que casi siempre es constructivo si se da una oportunidad. Y, a veces, vale la pena prescindir del individualismo imperante para acercarse a lo que representan los auténticos valores humanos.

Los Centinelas irrumpen en el nuevo trailer de X-Men: Days of Future Past

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So many battles waged over the years. 
And yet, none of them like this. 
Are we destined to destroy each other? Or can we change who we are and unite? 
Is the future truly set?

Professor Charles Francis Xavier







20th CENTURY FOX presents a BAD HAT HARRY and THE DONNER'S COMPANY production 
"X-MEN: DAYS OF FUTURE PAST"

HUGH JACKMAN as Wolverine

  JAMES McAVOY as young Charles Xavier
  MICHAEL FASSBENDER as young Erik Lehnsherr / Magneto
PETER DINKLAGE as Bolivar Trask
  JENNIFER LAWRENCE as Raven Darkholme / Mystique 
ELLEN PAGE as Kitty Pryde / Shadowcat
  NICHOLAS HOULT as Hank McCoy / Beast
SHAWN ASHMORE as Bobby Drake / Iceman  
OMAR SY as Bishop  
EVAN PETERS as Pietro Maximoff / Quicksilver
HALLE BERRY as Ororo Munroe / Storm
LUCAS TILL as Alex Summers / Havok
DANIEL CUDMORE as Piotr Rasputin / Colossus

with PATRICK STEWART and IAN McKELLEN
reprising their roles as Charles Xavier and Erik Lehnsherr


Music by JOHN OTTMAN
Cinematography by NEWTON THOMAS SIGEL
Film editing by JOHN OTTMAN
Production design by JOHN MYHRE

Produced by SIMON KINBERG  HUTCH PARKER  LAUREN SHULER DONNER  and BRYAN SINGER
Written by SIMON KINBERG
Directed by BRYAN SINGER

Christopher Nolan en CinemaCon

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Christopher Nolan compareció en la convención anual de exhibidores norteamericanos, Las Vegas CinemaCon, para ser entrevistado por el redactor jefe de The Hollywood Reporter, Todd McCarthy, ante un auditorio repleto.

Aunque no acudió para presentar nuevo material sobre Interstellar, el director sí soltó alguna que otra pista acerca del film que promete ser la gran atracción en la fase final del 2014. Además, McCarthy consiguió arrancarle una serie de opiniones que bien podrían ser consideradas como un auténtico memorándum de principios fundamentales sobre el presente y el futuro del séptimo arte.

Escuchar a este hombre o leer los extractos de sus entrevistas siempre es interesante así que a continuación reseño los extractos más importantes.

Sobre por qué sigue filmando en celuloide:

"Film is the best way to capture an image and project that image. It just is, hands down. That’s based on my assessment of what I’m seeing as a filmmaker. As far as innovation and experimentation, I’m in favor any any technological innovation but it will always have to exceed what came before. None of the new technologies have done that."

Por qué no utiliza el 3-D?

"My resistance to 3D is purely based on what I feel is right for the films I want to make."

Sobre la experiencia de ver una película en el cine por parte de los propios cineastas:

"I've gone to movie theaters and watched [my films]. Not enough filmmakers do that. And not enough people in our industry spend enough time in theaters and see the end result. Many people in the industry watch movies in a rarefied space."

En el propósito y el tono de "Interstellar":

"I grew up in an era that was a golden age of the blockbuster when something we might call a family film could have universal appeal. That’s something I want to see again. In terms of the tone of the film, it looks where we are as a people and has a universality about human experience."

Sobre la manera de plantear el rodaje de la película y sus desafíos técnicos filmando en sets completos:

"I made it a priority to use practical locations rather than CGI whenever possible. For example, we built the interior of a space shuttle for some scenes, and placed actual images outside the windows so that the actors could see what their characters would see."

"I want to capture as much in camera as possible, It's a much higher quality than if you shoot on a green screen."

"It paid huge dividends for the actors in terms of performance….It allows cinematographer Hoyte Van Hoytema and myself to shoot like a documentary."


Sobre la elección de Matthew McConaughey y su labor en la película:

"Mud showed me a a side of Matthew's capabilities that I never knew was there. It was a transformative performance. 
From when I first saw it, I had an inside track on how great he could be."

"I needed someone who is very much an everyman, someone the audience could experience the story with. He’s just a phenomenal, charismatic presence in the movie. His performance is shaping up to be extraordinary."

Sobre la presencia constante de Michael Caine en sus films:

"He comes so prepared and he is just so good with such a minimal effort. I cast him in every film just as an example to everyone else. He’s just a lovely guy to be around. He jokes that he’s my lucky charm. It was a very good strategy on his part."

Sobre el impacto que le produjo "2001. A Space Odyssey":

"I remember very clearly the feeling of magnitude and otherworldly experience. I had no idea what the film meant, but it didn't matter to me in the slightest."

Sobre próximos proyectos:

 "I always viewed every film as the last film I'm going to do. I've always done that because I want to put everything into it."

Reivindicando las reposiciones de películas clásicas en cines:

"You guys don't do enough rereleases."

Coches de cine: el DeLorean de Regreso al Futuro

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Cuando se habla de coches emblemáticos de la historia del cine hay uno que sobresale en el imaginario colectivo de los amantes del séptimo arte: el DeLorean de la trilogía Regreso al Futuro (Back to the Future, 1985-1990).

El doctor Emmett Brown (Christopher Lloyd) había conseguido crear un dispositivo capaz de viajar en el tiempo a través del salto cuántico que generaba un veloz automóvil cuando llegaba a 140 km/h. Este DMC DeLorean albergaba, en su parte trasera, el condensador de fluzo que, alimentado por plutonio y basura, desarrollaba la energía necesaria para el salto temporal. Un intrépido jovencito de Hill Valley (California), llamado Marty McFly (Michael J. Fox), será el inesperado conductor en una travesía apasionante por los misterios insondables del tiempo. Y nada volverá a ser igual tras sus viajes...

Pero investiguemos en el origen de este curioso modelo de automóvil. Todo se inicia con John De Lorean, un ingeniero que había trabajado en el departamento Corvette de General Motors. Decidido a crear su propia aventura empresarial, fundó una compañía en 1979 cuyo objetivo principal era el de diseñar un nuevo modelo de coche deportivo. Esta auténtica cruzada chocó con los intereses de las grandes corporaciones de Detroit y John De Lorean tuvo que afrontar las mismas dificultades que Preston Tucker experimentó décadas antes. 

El excesivo presupuesto, la nula colaboración de otras marcas en el suministro de componentes, y problemas con la justicia derivados de una mala praxis empresarial, provocaron que finalizara la trayectoria de este emprendedor. Pero varios miles de unidades del primer modelo salieron al mercado y Robert Zemeckis vio en este coche el reflejo de lo que buscaba para su innovadora película. 

Para la realización de la primera película se usaron tres unidades. El interior fue creado utilizando materiales militares que simulaban los dispositivos especiales concebidos por Doc Brown. Uno de los automóviles podía ser desarmado por partes para facilitar el rodaje de determinadas tomas mientras que otro fue modificado en fibra de vidrio para reducir su peso. En total, para las tres películas se utilizaron siete unidades. Un número bastante bajo si tenemos en cuenta el número de coches necesarios para rodar las producciones de acción en la actualidad.

Se utilizaron también modelos a escala para las secuencias en que presenciábamos la evolución del DeLorean en vehículo volador. 

Un coche para la historia que ha llegado mucho más lejos de lo que su creador podía pensar al fracasar su proyecto. En el marco de una trilogía que ha dejado una huella imborrable en el corazón del público, el DMC DeLorean se ha convertido en un símbolo. La incomodidad y poca practicidad que aquellos afortunados que se han sentado ante el volante manifiestan constantemente, queda atrás ante la potencia del icono cinematográfico en el que se ha convertido.

Gracias de nuevo a Clinisbud por permitirme incorporar las fotos siguientes. Se trata de un original propiedad de un coleccionista privado catalán. Nos vemos en el futuro!!!


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Poco se esperaba de Vito Andolini...

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En 1901, un niño de nueve años llamado Vito Andolini es embarcado hacia Estados Unidos tras la aniquilación de toda su familia en Sicilia por la cruel acción de un capo local. A su llegada al centro de inmigración en la isla de Ellis (Nueva York), un funcionario confunde su apellido y su procedencia y le registra como Vito Corleone.

Dieciséis años después, vemos como un joven Vito (Robert De Niro) vive en Little Italy junto a su mujer e hijo. Trabaja como repartidor de una modesta verdulería regentada por el padre de su mejor amigo, Genco Abbandando (Frank Sivero). En esta vida modesta y rutinaria la familia Corleone parece haber encontrado la felicidad pero muy pronto ven comprometida su estabilidad cuando Don Fanucci (Gastone Moschin), un mafioso vinculado a la Mano Negra que practica la extorsión en todos los negocios del barrio, irrumpe en la verdulería para colocar a su sobrino como nuevo empleado de la tienda. El viejo Abbandando no puede permitirse un sueldo más y se ve forzado a despedir a Vito. Esa misma noche, oye una llamada a través de una de las ventanas de su casa. Su vecino le pasa un paquete y le pide que se lo guarde. Cuando Vito desenvuelve el objeto comprueba que se trata de varias pistolas.


Días después, el misterioso vecino aborda a Vito en la calle. Se llama Peter Clemenza (Bruno Kirby) y se dedica a robar en casas lujosas mientras están vacías. Clemenza le pide que le acompañe en sus hurtos y así es como se inicia la carrera de los Corleone al margen de la ley. 

Pocos años después, el negocio de los asaltos ha seguido floreciendo y el grupo al que ahora también pertenece Salvatore Tessio (John Aprea), ingresa bastante dinero con la venta posterior de los artículos robados. El éxito del trío no pasa desapercibido para Don Fanucci quien les exige una parte del botín cada mes. De lo contrario, informará a la policía de sus actividades. Las cifras que exige arruinarían a los tres colegas así que Vito toma el mando y convoca un encuentro con él. Recoge dinero de todos ellos para pagarle pero menos de lo que exige el capo. Les promete a sus amigos que le hará una oferta que Fanucci no podrá rechazar...


Reunidos en una pequeña cafetería de Little Italy mientras se realizan los festejos en honor de un santo venerado por la comunidad, Fanucci acepta el dinero aunque la cifra no le satisface. Reconoce el valor de Vito pero queda claro que la extorsión continuará. Decidido a emprender una acción radical que termine con este control, Vito sigue a Fanucci a través de los tejados y le espera oculto frente a la puerta de su piso. Cuando el avaro se dispone a cerrar la puerta, divisa al joven Corleone y se pregunta qué le ha traído hasta allí. No dispondrá de más tiempo para averiguarlo porque Vito le dispara en el pecho y en la cara habiendo envuelto el revólver en un trapo para minimizar el ruido. Tras darle un nuevo tiro de gracia en la cabeza, abandona el lugar y oculta los restos del arma del crimen. Ha empezado una nueva era que presenciará el ascenso imparable de Corleone en el mundo del hampa neoyorkino. Pero el joven disfruta de su éxito compartiendo un deseado tiempo junto a su familia que acaba de recibir la llegada de un nuevo miembro: Michael.


Resulta apasionante recordar y escribir sobre esta magnífica película perteneciente a una de las trilogías más brillantes de la historia del cine. El Padrino Parte II (The Godfather Part II, 1974) es la mejor secuela jamás rodada compartiendo el título con El Imperio Contraataca (The Empire Strikes Back, 1980). Y, sin duda alguna, parte de su éxito y calidad responde a la fluctuación constante entre la época en que Vito Corleone empieza a construir su imperio y la consolidación y triunfo absoluto de su hijo Michael. El tipo de liderazgo que establecen ambos es muy diferente y también difieren en los estilos por lo que ambos nos ofrecen un excelente retrato de varias de las facetas de la vida criminal. Cuando dejamos a Vito éste es feliz, sigue ascendiendo, y ha borrado del mapa al causante de su desgracia en Sicilia. Michael finaliza el film apesadumbrado, muy solo, pero con el triunfo absoluto y con más poder del que su padre nunca habría imaginado. La visión que nos traslada Francis Ford Coppola, con esa imagen de un Michael (Al Pacino) pensativo a orillas del lago Tahoe, es una lección de vida. El asesinato de su hermano Fredo (John Cazale) le acompañará durante el resto de su vida pero Michael ha demostrado que puede cargar con cualquier cosa. La familia seguirá subsistiendo y no habrá compasión ni tan siquiera para uno de sus miembros.


La película rodó las secuencias de Little Italy en varias calles del Lower East Side y de Greenwich Village. Es precisamente en este último barrio donde tiene lugar la escena en que Vito se reúne con Fanucci para pagarle. El lugar utilizado fue el Caffe Reggio, en el número 119 de la calle MacDougal

El Reggio es conocido por ser el "hogar del auténtico Capuccino". En 1927, sus propietarios fueron los primeros en importar a Estados Unidos la primera máquina de café espresso. Una máquina que es ya un objeto de museo y que también se ve en la escena que tiene lugar en el film. Cercano a Washington Square y a la frecuentada Bleecker street, el Reggio dispone de una ubicación privilegiada que, unida a la tradición, asegura el futuro de un negocio mítico. Además, parece ser que la calidad de sus cannoli es conocida en toda la ciudad de los rascacielos.

Secundarios de lujo: Thelma Ritter (1902-1969)

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Aunque quizá no tengamos presente su nombre, todos los amantes del cine recordamos a Thelma Ritter. Esa mujer entrañable, de imagen modesta, capaz de sintonizar con la media de los espectadores por su cercanía, por su halo de realidad. Esa es la mayor virtud que puede hallarse en los intérpretes de reparto pero muy pocos de ellos han llegado a la excelencia. John McIntire, Judith Anderson, Agnes Moorehead, Ward Bond, Thomas Mitchell, y Thelma Ritter son probablemente los mejores secundarios del cine clásico de Hollywood pero, en esta ocasión, centrémonos en la última de ellas.

Cuando se habla de grandes actrices secundarias de la historia, Thelma suele aparecer en los primeros puestos. Su etapa de máxima actividad coincidió con la era dorada de Hollywood y acompañó a numerosas estrellas del celuloide en películas emblemáticas entre 1947 y 1968.

Nacida en Brooklyn (Nueva York), se formó artísticamente en la American Academy of Dramatic Arts y empezó su andadura como intérprete en el teatro de repertorio y los seriales radiofónicos (algo muy característico entre los aspirantes a actores en la década de los 40). Tras criar a dos hijos fruto de su matrimonio con el publicista Joseph Moran, tuvo la oportunidad de debutar en el cine con el clásico navideño De Ilusión También se Vive (Miracle on 34th Street, 1947), protagonizado por Maureen O'Hara. Aunque su breve intervención emocionó al público, Ritter no fue acreditada en la película. Lo mismo sucedió con sus dos siguientes apariciones: Yo Creo en Ti (Call Northside 777, 1948), donde coincidió con John McIntire, y la magistral Carta a Tres Esposas (A Letter to Three Wives, 1949), dirigida por Joseph L. Mankiewicz.

Fue precisamente Mankiewicz quien le brindó la oportunidad de acceder al mundo del cine de forma plena cuando la seleccionó para el papel de la criada de Margo Channing (Bette Davis) en Eva al Desnudo (All About Eve, 1950). Por dicha interpretación, Ritter consiguió la primera de sus seis nominaciones al Oscar, un galardón que nunca obtuvo. Junto con Deborah Kerr y Glenn Close ostenta el liderato de las actrices más veces nominadas sin haber obtenido el gran premio.


Consolidada en la industria como actriz de reparto imprescindible, siguió haciendo gala de su instinto natural para la interpretación en films como The Mating Season (1951), La Modelo y la Casamentera (The Model and the Marriage Broker, 1951), Con una Canción en mi Corazón (With a Song in my Heart, 1952), Titanic (1953), Manos Peligrosas (Pickup on South Street, 1953), La Ventana Indiscreta (Rear Window, 1954), Papá Piernas Largas (Daddy Long Legs, 1955), Confidencias de Medianoche (Pillow Talk, 1959), Vidas Rebeldes (The Misfits, 1961), El Hombre de Alcatraz (Birdman of Alcatraz, 1962), y La Conquista del Oeste (How the West Was Won, 1962), entre muchas otras.

Cultivó todos los géneros siempre con excelencia y profesionalidad y se mantuvo activa hasta el final cuando un ataque al corazón acabó con su vida. Siempre la recordaremos por su particular impronta en pantalla, el contraste necesario para que el público encontrara una conexión entre tanto glamour.

Thelma dio vida a muchas mujeres aunque la Stella de Rear Window es quizá el personaje por el que la mayoría de los aficionados han llegado a conocerla. Ese acicate y apoyo constante para L.B Jefferies (James Stewart) dejó una huella absolutamente imborrable.

Capitán América: El Soldado de Invierno (reseña con Spoilers!!!)

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Dos años después de vencer a Loki y a sus hordas en Nueva York junto al resto de Vengadores, Steve Rogers (Chris Evans), el mejor soldado de la historia, se ha convertido en un líder operativo de SHIELD. En Washington DC continúa su adaptación a una sociedad que él ayudó a perpetuar en su momento. Pero corren tiempos difíciles y las amenazas cósmicas han dejado paso a una serie de peligros internos que disparan todas las alarmas de seguridad. La intervención preventiva se está implantando en las decisiones estratégicas de SHIELD y en el desarrollo de su poder armamentístico. La incipiente doctrina despierta el recelo de Rogers y así lo manifiesta ante Nick Furia (Samuel L. Jackson).


Pero esta política intervencionista y autoritaria, que entra en contradicción con todo lo que el Capi representa, es la antesala al surgimiento de viejos enemigos del pasado que Steve conoce bien. En la lucha que se librará, serán más importantes que nunca los valores de justicia y libertad. Y el Capitán América se encargará de defenderlos y fomentarlos allá donde se encuentre.

Con Capitán América: el Soldado de Invierno, Marvel Studios logra regresar a la esfera de calidad que tanto pareció peligrar tras el estreno de Iron Man 3. La fase II se asienta ahora sobre las mejores bases y la hoja de ruta hacia Los Vengadores: la Era de Ultrón es apasionante. Gracias a un film que transcurre en buena parte dentro de los cánones del thriller político, los hermanos Joe y Anthony Russo han creado un espectáculo de primer nivel que combina hábilmente intriga, desarrollo de personajes, y grandes dosis de acción siempre integrada en la trama argumental.


Me gustaría destacar también que las notas de humor presentes en la película son las mejores y más ajustadas de la historia de Marvel Studios. No solo divierten al público en su justa medida sino que complementan el desarrollo narrativo sin saturar. La inclusión de nuevos personajes resulta también un acierto total y el ritmo de la película no decae en ningún momento.

A partir de este momento necesito comentar más profundamente algunos aspectos de la película y sólo puedo hacerlo incorporando numerosos SPOILERS. Por consiguiente, informo a todos los lectores que se abstengan de seguir leyendo si no han visto aún la cinta. Los SPOILERS empiezan en 3, 2, 1...




El universo cinematográfico de Marvel ha recibido un fuerte empujón con el guión escrito por Christopher Markus y Stephen McFeely. Responsables de la primera entrega de Capitán América, han colaborado también en el de Thor: el Mundo Oscuro. Y ahora culminan su apuesta con un script que es una antología de referencias al material original de los cómics y a su vez una aportación fresca al cine de superhéroes. La combinación es francamente buena y se nota que ambos poseen una gran conocimiento acerca de la larguísima trayectoria del Capi en las viñetas, cosa que se traduce en un respeto total a las bases fundacionales del personaje. Aquí no hay salidas de tono ni ridiculeces que destripan la herencia de los personajes. Todo lo contrario, Markus y McFeely se aprovechan del inmenso bagaje de los mismos para situarlos en un escenario de rotunda actualidad. Veremos como todos ellos responderán ante la situación de conflicto y se reflejará quienes han sido antes y lo que son capaces de llevar a cabo cuando tanto se les necesita.

Atreverse a crear un argumento en que el giro principal de la trama se produce al descubrir que HYDRA ha seguido existiendo como una célula durmiente dentro de la propia estructura de SHIELD, es algo que podría fracasar de no trabajarlo bien. Los guionistas han ido más allá de lo que en los cómics se había, en alguna ocasión, esbozado. SHIELD había caído en las viñetas y Nick Furia había pasado a ser un rogue agent pero la conspiración interna, labrada durante muchas décadas, que se acaba convirtiendo en un auténtico golpe de estado, refleja una audacia que se sale de las tablas. Y la forma como guionistas y directores la han mostrado en pantalla demuestra el acierto de dicha iniciativa. Han logrado colocar al Capitán y a sus aliados en el marco de un enfrentamiento que cambiará completamente el estado de situación en el futuro. Y ese es un camino por el que será interesante seguir transitando.


Descubrir como la conciencia de Arnim Zola (Toby Jones) se había transferido a una instalación tecnológica en red no es solo una magnífica adaptación de la trayectoria del personaje en el cómic, sino el acicate para descubrir que su inmoral pero brillante intelecto había conseguido desarrollar un algoritmo capaz de detectar a enemigos potenciales que pusieran en peligro el resurgimiento de HYDRA como nuevo dominador del escenario mundial. La expansión de la organización criminal se asemeja a un virus con múltiples infiltraciones en las esferas de poder: desde el secretario general de SHIELD, Alexander Pierce (Robert Redford), hasta el senador Stern (al que conocimos en Iron Man 2), o el hasta ahora entregado y fiel agente Jasper Sitwell. Todo el engranaje encaja y las décadas de espera han llegado a su fin con la construcción de tres poderosos helitransportes que serán capaces de hacer posible el golpe de timón que complete los planes de la organización.


Además del acierto en la premisa principal de conflicto, la película también funciona bien en el desarrollo del personaje del Capi. Durante la primera parte, asistimos a una solapada radiografía del Steve Rogers de la actualidad. Le vemos completando su adaptación y manifestando que no encuentra ese espíritu de nobleza y dedicación en sus compañeros del presente. Claramente demuestra que el cambio temporal no ha sido un simple despertar y que quizá nunca llegue a comprender del todo a sus colegas y a su país. Su breve conversación con Peggy Carter (Hayley Atwell), enferma debido a su extrema vejez, logra describir más a Rogers que si los creadores hubieran dedicado una hora a explicar sus hazañas. Chris Evans se siente ya tan integrado al personaje que es el perfecto canalizador de un mito.


Conocer a Sam Wilson, ex-soldado paracaidista que se dedica ahora a ayudar a otros veteranos en su esfuerzo por dejar atrás los traumas y reinsentarse en la sociedad, le recordará a Rogers el espíritu de altruismo y la voluntad de servicio que tanto distinguió a la gente de su generación. Será el candidato perfecto para ocupar el puesto del gran amigo al que perdió setenta años atrás.

Pero no solo asistimos al buen desarrollo del protagonista sino que los otros personajes nos dejan tambén grandes momentos. El carisma de Samuel L. Jackson en el papel de Nick Furia es de sobras conocido aunque en esta ocasión se le pide que rivalice con un grande como Robert Redford, quien en su papel de Alexander Pierce aporta prestigio y una solvencia incuestionable. Es bueno seguirle viendo en el cine como actor y además aportando nuevas facetas a su prolífica carrera. 


Scarlett Johansson sigue cumpliendo como Natasha Romanoff y explota más su faceta como espía. Destacaría el momento en que habla acerca de su experiencia previa con el Soldado de Invierno. Y en cuanto a Bucky Barnes (Sebastian Stan) decir que su caracterización, reminiscente de las últimas entregas del personaje en la viñeta, es un acierto total. Su presentación en la película, derribando el SUV de Furia resulta impresionante como lo es también toda la secuencia previa en que el director de SHIELD elude a los operativos de HYDRA. La acción cuerpo a cuerpo en la película, a la vieja usanza, es otro de los grandes aciertos de la puesta en escena. 

La reflexión también está presente y los guionistas han hecho buen uso de algunas de las polémicas recientes en el devenir de la seguridad en Estados Unidos. El plan de HYDRA y la utilización que hace de la tecnología para marcar a sus objetivos, no es sino la traslación extrema de lo que hemos vivido en cuanto a los casos de espionaje cibernético realizados por la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense. En virtud de la seguridad, se han implementado muchos procedimientos que, en ocasiones, atentan contra la libertad individual de las personas y su derecho a la intimidad. En el mundo real existen muchos mecanismos para controlar y derogar, en caso necesario, esos procedimientos. Pero es interesante resaltar que, en la ficción, muchos de estos planes pueden desarrollarse hasta más allá de lo posible. Hay que remarcarlo porque nos hacen pensar acerca de los peligros que las nuevas tecnologías pueden entrañar si caen en malas manos. ¿Quién decía que el cine comercial de masas no podía ser reivindicativo? 

La ruta hacia la nueva entrega de Los Vengadores está bien definida y el producto previo que se entrega a Joss Whedon es prometedor a más no poder. El propio Whedon ha dirigido la secuencia que tiene lugar a mitad de los créditos finales. En ella, el Barón Wolfgang Von Strucker (Thomas Kretschmann) promete seguir con su labor conspirativa a pesar de la caída de HYDRA y cuenta con dos gemelos que han sobrevivido a sus múltiples experimentaciones. La primera aparición de Wanda (Elizabeth Olsen) y Pietro Maximoff (Aaron Taylor-Johnson) no defrauda a nadie y ojalá pudiéramos seguir con sus aventuras de forma inmediata. Habrá que tener paciencia hasta el año próximo.



El fin de SHIELD y la reconstrucción de los servicios de inteligencia norteamericanos permite crear una oportunidad para recolocar a Los Vengadores en una nueva situación. Todo hace pensar que, a partir de ahora, el gran benefactor e impulsor del grupo será Tony Stark. Teniendo en la Torre Stark de Nueva York el cuartel general, es de esperar que el supergrupo se asemeje más a los cómics donde la entidad no tiene vínculos directos con SHIELD y opera en base asamblearia, respetando las decisiones de sus miembros que, por otro lado, realizan idas y venidas configurando alineaciones muy diversas.

Ultrón, un magnífico villano, se encargará de volver a movilizarlos pero, de momento, deleitémonos con las múltiples referencias al Universo Marvel presentes en Capitán América: el Soldado de Invierno. Y ese Stephen Strange que cita el agente Sitwell... ya podemos concluir que definitivamente le veremos en la fase III. 

El epitafio que consta en la falsa tumba de Nick Furia reza: "El camino del hombre recto..."
Solo en un film que funciona eficientemente y que crea el entorno adecuado, cabe una broma interna de estas características sin que resulte risible. Y así es como, por una vez, hasta Nick Furia puede mezclarse con Jules Winnfield.

"Batman: Strange Days", cortometraje para el 75 aniversario de Batman

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Si el año pasado se conmemoraron los 75 años de Superman, en este 2014 viviremos la misma efeméride para Batman. Warner Brothers y DC Comics han decidido seguir la estela iniciada en 2013 y han contado de nuevo con Bruce Timm para que coordinara y dirigiera un cortometraje de animación sobre el personaje. El creador de la que probablemente es la mejor serie de animación de superhéroes jamás creada, "Batman: the Animated Series", ha preparado una pieza que lleva por título"Batman: Strange Days". En ella, utiliza claras reminiscencias que evocan al cine clásico de terror de Universal y lo inserta brillantemente en el universo de Batman recuperando a uno de sus villanos más maquiavélicos: el doctor Hugo Strange.

Os dejo pues con esta pequeña aventura del caballero oscuro...


Grandes piezas de John Williams: El Patriota

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En un rincón de Carolina del Sur, más allá del curso del río Santee, se encuentra una granja propiedad de Benjamin Martin. La tristeza por la reciente muerte de su esposa ha afectado profundamente a Ben y ahora vive entregado a la causa de sacar adelante a sus siete hijos mientras trabaja intensamente en los cultivos y prepara a sus vástagos para los rigores de una época muy convulsa.

Corre el año 1776 y, aunque Benjamin trate de ignorarlo, los acontecimientos generales van a irrumpir en sus vidas. En Philadelphia, delegados de las trece colonias americanas han apoyado la Declaración unilateral de Independencia redactada por Thomas Jefferson. El conflicto bélico con los británicos ya ha empezado en varios territorios y Carolina del Sur debate, en Asamblea General, la aprobación de una leva para reclutar hombres que se unan al nuevo ejército Continental. La abstención de Benjamin responde a su experiencia personal. Como veterano de las guerras franco-indias en las que, como soldado de la Corona Británica, tuvo que realizar toda clase de atrocidades, está decidido a hacer lo posible para evitar una nueva contienda. Opina que no se debe enviar a muchachos para librar una guerra que han decidido hombres adultos en una ciudad lejana. Ante todo es padre y eso, según su convicción más íntima, pasa por delante del valor para defender un ideal. 

Sus dos hijos mayores saben que en la habitación de su padre se encuentra un baúl que lleva muchos años cerrado. Cuando lo abren, descubren exactamente cual es el pasado que su progenitor trata de olvidar. El granjero que es ahora tuvo una vida completamente opuesta tiempo atrás. Y un hacha iroquesa, fuertemente afilada, atestigua que esa guerra no se libró siempre en campos de batalla, con líneas de frente disparándose entre sí. Hubo combates cuerpo a cuerpo en los bosques y todo tipo de crueldades. El buen padre era antaño un guerrero insaciable. Curiosamente, la mujer que le ofreció otro camino en la vida, ha fallecido. Y los hijos, que deberían darle consuelo, están más interesados en las hazañas pretéritas que en la vida diaria.

En última instancia, la neutralidad que Ben Martin deseaba enarbolar ya no será posible. Y un golpe terrible a lo que más quiere, despertará al guerrero una vez más. Ante la crueldad del enemigo hacia su familia, Benjamin responderá con más agresividad y violencia. Como suele suceder en estos casos, el mejor luchador entrará en escena cuando alguien cercano haya sufrido las más terribles consecuencias de la guerra. Y la muerte de un hijo propiciará que ese viejo baúl vuelva a abrirse.

Esta es la trama inicial de El Patriota (The Patriot, 2000), una película que a mi siempre me emociona y me conmueve. A pesar de las inexactitudes históricas que atesora el guión de Robert Rodat, el film funciona como un reflejo de lo que Estados Unidos debería ser. Es un canto a los ideales de una nación en el momento en que ésta surgía para hacer frente a la presión impositiva de los británicos. 

Cuando el film termina, después de un relato épico de altos vuelos, Benjamin (Mel Gibson) regresa a su antigua granja para iniciar la reconstrucción de la misma. En ese plano final, el director alemán Roland Emmerich, establece una metáfora visual de gran calado. La casa que debe volver a levantarse es un símil de lo que ocurrirá con la nación Americana. Tras el cese del fuego, todos deberán arrimar el hombro para construir un país que mejore el panorama anterior en todas las vertientes. Y ese proceso será largo y difícil. Otras generaciones serán las que deberán afrontar esos nuevos retos y dificultades. Los que han luchado y combatido han puesto la semilla de un árbol que deberá seguir siendo regado.

Una película tan magna, en cuanto a escala de producción, requería una banda sonora que aumentara la emocionalidad e inspirara al espectador desde un gran despliegue instrumental. John Williams resultaba la mejor elección para ese trabajo. Y, una vez más, el gran maestro consiguió crear una partitura que recorre todos los estados emocionales por los que pasan los personajes incorporando, además, piezas de gran textura épica. Las sutiles notas, interpretadas por flautas, nos conducen inevitablemente hacia una época apasionante. 

Os dejo con The Patriot suite. Los violines entran en escena para regalar a nuestros oídos una melodía arrebatadora...

Non-Stop (Sin escalas): acción de calidad

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En 1961, el Presidente John F. Kennedy, ordenó poner en marcha el proyecto por el cual agentes federales empezaron a viajar infiltrados en los vuelos comerciales para neutralizar posibles amenazas de secuestro aéreo. Estos Air Marshal realizaron su labor con discreción durante décadas pero su contingente fue disminuyendo con el tiempo. Se calcula que el fatídico 11 de septiembre de 2001 solamente había 33 agentes en servicio y, como resultó tristemente obvio, ninguno de ellos volaba en los aviones que fueron secuestrados por los terroristas. Tras ese brutal golpe a la integridad de la seguridad nacional estadounidense, el Gobierno amplió el programa y muchos más agentes de otras agencias fueron transferidos al Federal Air Marshal Service. Se calcula que, hoy en día, hay 4000 agentes sobrevolando los cielos en aviones con salida, destino, o tránsito en Estados Unidos .

¿Cómo es entonces el día a día de estas personas? Insertados en la tripulación del avión, se dedican a cruzar el mundo una y otra vez intentando pasar desapercibidos. Si tienen que movilizarse significará que un hecho de extrema gravedad pueda estar ocurriendo en cabina. Por consiguiente, ¿cómo estas personas pueden funcionar en su vida normal teniendo un trabajo de estas características?. Esta parece ser la pregunta que se formularon los guionistas debutantes John W. Richardson y Chris Roach cuando decidieron escribir un libreto que centra el protagonismo en uno de estos posibles héroes anónimos. 

Joel Silver, uno de los productores más prolíficos en activo y especialmente considerado en el cine de acción, decidió apostar por esta historia. Y, después de ordenar una reescritura del guión a cargo de Ryan Engle, vio claro que el material era idóneo para reunirse de nuevo con Jaume Collet-Serra y Liam Neeson tras el éxito sorpresa que supuso Sin Identidad (Unknown, 2011). El buen entendimiento de este trío garantizaba una traslación en pantalla que equilibraría acción con buenas dosis de suspense e intriga. 

Y el resultado final coincide con esa apreciación inicial. Non-Stop es un valioso film de acción, liderado por la indudable credibilidad que Liam Neeson confiere a todos y cada uno de sus papeles. En esta ocasión, el thriller psicológico presidido por el resorte del "falso culpable", tan característico de Hitchcock, y que estaba bien presente en Sin Identidad, ha sido reformulado hacia una propuesta de intriga en la que el director catalán ha añadido las dosis necesarias de realismo, opacidad, y ritmo incesante. Creo que, en esta ocasión, el argumento que se nos presenta abandona pronto los caminos del "falso culpable" para convertirse más bien en un claro producto con influencias de la narrativa de Agatha Christie en cuanto a la lucha por descubrir quién es realmente el culpable entre el numeroso pasaje. En un espacio del que es imposible escapar y donde no se puede seguir una pista sobre el terreno, el agente Bill Marks (Liam Neeson) deberá lidiar con una situación que parece conspirar constantemente en su contra hasta que consigue revertir los hechos y, utilizando las nuevas tecnologías de comunicación, ir acechando a aquél que está extorsionando una y otra vez con amenazas de muerte que se cumplen cada veinte minutos. 


Ese devenir constante en que el posible culpable va cambiando de identidad en cuanto se descubren más pruebas, conecta directamente con los relatos clásicos de la gran dama del misterio británico. Non-Stop hace uso de ese sustrato dramático para, actualizándolo con la modernidad de nuestra época, convertir el film en un entretenimiento de calidad.

Collet-Serra, además de dominar el género y el escenario en el que debe trabajar, saca partido de las cámaras autónomas para encontrar ángulos casi imposibles desde los cuales rodar. El argumento no puede calificarse de totalmente original porque el personaje de Neeson es bastante arquetípico. Algunas situaciones del inicio nos recuerdan a varias propuestas anteriores. Pero lo que debe alabarse, además de la interpretación del actor irlandés, es que el desarrollo de esa premisa sí que incluye nuevos elementos de tensión al tratar el rol de un tipo de agentes federales que no estamos nada acostumbrados a ver en acción. Y también se agradece enormemente el tono adulto que caracteriza a la película de principio a fin. No hay salidas de tono absurdas ni humor improcedente. Todo transcurre de acuerdo a una filosofía de seriedad que aumenta poderosamente la atención y la sensación de suspense general. 

Se trata de un film de entretenimiento que realmente consigue su propósito y que no engaña a nadie en cuanto a lo que ofrece. Un ejercicio de cine de acción digno, honrado, y trepidante. Y eso hay que valorarlo puesto que no es lo habitual en los últimos años.

Neeson es la estrella absoluta de la función pero no cabe duda que la clase y elegancia de Julianne Moore encaja perfectamente en el tono de la cinta. Resulta curioso que ambos intérpretes solo hayan coincidido en el reparto de dos películas ya que tienen una química impresionante en pantalla. El resto del cast funciona perfectamente en los roles propuestos. Es interesante ver a Anson Mount (Hell on Wheels) fuera del ambiente western y también a Michelle Dockery más allá de Downton Abbey. En cuanto a Lupita Nyong'o, su presencia es bastante imperceptible. Se nota y mucho que fue contratada para esta película cuando aún no se conocía la repercusión que tendría 12 Años de Esclavitud

En conclusión, Non-Stop es una película recomendable para todo aquel que disfrute de la acción y del suspense. Sigue así Jaume!! 

Un nuevo redactor llega al Daily Planet

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"In the decade of the 1930s, even the great city of Metropolis was not spared the ravages of the worldwide depression. In times of fear and confusion, the job of informing the public was the responsibility of the Daily Planet, a great metropolitan newspaper whose reputation for clarity and truth had become the symbol for hope in the city of Metropolis..."


The Daily Planet, el faro que guía al mundo con la información más veraz y contrastada, acaba siendo el lugar en que el joven Clark Kent decide emplearse para continuar integrándose en el mundo que le ha acogido. Qué mejor para estar al corriente de los acontecimientos más importantes del planeta que un periódico, con tradición, que cubre todos los acontecimientos desde la ciudad de Metropolis.

A lo largo de las numerosas adaptaciones realizadas sobre el Hombre de Acero en cine y televisión, hemos visto numerosas representaciones del mítico periódico surgido de la imaginación de Jerry Siegel & Joe Shuster. Pero fue en la renombrada versión de Richard Donner donde se sacó más partido del escenario urbano utilizando las calles de Nueva York (ciudad que claramente inspiró a los creadores del cómic para crear Metropolis). Se rodó en la urbe de los rascacielos durante cinco semanas y, curiosamente, coincidió con el apagón eléctrico que sufrió el área metropolitana entre el 13 y el 14 de julio de 1977.


Para el film se utilizó el edificio The News Building, ubicado en el 220 Este de la calle 42, en pleno midtown Manhattan. Este rascacielos, construido también durante la eclosión urbanística de la década de los 30, destaca por su estilo art déco y por el frontón modernista que lo adorna. Los arquitectos John Mead Howells y Raymond Hood (que también ideó el Rockefeller Center) fueron los autores del proyecto. Hasta 1995 albergó la sede del New York Daily News. Actualmente acoge el cuartel general de Emmis Communications aunque también se encuentran otros ocupantes como el Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (UNDP). En 1989, fue designado National Historic Landmark mientras que su hall interior fue declarado New York Historic Landmark en 1998. En el film, el cartel situado entre el frontón y las puertas giratorias de la entrada fue sustituido por el nombre del periódico. 



Ante su puerta vemos a Clark Kent llegando en taxi. También se aprovechó el hall interior, presidido por un enorme globo terráqueo de más de cuatro metros de diámetro. En esta sala, donde además hay relojes marcando la hora en distintos puntos del planeta, vemos salir a Clark (Christopher Reeve) y a Lois Lane (Margot Kidder), comentando las sensaciones del primero tras su primer día de trabajo en el Planet. Las puertas giratorias vuelven a aparecer antes de cambiar de escenario.

Más adelante, el The News Building reaparece en la famosa escena que supone la presentación de Superman ante el mundo. El helicóptero que transporta a Lois Lane sufre un accidente en el tejado del Planet y queda despeñado en la cornisa. Lois trata de agarrarse pero queda colgada ante el precipicio. Cuando finalmente cae la recoge al vuelo el mismísimo Superman.


En la escena vemos como Clark sale del edificio y divisa el fatal acontecimiento. Es entonces cuando busca un lugar donde cambiarse y realizar su primer acto heroico.


Para complementar el artículo, adjunto el vídeo realizado por el locations hunterHervé Attia. Podéis desplazaros directamente a los fragmentos situados entre el minuto 7:05 y el 8:30 al igual que del 10:23 al 11:00. 

The Walking Dead: TERMINUS

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Rick: "Se sentirán muy estúpidos cuando se den cuenta…" 
Abraham: "¿cuenta de qué?"
Rick: "de que no saben con quién se han metido”


Rick pronuncia estas contundentes palabras al final de la cuarta temporada, dejando en el aire una continuación que promete muchas sorpresas.

En esta última tanda de episodios, nuestro grupo más sufrido de la televisión llega a Terminus, un enclave que dicen los que lo gestionan y anuncian a través de ondas cortas de radio que es seguro y que todo el que llegue a él estará a salvo de la devastación exterior, amparando y dando cobijo a todo aquel que lo necesite.

Pero, una vez se llega, vemos cómo el nombre es más que significativo: Terminus o término de toda esperanza de solidaridad entre humanos de distintos grupos. En este punto tan interesante nos han dejado los creadores de la serie… ¿qué nos encontraremos en Terminus? Ya hemos visto que están prisioneros en un vagón pero el por qué no se verá hasta la siguiente temporada.

Debo admitir que cada vez soy más adicta a esta serie, por no decir ya del cómic en el que se basa. Transmite situaciones que ponen en duda lo que creemos de nosotros mismos y de nuestros vecinos. Y, cada vez más, muestra una radiografía más completa del instinto del ser humano y de sus reacciones cuando se ve en un medio hostil.


Todos los personajes han evolucionado y, cada uno de ellos, nos transporta a una historia diferente de superación personal que, unidas las de todos, nos da como resultado una visión triste pero a la vez esperanzada sobre el destino que les está reservado. Porque, no nos olvidemos, ningún personaje es intocable…

Por fin se han vuelto a reunir la mayor parte de los protagonistas después de caminos muy distintos que los han llevado a confluir en Terminus, el falso Edén.

Personalmente, y siguiendo su evolución en formato papel, Rick Grimes (Andrew Lincoln) es uno de los que mejor representa el tiempo transcurrido desde el inicio de la hecatombe zombie. Todo en él, para mí, es digno de admiración, aun cuando ya quede poco de su apariencia conciliadora del principio. Es un líder que no ha pedido serlo y ha perdido a su mujer y a su supuesta hija recién nacida. Se ha transformado en un animal ávido de sangre al defender a su hijo de un grupo de forajidos que intentan violarlo después de capturarlos. ¿Quién puede juzgarle al abrir la yugular al jefe de ellos con sus propios dientes para poder rescatar a Carl? ¿Quién no haría lo impensable un segundo atrás si viera que un hijo suyo está a punto de ser atacado? Es instinto animal, irracional y racional al mismo tiempo, porque defiendes sabiendo que estás atacando pero por el bien del más indefenso así que… ¿quién puede juzgarlo?

Impactante el capítulo en que Carol (Melissa McBride) se ve obligada a matar a la pequeña Lizzie cuando ella y Tyreese descubren que ha asesinado a su hermana pequeña, Mika, para hacer que se convierta, intentando convencerles de que es natural dicho cambio y que también tiene pensado hacérselo a Judith, la bebé de Rick a la que él y Carl creen muerta en el asalto a la prisión a manos del Gobernador. No quieren matar niños pero Lizzietiene unos instintos psicópatas en su interior que esta hecatombe solo ha hecho que surjan fuera antes de lo previsto y no pueden permitir que ponga en peligro a nadie más. Fue un capítulo muy emotivo, hasta hermoso dentro de su tristeza. Carol y Tyreese no solo lloran la muerte de Mika sino también la decisión que toman al darse cuenta de que Lizzie jamás podrá estar con nadie más porque su instinto asesino y hasta demencial pondrá en peligro a todo aquel que esté cerca. “No puede Tyreese–dice Carol con lágrimas en los ojos-, no puede estar con nadie más, tendrá que estar siempre sola”. Ahí es cuando, sin palabras, llegan a la difícil resolución de tener que sacrificarla por el bien de los demás.


La escena en que Carol le pide a la niña que mire las flores cuando se la lleva a un rincón del jardín de la casa que han ocupado para dispararle sin que se dé cuenta, es desgarradora y muy delicada a la vez. Solo se intuye su muerte al oir el disparo, nada más. Y las lágrimas en los ojos de Carol son un bello reflejo de la coherencia que la ha dominado por el bien de todos en vez del sentimentalismo que los hubiera sentenciado tarde o temprano.

En cuanto a Maggie (Lauren Cohan) y Glenn (Steven Yeun), su tan ansiado reencuentro es otro de los momentos más emotivos de esta cuarta temporada, cuando se vuelven a encontrar dentro del túnel que los lleva a Terminus. Es de esos momentos que, cuando los ves, te hacen poner hasta contento. Y que lo aprovechen porque aquello de que “fueron felices y comieron perdices” no va a ir con ellos en absoluto si hacemos caso del cómic… pero hasta ahí puedo contar.

Daryl (Norman Reedus), Michonne (Danai Gurira), Tyreese (Chad Coleman), Beth (Emily Kinney), Sasha, Bob, Tara… todos ellos, aun cuando algunos sean secundarios, hacen de sus historias un elemento imprescindible para el desarrollo de todo el argumento. Han evolucionado también y cada vez les estamos cogiendo mayor aprecio pero, como Kirkman dijo y nunca me canso de repetirlo, nadie es intocable así que es más que seguro que sintamos la muerte de más de uno de ellos. En un mundo real esto sucedería sin duda. ¿Son crueles sus creadores al hacernos encariñar con ellos? No, más bien listos, muy listos. Porque cuanto más identificados estemos con ellos más tiempo seguiremos las aventuras de los “Walking Dead”.

Muchas historias ya van encontrando respuesta al final de esta tanda de episodios: qué le pasó al hijo de Michonne y por qué llevaba a modo de amuleto a su novio y a su hermano una vez convertidos; qué sucedió realmente en la huida de la prisión después del ataque; por qué algunos murieron y otros llegaron a escapar; por qué se disgregaron los supervivientes; por qué todos buscan Terminus y siguen la vía del tren…

Poco a poco, los guionistas van desgranando con pequeñas pinceladas muchas respuestas que el espectador necesitaba saber para hacer de lo que veía una historia creíble. Pero aún quedan otras muchas que se irán desarrollando próximamente. En el cómic, salvando las diferencias, más o menos los hechos también se van desarrollando de esta manera casi siempre: con pequeños flashbacks vamos conociendo, a través de sus páginas, qué sucedió con algunos de ellos en situaciones anteriores que los han llevado al punto en que los encontramos ahora.

Como el flashback de Hershel (Scott Wilson) a través de los recuerdos de Rick en el último episodio. Hershel ha sido uno de los personajes más queridos de la serie y fue una tremenda pérdida para el grupo ya que representaba la madurez, la experiencia como anciano en cuanto a moralidad y valores, el raciocinio y la honestidad. Qué nostalgia al verle otra vez después del capítulo en que muere degollado a manos del terrible Gobernador (David Morrissey). Su cabeza transformada, tal como vimos al inicio de esta temporada, fue otro de los momentos más álgidos. Sus palabras en un momento en que todo parecía iniciar un camino de normalidad y transición civilizada en la prisión, suponen un efecto dramático de gran calado cuando comprobamos que todo ello se ha desvanecido ante la crueldad que imperará para siempre en este mundo post-apocalíptico.

Por cierto, ¿dónde está Beth? Su rapto no está tan claro como Daryl cree… ignoro qué será de ella ya que, estos dos últimos personajes, no existen en el cómic.

Otros tres nuevos se han sumado con mucha fuerza: Abraham Ford (Michael Cudlitz), Rosita Espinosa (Christian Serratos), y el científico Eugene Porter (Josh McDermitt), que dice saber qué ha ocasionado la plaga. Por consiguiente, debe ir a un enclave científico-militar en Washington DC, que se supone que sigue en activo, para decirles qué virus ha creado a los zombies y así poder combatir la epidemia. Con ellos sí se ha llevado a cabo una copia exacta de sus personajes en el cómic. Atención a Eugene… en futuros episodios será crucial.


Pero, como siempre me gusta hacer, vayamos a dos aspectos que difieren y mucho del cómic y analicemos para bien o para mal. El primero es que la historia de Terminus no existe en absoluto. Pero, intuyendo y relacionando lo que he leído con lo que he visto en este último episodio, supongo que el grupo humano caníbal que sale en el cómic se ha sustituido por el de Terminus en la serie… ya veremos. De hecho, los acontecimientos que nos hacen ver qué cómics son en los que se han basado para hacer esta cuarta temporada sitúan a nuestro grupo en Washington DC y, en la serie, aún están por llegar así que esta temporada ha sido la adaptación más libre hecha hasta el momento del cómic por parte de sus guionistas; esperemos que no se pierdan en el camino…

Y el último, y como una crítica a la censura norteamericana otra vez, debo quejarme sobre la adaptación de la muerte de Lizzie a manos de Carol. Como he explicado unas líneas arriba, y siempre y cuando no se haya leído el libro, el episodio es magistral y perfecto se mire por donde se mire (¿a quién no le ha impactado ver jugando al pilla-pilla a la niña con una muerta como si fuera su mejor amiga?). Pero, al haberlo leído, una vez más reivindico el lanzarse al ruedo y mostrar el lado más oscuro de todos los personajes, incluidos los niños. ¿Es que si pasara una cosa similar los niños seguirían siendo inocentes? Rotundamente, no. Y en el cómic es el propio Carl quien ajusticia al niño que ha matado a su hermano como si de dos grupos y sus leyes se tratara: el de los niños y el de los adultos. Impacta muchísimo ver con qué crudeza es reflejada la acción que toma Carl (no olvidemos que, en el cómic, es mucho más pequeño que en la serie, a duras penas llega a los 10 años) al ser los adultos incapaces de tomar tal decisión al tratarse de un menor. Él es el único que ve claramente que, con ese niño entre ellos, todos irán muriendo antes o después y hace prevalecer la seguridad del grupo antes que sus principios sobre no querer matar (y menos, a un niño). Es un fragmento del cómic aterrador, descorazonador, pero son estos momentos tan crueles los que creo que generan unos seguidores tan fieles que ya se suman por millones. Es un cómic adulto para adultos y la serie muchas veces no lo acaba de reflejar. Creo que es un error que deberían corregir sus guionistas si desean que sus lectores también se vean identificados con la serie igual que lo están con el cómic.

¿Qué pasará en la siguiente temporada? Si siguen como en este último, y espero que sí, algún personaje importante probará aquello de que nadie es intocable para su creador, Robert Kirkman.


¿Quién será? Vayan apostando señores…

El Ford Gran Torino de Starsky & Hutch

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Las series de televisión, a lo largo de su historia que cubre ya más de seis décadas, han colaborado, de forma importante, en la inmortalización y mitificación de varios modelos de automóviles. Ya repasamos anteriormente lo que supuso el Dodge Charger en Los Duques de Hazard. En esta ocasión, nos centraremos en otros dos coches que forman parte del imaginario colectivo de una generación a la que pertenezco. Se trata del Ford Gran Torino de Starsky & Hutch y el Ferrari 308 de Magnum P.I. Este artículo dual empieza con los impetuosos policías de la costa de California...

En 1975, la ABC lanzó una nueva serie centrada en las andanzas de dos detectives del departamento de policía de la ficticia Bay City (California). David Starsky (Paul Michael Glaser) y Ken "Hutch" Hutchinson (David Soul) formaron una pareja televisiva que entretuvo a la audiencia durante más de noventa episodios repartidos en cuatro años. El contraste entre sus personajes y las diferentes maneras en que ambos actores abordaban sus interpretaciones deparó uno de los shows más recordados de la década de los 70. Aunque, como siempre ocurre en estos casos, el paso del tiempo ha sido implacable con estas teleseries producidas al amparo del estilo disco desenfadado y profundamente característico de su época.

La serie fue dirigiendo cada vez más su horizonte hacia la comedia pero el atractivo físico y carisma de sus protagonistas mantuvo el éxito aun cuando las tramas más violentas fueron dando paso al colegueo casi paródico que también recogió la infame película protagonizada por Ben Stiller y Owen Wilson en 2004. Este rumbo que fue tomando una serie en la que colaboró como guionista un joven llamado Michael Mann, determinó que incluso el tema musical compuesto por Lalo Schifrin se sustituyera en la segunda temporada por considerarse demasiado duro y oscuro. Una nueva pieza musical, compuesta por Tom Scott, tomó el relevo y coincidió mucho más con la propuesta.


Pero si hay algo que la gente piensa cuando se cita el nombre de Starsky & Hutch, es el coche rojo con el vector blanco que lo cruza. Es algo instintivo, automático. Así funciona el poder de la imagen televisiva. Pocos se acuerdan de los disparates del confidente de los protagonistas, "Huggy" Bear, ni del carácter irascible del Capitán Dobey. Pero toda persona que haya visto la serie, a través de las múltiples reposiciones, tiene grabado a fuego ese maravilloso coche. 

A pesar de que inicialmente estaba previsto usar un Chevrolet Camaro, la compañía Ford se impuso cuando Aaron Spelling y Leonard Goldberg asumieron el rol de productores de la serie. Y fue el coordinador de transportes de estos dos titanes de la época, George Grenier, quien tuvo la idea de las rayas blancas a ambos lados del automóvil. En ese mismo instante, acababan de crear un icono individualizado, un referente que triunfaría como merchandising oficial. 

El modelo elegido fue el Ford Gran Torino 351 Windsor de 1975. Incorporaba un motor V8 de 460 pulgadas cúbicas. La matrícula que se le colocó fue la 537 ONN. En la segunda temporada se cambió por un modelo de 1976 que ya se mantuvo hasta el final. Durante el rodaje se utilizaban siempre dos modelos: uno para las escenas de calle y otro que incorporaba una cámara en la parte delantera para grabar a los protagonistas, de forma directa, en las clásicas persecuciones por la ciudad. Tal fue el éxito del coche entre el público que la Ford decidió sacar a la venta una edición limitada de 1000 unidades del Gran Torino, tuneado prácticamente igual al que aparecía en pantalla.


En 1979, la constante bajada de la audiencia y el deseo continuado de Paul Michael Glaser de abandonar la serie determinaron la cancelación de la misma. Pero ese coche rojo, con la estela blanca, quedó grabado en la historia de la televisión. Actualmente, los dos Gran Torinos utilizados en la serie son propiedad de coleccionistas privados en Ohio y New Jersey

Por último, recordar que Hutch utilizaba también su propio coche en numerosas ocasiones. Se trataba de un Ford Galaxie 500 de 1973. Carecía de glamour y era bastante vetusto pero tenía una autenticidad que Hutch se encargaba de recordar cuando se refería al Gran Torino de Starsky como al "tomate con rayas".

Anunciado oficialmente el reparto de la nueva Star Wars!

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En un escueto párrafo, Lucasfilm y Disney han anunciado la composición del reparto para la nueva Star Wars Episode VII:

"Actors John Boyega, Daisy Ridley, Adam Driver, Oscar Isaac, Andy Serkis, Domhnall Gleeson, and Max von Sydow will join the original stars of the saga, Harrison Ford, Carrie Fisher, Mark Hamill, Anthony Daniels, Peter Mayhew, and Kenny Baker in the new film."


JJ Abrams ha añadido lo siguiente:

“We are so excited to finally share the cast of Star Wars: Episode VII. It is both thrilling and surreal to watch the beloved original cast and these brilliant new performers come together to bring this world to life, once again. We start shooting in a couple of weeks, and everyone is doing their best to make the fans proud.”

Se preveía un gran anuncio durante estos días relacionado con el proyecto más esperado de 2015. Y ha llegado, de forma breve, pero contundente. Un nuevo plantel (en su mayoría jóvenes) se incorpora a la saga pero el nexo de unión lo mantendrá el trío clásico junto a Peter Mayhew (Chewbacca) y Kenny Baker (R2-D2). 

Habrá tiempo para seguir analizando más elementos de esta esperadísima producción. El rodaje empieza en un par de semanas y algunos detalles más se conocerán. Aunque conociendo a JJ Abrams, seguro que ya habrá preparad un dispositivo para evitar que las filtraciones emerjan en demasía.

Ver la siguiente foto ya transmite una magnífica esperanza de ilusión y, esta vez sí, de un trabajo que consiga entusiasmar a la mayor parte del público. Destacar también el fichaje de Oscar Isaac, uno de los mejores actores de la nueva generación y garantía de talento en todos sus trabajos. Max Von Sydow aportará su conocida presencia en pantalla y seguro que tendrá a su cargo un papel que no pasará desapercibido. Y Andy Serkis... ¿en qué personaje de creación digital habrán pensado Abrams y Lawrence Kasdan?

Se admiten apuestas... quién pudiera echar mano a uno de esos guiones...


Thomas Magnum y su Ferrari

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Thomas Sullivan Magnum (Tom Selleck) llevaba una vida perfecta. Tras regresar de Vietnam donde había servido en la Marina, se había instalado como residente permanente en la casa de huéspedes de una gran finca propiedad del acaudalado escritor Robin Masters. Al parecer, Magnum había salvado la vida de Masters tiempo atrás y, en agradecimiento por ello, le había dado el puesto de "encargado de seguridad". Una magnífica excusa para que viviera en su hacienda de Oahu (Hawaii) sin ningún gasto y, además, hiciera uso de todas sus posesiones, incluyendo el maravilloso Ferrari 308 GTSi.

Utilizando su experiencia previa en Inteligencia Naval, Magnum se había reconvertido en detective privado y andaba siempre involucrado en tramas investigativas para las que frecuentemente requería de la ayuda de sus dos grandes amigos y compañeros en Vietnam: el piloto Theodore Calvin "T.C." (Roger E. Mosley) y Orville "Rick" Wright (Larry Manetti), gerente del prestigioso Club Rey Kamehameha de Honolulu

Pero como siempre en la vida, todo necesita un contrapeso. Y esta piedra en el zapato permanente era Jonathan Quayle Higgins III (John Hillerman), un estricto ex-sargento mayor del ejército británico, que ejercía de administrador y mayordomo en la propiedad hawaiana de Robin Masters. La rigidez de Higgins y su amor por el orden contrastaba con el estilo de vida informal, desenfadado y más bien caótico de Magnum. Nunca podremos olvidar como Higgins reflejaba su personalidad en los dos Doberman, Zeus y Apolo, que se encargaban de patrullar y proteger la finca. Son recuerdos eternos en la memoria de los seriéfilos.

Magnum P.I. surgió de la creatividad de dos productores y guionistas muy prolíficos en los 80, Glen A. Larson y Donald P. Bellisario. La propuesta que presentaron a la CBS encajaba perfectamente con los planes de la cadena ya que, en 1980, se había dado por concluida la larga trayectoria de Hawaii 5-0 tras doce años en antena. Los incentivos que el el Gobierno Estatal concede a las producciones que allí se ruedan, hacía interesante continuar con una nueva serie que, además, podría aprovechar la infraestructura de producción. Con un panorama tan favorecedor, Magnum P.I. se estrenó el 11 de diciembre de 1980 en Estados Unidos. 


Se realizaron ocho temporadas llegándose a producir 162 episodios. Las cinco primeras seasons fueron un grandísimo éxito de audiencia. La combinación de la trama de investigación con las aportaciones cómicas de varios personajes dieron equilibrio a la propuesta y los bellos paisajes hawaianos hicieron el resto para crear una apuesta ganadora. Pero, a partir de la sexta temporada, se empezó a ver un importante declive que partía del agotamiento general de todos los implicados. Las dos últimas temporadas continuaron con la bajada hasta el capítulo final donde se registró una audiencia espectacular porque todo el mundo quería saber como acabaría Magnum y si finalmente se conocería al verdadero Robin Masters. Al final, nada de todo ello. Fue un final con más preguntas que respuestas. Esta conclusión enigmática y casi surrealista recuerda a la que también tuvo otra serie mítica de los 80: St. Elsewhere.

En cualquier caso, Magnum P.I. dejó una huella muy fuerte en la historia de la televisión además de incorporar numerosos momentos para el recuerdo. El mismísimo Orson Welles era el que ponía la voz a Robin Masters cuando, una vez por temporada, llamaba por teléfono a Higgins o a Magnum. Entre los actores invitados pudimos ver a Frank Sinatra, Ernest Borgnine, Carol Burnett, Morgan Fairchild, y a los por entonces poco conocidos Ted Danson y Sharon Stone. A destacar que fue una de las primeras series que utilizó el recurso del cross-over al aparecer personajes de otros shows de la CBS. Así fue con Rick (Gerald McRaney) y AJ Simon (Jameson Parker) de Simon & Simon y Jessica Fletcher (Angela Lansbury) de Se ha escrito un Crimen (Murder, She Wrote).

Para Tom Selleck, el éxito de la serie fue beneficioso para su cartera pero evitó que pudiera convertirse en una referencia en el cine puesto que su compromiso contractual con la CBS impidió que encarnara a Indiana Jones en En Busca del Arca Perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981).Él era la primera elección de George Lucas para el papel de Indy. Incluso hay grabaciones de las pruebas de cámara que llegó a realizar. Al no poder contar con él, la idea inicial de Steven Spielberg prevaleció y Harrison Ford acabó recibiendo la llamada.

Pero concluyamos el artículo hablando del coche que todos aquellos que la vimos recordamos cuando se habla de Magnum. El Ferrari rojo 308 GTSi, con motor tres litros V8, es un auténtico icono. Y la forma de arrancarlo de Tom Selleck en la intro también. El tema principal, compuesto por Mike Post, hace el resto.



El automóvil tuvo varias matrículas aunque la más emblemática era ROBIN-1. Tal es la conexión del modelo de coche con la serie, que este mismo modelo y evoluciones subsiguientes siguen llamándose popularmente "el Ferrari de Magnum".


Muchas anécdotas podrían contarse sobre esta serie, ¿cuales son las que vosotros más recordáis?.

Viaje a la esperanza: "Las Uvas de la Ira" de John Steinbeck

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Durante los años más duros de la Gran Depresión (1929-1933), se vivió en Estados Unidos un éxodo de población muy notable hacia California. Ciudadanos de los estados del Medio Oeste y de las grandes llanuras se vieron forzados a dejar atrás sus hogares por la quiebra de los bancos, la fuerte sequía, los cambios agrarios, y la práctica desaparición de los subsidios y ayudas federales que habían existido, hasta ese momento, en las comunidades agrarias del país. La meteorología pareció aliarse con la situación desfavorecedora debido al fenómeno conocido como Dust Bowl: constantes tormentas de arena y tornados que barrieron el centro Oeste (Oklahoma, Kansas, Texas, New Mexico, Colorado) del continente norteamericano en los primeros años de la década de los 30. La sequía y la erosión generalizada por la explotación sin control de tierras, fueron factores desencadenantes del pronunciado episodio. Muchos pozos se secaron, los riachuelos se anegaron, y los latifundistas más poderosos desviaron el curso de los cauces de agua que habían permanecido. La fatalidad se cebó con las pequeñas explotaciones agrarias y ganaderas hasta el punto de verse forzados a dejarlo todo para enfrentarse a un viaje hacia un lugar en que la tierra seguía siendo fértil, las explotaciones agrícolas eran extensísimas, y la necesidad de mano de obra parecía ser el único motor para la salvación de un sector económico que se hundía. California volvía a ser la esperanza para salir de la miseria. Lo fue a mitad del siglo XIX y ahora recuperaba de nuevo el papel que más la ha caracterizado a lo largo de su historia.


Pero, en esta ocasión, los caminos para llegar hasta ella eran más asequibles. La modernización del país permitía varias posibilidades pero la más usada fue la "ruta 66", una combinación de carreteras estatales que conectaba Chicago y las grandes llanuras con la costa meridional de California. Esta senda fue el escenario de la visualización más evidente de la pobreza norteamericana. Los camiones y furgonetas, poblados hasta arriba por la gente, definieron una estampa que pronto se convirtió en un rostro crudo y despiadadamente realista de la crisis iniciada en la bolsa de Wall Street un 29 de octubre de 1929.

Las historias de triunfo, salvación, o derrota definitiva llenan las páginas de la crónica histórica de la época. Con la llegada de Franklin Delano Roosevelt a la Presidencia en 1933 y la consiguiente aplicación de políticas intervencionistas basadas en las teorías económicas de John Maynard Keynes, los Estados Unidos iniciaron una larga fase de recuperación que no culminó, a nivel social, hasta los inicios de la siguiente década. El New Deal cambió lentamente las condiciones coyunturales que habían provocado el empobrecimiento de gran parte de la población. Pero ese éxodo hacia lo desconocido, esa huída hacia delante buscando la última esperanza, provocó en las personas afectadas una depresión generalizada que no pudo ser superada hasta la siguiente generación. 

John Steinbeck, aclamado autor californiano ganador del premio Pulitzer y el Nobel en 1962, es el novelista estadounidense por antonomasia cuando se habla del reflejo de la Gran Depresión en la literatura de la época. Después de De Ratones y Hombres (Of Mice and Men, 1937), donde ya trató el fenómeno del éxodo agrario, culminó su tratamiento del tema en Las Uvas de la Ira (The Grapes of Wrath, 1939). 

Esta segunda novela nos explica la historia de la familia Joad y del mayor de sus hijos, Tom. Después de salir de prisión, Tom vuelve a su casa en Sallisaw (Oklahoma) pero la halla desierta. Toda su familia se ha trasladado a la antigua casa de un familiar porque han sido víctimas del desahucio por impago. Decididos a salir de una situación en que la vida no es sostenible, se embarcan en un viaje hacia California donde se busca con ahínco a nuevos trabajadores para trabajar en sus extensas y fértiles propiedades agrarias. 

A lo largo del camino, los Joad se enfrentaran a toda clase de calamidades. La ruta es el escenario en que los sueños rotos se mezclan con la frágil promesa de un futuro mejor. Familias de todo el medio Oeste confluyen en la carretera y el drama humano surge por todas partes. La resistencia y perseverancia de Tom Joad alimentará de ilusión a los suyos aun cuando algunos miembros de la partida original no conseguirán sobrevivir a las duras condiciones del viaje. Las Uvas de la Ira es un canto a la fortaleza del espíritu humano y también un drama realista de proporciones épicas.

Darryl F. Zanuck movilizó la maquinaria de 20th Century Fox para realizar una película que muchos creían que no encajaba con su tendencia política. Pero el contexto de la II Guerra Mundial ayudó a configurar un mensaje que el público recibiría abiertamente. Y tener al mismísimo John Ford en la dirección aseguraba un tratamiento duro pero a la vez esperanzador. El aprecio y la defensa de la familia, por encima de cualquier otra consideración, es uno de los rasgos distintivos de Ford como autor y Las Uvas de la Ira es un texto que, bajo su mirada, concentra la atención en la unidad primigenia de todo ser humano para crear una película maravillosa.


Con una adaptación que corrió a cargo del productor y futuro director, Nunnally Johnson, John Ford creó una obra maestra del cine que ofrece la mejor representación que podemos encontrar de la Gran Depresión en el séptimo arte. Ford parece crear cuadros en movimiento de las escenas que poblaron el drama humano del éxodo hacia California. El realismo del que hace gala cobra sentido cuando comparamos las imágenes del film y las fotos reales de lo sucedido. Pero algo más subyace, más allá de la visualización gráfica de los hechos. El director nunca olvida que la fortaleza del ser humano es capaz de vencer cualquier obstáculo y es por ello que, al igual que el texto que la precede, la cinta refleja una sensibilidad extraordinaria y consigue que el dramatismo de los hechos te entre por los poros de la piel. Es una película de un humanismo atroz y, además, cobra repercusión cuando comprobamos la analogía con la época que estamos viviendo actualmente. Resulta curioso ver que este argumento no ha perdido nada de sentido sino que está más vivo que nunca. La historia moderna del primer mundo seguirá caracterizándose por episodios periódicos de crisis que tendrán diferentes causas y consecuencias aunque la base seguirá siendo la que hemos visto anteriormente: la lucha de las personas por sobrellevar las dificultades que les han sido impuestas por el sistema económico general.

Al final de la película, la matriarca Joad (Jane Darwell), después de todas las vicisitudes que han pasado, pronuncia unas palabras que son una auténtica declaración de principios:

"I ain't never gonna be scared no more. I was, though. For a while it looked as though we was beat. Good and beat. Looked like we didn't have nobody in the whole wide world but enemies. Like nobody was friendly no more. Made me feel kinda bad and scared too, like we was lost and nobody cared.... Rich fellas come up and they die, and their kids ain't no good and they die out, but we keep a-coming. We're the people that live. They can't wipe us out, they can't lick us. We'll go on forever, Pa, cos we're the people."


Por encima de las dificultades, de las penalidades que nos infligimos entre nosotros mismos, contamos con todo lo necesario para prevalecer. Porque el alma humana puede soportar tormentos más allá de lo indecible y debemos luchar para lograr que deseamos. A pesar de todo, nunca seremos barridos por completo y seguiremos batallando por construir un mundo mejor. Los ideales de justicia social van adheridos al sentido global de la novela y la película. Es indudable que John Steinbeck quiso crear un alegato contra la injusticia y la avaricia enfermiza. Pero, más allá del mensaje político, es importante constatar el sentido último y profundo de todo ello. Y John Ford, al amplificar el concepto de familia en la película como base y soporte sobre el que perdurar y construir un futuro, nos muestra que el poder de la unidad entre las personas es la mayor fuerza que existe para superar los problemas. Solo con generosidad, firmeza, y grandes valores podremos sobrevivir en la lucha constante que supone el día a día. 

¿Quién es el dueño del Gran Hotel Budapest?

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Disparatado cuento sarcástico magistralmente interpretado por un elenco protagonista privilegiado

Esta comedia ingeniosa, ambientada en algún lugar ficticio de Europa en la primera mitad del siglo XX, nos hace ir a un ritmo trepidante en cada una de sus secuencias donde todos los detalles cuidados al milímetro nos cuentan, a modo burlesco, la historia del Gran Hotel Budapest.
Basándose en relatos de Stefan Zweig,  el siempre audaz y paródico, Wes Anderson, escribe y dirige esta hilarante historia que empieza de la mano de Zero Moustafa (F. Murray Abraham), un anciano sentado en el hall decrépito del antiguamente fastuoso Gran Hotel Budapest. El veterano narra sus recuerdos a un joven escritor (Jude Law; Tom Wilkinson de mayor) acerca de su periplo como mozo de portería en el mismo hotel del que ahora es propietario. La herencia gracias a la cual lo adquirió se debió al legado que le otorgó el por aquel entonces legendario conserje del hotel en los años 30:  Gustave H. (Ralph Fiennes). La ayuda inestimable que le brindó el primero en el robo y la recuperación de una pintura renacentista de valor incalculable, perteneciente a la familia de una rica octogenaria, Madame D. (papel interpretado por Tilda Swinton), explica su afortunado porvenir.
El enfrentamiento subsiguiente con los herederos de la difunta, capitaneados por su hijo Dmitri  (Adrien Brody) y el matón de este, Jopling (Willem Dafoe), hará que no pocas situaciones desesperadas, caóticas y caricaturescas tenga que vivir Gustave H. para conseguir hacer respetar la voluntad de la dama en cuestión. Y en todas ellas, como su más fiel amigo, siempre estará su protegido Moustafa, interpretado por un desconocido y prometedor Tony Revolori en su versión joven.
Este fabuloso hotel de la Europa de entreguerras, con los sucesos que la transformaron en los primeros años del siglo XX como telón de fondo, es el escenario incomparable para que desfile el resto del gran reparto secundario, cuyas breves intervenciones no son menos importantes.

Así, veremos a Jeff Goldblum como Kovacs, el abogado encargado de leer las últimas voluntades de Madame D. y al que Jopling somete a implacable persecución por los pasillos de un museo; a Harvey Keitel como Ludwig, compañero de cárcel de Gustave H., y a Edward Norton como el capitán Henckels, de la guardia militar de la ficticia República de Zubrowka (un estado entre los Alpes). Anderson crea su habitual escenario poliédrico en que un reparto coral encuentra perfecta cabida. Así veremos aparecer a Saoirse Ronan, Léa Seydoux, Bill Murray (un habitual en las películas del director), Owen Wilson, Mathieu Amalric, Jason Schwartzman, y Bob Balaban.

Ganadora del “Gran Premio del Jurado” en el Festival de Berlín de este mismo año, esta película maliciosa, divertida, caricaturesca e irreverente, toma giros inesperados a medida que avanza su trama convirtiéndose en una fuente de sorpresas continua.
Sencillamente, fantástica.


Más allá del O.K. Corral: analizando a Doc Holliday (I)

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Cuando pensamos en Doc Holliday siempre visualizamos su icónica imagen en el cine: la de un tahúr con suerte, desvergonzado pero con clase, amante de todos los vicios que el Oeste le pudiera ofrecer, y tuberculoso hasta la médula. Pero más allá de la imagen que el cine ha sabido explotar muy bien en las interpretaciones de Victor Mature, Kirk Douglas, Val Kilmer, y Dennis Quaid, se halla el hombre real. Una persona con una trayectoria que vale la pena repasar para poner en contraste la imagen histórica y la mediática. Porque, además de las características que nos son conocidas, existen otras vicisitudes que pueden iluminar más la figura de un personaje controvertido. 

John Henry "Doc" Holliday nació el 14 de agosto de 1851 en Griffin (Georgia). Su familia era notablemente adinerada así que no le faltaron atenciones ni estudios. Su padre, Henry Burroughs Holliday, ejercía la abogacía y era muy respetado por la comunidad. Había luchado en la Guerra contra México (1846-1848) y sirvió también en el ejército Confederado durante la Guerra Civil. Pero este panorama favorable para el desarrollo personal no vino acompañado por el don de la salud en el joven John. 

Nació con labio leporino y tuvo que ser operado por su propio tío, un prestigioso cirujano del estado, que recibió la ayuda de un médico famoso por esos lares que resultó ser el primo carnal de Doc: Crawford Long. Dicha operación no le dejó secuelas en el habla pero requirió de mucha rehabilitación. Otros reveses más importantes le esperaban en su camino.

En 1866, su madre murió de tuberculosis y su padre decidió volver a casarse con prontitud. Sin embargo, la desgracia volvió a golpear a la familia cuando su hermanastro Francisco (un joven que su padre había adoptado durante la guerra) también falleció a causa de la tuberculosis.

Tras completar sus estudios primarios obteniendo menciones en retórica, gramática, matemáticas, historia, y lenguas,  Holliday se marchó a una de las grandes capitales del Este, Philadelphia, para estudiar odontología en el Pennsylvania College of Dental Surgery. Consiguió graduarse con honores solo dos años después de su ingreso, cuando aún no había cumplido los veintiuno. Poco tiempo después, Doc empezó a ejercer en Atlanta mientras vivía con la familia de su tío. Se le consideraba un profesional brillante (había ganado varias medallas que reconocían su brillantez en las prácticas realizadas durante sus estudios) y tenía prácticamente segura la posibilidad de trabajar en la consulta de un prestigioso dentista de Atlanta, Arthur C. Ford. Pero esos meses de alegría y satisfacción personal finalizaron con la noticia que recibió en diciembre de 1872: la tuberculosis. 

John Holliday, tras graduarse como dentista en 1872.

Al igual que su madre y su hermanastro, la fatal enfermedad volvía a cebarse con otro miembro de la familia. El éxito y el porvenir profesional que le esperaba se rompió súbitamente. Doc viviría a partir de aquel momento una existencia caracterizada por el sueño roto. Seguramente se contagió a través de su madre pero eso no podía saberse en aquella época puesto que no se descubrió que la enfermedad se transmitía hasta 1885. Lo peor fue que, con la enfermedad ya declarada, Holliday atendió a numerosos pacientes en los años venideros.

El pronóstico fue completamente desalentador puesto que le dieron escasos meses de vida. Recibió el consejo de que se trasladara a lugares más secos donde el progreso de la tuberculosis no sería tan rápido. Aquejado por una sintomatología cada vez más fuerte, Doc viajó al sudoeste y se instaló en Dallas donde abrió una consulta de dentista. Pero la vida tranquila que debía llevar se fue al traste porque, sintiéndose desahuciado por los médicos, decidió entregarse a una vida disoluta que en nada favorecía su estado físico. Carente de motivación para seguir viviendo según los cauces normales, decidió exprimir cada momento como si fuera el último y así fue como se sumergía cada noche en los tugurios más lúgubres de Dallas donde fumaba y bebía whisky como parte de su nuevo tratamiento.

Poco después de empezar su nueva vida de juerga constante se percató de que el juego podía ser una actividad muy lucrativa. Decidió dedicarse de lleno y convertirse en jugador profesional. Se le daba bien aunque sus oponentes no solían pensar lo mismo. En mayo de 1874 recibió su primera acusación formal: juego ilegal. En enero, fue arrestado tras vender un arma al gerente de un saloon, aunque resultó absuelto. La vorágine de acusaciones, producto de ese estilo de vida disipado, continuó cuando decidió trasladar su consulta a Denison, donde recibió nuevas acusaciones de juego ilegal. La cuantía de las multas que se le imponían empezó a ser demasiado notable por lo que decidió dejar Texas. Ahora era un nómada en procesión constante, un tahúr desencadenado que no paraba de meterse en peleas frecuentes. Creía que era mucho mejor ponerse en riesgo que esperar el día en que la tuberculosis cumpliera su misión. Su actitud suicida se iba agudizando cada vez más y el alcoholismo no hizo otra cosa que exasperar su carácter. 

Su talento para el juego y las escaramuzas fue puesto en liza a lo largo de la ruta minera del Oeste porque allí el juego era legal y permitía el surgimiento de ídolos de barro que podían ser encumbrados y defenestrados de un día para otro. Durante el otoño de 1876, Holliday fue visto en Denver (Colorado), Cheyenne (Wyoming), y Deadwood (localidad de Dakota del Sur donde en agosto había muerto asesinado el legendario Wild Bill Hickok). Al año siguiente, decidió volver a Texas instalándose en Breckenridge donde tuvo un altercado que casi acaba con su vida al ser tiroteado por otro jugador que consideró que sus artes sobre la mesa no eran lícitas.

Wyatt Earp

Recuperado de sus heridas, se trasladó a Fort Griffin donde una tarde, mientras jugaba al solitario en el local del ex-boxeador John Shanssey, conoció a un tal Wyatt Earp. Shanssey conocía a ambos y les presentó porque Earp iba tras la pista de Dave Rudabaugh, un atracador y jugador redomado, y Holliday podía saber su paradero. Earp no pudo cazar al forajido pero trabó una amistad que sería histórica.

También en esa época y, en la misma localidad, encontró a Mary Katherine Haroney, más conocida en las crónicas por el nombre de "Big Nose Kate". Kate era una bailarina de saloon y ocasional prostituta que también surcaba el Oeste en busca de fortuna. Ambos se enzarzaron en una relación intermitente y, en ocasiones nociva, que se perpetuó hasta el fin de sus días. 

Cuando Wyatt regresó a Dodge City (Kansas), donde era ayudante del sheriff, Doc le acompañó. Ambos disfrutaron sacándole dinero a los cowboys y ganaderos que apostaban sus ahorros cada vez que acudían a la ciudad para divertirse. 

En Dodge, las aventuras de estos dos compinches siguieron ofreciendo titulares para los periódicos. En septiembre de 1878, Earp se vio superado numéricamente pero el local en que se produjo el incidente era propiedad de Holliday y éste, sin pensárselo dos veces, saltó de la barra, pistola en mano, y se colocó en un ángulo desde el que controlaba los movimientos de esos hombres. Desde ese día, Earp siempre afirmó que continuaba con vida gracias a él. Los altercados continuaron aunque no todos ellos están documentados. También es cierto que Holliday solía pillar unas cogorzas que le impedían ser el tirador fuera de serie que hemos visto en las películas.

No obstante, en julio de 1879, Doc estaba sentado en un saloon de la pequeña Las Vegas de New Mexico. Un antiguo explorador militar llamado Mike Gordon empezó a vociferar desde la calle. Llamaba a una de las chicas de alterne del local. Cuando irrumpió en pleno ataque de cólera, Holliday le siguió. Gordon se percató de ello y se giró para dispararle pero falló el tiro. Doc no cometió el mismo error. En el juicio posterior fue absuelto al considerarse un homicidio justificado. No sería la última vez que se libraría de ser ahorcado.

En septiembre de 1880, Holliday decidió aceptar la propuesta de los hermanos Earp y se mudó al pueblo minero de Tombstone (Arizona). Ellos residían allí desde finales de 1879 y eran los responsables de la seguridad. Virgil, el hermano mayor, era oficialmente el marshal del condado y también ocupó, la mayor parte del tiempo, el puesto de town marshal en Tombstone. Wyatt y Morgan oficiaban de ayudantes. Los tres tenían participaciones en varias minas de plata a las que habían puesto los nombres de sus esposas. Pero el mayor problema de la zona era el gran número de cuatreros que robaban ganado en ambos lados de la frontera con Mexico. Los hurtos y atracos eran incesantes como resultado de la debilidad e inacción de las fuerzas de la ley en la región.

Tombstone, en 1880
Esta cadena de acontecimientos fue aumentando la escala de las refriegas entre los Earp y la banda de Ike Clanton. La escenificación más clásica de este enfrentamiento se produjo el 26 de septiembre de 1881 en el famoso duelo en OK Corral. Hablaremos de ello en un próximo artículo. 

Primera imagen de Ben Affleck como Batman junto a su nuevo batmóvil

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Zack Snyder divulgó ayer, a través de su Twitter, una imagen en la que veíamos la parte trasera del nuevo batmóvil que va a ser utilizado en Batman vs. Superman (título aún provisional). Advertía que hoy podríamos ver el resto del vehículo pero ha sorprendido al mundo entero cuando ha mostrado también a Ben Affleck enfundado en el traje de Batman.

Las sensaciones, según mi criterio, son inmejorables a nivel estético. Cuando se anunció la contratación de Affleck en agosto pasado, mi buen amigo Octopus advertía, a través de los comentarios de este blog, que se trataba del actor con mejor porte físico de todos los que han interpretado a Batman en el cine. Nos consta que lleva muchos meses trabajando físicamente para estar en la mejor forma de su vida y, aunque el nuevo traje evidentemente realza la musculatura, es innegable que el actor-director va a resultar más que creíble como el nuevo Caballero Oscuro de Gotham.

Las críticas continuarán porque ya sabemos como son determinados opinadores de la escena superheroica pero, de momento, Zack Snyder ha enviado un jarro de agua fría a los descalificadores profesionales de la red. 

El traje recuerda a una de las variantes principales que usa el personaje en los videojuegos Batman: Arkham series. La diferencia son las orejas que han sido más recortadas respecto a versiones cinematográficas precedentes. El parecido de la capucha con el diseño de Frank Miller en su imprescindible The Dark Knight Returns (1986) ya no es una hipótesis especulativa.

En cuanto al batmóvil, se puede decir que la forma de la cobertura del cockpit recuerda al diseño de Anton Furst para el Batman (1989) de Tim Burton. El resto es una mezcla de influencias de varios diseños presentes en el cómic incorporando, eso sí, unas ruedas y una parte trasera que conserva el aire del imponente Tumbler de Batman Begins (2005) y The Dark Knight (2008)

Por último, recordar que la foto ha sido tomada por el propio Zack Snyder con su Leica Monochrom. Ansiosos ya por ver a Batman junto a Superman a todo color. 
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